Que la vida cada día te ensaña más; no es un dicho sino un hecho. Y yo, que no he sido de esos a los que les gusta mantenerse quietos, sino que allá dónde había charco en que meterse o mojarse, allá que me metía, me ha hecho aprender mucho más.
Y llega un día en el que uno se acuesta, se tumba en la cama, mira al techo y piensa que ¿para qué?. Para qué habrá servido mojarse tantas veces, para qué tantas tensiones generadas, para qué dar la cara por unos y otros, para qué tanto desgaste si al final, al final de nuestro camino, el único que te agradece y siente es, sin lugar a dudas, tu corazón que duerme y habita tranquilo dentro de ti...
A por el próximo charco.

Comentarios

  1. Para llegar al corazón, quizás, antes y después, nos hemos de saber mover en entre charcos ajenos y propios, para comprender.

    Un beso.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 25

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 26

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 27