MARATÓN DE VALENCIA 2011. LA CRÓNICA 3h:25':50" MMP.
Hace ya algo más de 24 h que entré por meta en el 31 Maratón de Valencia 2011. Por fin puedo ponerme a escribir una breve crónica de lo que fue. Estoy cansado, las piernas algo cargadas aunque no tan doloridas como pensaba, el trocánter izquierdo me duele bastante más que ayer y me preocupa aunque se portó como un campeón. He pedido cita en el fisio y hoy lunes (que escribo estas líneas aunque publicaré mañana) no se me ha ocurrido calzarme las zapatillas.
Cuando uno se plantea correr un Maratón, asume que debe priorizar el entrenamiento físico, mediante un plan algo más adecuado y organizado que el salir a correr para mantener la forma; asume que debe tomarse en serio algunos consejos deportivos y que las prácticas y los protocolos saludables deben estar por encima de cualquier otra cuestión.
El Maratón es una distancia mítica para cualquier persona inmersa en este mundo del correr. Una distancia que adquiere un significado mucho más profundo, casi místico, y que representa el reto de todos aquellos que un día probamos el calzarnos unas zapatillas y salir a la calle a patear el asfalto.
Pero más allá de lo deportivo, cuando uno se plantea correr los 42 km debe asumir, también, una preparación mental que le permita controlar lo más difícil de dirigir durante esas horas pisando el asfalto: la cabeza, la mente.
Y por mucho que lo pensemos, incluso por mucho que lo ejercitemos, cuando comenzamos la prueba nunca sabemos si seremos capaces de terminar.
Correr un Maratón es una experiencia única. Nuevamente, me ha hecho encontrarme conmigo, con mis miserias y mis virtudes, con la voluntad y el sacrificio, con la soledad y el sufrimiento. Pero también, este Maratón me ha hecho disfrutar de los míos. Saber que me 'esperan' siempre, esta vez a pie de META, hace que uno supere cualquier reto.
Antes de nada quiero agradecer el apoyo, el aliento, la motivación y los consejos de todos los que pasáis por aquí. En particular quiero hacer un agradecimiento especial a mi familia y amigos, a mi primo Clemente que me ha acompañado en muchos entrenamientos y alguna Media Maratón sufrida y a todos los blogueros amigos, en concreto a R. Arranz, de Vamos Corriendo por Madrid, por todo ese ánimo y consejos que semana tras semana me ha hecho llegar a través de sus comentarios. Gracias a todos.
Mi Maratón de Valencia comenzó el sábado, con el viaje.
A las 9.40 h cogimos el AVE dirección a esta hermosa ciudad toda la familia, los tres. Algo que para mí ha sido importantísimo es estos meses y, cómo no, en este nuevo reto, ha sido el apoyo voluntarioso de los míos. Sin ese aguante de mi disciplina, sin ese entendimiento, todo hubiera sido más difícil o imposible.
A las 12.30 h ya estábamos paseando por la Ciudad de las Artes y las Ciencias y visitando la Feria del Corredor para recoger lo que sería la primera distinción en la carrera: el dorsal. Ya se respiraba un ambiente deportivo inigualable, en un entorno fantástico, bajo un sol espléndido que invitaba, prácticamente, a salir correteando por allí.
Comenzamos la alimentación pre maratón. El almuerzo consistió en una importante ensalada, una ración de mojama con tomate y aceite y un importante plato de paella marinera que compartí con mi mujer junto a la playa de la Malvarrosa.
La cena fue más complicado cumplir lo previsto. A todos los corredores alojados en el hotel, junto a la Ciudad de las Artes y Salida/Meta Maratón, nos dió por acercarnos al italiano de al lado a cargarnos de pasta o pizza. Evidentemente, cuando llegamos nosotros, era imposible encontrar mesa. Tuvimos que buscar entre los locales cercanos, todos hasta arriba de corredores y familiares, donde conseguimos un lugar dónde sentarnos. Me tomé un filete de pollo a la plancha y media tortilla de patatas. No pude más. Comenzaron las molestias en el estómago, un mal cuerpo extraño no sé si de exceso o de haberme sentado algo mal. Molestias que comenzaron a ponerme nervioso y preocuparme…
A las 11.30 h acostado y rezando por conseguir dormir en condiciones y descansar…
6.45 h. suena el despertador. El estómago continuaba dolorido y los nervios comenzaban a funcionar. Me vestí, dejé a la familia durmiendo y bajé a desayunar al salón del hotel. Allí todos éramos corredores.
En el desayuno la concentración es máxima. Miles de preguntas se agolpan. ¿Lo he hecho bien?¿comí en exceso?, ¿qué hago aquí?, ¿qué piensa de mi la familia?, ¿aguantare?, ¿será un ridículo?, ¿las molestias en el estomago son nervios? ¿por qué no habré hecho más series? ¿y el día aquél que me tomé unos gin tonic? Ufff!!!
Todo un ritual, toda una forma de vida....
Arriba dormía mi mujer y mi hijo.
No sé si soy ejemplo de perseverancia para él. Me gustaría serlo. Me gustaría que amara el esfuerzo, los retos, las metas.
Me entran ganas de llorar en esa soledad en la que sólo te preguntas mil veces por qué lo haces, quién te obliga a iniciar una prueba así, en la que vas a hacer que tu cuerpo roce los límites para los que a lo mejor no está preparado. Lo haces porque algo dentro de ti te lleva a hacerlo. Tal vez seas un egoísta por tratar de superarte más allá de lo que está saludablemente permitido.
Esto significa más de lo que parece: es un Maratón, es la distancia mítica, es la leche…
Yo había descansado, incluso dormido. Me levanté a gusto aunque las molestias continuaban. El desayuno iba a ser fundamental así que: panes con tomate y aceite, algo de pavo, kiwi, zumo de naranja, pan con miel y café. Bastante bien…
Y comienzo ese famoso ritual: vaselina en pies y sobacos para evitar rozaduras, esparadrapo en pezones para evitar que sangren, elección adecuada de calcetines, zapatillas, polvos de talco para evitar humedades, camiseta adecuada, pegada, vestimenta y colocación del dorsal lo más centrado posible. Gafas de sol graduadas, iphone cargado de música, auriculares que no se muevan… ufff!!
Últimos pises… nervios y… otro pis...
A las 8h. me esperaba Germán Alcayde, compañero, en la recepción del hotel para dirigirnos juntos a la zona de salida del maratón que se encontraba a escasos 200 metros del hotel.
Amanecía fresco aunque la previsión era de buena temperatura. El ambiente comenzaba fantástico unido a una buena organización preludio a toda la prueba. Música, mensajes por los altavoces. Todo perfectamente preparado y adecuado.
Visitamos la zona de guardarropa, rápida y amplia en un espacio (la ciudad de las Artes) espectacular.
Unas fotos de recuerdo y otro pis para intentar aguantar...
Y a las 8.45 h estábamos situados en el cajón de salida del tiempo previsto (3.30h) aunque yo, mentalmente, con mis molestias varias, buscaba el objetivo de terminar la prueba y disfrutar al máximo. TErminar, terminar...
Antes de la Salida me llamó mi compañero running, mi primo hermano Clemente. Esta vez no me acompañaría en un reto importante como este. Me alegró saber que estaría pendiente. Yo le estaría echando de menos durante las tres horas y media. Ésta tocaba en soledad. La dichosa soledad del corredor. Demasiadas horas.
Y a las 9 h. SALIDA!!!!
Fuegos artificiales, música a tope, subimos el punte, gente por todos lados aunque es primera hora de la mañana.
Salgo con ritmo y me despido de Germán. Voy bien y encuentro rápidamente mi hueco. He acertado en la colocación. No tengo que hacer muchos zigzag como otras veces. Estoy alegre y me dejo llevar por un ambiente que, de verdad, es increíble. Vamos dirección playa de la Malvarrosa…
Voy notando que llevo un ritmo bastante bueno. Casi no me acuerdo de las molestias en el estómago y me siento bien, descansado, con fuerza. Acabamos de comenzar.
Intento no mirar el reloj. La organización ha optado por indicar cada kilómetro y eso me agobia un poco y estresa. Yo me mentalizo en ir a lo mío. Voy pensando una estrategia, bajo algo el ritmo para no cansarme. Luego pienso que no, que voy a ir al ritmo que pueda sin forzar, cómodo pero ganando minutos y que si consigo llegar al final ya iría más despacio y perdería minutos.
Llegamos al kilómetro 10. Mi ritmo es fantástico. Me noto como si hubiera hecho un calentamiento. Las piernas responden perfectamente y pienso que es debido a que de momento vamos llaneando, sin subidas ni bajadas. Voy saludando a la gente que nos grita. Dando palmadas a los niños que nos saludan.
La ciudad está entregada al Maratón. Las calles se llenan de gentes animando. La temperatura es ideal y mi música se entremezcla generando una banda sonora que me anima y motiva. No sé, me siento muy bien, pletórico. No tengo que variar ritmo. Creo voy a 4:30 min/km. No quiero mirar el reloj...
Llegamos a la Media Maratón, pasado el km 21. Aquí ya noto algo de desgaste en las piernas, pero para nada un cansancio excesivo.
Mi cabeza comienza a llenarse de pensamientos que tratan de motivar. Pasamos por el centro de la ciudad mostrando todo su esplendor y belleza. Aquí los valencianos se agolpan en las calles animando de tal manera que hay veces que crees forman parte de tu familia.
Cada cinco kilómetros el avituallamiento es esencial. Yo decido no tomar nada hasta llegar al km 25 tal y como me he acostumbrado. Así hago y me mentalizo para ello. es una forma de ponerme metas.
En el km25 tengo un pequeño bajón y bebo algo.
Comienza el verdadero Maratón para mí. Pasado el km 25 las piernas empiezan a flojear. La mente lanza señales pasotas y llegan los síntomas de cansancio.
Hay que seguir la línea verde pintada en el suelo, sobre el asfalto. Ese es el camino... el camino. Sólo hay un camino.
Busco grupos referentes. Unos me dejan tirado y a otros los dejo yo. Comienzo a pensar demasiado en los kilómetros. Mi objetivo es pasar el km 30 como choque para no pensar en el abandono.
Llegan bajadas y subidas por algún túnel. Me tomo un gel y algo más de agua. No consigo aprender a beber corriendo y no quiero parar ni para hacer pis. El gel no me sienta mal y parece me anima algo.
Paso el km30 y comienzo el diálogo conmigo mismo. Si he llegado hasta aquí ya sólo tengo que hacer otros 10 km y dejarme llevar.
La cabeza vive su peor momento. ¿Qué hago aquí y para qué? ¿Qué significado tiene todo esto? ¿Qué gano? Y si me paro ¿a quién le importa?
Cada kilómetro comienza a ser un mundo. Pienso en que mi mujer y mi hijo estarán esperando. Pienso en que soy un Moreno cabezón.
Comienzo a mirar mis ritmos y veo que nunca voy más lento de 5:15 min/km.
Me pongo otra meta: llegar al km 36 en 3h. Si llego allí todo está hecho, aunque termine andando. No dejo de repetírmelo.
Llego al km36 y miro el reloj por primera vez. Veo que me han sobrado unos minutos y que puedo conseguir mi objetivo de terminar en 3h:30’. Pero el cuerpo no avanza. Parece que voy más lento de lo que voy. Cada kilómetro es como cinco de los anteriores.
El trocánter me duele, me apetece beber más agua pero paso de hacerlo porque no quiero me entre flato. No puedo fallar a estas alturas. Vamos, vamos... no dejo de decirme yo mismo.
Muchos corredores comienzan a retirarse o a ir andando. Algunos de ellos, la mayoría, tienen pinta de ser corredores experimentados. Llegar hasta allí ya es una proeza.
Hace calor y volvemos a llegar a la zona de la playa de la Malvarrosa. Pienso que no debe quedar mucho pero cada kilómetro sigue siendo una eternidad.
Las calles cercanas a la Ciudad de las Artes comienzan a llenarse de gente gritando tu nombre. ¿Por qué? Aparece en el dorsal y eso te sube la moral muchísimo. Imagino la cara de sufrimiento que debo llegar. Ponte político Moreno, alegra la cara, olvida que sufres, respira, ve más despacio que ya llegas.
Llego al kilómetro 40 entre un gentío enorme. El ambiente es tan increíble que más allá del cansancio que llevo encima sólo pienso en buscar a mi mujer y mi hijo. Quiero verles. Ya deben estar en cualquier lugar. El ánimo es increíble. La música acompaña y en los altavoces el ánimo te sube.
Vamos ya cercanos a la calle de entrada. Queda un kilómetro y saco fuerzas para levantar el ritmo y el ánimo.
Giro a la izquierda bajando el puente para entrar ya en la Ciudad de las Artes dónde cientos de personas se agolpan animando y gritando en una entrada bellísima. Es increíble la emoción. Creo que suelto alguna lágrima porque ya no sé si mis piernas se mueven gracias a toda esa gente que está por allí. Es una emoción que no se puede describir.
Veo el km 42 y, gritando, en la esquina antes de la recta de meta, los brazos de mi mujer y mi hijo levantados saltando. Les miro y me recargan lo suficiente como para levantarme la fuerza. Estoy seguro ellos sintieron, si cabe, algo de orgullo al verme, pero es posible no sepan nunca el orgullo que sentí yo al verlos allí, a los dos, gritando y saltando, dando palmas y saludándome mientras yo pensaba, en mis últimas zancadas, que ellos son lo que me mueve en este maratón tan complicado que es la vida misma.
Y veo la meta a cien metros. Una meta en un entorno espectacular. Una meta tras 42.195 m que parecía lejana y ahora podía tocar. Y saco fuerzas para acelerar y terminar y entrar con mi dedo índice arriba, dando gracias al Eterno una vez más por todo lo que me da, y tocando mi corazón que me ha acompañado, como siempre, unido a todos los míos que merecen dedique cada uno de mis pasos en la vida. He terminado mi segundo Maratón. Ahora SÍ he conseguido un NUEVO RETO.
Cuando paré el Garmin pasada la meta mi tiempo era de 3h:25’:53”, pero la distancia que marcaba era de 43,40 km. Un kilómetro más del indicado. Otros corredores lo comentaban también, sus GPS marcaban un kilómetro más.
Mis ritmos según el GARMIN fueron: Hasta km10 un ritmo medio de 4:35 min/km. Del 10 hasta el km 20 a un ritmo medio de 4:30 min/km. Del 20 al km 30 bajo a un ritmo medio de 4:40 min/km. Del km 30 al km 40 subo a un ritmo medio de 5:10 min/km aproximadamente. Y los últimos kms me quedan a 5:21 min/km... ufff!!!!
Me daba igual. El reto estaba cumplido, una vez más había conseguido superarme a mí mismo: la disciplina, la rigurosidad, el empeño, el afán de superación, la lucha contra mi mismo, mi búsqueda interior… todo estaba en esa línea que durante más de 42000 m había perseguido.
Recibir la medalla de participación es un hecho distintivo y emocionante. No significa más que eso, que has llegado a meta, que lo has conseguido; pero ESO, el llegar a meta, es lo más importante para los que nos sentimos maratonianos. Creo que recoger el dorsal y la medalla es el inicio y el final; es el camino.
Tras terminar, regalo de bolsa de naranjas valencianas y beber esa botella de agua tan deseada. Me tumbé en el suelo junto a cientos de corredores a mirar el cielo y estirar las piernas. Estaba feliz, pletórico, deseoso de dar un beso a mi familia.
Al levantar vi que había algunos corredores que andaban con cañas de cerveza en la mano. Busqué y encontré que también te ofrecían una cervecita fresca. No lo dudé. Me tomé la mejor caña de mi vida, la mejor bebida isotónica y recuperadora: una cerveza como Dios manda.
Y allí estaba mi mujer -que ha hecho un esfuerzo importante para acompañarme ya que está recuperandose- y mi hijo, esperando abrazarme y yo a ellos. Habían vivido su intranquilidad y yo mi esfuerzo. Allí estábamos otra vez los tres, con nuestras cosas, con las de cada uno, con las de cada día, pero juntos.
Y hasta el siguiente reto.
Genial carrera y genial crónica. Felicidades.
ResponderEliminarSe te fue la mano en el medio maratón (y mucho), se nota que estabas como un tiro. Siento curiosidad de saber el paso del 42.195 en tu Garmin. ¿3.20?.
ResponderEliminarQué maquinón.
Nota: eso de preguntarse antes de salir si te faltan series y te sobran gintonics que no te agobie, que es un derecho que nos hemos ganado los de nuestra quinta.
El sufrimiento es patente en cada maratón, eso esta claro... sin sufrimiento no hay maratón.
ResponderEliminarEnhorabuena disfrutaste tu y los tuyos, que se sintieron orgullosos de ti.
Un abrazo del abuelo runner.
Felicidades!!! bonita crónica y pedazo maratón...
ResponderEliminarAcabo de descubrir este blog y me he leido las crónicas de Valencia y Madrid. Soy runner principiante y además me considero un buen lector. Dejame decirte que tienes una manera de narrar que consigues que el que te lee pueda sentir el esfuerzo y el cansancio que has padecido. Enhorabuena!!! Te seguiré leyendo.
ResponderEliminarHola Jose Luis, aunque no te conozco me ha emocionado mucho tu narración de la carrera, la verdad es que es toda una aventura. Yo voy a comenzar la semana que viene a entrenar para la de este año, y quería preguntarte por el plan de entrenamiento que has seguido para conseguir semejante éxito. Yo este mismo año corrí la de Madrid, y aunque hice para mi una buena marca 3h29, las últimas semanas de entreno estaba bastante sobre entrenado, por lo que estoy buscando otros planes para comparar. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias y buenos días. Veo que tu tiempo en Madrid fue buenísimo. Harás fantástica marca en Valencia. Entrené con el plan que venía en la web del Maratón de Valencia para un tiempo de 3h:30'. La verdad es que me estresé un poco pero cogí una magnífica forma que me hizo correr bastante cómodo. Valencia no tiene que ver nada con Madrid. Madrid es durísimo así que con ese tiempo tuyo te auguro rozar las 3 h en Valencia.
ResponderEliminarTodo el ánimo y un abrazo!!!