Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 3

 
S/16.L
 
Eres un tío ordenado, cuidadoso con todo y en todo, hasta el exceso. No te permites el desorden, cada cosa tiene que estar en su sitio.
Anoche, te disponías a comer algo antes de acostarte. Como cada día, dispusiste en una bandeja de madera unas viandas, algo sencillo, y una copa de vino tinto.
Al ir a ponerlo en la mesa del comedor y sentarte en el sillón, frente a la tele, no sabes muy bien qué ocurrió pero la copa de vino se volcó hacia ti desparramando todo el caldo por suelo, sillón blanco, mesa blanca, piernas y las Nike que, casualmente, también eran blancas. Te quedaste paralizado ante lo que parecía un desastre de esos que rompen tu momento de paz. ¿Qué hacer? Joder!!!
El vino tinto goteaba de la mesa al suelo. Bajo tus pies un charco. “¡Muévete, joder!”, te gritaste a ti mismo.
Te descalzaste rápidamente en una reacción instintiva. Por fin reaccionaste.
Limpiaste todo lo mejor que pudiste. Primero con papel absorbente, luego con la fregona. Lo peor, el sillón. Le echaste un producto quitamanchas que tenías, pero ese vino, se verá. Tendrás que cubrirlo con algo.
Ya nada fue igual. El momento final del día, tu momento. Nada.
Te fuiste a dormir inmediatamente.
Es verdad que nada podías cambiar. Solo una cosa: no volver a llevar una copa de vino en esa maldita bandeja. Merece la pena echar dos viajes.
 
“El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho”. Lucas 16:10
 
Cuando un imbécil actúa como un payaso, no le culpes. Simplemente deja de ir al circo.
 
En los últimos años has podido comprobar que escribir es la mejor manera de alejarte de esos pensamientos y sentimientos que te acompañan, de tal manera que puedes verlos desde una perspectiva más racional que emocional.
 
En ocasiones creo que no sé muy bien quién soy ni qué.
Percibo que soy una mezcla de mi padre –su voz, su frialdad y seriedad -, con algo de mi madre, sobre todo en lo físico.
Así somos. Pero más allá de eso, también somos todo aquello que nos ha marcado en la vida; ese pasado que nos construye, dónde nacemos, la clase social, los amigos, la educación, lo que leemos. También, y cómo no, las adversidades a las que nos enfrentamos.
Somos un todo y, aun así, te cuesta saber quién cojones eres y qué haces por aquí. Y ya has pasado más de la mitad de lo que, si todo va bien, podrás vivir.
 
 
S/17.M
 
Cosas hay que te fastidian, a estos años, cada vez más. Una de ellas te supera por encima de todas: la impuntualidad. Es algo que te enfurece y te enfada de tal manera que no puedes reprimir tu ira.
Ayer quedaste a comer con un amigo y socio. Los lunes, o comes solo o tiene que ser con alguien de mucha confianza. El caso es que quedaste a las dos y media con esta persona, amigo, de confianza. Como siempre, llegas antes de la hora. En ese impás de tiempo recibes un mensaje en el que te dice que se retrasa diez minutos. Nada que objetar, cosas que pasan. Se sentó, llegó, a las tres y veinte de la tarde. ¿Cosas que pasan? No. Cosas que no pueden pasar si se toma medianamente en serio y se respeta el tiempo de cada uno y a la persona.
Ya te conocen y te conoces. La bronca es tal que consigues incomodar tanto al amigo, merecedor de tus palabras, como a ti. Tienes que dar marcha atrás. Te cuesta entonar nuevamente una conversación normal. Estás alterado. Sabes que llevas razón. Es algo tan impresentable que piensas que los demás valoran más su tiempo que el tuyo y es lo que realmente te molesta.
Terminas por reconducir el almuerzo y terminarlo como si nada, hasta la próxima vez que vuelva a ocurrirte lo mismo.
 
“A veces, lo mejor que puedes hacer es no pensar, no preguntarte, no imaginar, no obsesionarte. Solo respira y ten fe en que resolveré las cosas que te preocupan.” 1 Pedro 5:7-11
 
Si piensas en los demás el universo pensará en ti. Pero no puedes pensar en los demás cuando ellos solo piensan en sí mismos.
 
Tu hermana te hace llegar el resultado de los últimos análisis que se ha realizado el padre. Te quedas gratamente asombrado. A sus 82 años, todos los parámetros y valores están tan bien que son mejores que los tuyos. Es asombroso, a la vez que fantástico. Que la vida le dé muchos años para seguir disfrutando así.
 
 
S/18.X
 
Viajas hoy a Ourense. Hace algo más de un año que no paseas por esta ciudad que hiciste tuya desde la primera vez que te dejaste abrazar por esas calles de provincia esbelta.
De la última vez no guardas un buen recuerdo. Te iste envuelto, sin quererlo ni pretenderlo, en un follón político totalmente ajeno a ti pero que casi te hace jugar tu vida profesional por el mero hecho de atender a una persona que debías atender.
Buscas disfrutar del viaje.
Coges el tren a las diez. Ahora no tardas lo que tardabas hace años, cuando ibas en un tren convencional.
 
“Una persona que no puede controlar lo que dice, demuestra que no puede controlarse a sí mismo.” Robert Greene
 
Todo siempre ocurre por algo. Analizar el Algo depende de cada uno de nosotros. Aprender la lección, también.
 
Paseáis, habláis. Te pone al día del inicio del curso y la situación personal. No habíais coincidido desde antes del verano. Consolidación, nada de experimentos. Cómo cambian las cosas, te dices.
Crees que has superado esas etapas críticas, de tensión, de desconfianza. No deberías de fiarte, confiar siempre te hace fallar y si fallas, en tu caso, siempre pierdes. Ya no estás para errores.
Hablas lo justo. Opinas menos. Has aprendido a no dejarte llevar por la pasión y no hablar más de lo que debes.
Lo razonable termina por ser.
A las doce pasadas llegaba el tren a la estación de esta capital.


 
S/19.J
 
Descansas. No te acostaste tarde y eso tiene una consecuencia automática: dormir más o menos esas horas que necesitas para estar al cien por cien.
 
“Deja que el silencio sea tu objetivo en la mayoría de las ocasiones.
Y en las raras ocasiones en que se te pregunte, di solo lo que sea necesario y sé breve.” Epicteto
 
Todas las cosas que salen de nosotros, sin duda que regresan a nosotros. Más que preocuparnos por lo que vamos a recibir, preocupémonos por lo que damos.
 
Día de Jornada junto a la Diputación de Ourense. Conoces al presidente, LM. Agradable. Un perfil muy diferente al anterior, MB. Dirías que no tiene nada que ver. No entras a valorar si en positivo o negativo, el tiempo lo dirá.
La jornada ha tenido como protagonista uno de esos temas que te gustan y motivan: reto demográfico y cuidado de las personas mayores en los pequeños municipios.
 
Ayer y hoy, dirías desde la tarde del martes, antes de viajar, te sientes con cierta ansiedad. No lo entiendes, te preocupa, no hay motivo.
 
 
S/20.V
 
Estás sentado en un banco de la estación de tren de Ourense. Has venido caminando, como un zombi, desde el hotel. Anoche te acostaste cerca de las tres y no has dormido más de cuatro horas.
Fue una jornada fantástica que culminó con la cena con el ya amigo JC.
Hablasteis, tomasteis unas copas, seguisteis hablando ya con efusividad y confianza que genera ese alcohol, hasta que te tumbaste en la cama, pletórico, pero con ese enfado del que sabe no es un joven como para permitirse algo así.
Pero surgió.
Surgió así, casi por casualidad, y estás contento. Son de ese tipo de amistades que no sabes muy bien cómo te vienen. Pero vienen. Algo tiene que ver tu forma de ser.
Aprendes. De las personas se aprende. JC te cae bastante bien. Te enriquece a nivel personal, te aporta, valoras sus opiniones sobre todo en el ámbito de lo rural. Es un tipo con mucha vida.
 
El tren se pone en marcha. Amanece lento. Tomas un café y vas al baño. Te sientas. Ahora sí, ahora sabes que en breve te dormirás. Es un tren algo antiguo. Qué más da. Como el hotel, para el uso que le das.
 
Camus decía que en el ser humano hay más motivos de admiración que de desprecio.
 
El tipo de al lado habla por teléfono en alto, tan alto que todos en el vagón escuchamos su conversación de trabajo. ¿No se dará cuenta? Se escucha también al interlocutor que está al otro lado. La pregunta es por qué no se levanta y sale a la zona entre vagones. Al tío le da exactamente igual que lo escuchen. Le importa un huevo molestar a los demás.
 
Ministerio de la Soledad. Ayer, en la jornada de Ourense, se habló de la soledad, de la soledad no deseada sobre todo en las personas mayores y, además, en el ámbito rural. Y aquí escuchaste algo que desconocías, ignorante, que ciertos gobiernos se están creando los Ministerios de la Soledad.
La soledad no deseada –diferente a la que se elige por decisión propia– es la mecha que prende muchos de los problemas de salud mental que proliferan en nuestras sociedades.
Algunos países han ido convirtiendo en los últimos años la soledad no deseada en un asunto de Estado. En Reino Unido, el Gobierno de la ex primera ministra Theresa May creó en 2018 la primera Secretaría de Estado de la Soledad. “Para demasiada gente, la soledad es la triste realidad de la vida moderna”, afirmó May al anunciarlo.
Unos años después, en mitad de la pandemia, en febrero de 2021, llegaba desde Japón la noticia de la creación de un distópico Ministerio de la Soledad; se había revelado el registro de suicidios en el país nipón en 2020, que había alcanzado los 21.919 casos y había supuesto el primer ascenso en 11 años. Además, el 14% de las personas fallecidas que vivían solas fueron halladas entre uno y tres meses después del deceso. Las autoridades japonesas creían que la elevada tasa de suicidios solo podía descender si se combatía la soledad, y desde ese punto partía su estrategia. 
En España, según datos de Cruz Roja, el 27% de los mayores que atienden no reciben visitas de sus familiares nunca.  Además, el 23 % tampoco cuenta con nadie a quien contarle sus preocupaciones.
Sentirse solo es uno de los grandes problemas psicológicos y mentales que podemos sufrir. Por eso, medidas como el Ministerio de la Soledad puede ser una solución para incentivar el contacto social.
Llegar a mayor solo. Una tristeza que nada tiene que ver con querer tener momentos de solitud voluntaria.
 
Has llegado a Minaya. Esta mañana caminabas sobre el puente romano que cruza el Miño en Ourense. Ahora en tu pueblo.
Hace sol aunque parece ha llovido bastante estos días.
Has estado a punto de no venir. Cuando llegabas a Madrid, los padres te han avisado que la mamá estaba revuelta, con la tensión alta y preferían volverse del pueblo –fueron ayer jueves-.
Te has asustado. La madre no anda bien con la tensión y desde que le dio el ictus el control y el cuidado es absoluto. Si se encuentra mal prefiere estar en su casa de Madrid por si tienen que ir o avisar a su médico. Los pueblos.
Parece que esta tarde estaba algo mejor con lo que después de hablar con ella has decidido venirte. Te ha dado pena, pensabas compartir este fin de semana con ellos.
Descansarás. Vienes contento de la actividad y tus encuentros en Ourense. Sabes que alguna cerveza caerá luego.
 
 
S/21.S
 
Venías ayer con ansia de pueblo, con ansia de estar con los amigos tomando cervezas y olvidarte de todo. Así te dieron algo más de las doce, en el bar de la Sole, Mahou va y Mahou viene.
Esta mañana no te podías levantar. Has dormido de un tirón, sin ruidos, sin escuchar más que tu respiración. Te has levantado como cansado, pero te has obligado a salir a caminar por esos campos húmedos de lluvia pasada.
 
Hacer que todo lo difícil parezca fácil. Qué difícil.
 
Volver al silencio es volver a uno mismo. Volver al silencio es, simplemente, recuperarte.
 
“Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre; Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello. Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes. Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen…” Proverbios 6:20-23
 
Escribes bajo un tímido sol, en tu porche, tras echar un feliz tiempo de lectura. No sabes si después saldrás un rato y tampoco es algo que te apetezca en exceso más que por ver al amigo D que ayer no le pudiste saludar.
Estás tranquilo, estás bien, estás en Paz.
 
“Hay un cielo para ver de la ventana del avión / Hay otro para ir a conectarme con vos / Las verdades al final las regala el corazón / No viene un manual de ninguna relación / Al parecer hay una luz en el túnel de la vida / En la mía fuiste vos salvándome la mía…” Escuchas ‘Túnel de la vida’ de esa banda argentina que has descubierto, El Plan de la Mariposa. Te encanta. Su disco ‘Los lunáticos planes de una mariposa incandescente’, en directo, es brutal.
 
 
S/22.D
 
Anoche, finalmente, compartiste unas cervezas con D y su mujer a los que se unieron después A y el alcalde. Un rato de esos que terminas por guardar en tu día a día.
Despertaste antes del amanecer. Quisiste esperar al canto de los pájaros para levantar y recoger, como siempre. El silencio te hace dormir profundamente. Bien.
Hoy comienza el otoño. No te disgusta esta estación aunque eres de los que alargaría el verano, sus días largos y los amaneceres tempranos. El otoño, normalmente, es luminoso. Es una transición hacia el duro invierno que nos llega pasado diciembre.
Esta mañana, antes de partir, prácticamente amaneciendo, pudiste coger unos higos, de esos que los tordos dejan, en esa higuera cada día más inmensa.
El cielo estaba tomado por unas nubes que todavía lo hacían más bello y poético. Así te despediste de tu pueblo.
 
Qué gran verdad nos trae Gilbert K. Chesterton cuando dice que “todas las nuevas ideas se encuentran en los viejos libros: solo allí las hallará uno equilibradas, ubicadas en el lugar adecuado, y en ocasiones también refutadas y superadas por otras ideas mejores.”
 
Comenzaste a leer, pocos días antes de viajar a Ourense, ‘El mejor del mundo’, la nueva novela del orensano Juan Tallón.
Aunque la trama es bastante recurrente, te está gustando y estos días de pueblo ha sido uno de tus recursos en el tiempo.
Cuando leías en el tren, subrayaste unas frases de esas que te quedas para luego, para este futuro tal vez inexistente:
“Se preguntó cuánto tiempo tardaban en no haber existido nunca las cosas que una vez pasaron, pero que un día dejaron de ser recordadas. [...]
Por eso poner a salvo hechos, ideas, sentimientos, y no dejar de evocarlos, era una forma bella de sobre llevar la vida […]
Todo lo que se acaba, y que en algún momento fue parte de la existencia de una persona, se somete a dos destinos posibles. En uno se olvida, tras un proceso de demolición paulatino que alcanza su perfección cuando nadie recuerda nada; justo entonces esos hechos del pasado se convierten en inexistentes.”
Te encanta.
 
Llego a entender que a veces, por el motivo que sea, descentrarse no sólo no es malo sino que llega a ser positivo y saludable.
Estamos incorporados ya a esa rutina habitual, septiembre nos ha comido: trabajo, la ciudad, más trabajo, los hijos, los problemas, las preocupaciones, el estrés. Posiblemente en lo que menos pensemos, tal vez porque no lo hacemos nunca, sea en nosotros.
A lo mejor es el momento, como propósito en este iniciado curso, de intentar enfrentarnos a la vida de una manera más simple y plena
No creo debamos renunciar a nada, pero sí que creo debemos comprometernos con alguien muy especial: con nosotros.
Comprometernos con nosotros, al menos para algunos, no es tarea fácil. Todo es querer, todo es disciplina, todo es Ser; todo es atender lo importante y todo es disfrutar de esos momentos que, al fin y al cabo, son los que van generando Vida en nosotros.
Todos somos difíciles. Todos tenemos nuestros problemas que, para cada uno de nosotros son los más importantes del mundo. Pero al final todos somos iguales porque todos somos seres complejos que tendemos a complicar todo, a crearnos necesidades ficticias y a acumular bienes y objetos. Cuando tomamos la determinación de comprometernos con nosotros, de darnos espacio, de ser nosotros por encima de todo, nos entran los miedos, las dudas y vemos dificultades donde no las hay. Es difícil, pero no imposible. 
Todo es un proceso y, en este caso, el proceso consiste en pensar detenidamente qué significa para nosotros SER y TENER.
Nuestro día a día está lleno de ruidos, de prisas, de presiones del entorno, trabajo, familia y amigos. Parece que vamos en volandas por el mundo. Nos levantamos, ponemos el piloto automático y no lo apagamos hasta que nos acostamos y, en algunos casos hasta durmiendo estamos rumiando preocupaciones y problemas. Esto supone un desgaste personal que puede llegar a generar ansiedad o la misma depresión.
Vivimos en una ansiedad permanente y, por poner uno, el ejemplo más palpable de ello, lo tengo comprobado, es que la gran mayoría de nosotros, hombres, tiramos de la cadena antes de terminar de hacer pis. Sé que puede sonar grosero o absurdo, no lo es. A mí me pasa. Esto es fruto de la ansiedad, de las prisas.
Actualmente, nuestra esperanza de vida es la más prolongada de la historia de la humanidad pero, en cambio, todos repetimos eso de: no tengo tiempo de nada. Parte de nuestra infelicidad radica en esa ansiedad.
¿Y a dónde voy con esta parrafada? A la necesidad vital de preocuparnos por nosotros, de apostar por nosotros, de Ser nosotros y no tener miedo a nada más que a sentir lo importante de la vida como lo que es. No es egoísmo, es Ser. Más tarde que pronto, espero lo más tarde posible, todos moriremos. Podemos morir habiendo vivido, habiendo apostado por nosotros, o habiendo dejado que otros nos lleven por donde quieren que vayamos.
Soy el primero que dice, lo escribo, que no es fácil. Lo sé. Pero soy el primero que me he comprometido a sentarme, parar y buscar ese espacio mío, para mí, para compartirlo conmigo, o con quién me dé la gana compartirlo, y Ser. 
Buscar tu espacio no es aislarte en una cueva o una cabaña, que tampoco quiero decir que de vez en cuando no sea enriquecedor. Buscar tu espacio es decidir Ser, priorizar, caminar por donde tú quieres caminar y no por donde te indican que camines, disfrutar del trayecto, sentarte cuando te apetece y llevar en la mochila lo justo, lo que te enriquece como Ser, te aporta y te hace crecer.
Aligerar nuestro día a día, ordenar nuestra vida. No podemos controlarlo todo en todo momento, no podemos estar preocupados por todo y por todos. 
Debemos priorizar: debemos distinguir lo que nos importa, lo principal de lo accesorio. Reconocer qué es lo que de verdad nos importa y anteponerlo a cualquier otra cosa.
Debemos relativizar: Damos mucha importancia a todo lo que nos ocurre pero realmente tampoco hay tantas cosas que sean tan importantes. Paremos y respiremos.
Debemos ordenar los valores: distinguir lo bueno y lo positivo que nos depara cada día. Abordar las cosas como vienen. Encontrar lo positivo de todo ello y no buscar las dificultades.
Debemos ser congruentes: actuar con valentía, honestidad y congruencia ante cualquier situación. Debemos atrevernos.
Debemos renunciar al control y al perfeccionismo: la vida es impredecible y también muy imperfecta. Nosotros somos imperfectos. Yo soy el más imperfecto de todos. No podemos estar controlando todo en cada momento. Hay momentos en la vida que las circunstancias aparecen tal vez como no nos gustaría que apareciesen. ¿Y qué? Vamos a ello. Caminemos aunque en un principio el camino esté lleno de cantos en punta. Si lo superamos, con nuestras imperfecciones, llegará la calma.
Debemos reírnos: y lo dice alguien que ríe poco pero reconozco que cuando lo hago me lleno de gloria. Hay que tomarse la vida con sentido del humor. Así podremos relativizar todo lo que nos ocurra. La risa es una manera de distanciarse de los problemas y de enfocarlos con algo más de objetividad. Ríete.
Encuentra tu espacio personal. Ese lugar o espacio de tiempo que te dediques exclusivamente a ti y a conectar contigo, con quién eres y con lo qué necesitamos.
Estoy en ese momento. Estoy en el momento de parar y mirarme sin enjuiciar el pasado, disfrutar del regalo que el presente me da, mirando hacia ese futuro que quiero.
La vida, en ocasiones, te pone retos encima de la mesa. Los retos unos los ven como oportunidades otros como obstáculos. Nunca he creído que nada sea fácil, es más, he tratado de enseñar -reconozco con poco éxito- a mi hijo que nada se consigue sin esfuerzo en lo personal y en lo profesional.
Un reto, también, es apostar por uno mismo cueste lo que cueste, haya que superar los obstáculos que haya que superar... ese camino, ese trayecto marcará, sin duda, el futuro de nuestra existencia.
No emprender el camino, no apostar por nosotros, es posiblemente lo más cómodo, pero también, a ciertas edades, una forma de dejarnos ir.
En fin, y todo esto para proponerte Buscar Tu espacio. Estoy en ello.

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