Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 2

 
S/9.L
 
Has descansado. Te levantas totalmente activo y sin esa pesadez que acumulabas de cuatro días activos de Feria. Ahora todo queda en el recuerdo; en ese cajón de momentos que cada año vas acumulando en tu vida y en estos cuadernos. Echarás de menos estos encuentros.
Entiendes que, por esa naturaleza suya, los diarios reflejan  los días, los instantes que quedan y sucesos que van,  esas fijaciones de lo coyuntural que huye, esas hojas del árbol de un día salvada entre las páginas de un libro. Ese mismo carácter fugaz con voluntad de regresar (primero escribes para leer o que otros lean, después) queda como permanente, duradero. Lo que prolongamos en el tiempo permite luego ser seleccionado y ordenado de otra manera. Pero eso siempre será más adelante, en tus correcciones. Ahora te quedas con ese sabor del momento, ya del recuerdo, que de vez en cuando repasas con añoranza del tiempo.
Recuperemos la normalidad y recuperemos, ahora sí, las rutinas.
 
“No te preocupes por nada, en cambio, ora por todo, confíame tus anhelos y deseos de tu corazón. Y te daré cada cosa que pidas en mi nombre.” Filipitenses 4:6
 
La vida trata de sufrir a ratos, de caer y levantarse, pero también de reírse y compartir momentos.
Lo mejor siempre ocurre cuando no se planifica.
 
Lo que pensamos tiene un poder inmenso en nosotros, siempre lo has creído así. Lo que pensamos es lo que vemos, lo que sentimos. Por ello es tan importante hacernos dueños de nuestros pensamientos y tener control sobre aquellos que dominan nuestra mente en el día a día.
Reconocer y transformar nuestros pensamientos.
Cambiar nuestra vida comienza cambiando nuestra mente.
 
No eres el más indicado para opinar sobre las relaciones de pareja, es más, eres muy complicado como pareja. Así lo reconoces. Lo que sí eres es alguien que ve el trasfondo de la persona, que analiza y que poco te equivocas en cómo es uno u otro por dentro, más allá de lo que trate de aparentar por fuera, lo oscuro de lo que esconde o la luz que desprende.
La otra noche pasaste un rato agradable, de vinos, con una pareja de amigos, matrimonio, jóvenes. Tuviste tiempo suficiente para analizar, por primera vez –aunque habíais coincidido más veces- lo diferentes que son cada uno. Lo sabías desde el inicio de su relación, pero hasta ahora las diferencias se escondían en esa pasión que provocan los comienzos.
Viví, sentí, algo que tú mismo has vivido: los extremos. Y cuando los extremos se hacen patentes, se alejan y no se acercan, se rompen. Ojalá te equivoques en estas apreciaciones, pero no auguras un final feliz.
 
Lo que sucede es lo que deseamos que suceda. ¿Qué deseamos que suceda? Esa es la cuestión fundamental.
 
Normalmente presumo de defectos que no tengo y así escondo los que tengo.
 
El amor auténtico estará siempre libre de miedos y su característica principal es el desapego.
 
 
S/10.M
 
Siempre has creído eso de que si lo crees lo puedes. Que las cosas salen por tu creencia en ello y que de lo malo, de las situaciones adversas, te fortaleces a la vez que superas con fe y esperanza. La fe y la esperanza son una creencia.
Ayer tuviste tu primer almuerzo del curso de politiqueo. No de hacer política, porque ni te dedicas ya a ello ni es tu cometido, sí de comentarios y cotilleos políticos que, en un país como el nuestro, no solo son divertidos sino dignos de reflexiones y análisis profundos.
Confiar.
 
“No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.” Shakespeare
 
El silencio recibe, es recibirse a uno mismo.
La soledad te sana.
No hay mayor desdicha que perder las oportunidades de estar con uno mismo.
Quien no teme a la soledad puede vivir a salvo.
El silencio nos acoge. El silencio nos resguarda.
 
Te arrepientes de lo que no intentas.
¿Sabes cuál es el último capítulo de tu vida? Está escrito ya: morirás.
El resto de capítulos no está escrito. ¿Por qué no los rellenaos con historias que merezcan la pena y con hacer eso que siempre hemos querido hacer?
 
Al igual que seguidor de los estoicos, eres un fiel seguidor de Jesús, para ti otro maestro estoico. Nunca existirá un maestro como Jesús, tal vez el mejor pedagogo de la historia.
Jesús enseña a través de sus parábolas, se valía de elementos comunes como las semillas, la sal, las vides, las piedras. El campo. De ahí creaba historias impactantes convertidas en lección.
Contestaba las preguntas con preguntas.
Hoy continúa hablando a quien quiere escucharlo, como esos filósofos griegos continúan enseñándonos.
En momentos de oscuridad, en situaciones que vivimos con miedo, ahí está su Palabra, ahí está Él.
 
 
S/11.X
 
Las personas lo son, independientemente de su procedencia, cultura, religión, sexo, ideología, etc. Esto es una obviedad que debería estar superada desde hace tiempo. Pero cada uno, en su entorno o por su entorno, desarrolla un carácter ajeno de todo lo demás. Quiero decir, que me lío, que no por ser español has de ser un buen tipo, por ejemplo; ni por ser ruso, un sádico descerebrado.
Malas personas las hay en todos los lugares. No puedes admitir la maldad de nadie y mucho menos cuando esa maldad se traslada o ejecuta contra los más débiles.
Los entornos familiares donde hay maldad son completamente tóxicos y pueden acabar en tragedia si no se pone remedio.
La toxicidad se contagia.
 
“La única manera de volverse excelente es mantenerse perpetuamente fascinado con repetir la misma acción una y otra vez.” James Clear
 
Es cierto que una persona feliz no perdería nunca el tiempo haciendo daño a nadie; pero un amargado, frustrado o envidioso, sí disfruta con la maldad hacia los demás.
 
Cada día es un comienzo. Se comienza cada día.
Vivir el silencio es vivirse uno mismo.
Viajar a la vida es viajar hacia el interior de uno mismo y ese viaje de vida es el silencio.
Vivir en silencio es vivir sin objetivos, simplemente vivir, sin pretender.
Cuando no deseamos nada, se nos da.
 
Hay que aprender a vivir sin quejarse de nada. El ego lo cuestiona todo.
 
El maestro Platón decía que hay dos clases de sabiduría: la del ignorante que es la del que no sabe que no sabe y la del sabio que es la del que sabe que no sabe.
 
Tu estado de ánimo depende de lo que pienses. Tratas de trasladar esta reflexión cada día a esas personas que te importan.
Si te metes en un círculo de negatividad, en el que ves todo lo que te rodea como negativo, en el que culpas a lo externo de tu malestar interno, te será muy difícil salir y te provocarás tal estado de ansiedad que puede llevarte a la depresión.
Todos tenemos algo positivo a lo que agarrarnos y, a partir de ahí, crecer. Lo hay, de veras que lo hay.
No dejes que te afecte lo externo. El único modo de crecer está en tu interior.
De una semilla crece un árbol fuerte, enraizado en el suelo y difícil de tumbar. Sé un árbol.
Buscar fuera de uno mismo la satisfacción de nuestras necesidades nos hace vulnerables.

 
 
S/12.J
 
Estudiaste en un colegio de curas, los Salesianos de Estrecho. Tal vez de ahí, y de otras cosas que ocurrían allí, te viene ese resquemor con la iglesia católica y sus representantes, los sacerdotes.
A tus padres les costaba un esfuerzo inmenso llevarte a ese colegio. Dos años más tarde también entró tu hermano.
En aquellos años todavía vivía Franco, el poder de la Iglesia era extraordinario.
Recuerdas que formabais en el patio, en filas de a uno, antes de entrar por la mañana y tras el recreo.
Ibais a misa una vez por semana.
Los jefes de estudios eran curas. Los tutores también.
La asignatura de religión era obligatoria, con aquel catecismo que había que aprenderse de memoria. No aprobar religión era casi peor que no aprobar matemáticas.
Creo cursabas primero o segundo de la EGB. Tu madre se durmió por la mañana y subisteis aquella calle, Villaamil, a una velocidad inaudita, hasta llegar a Francos Rodríguez y entrar por la puerta pequeña -la grande ya estaba cerrada- al gran patio del colegio.
Cruzasteis al otro edificio. Tu madre llamó a la puerta del aula de donde salió don Paco, con su chaqueta azul oscura, camisa gris y alzacuellos. Era bajito. Pelo gris. Siempre serio.
Mi madre no le dijo la verdad, inventó que habíamos tenido un contratiempo. Hablaba temerosa como si la fueran a castigar a ella.
El cura la miró serio, la dio permiso para marchar. ¿Permiso para que se marchara? Increíble pero así era.
Cuando mi madre abandonó el pabellón, me miró y me dijo que me colocase mirando a la pared, fuera de la clase.
“Te quedarás aquí sin moverte toda la hora.”
Sacó a otro niño, no recuerdo quien, y le puso a mi lado, igual que yo. No sé si habría llegado también tarde o el motivo. El caso es que cuando estábamos los dos con la nariz pegada en aquella pared blanca, se me ocurrió decirle algo –entonces hablaba más-, preguntarle, moví la cabeza.
Don Paco me vio.
Me tocó el hombro, lo recuerdo como si fuese ahora, me retiro de la pared y me situó más o menos en el centro de aquel pasillo ancho con aulas a los dos lados. Me miró fijamente, de frente, sin mediar palabra me dio tal guantazo, con aquella mano que parecía una sartén y ocupaba mi cara y parte de la oreja, que me lanzó varios metros contra el terrazo frío.
Me quedé paralizado, en el suelo. No llore.
Me miró de nuevo.
“Levántate”, dijo. “Aquí solo se habla cuando yo lo digo y le puedes decir a tú madre que en este colegio se es puntual siempre. Vuelve a la pared”.
Y allí quedé, mirando la pared, de pie, hasta que terminaron la clase.
Es algo que no olvidaré nunca, aquel tortazo.
Menos mal que en esto hemos avanzado bastante.
 
En tiempos de escuelas filosóficas con solera, en la antigua Grecia, como la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, se les   sumaron otras nuevas. Eran las escuelas helenísticas. Es entonces cuando su tendencia a convertirse en promesas de felicidad para el individuo, abre la puerta a una filosofía como fármaco de salvación y camino de libertad.
Los cínicos pasaron a la historia por su desapego a las cosas materiales y su búsqueda insaciable de la autenticidad. 
Los epicúreos pusieron la felicidad y la comunidad en el centro de su reflexión.
Los estoicos sabían aceptar lo que la fortuna o el destino les imponía, y no se revolvían contra lo inevitable; desarrollaron su pensamiento a lo largo de varios siglos y siguen siendo una de las escuelas filosóficas más relevantes.
Y Pirrón, fundador del escepticismo, mantiene la idea de que la felicidad consiste en la serenidad de ánimo, la austera ataraxia; su tesis fundamental se resume en esta máxima: no podemos conocer nada de lo real, podemos hablar solo de apariencias, a menudo contradictorias.
En todo y en todos ellos, está la esencia y la farmacia de la vida.
 
 
S/V.13
 
Te levantas derrotado, muy cansado. Te pesan las manos, no puedes escribir.
Buscas un fin de semana contemplativo.
 
“Primero, pregúntate quién quieres ser. Después, haz lo que tengas que hacer.” Epicteto
 
El miedo tal vez sea la emoción más temida. “No hay que temer nada en la vida, solo comprenderlo. Es momento de comprender más para tener menos”. Estas palabras que se atribuyen a Marie Curie reflejan mi estado en esta fresca mañana.
 
No pienses la vida, vívela.
 
Había recorrido 42.193 metros, tan solo le faltaban dos para llegar a la meta. Llevaba ya más de tres horas corriendo, sacaba más de tres minutos a la siguiente corredora más cercana y le faltaban tres segundos para traspasar la línea. Le suponía una merecida medalla de bronce y la gloria recuperada después de ganar un oro en los Juegos de Río y una plata en los de Londres. Pisaba unos alfombrados últimos metros, su guía, que viene jodido, acalambrado, se empieza a tambalear y es ahora ella, Elena, la que tira de él, la que le lleva hasta la meta.
Parece que va a caer y, en un acto reflejo, Elena trata de ayudarle. Por un instante, tan solo segundos, se le suelta la cuerda que les ha unido durante las últimas tres horas y, también antes, durante cientos más de entrenamiento. Un acto reflejo, un acto más que natural para devolver todo lo que el guía ha hecho por ella, cómo le ha conducido, cómo ha sido sus ojos por las calles de París.
Elena Congost, discapacitada visual, perdió la medalla de bronce en la maratón de los Juegos Paralímpicos porque soltó ese instante la cuerda. El reglamento se lo impide y no ha habido
consideración. Fue descalificada. El artículo 7.9.5 dice que el atleta paralímpico y su guía deben mantenerse sujetos por una cuerda en todo momento.
Y yo digo que hay determinadas normas que deben interpretarse dependiendo de la situación del caso.
Quitarle la medalla no ha sido una decisión ejemplar, desde mi punto de vista. Pero… así es la vida. Para muchos Elena ganó la medalla de bronce y también la de los valores de vida.
 
 
S/14.S
 
Hacía bastante tiempo que no te levantabas, un sábado, en tu casa de Madrid. Tanto que casi no recuerdas. Ha sido impactante. Te genera una especia de calma, de no prisa.
Kika a tu lado, segura, en Paz. Esa Paz que todos anhelamos pero pocos encontramos.
La Paz interior es un estado mental no fácil de encontrar porque nos dejamos llevar por los ruidos del día a día.
Tras la pandemia, te propusiste ir desprendiéndote de todo aquello que te generaba ruido interno, poco a poco, y dejar asentado lo que te calma. No lo has conseguido del todo pero, poco a poco, te vas dando cuenta de que eres más tú. Ese tú que es el que verdaderamente importa.
 
Tal vez te vayas volviendo más adicto a la soledad, a sentir esa paz, a encontrarte en tu espacio, a no dar explicaciones, a no dejar que se acerque cualquiera, a ser autosuficientes.
No es egoísmo, simplemente es amor propio.
 
Realmente el mejor estado de ánimo que conoces es la tranquilidad. Tranquilo vives, respiras, caminas y piensas mejor.
 
Has cocinado. Te gusta hacerlo, sobre todo para él. Te gusta que le guste lo que le has preparado. Sabes, porque te lo cuenta, que el también cocina, que no se le da mal. Tu a su edad, aunque ya comías fuera algunos días, no freías ni un huevo; todavía tu madre os preparaba esas fabulosas comidas que a día de hoy todavía tenéis el privilegio de degustar.
Pasáis la tarde entre películas. Otros disfrutan más por ahí, seguro que sí, pero a ti te gusta estar en casa, junto a él, disfrutando de todo ese tiempo que quede por disfrutar así, hasta la siguiente etapa, cuando él cree su familia.
 
Enfoquémonos en lo que sí tenemos, en lo que sí hay, lo que sí eres y los que sí están.
 
Ukeireru. Una de esas palabrejas, japonesa en este caso, que te guardas. Viene a ser como el sencillo hábito para aceptar que las cosas y las personas son como son, no cómo tú deseas que sean.
Aceptar. Si no aceptamos nos frustramos, nos estresamos.
Una herramienta más de paz y felicidad.
 
 
S/15.D
 
El sueño que has tenido, uno de ellos, te ha hecho retroceder a esos momentos de tu vida poco agradables, sobre todo en lo profesional. Los escenarios, los personajes, aunque reconocidos de ese entorno político, mezclados, eran diferentes. Las situaciones también, pero el contexto era el mismo. Ese complejo mundo, entramado de amiguismos y familias políticas dentro de una misma organización; egos y autoritarismos, liderazgos vacíos de contenidos reales. Círculos en los que, de la noche a la mañana, si no sigues las opiniones del patrón, dejas de existir sin ningún tipo de consideración objetiva ni mucho menos personal.
Has despertado temprano, inquieto, asustado. Te ha costado volver a la realidad, darte cuenta de que se trababa de una pesadilla.
¿Por qué este sueño hoy? Porque nunca hay que confiarse, porque nunca hay que dar nada por hecho. No puedes, ni debes, dejar de estar alerta.
Curiosamente, en este sueño, como en la vida, no te preocupaba tu situación, subsistirías como fuese, te preocupaban aquellos que dependen de ti.
Pero has vuelto a pensar en Él, Jesús, que siempre ha estado a tu lado aunque tú te separases de Él.
Lógicamente ya no has podido, ni querido, volver a dormir. Al rato te has calzado las zapatillas y has salido a trotar un poco en esta mañana fresca e incierta.
 
Ser cristiano, ser católico. Para algunos puede ser lo mismo, no lo es.
 
No controlamos los pensamientos, solo controlamos lo que hagamos con ellos.
Nuestra mente hace una representación de lo que sucede en la realidad.
Representaciones.
Cuando contemplo el atardecer, en mis campos, mi mente hace una representación de lo que ve.
Decía mi querido Epicteto que, de todo lo que existe, lo único que depende de nosotros es el uso de las representaciones.
Luchemos, añadía, contra las representaciones falsas.
No engañarte, ese es el objetivo.
 
He pensado, esta mañana, que el verdadero éxito tal vez sea la paz interna, esa que te hace levantar cada día sin cargas ni culpas.
 
Te agarras a tus amigos los estoicos, a la Biblia. ¿Te agarras o te sujetan? Lo mismo da que da lo mismo.
 
 

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