Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 10

 
N/4.L
 
Te cuesta empatizar con el entorno, cada vez cierras más tus círculos. Has dejado entrar a personas que no lo merecían. No te culpes, tampoco les culpes.
Hoy los sueños te han recordado que te enfrentas a semanas distintas. Ese otoño, ese invierno, siempre sin muchas alegrías. Hoy leías que en estas estaciones se incrementan las enfermedades. En tu caso es la época en la que más notas tu deterioro mental.
 
“Que nadie te oiga quejarte, ni te oigas quejarte a ti mismo.” Marco Aurelio
 
Es verdad que todos no estamos en el mismo barco, pero sí en el mismo mar.
Unos van en yate, otros vamos en barca o a nado. Pero todos tratamos de avanzar en este mar de incertidumbres. Falta empatía.
 
¿Por qué sucede lo que sucede?
 
Qué tranquilo has vivido. Qué necesidad de todo esto. El ego. ¿La codicia? También.
 
En griego, el término timé significa honor, valor, precio, y también aprecio, y entonces se usaba para designar la buena imagen que una comunidad tenía de un héroe, un guerrero o un ciudadano cualquiera. Dicha imagen para ellos era esencial, y determinaba el valor de un ciudadano como persona.
¿Y entonces cómo era el hombre de honor? Según los aquellos espartanos, sería aquel que actúa conforme a lo que se espera de él, se reconoce en sus acciones, incluso por encima de los intereses personales y siempre se enfrenta y vence a la dificultad.
De comportamiento noble y ejemplar; pero ¿qué es lo que podría fallar en este individuo? No tiene un criterio propio, tampoco actúa por convicción interior, simplemente se mueve por fuerzas externas, como el buen nombre, el prestigio y una buena reputación.
Platón subrayaba confusión con respecto a la virtud: venera a las musas, pero no ama las artes, sabe escuchar, pero no habla, respeta a los hombres libres pero castiga a los esclavos, se muestra sumiso a sus superiores pero es ansioso con el poder.
El motivo de su acción queda claro, no sería la virtud, sino más bien la ambición. Eh ahí la trampa de la timocracia y de los que persiguen el honor.
En ocasiones, esta sociedad en la que vivimos me recuerda en algunos aspectos a una timocracia. Cuando lo políticamente correcto gobierna en el día a día de los ciudadanos, abrir el debate entre la integridad y el honor sería algo necesario.
La integridad es la cualidad de ser coherente y honesto en todas las áreas de la vida. Esto implica actuar de acuerdo con principios morales firmes y mantener un elevado estándar de conducta, incluso cuando nadie está observando y a pesar de las opiniones de los que nos rodean. El papa Pío X lo tenía claro: “Lo que está mal está mal, aunque lo haga todo el mundo; lo que está bien está bien, aunque no lo haga nadie.”
 
 
N/5.M
 
“Estás como triste”, te han dicho esta mañana. La persona que te lo dice es inmensa en valores, con una vida que se llena de obstáculos a cada paso, pero que siempre tiene una sonrisa, que en este caso imaginas a través del teléfono.
Y la verdad es que sí, estás algo triste. Estás triste porque tal vez parezca que te conformas con que te engañen, con perder batallas, con la sensación absurda de que como eres una especie de privilegiado debes estar preparado para esos reveses. Y no estás de acuerdo, y eso te entristece.
Estás triste porque se te acaba la vida y ya no es tiempo de embarcarte en nuevos proyectos, ni de emprender. Ni tampoco te apetece.
Estás triste porque siempre creíste en la amistad leal y nunca pensaste que la codicia, el interés personal, se prioriza por encima de ciertos ‘románticos’ valores.
Eres un idealista. Un poeta y filósofo de la vida que sí has priorizado ciertas cosas por encima de ti. Tanto que en momentos has sido tú el que te has visto entre verdaderas complicaciones.
Y sí, estás triste siendo, como dices, un verdadero privilegiado que camina arropado y se va despojando de todos esos que solo han venido a tu vida por el interés.
 
Los buenos y los malos momentos nos llegan a todos. Antes, después, siempre. Es inevitable. No puedes evitar los malos momentos como no puedes atrapar el viento con las manos. Son parte de nuestras vidas. Y siempre tienen un propósito. Ir contra ellos es perder el tiempo.
“Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después.” Eclesiastés 7:14-17
 
Se nos ponen obstáculos en el camino que nos impiden el paso; esos obstáculos se convierten en el camino. No lo olvides.
 
Si apuestas porque el miedo se adueñe de tus pensamientos, lo que haces es fabricar una percepción falsa porque el miedo, realmente, no existe en ese nivel creativo.
Cuando tienes miedo de algo, admites que tiene el poder de hacerte daño. Tu corazón es tu verdadero tesoro. Si tienes miedo estás equivocado respecto a lo que es valioso.
 
En el mito de Sísifo, Albert Camus trata de responder a alguna cuestión que la mayoría de nosotros nos hemos planteado en más de una ocasión: ¿tiene sentido la vida?
Algunos nos agarramos a la fe, con nuestras creencias, que no deja de ser esperanza. Otros lo hacen a la botella de whisky, que no deja de ser placer momentáneo.
¿Y los demás?
La vida es alegría, pero también dolor, miremos hacia donde miremos.
La vida es soledad. Nacemos y morimos solos.
Todos terminaremos en el mismo sitio.
Luego entonces, la vida es un poco de absurdo.
Siendo así, vivámosla.
 
 
N/6.X
 
La vida es un largo invierno con ciertos destellos de sol. Lo pensabas esta mañana.
Y así has llegado a la oficina, con algo de sueño y esa especie de sentimiento que se encuentra al despertar.
 
A estas horas parece que Trump volverá a ser el presidente de los Estados Unidos.
 
Borges decía que no hay que hablar si no vamos a mejorar el silencio.
Nunca has sido protagonista de nada, siempre has huido de protagonismos o apariencias para destacar. El protagonismo termina por destruirte.
 
Apartarse de personas complicadas hace que tu salud mejore.
 
Se paga un alto precio por defender esos valores que te caracterizan, como es la lealtad. Pero se termina por pagar un precio más alto si no lo haces.
 
Almuerzas con tu hijo un excelente cocido en El Sustento, ese bar de menú dónde sueles ir en tus días de despacho. Más allá del lugar, más allá de la fantástica y sabrosa comida, lo excelente ha sido ese momento.
Habéis comentado tus últimas proezas empresariales, los problemas que trae la vida y has escuchado con atención esos consejos de una mente joven, pero bastante madura. Te dejas aconsejar y, también, regañar cariñosamente por tu hijo por implicarte tanto con personas que no lo merecen.
Te importa mucho lo que piensa.
 
Paráclito proviene de la palabra griega koiné παράκλητος (paráklētos), parece significar "el que consuela o consuela; el que alienta y revive; el que revive; el que intercede por nosotros como un defensor en un tribunal". La palabra “paráclito” tiene forma pasiva y, etimológicamente, significa “llamado al lado de uno”. La forma activa de la palabra, parakletor, no se encuentra en el Nuevo Testamento, pero está en la Septuaginta, en plural, en "Consoladores molestos sois todos vosotros” (Job 16:2).


 
 
N/7.J
 
Ayer, en el almuerzo con A., pensaste que la vida son esos minutos que se convierten en milagro porque estás con quien quieres estar. Y es ahí, también, donde aprecias verdaderamente la vida. ¿Dónde estás? ¿Cómo estás?
 
“La cuestión no es lo que se mira, sino lo que se ve. Basta contemplar el menor hecho o fenómeno, por familiar que sea, desde un punto que se aparte un pelo de nuestro camino habitual o de nuestra rutina, para quedar sobrecogido, encantado por su belleza y su significado”. Henry David Thoreau
Nuestras creencias no sólo condicionan las respuestas a cualquier pregunta, es que también condicionan las propias preguntas. No podemos explorar lo que hay afuera sin lo de adentro. 
 
Sin un propósito, es muy fácil dejarse llevar por lo que otros esperan de ti o lo que parece una buena idea en el momento. 
Definir tu propósito te da la dirección y motivación para avanzar con confianza, incluso cuando las cosas se pongan difíciles.
 
 
N/8.V
 
Feliz el día de ayer. Te tomaste los botellines , antes de comer, en El Chule. Comisteis en La Fontanilla y terminaste en La Cañería. Auténtico recorrido, tradicional, de jueves. Amigos, amor. Olvidaste todo lo que te complica la existencia y te quedaste con lo que lo merece.
 
“Para el humano, la medida de toda acción es el juicio, la opinión.
Quien no lo recuerde, no se irritará con nadie, no se enfadará con nadie, a nadie insultará, a nadie hará reproches, no odiará…
No se impacientará con nadie…” Epicteto
 
Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel. Parece que, al volver a ser libre, dijo: “Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero”. Nelson Mandela comprendió que existen dos tipos de esclavitud: la externa y la interna, y que siempre la más difícil de superar es la interior.
Es curioso pero esta misma reflexión guio la vida del amigo Epicteto, uno de mis grandes estoicos del siglo I. Epicteto vivió como un esclavo durante gran parte de su vida, y en esa condición abrazó el estoicismo. Con el tiempo, aprendió a desprenderse de la ira, el odio y el resentimiento, y a liberarse de todo aquello que lo limitaba interiormente. Era libre en espíritu mucho antes de alcanzar la libertad exterior. Así, cuando finalmente dejó de ser esclavo, su libertad ya era plena y auténtica.
Ya libre, Epicteto dedicó el resto de su vida a la práctica y la enseñanza del estoicismo, convirtiendo su filosofía en consejos prácticos y concretos para aplicar cada día. Es en sus enseñanzas donde encontramos cómo relacionarnos con nuestras pertenencias y nuestros afectos; cómo llevar adelante conversaciones significativas; cómo resistir esas tentaciones que tanto nos gustan pero que nos perjudican; cómo orientar nuestras energías hacia lo que depende de nosotros y evitar desgastarlas en proyectos destinados al fracaso; cómo ser libres de la mirada ajena y de nuestro propio juicio. Incluso nos ayuda a reconciliarnos con la idea de la muerte.
Epicteto, curiosamente, no dejó nada escrito. Tal vez ni siquiera sabía leer o escribir. Sin embargo, su sabiduría atrajo a discípulos, desde intelectuales hasta los más poderosos de su tiempo. Uno de ellos, el senador romano Flavio Arriano, resumió sus enseñanzas en un pequeño libro llamado Manual de Epicteto, una joya filosófica repleta de ejemplos claros y profunda sabiduría.
 
 
N/9.S
 
Los campos están envueltos en una niebla densa.
Volviste a encontrarte con esos pensamientos de culpa, de saber que no haces las cosas bien, de dudas, de que siempre te pillan con el pie cambiado y el que siempre pierdes eres tú.
Lo personal es lo peor. Es lo que realmente te daña. No piensas con claridad.
 
Te das cuenta de que estás más en calma cuando simplificas las cosas. Esa puñetera voz que te habla en alto y que te hace estar enfadado por no haber conseguido lo que te proponías. Que quiere que corras, que no pares, que no pienses.
Retrocede. Vuelve a comenzar. No pasa nada.
 
Dejar de luchar a contracorriente, sumergirte en la calma que te aporta la aceptación de que hay cosas que no puedes cambiar.
 
Te inhabilitan los pensamientos.
Continúas profundizando en el engaño, la mentira y en cómo has podido ser tan gilipollas.
Cómo calmar tu ira.
 
Sentido, destino. Sentido en el camino, destino a alcanzar.
 
La inmensidad de la Parábola del Hijo Pródigo que vuelves a leer. Lucas 15: 11-32:
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”
La separación del padre, la libre búsqueda de la individualidad supone un desgarro con nosotros mismos, el olvido de lo que somos.
Preside nuestra vida el egoísmo, el egocentrismo manifestado, claramente, en el consumismo, los apegos, el materialismo, el narcisismo, la desnaturalización, el deseo.
 
 
N/10.D
 
Los estoicos, siempre amigos; la Biblia, tu compañera de viaje. Te agarras a esos textos, pero te distraes y no te concentras en lo que debería ser un momento de meditación. Ni siquiera los paseos te tranquilizan.
 
Método Zettelkasten. Escribir notas. Escribir comienza antes de sentarte frente a la hoja en blanco.
Escribir es pensar.
Anotar es el resultado de pensar, leer y entender. Entender te permite aprender y escribir es tu mejor forma de aprender.
 
Cuando sabes algo, que no sabes cómo lo sabes, pero tienes claro que lo sabes. A esto se le llama algo así como intuición.
 
En un desastre como el que ha vivido España, y más concretamente, Valencia, ha quedado de manifiesto que los que tenían que tomar las decisiones que fallaron.
Hoy son 220 fallecidos y todavía hay 50 desaparecidos que, si Dios no lo remedia, sumaran como fallecidos.
Una tragedia que deja al descubierto que no se hizo todo lo que se podía haber hecho para que esas cifras fueran mucho menores.
 
Considerar que la mayoría política de un país solo es legítima si coincide con mis ideas u opinión, no es de ser demócrata. Valor democrático: pluralismo político.
Para algunos, que un país vote mal es que vota a quien ellos no votan.
 
Escuchas ese tema de Tracy Chapman, ‘Baby Can I Hold You’. Intenso.
 
Tal vez dediques demasiado tiempo en pensar o hablar de lo malo, y poco a recordar esos pequeños detalles del día a día que te alegran la vida y te llenan de esperanza. Estos ratos con tu hijo.
Herodoto lo dijo, nunca es permanente en el humano el bienestar. Todo alrededor señala que os aguardan males en cada esquina, a veces se acumulan, y no nos queda otra que enfrentarnos a ellos, tratar de resolverlos y, si no es posible, pues sobreponernos a ellos de la mejor manera posible.
Lo sabio es no dar un peso excesivo, mirar alrededor a todo lo bello y grato. No responsabilizar a los demás de nuestro mal y sí interrogarnos sobre la cuota de error que nos incumbe.
 
 

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