Pensándote
he convertido en verde
las arenas desérticas.

Pensándote
las aguas de los mares
se han abierto
para descubrir sus cuerpos.

Pensándote
mis ojos descubrieron
que podían hablar,
también,
con tu mirada.

Pensándote
he encontrado
trocitos de mi vida
esparcidos por el suelo.

Pensándote
sentí cómo mi boca
ardía
susurrando tu nombre.

Pensándote
he querido perderte
en todo tu silencio
cuando cada grito
me agarraba a ti.

Pensándote
me he olvidado
de todos esos días
y de algunas noches
como si todo se parara.

Pensándote,
ay,
pensándote,
he aprendido a encontrarte
cuando ya no te tengo.

Pensándote
te perdí...
sin darme cuenta.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 34