UNIDAD

Unidad, a veces tan fácil pero siempre la pretendemos difícil. Unidad, hermoso término casi siempre victorioso en cualquier campo de la vida.


Fíjate en el primer significado, el que escojo y refiero, del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:


"unidad.
1. f. Propiedad de todo ser, en virtud de la cual
no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere."

Y comienzo a escribir estas líneas algo cansado, harto de leer y escuchar en medios de comunicación lo que para mí representa lo contrario a la 'unidad' como medio esencial, en cualquier organización, sea política, empresarial e/o incluso familiar, para alcanzar cualquier objetivo propuesto.

No hace falta, ni siquiera, que explique a qué me refiero, ni siquiera por qué me vienen a la cabeza estas reflexiones que nunca pensé iba a tener que hacerlas.

Lo he pensado siempre, lo he creído y así lo he intentado, que por encima del interés o la ambición personal de cada uno, debe prevalecer, debería primar, el interés por la cohesión, por la unidad, de la organización, en este caso la nuestra.

Sé, y lo hablo desde la humilde experiencia, que a veces los equilibrios son muy difíciles de mantener. Unos y otros tienen sus intereses u opiniones, respetables siempre, pero el liderazgo, no sólo de la cabeza, sino de los miembros de la organización, implica saber consensuar y buscar ese equilibrio necesario que 'una' en un todo y priorice la esencia que, en este caso, no es otra que llevar a cabo, de la mejor forma posible, la consecución de unos objetivos comunes. Tan fácil y tan difícil.

Escribe Peter F. Drucker, gurú en la dirección de organizaciones, que "la capacidad de liderazgo no consiste en tener una personalidad cautivadora, para eso basta con tener mucha labia. Tampoco tiene que ver con 'hacer muchos amigos e influir en los demás', eso es adulación. La capacidad de liderazgo consiste en conseguir que una persona tenga miras más altas, que su rendimiento alcance el máximo posible, en construir una personalidad más allá de sus limitaciones." Y yo añadiría que en una organización política, además, líderes son cada uno de sus miembros.

A lo mejor cualquiera podría decir o pensar que yo no tengo mucha experiencia para hablar u opinar de algo así. Puede ser cierto. Lo que ocurre es que por avatares y responsabilidades varias, alguna experiencia sí tengo, algo he vivido en mis carnes. No soy más que nadie, ni tampoco menos, para opinar o reflexionar. Lo que sí he hecho y haré siempre es que mis opiniones no torpedeen sino que traten de aportar y construir. Sí creo firmemente, que en estos momentos, algo que soy y de lo que estoy orgulloso de ser, es un militante del Partido Popular, que lleva más de 20 años -más de la mitad de mi vida- trabajando por y para una organización en la que cree y siente, de la que con honor formo parte.

Un partido abierto y sensible, con unos principios y valores por los que he luchado y peleado políticamente, por los que lucho y peleo y por los que lucharé y pelearé. Creo y defiendo, discuto y alimento, nuestras ideas allá dónde haya que defenderlas (y puedo decir que los lugares dónde lo he hecho hasta ahora no han sido nada fáciles para nosotros). Hemos pasado por momentos muy duros y difíciles, pero siempre han sido superados gracias a la unidad y al equipo. Ese ha sido y debe seguir siendo nuestro valor fundamental y más preciado: la unidad. Por eso desde aquí, desde esta humilde página personal, porque me apetece, apelo y estoy en el derecho de exigir a nuestros mayores responsabilidad, sensatez y unidad.

No convenceremos al resto si no es así; no ganaremos sin unión. El ciudadano, nuestro votante, es inteligente, no gusta de divisiones.

Sé que a lo largo de mi carrera política, a lo largo de las responsabilidades que he asumido, habré cometido muchos errores. Estoy seguro de ello porque además siempre me han servido para aprender. Pero lo primero que he hecho e intentado siempre -y pongo como ejemplo Getafe- es construir un partido dónde la máxima principal fuera la unión. Es un ejemplo pequeñito, mínimo, humilde y que de seguro podrían mostrarlo con mayores aciertos otros muchos compañeros de toda España. Esa unión, ese equilibrio -no siempre fácil-, ese consenso a la hora de actuar y hacer -no sin discusiones importantes-, ese dejar y confiar en los demás -a veces con algún que otro fracaso-, nos convirtió en un partido serio, en una verdadera alternativa para el ciudadano y, sobre todo, en la creencia en que aún no siendo fácil, si se continúa mostrando al vecino esa fortaleza indivisible, podrá ser. Y lo hicimos, repito, con muchos errores pero también con algún que otro acierto -y no me importa responsabilizarme de los errores-, entre todos: unidos. Sumamos y nunca restamos. Así deseo que continúe y espero que los actuales responsables, experimentados en años, partícipes de errores y aciertos, continúen sumando.

Debate, crítica, reflexión, discusión y autocrítica: siempre, pero desde la unidad y con el ánimo de construir y fortalecer, nunca destruir, nunca hacer dar pasos atrás que luego sería muy difícil recuperar. El respeto, el diálogo, la libertad, el no olvidar por qué estamos aquí y sobre todo, desde la defensa unánime de un barco, de un buque insignia en España para muchos millones de españoles, que nos apoyan, que están tras nosotors y que esperan, en estos momentos, que retomemos el rumbo y que toda la tripulación trabaje para que, 'contra viento y marea', en una sola dirección y en el menor tiempo posible conseguir el que debe ser nuestro único objetivo: ganar las elecciones.


Las discusiones 'familiares', que incluso pueden ser positivas, en casa. Siempre viene bien abrir las ventanas y que entre aire renovado, pero los platos se lavan en casa. Decir cada uno lo que le plazca, públicamente, no hace más que restar y mostrar al ciudadano de a pie 'presuntas o posibles' debilidades.

Un partido político, nuestro partido, debe ser como la maquinaria de un reloj a veces no vista. Un completo engranaje de piezas, algunas minúsculas pero todas igual de importantes, que por sí solas no son nada. Unidas, cada pieza en su sitio, desde el piñón corredizo, el áncora, el muelle, los tornillos, todas hacen que las agujas del tiempo, siempre hacia delante, se muevan.


Si una pieza falla, incluso siendo la más pequeña, el reloj para o va más lento retrasando el movimiento. Todas las piezas son fundamentales. Un reloj sin agujas no marca las horas ni el tiempo: no marca nada, no avanza.


Responsabilidad a todos, desde el último afiliado al primero; sensatez, tolerancia y respeto; y por último, otra vez: UNIDAD.


Es lo que siento, es lo que creo.

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