Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 27

 
M/4.L
 
Pensaba anoche en ese poco tiempo que paso con los padres, sobre todo en el invierno. Vamos a comer, charlamos un rato de poco o nada, en ocasiones incluso nos regañamos cariñosamente, padres a hijo, hijo a padres, algún comportamiento de unos o de otros, y tras unos achuchones nos vamos hasta la próxima semana, que a veces son dos, que volvamos a vernos. Y marchas, te vas, con esa sensación de que las vidas que nos hacemos nos alejan de los nuestros más de lo que nos acercan. Te vas con esa sensación de hacer todo mal, de qué pensaran ellos que saben que el tiempo es ya mucho más limitado para tenerte, para tocarte; que pasa más deprisa y, por lo tanto, para ellos lo vale más.
 
“No está en ningún sitio, quién está en cualquier parte”. Séneca
 
En nuestro día a día hay gestos que son muy sencillos pero realmente profundos y de una belleza infinita. Simplemente el saludar a alguien, el dar las gracias o desear a otro un buen día.
 
La vida es gratis. No hay nada que perder ni nada que ganar. La libertad nace de la gratitud. Entender que la vida se nos da, sin pedir nada a cambio.
 
No te compares con los demás. Es difícil que no encuentres a alguien más, rico, inteligente o guapo que tu.
Compararte con el resto te hace perder vida y fuerza. Mírate tú y ofrécete al mundo tal y como eres.
 
‘Rehamin’, es una palabra hebrea, su significado es algo así como compasión. La palabra ‘compasión’ viene de ‘rahem’ (entrañas, vientre). Cuando hablamos de compasión siempre se dice que nos viene de dentro, de las entrañas. La compasión es algo que nos revuelve frente al sufrimiento. Nos genera una forma de pensar y de obrar diferentes.
 
Me vengo a lo clásico, en esta tarde de lunes austera. Música clásica y un buen libro entre las manos, dejando que esa soledad de la que disfruto se torne en compañía.
Eso han sido siempre los libros para mí, una buena compañía. Dícese de esa compañía que a lo mejor aburre a muchos otros.
 
Me llamaron esta tarde de la Escuela de Negocios de la que comenté hace unos días. Parece tienen algo de prisa para montar unos cursos dirigidos a cargos electos de Colombia. Me convocan a una reunión telemática mañana. Imagino es cuando me enteraré realmente de qué va todo esto, veré si quiero participar, el tiempo que me llevará y a cambio de qué. Esto de las prisas nunca ha ido conmigo.
Decidí ya hace algún tiempo que se acabaron los favores gratuitos que conlleven de mi tiempo y esfuerzo.
Mañana saldré de dudas. Me inquieta aunque no me preocupa.
 
 
M/5.M
 
Estoy releyendo estos días, aventando de paja, los Diarios de Un Estoico I, el volumen del año pasado. Ha pasado tiempo suficiente como para separarme de aquello que escribí, de su sentido o intenciones. Hay semanas que lo que escribí, y ahora leo, parece más fruto de mis sesiones como coach que como diarista. Lo leo ahora, me gusta el tono es como si me hablase. No sé lo que darán de sí estos diarios míos, los publicables, mis cuadernos quedarán, con sus desechos y pajas. Todo requiere de su trabajo y de una disciplina constante. Despojar de lo sobrante, de lo que pudiera carecer de sentido o interés a los demás, no es fácil. Luego volver a corregir, intentar publicar al menos ese primer volumen. Depende del ánimo, también del tiempo dedicado.
 
¿Por qué te distraes de tu misión? ¿Por qué te dejas llevar por esos otros, o pierdes el tiempo tratando de convencerles? No te rodees de aquellos que estáticos, no solo no avanzan sino que prefieren perderse en lo mundano. Confía en ti.
Debería amar más a la gente que me ama y dedicar menos tiempo a aquellos que solo intereso en ciertos momentos.
 
“No dejes que pensamientos sobre demasiadas cosas te perturben.
No llenes tu mente con todos los acontecimientos que podrían ocurrir.
Permanece centrado en la situación presente y pregúntate qué es tan difícil de ella que no puedes superar”. Marco Aurelio
 
El líder atractivo es aquel que tiene las manos sucias, los pies llenos de barro y el alma inmersa en el servicio a los demás.
Todos somos, en un equipo, importantes. Aquel que no se mancha las manos no hace equipo.
Enfocarnos en todo lo que es verdadero, justo, honrado, bello, puro y admirable. Es la única manera de ser líderes que alienten y levanten el espíritu de los demás.
No critiques, anima.
Tómate tiempo para revisar el estado de tu corazón, siempre podrás seguir creciendo.
No permitas que aquello que no te vale la pena afecte a tu corazón.
Saca ese líder que todos llevamos dentro, que nadie te quite tu propósito.
 
 
M/6.X
 
Miro una foto de Valle Inclán, en blanco y negro, está sentado en una especie de butaca de mimbre. Mis abuelos tenían una parecida. Mira ligeramente a su izquierda. No sé si está posando. Sus gafas redondas, sus cejas negras pobladas. Su bigote y larga barba blanca, característico, como ese pelo ondulado de un brillo plateado. Me veo.
Decía Ramón María de sí mismo: “Este que veis aquí, de rostro español y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: Don Ramón del Valle Inclán.
Estuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares. Fui hermano converso en tierras de la Nueva España”.
Maravilloso.
 
Son las siete y media de la mañana, me llama I para ver si sé algo de T, su pareja. No ha ido a casa esta noche. Está con ansiedad, preocupada.
De primeras me ha asustado. Me ha preocupado, pero menos. Este chico no cambia, por más que le digamos o aconsejemos. No entiende que acabará con su vida y, puede, con la de aquellos a los que hace sufrir por su comportamiento irresponsable.
Me vuelve a llamar media hora después. Parece ha llegado a casa. Son las ocho. Me lo dice llorando. La entiendo, la consuelo, pero no sé qué decir. Lleva toda la razón. No la pregunto por el estado en el que ha llegado ni cómo. Me lo imagino.
Para todo hay su tiempo, para todo una edad.
 
El deseo que nos viene por ser mejores, debería surgir desde el amor propio, nunca porque hayamos recibido una crítica. Aunque a veces, diría, la mejor crítica es la que se hace uno mismo.
 
El sufrimiento produce paciencia, y la paciencia es mi virtud. En el sufrimiento aprendo a consolarme.
 
Solo quien hace lo correcto vive satisfecho de sus acciones. Nuestro corazón quedaría libre de arrepentimientos y nuestra conciencia descansaría tranquila.


 
M/7.J
 
Los días que se van se van, pero si somos capaces de vivirlos ya es suficiente para que al despertar le demos gracias a Dios aunque sea, simplemente, por ofrecernos otro amanecer.
 
“¿Por qué corres peregrino? Calma ya tu fiebre. Sabe más del camino la tortuga que la liebre”. Rafael Lechowski
 
No sabía qué escribir hoy, por eso lo perfecto es no escribirlo.
 
Había una vez un experimentado maestro de Taichí que, al terminar cada clase, les dejaba un aprendizaje a sus alumnos.
Después de una intensa sesión, les dijo:
"¿Sabéis? Llevo más de 16 años practicando y enseñando Taichí.
Cuando terminé mi primer año, creía que lo sabía todo. Pero, cuando terminé mi segundo año, aprendí que estaba completamente equivocado. Todo lo que creía saber el primer año era erróneo.
Cuando terminé mi tercer año, volví a aprender que estaba completamente equivocado. Todo lo que creía saber el segundo año era erróneo.
Cuando terminé mi cuarto año, aprendí de nuevo que estaba totalmente equivocado. Todo lo que creía saber el tercer año era erróneo".
Y así siguió el maestro, hasta que llegó a los 16 años de experiencia.
Cuando terminó de contar su historia, preguntó a los alumnos si alguien tenía alguna duda.
Un alumno levantó la mano, y le preguntó:
"Maestro, ¿pero usted realmente ha aprendido algo, si después de cada año sigue creyendo que ya lo sabe todo? ¿No se da cuenta de que cada año cree saberlo todo, sólo para darse cuenta de que está totalmente equivocado siempre?".
Como bien había apuntado este alumno, el maestro en realidad no había aprendido nada porque cada año creía saberlo todo.
Se atribuye a Sócrates la cita: "Sólo sé que no sé nada". Y a nuestro Epicteto"Lo primero que un aspirante a filósofo debe hacer es eliminar sus presuposiciones; una persona no va a aprender nada que crea que ya sabe”.
Si nos detenemos a pensarlo, en realidad nunca sabremos todo sobre algo. Y, si creemos saberlo todo, es entonces cuando dejamos de aprender. Es cuando somos realmente ignorantes.
Pierre Hadot nos dice: "o se es ‘sabio’ o se es ‘no-sabio’, no hay término medio. En relación a la no-sabiduría, no hay grados. Poco importa si nos encontramos a un codo o a quinientas brazas por debajo de la superficie del agua, de todos modos nos ahogamos. [...]  Pero, según Platón, hay dos categorías de hombres: los no-sabios inconscientes de su estado (los insensatos) y los no-sabios conscientes de su estado y que intentan progresar hacia la inaccesible sabiduría (los filósofos)".
Dentro de su no-sabiduría, el alumno estaba más avanzado que su maestro, porque él sí se dio cuenta de que su maestro no había aprendido nada, cuándo éste creía haberlo aprendido todo cada año.
Los que tratamos de caminar hacia la sabiduría, es porque somos conscientes de nuestro estado.
Somos conscientes de que no lo sabemos todo. Que jamás lo sabremos, pero eso no nos impide tratar de seguir aprendiendo un poquito cada día.
 
Nos convertimos en la persona que está dentro de nosotros, si somos capaces de trabajarlo.
Tenemos una responsabilidad que es examinar nuestra forma de pensar desde dentro. Todo lo que sucede dentro de nosotros impacta en todas las áreas de nuestra vida.
 
Y dejo sonar ‘Gloria’ de Shinova.
 
 
M/8.V
 
La carga de trabajo ha aumentado en el último mes. Mi cerebro no da mucho más de sí.
Tengo la sensación de tener una especie de agotamiento mental. Es como si no pudiese estirar más. Tampoco estoy obligado a hacerlo, pero parece que si no lo hago no estoy al nivel que me exijo.
 
¿Servimos igual a las personas que están por encima de nosotros que a los que están por debajo? En mi caso siempre he servido mejor a los que están hipotéticamente por debajo. Los de arriba, los que he conocido, mandan y nunca me ha gustado que me manden.
 
Uno tiene malas costumbres al hablar, o tal vez diría malos hábitos, de los que no es consciente pero luego, al reflexionar, entiende que ha podido equivocarse.
Llevo unos días hablando con un conocido, colaborador, que sé, me consta, es homosexual. No porque él me lo haya dicho, sino porque sé está felizmente casado con otro hombre. Algo que no solo respeto sino que aplaudo. El caso es que en los últimos días he tenido que hablar con él dos o tres veces. Refiriéndome a él le he dicho algo que habitualmente digo a mis amigos: ‘¿cómo vas machote?’, ‘buena tarde machote’… machote, machote y más machote.
Ahora, pensando, teniendo en cuenta que es algo coloquial, sin intención ni malicia, líbreme Dios, no sé cómo puede estar entendiéndolo él o como puede tomárselo.
Todo esto es muy complicado. Llamar a un homosexual ‘machote’ a lo mejor es como llamar a un heterosexual ‘guapetona’. No lo sé.
Estas palabras tampoco quiero se mal interpreten. Soy una persona con la mente muy abierta, respeto a todos y todas y, de hecho, trato que nadie se sienta excluido porque todos somos iguales independientemente de nuestra condición sexual, ideas o credos. Pero sé también que a veces, lo reconozco, hablamos como si estuviésemos todavía en la caverna. Yo el primero.
 
En ocasiones me quejo, pero la dicha de la vida está en tener siempre algo que hacer, un propósito que seguir, pelear por algo… ¿qué significado tendría la vida si al levantar no tienes nada que hacer?
 
Terminar el día riendo, en Paz.
 
 
M/9.S
 
Pocos son los momentos que nos hacen crecer. Uno de ellos es despertar sonriendo y con la gratitud de Ser.
Necesito vivir. Sentirme y crecer. Ordenarme desde la independencia y desde ese desierto que he superado, con fe, desde la soledad de mi Ser.
 
Tener una mentalidad mucho más abierta, a lo posible, nos obliga a prestar más atención a lo que nos rodea.
Creemos saber y conocer todo. Observa. Acércate. Te darás cuenta que lo que creías conocer no conoces, ni las cosas más cotidianas ni esas personas con las que más tiempo pasamos. Porque todo y todos estamos en continua cambio.
 
El clima está revuelto. Días grises, de viento y lluvia. Días de recogimiento. El viento silva a través de las ventanas.
Qué es el viento sino ese sonido del vacío.
 
La felicidad es la ausencia del dolor.
 
Me cuesta leer estos días. No observo. Tengo la mente demasiado ocupada.
 
Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Y ya está. Cuatro notas componen la canción de nuestra vida. Sueños, pasiones, casualidades, suerte. Las historias de cada uno se van escribiendo en silencio, excepto la mía, que escribo por aquí contra ese olvido.
 
Prefiero elegir siempre ser parte de la solución. Cuando aparece un problema es para solucionarlo, de lo contrario nos convertiremos en parte de ese problema.
Ante una situación compleja, a por ello.
 
 
M/10.D
 
Evoluciono gracias a los libros. Mi mente está en ebullición. La lectura me lleva y me trae.
Los libros son ese lugar donde siempre me encuentro.
Con los libros vivo historias, pero también me hacen pensar, criticar y llegar a conclusiones que de otra forma no llegaría.
 
Me han despertado las gotas de lluvia tintineando en el tejadillo metálico que  protege la ventana. Rítmico, anunciando otro día de recogimiento y gratitud.
 
Normalmente deseamos, no necesitamos.
 
Mirando por la cristalera de la ventana donde hoy me he dado un capricho de desayuno (he añadido una tostada de pan con aceite y tomate al café), compruebo la belleza del campo, con las hierbas verdes y crecidas. El sol, las lluvias, han adelantado la flor primaveral.
Pienso en el patio de la casa del pueblo. Estará lleno de hierba. Esas hierbas que nacen hasta entre los adoquines. El próximo viaje me tocará arreglarlo, limpiarlo. Antes era el padre el que se encargaba de tenerlo limpio y cuidado. Se entretenía y disfrutaba quitando las hierbas del jardín y arreglando los árboles. La edad. Aunque no puede estar quieto, ya no debe darse esas palizas, ni permito ni quiero lo haga.
Es un trabajo gratificante. Se disfruta. Yo siempre me he preocupado poco, ahora tendré que coger el testigo para mantenerlo como él lo ha mantenido siempre: cuidado.
 
Parece que las señoras con barba se están poniendo de moda. Parece que, nuevamente, el pillo español se esconde entre los vericuetos que dejan esas leyes redactadas desde los acorazados despachos políticos.
 
Cada biblioteca, en las casas que las hay –en mi caso tengo dos espacios de libros, en dos lugares diferentes, todo un privilegio- es como una confesión de vida. Tus estados de ánimo, las estaciones del año, son las que te hacen adquirir los libros. Siempre viva. Una biblioteca termina cuando termina la vida.
 
Me gusta tener cierta compañía, pero también me gusta estar solo. Estando solo estableces tu propio ritmo.
 
He confirmado que daré esas clases de Gestión Pública a los políticos colombianos que se apunten al curso. Ahora me asusta un poco. Necesitaré tiempo de preparación. Hace años que no doy ninguna clase, ni siquiera sesiones de coaching. De todo se pierde el hábito y la práctica. Me va a suponer esfuerzo y organizar un poco mis horarios, reordenar los tiempos, priorizar. Todo puede ser útil si los cursos se van replicando con otros países o alumnos. Si solo son estas cuatro clases, el esfuerzo para crear el material y prepararlas, quedará en el olvido.
 
Las comidas familiares, más allá de lo que algunos digan, en ocasiones son esos momentos en los que, dependiendo del estado de ánimo que nos pille, sonreímos o, por el contrario, aguantamos más o menos el tipo. Las cuñadas o cuñados también nos sonríen,  haciendo el paripé la mayoría de las ocasiones, aparentando simpatía, y nosotros hacemos exactamente lo mismo. Los hermanos nos queremos y eso, por cierto en nuestro caso es así, supera cualquier impertinencia de uno u otro lado.
Cada vez, en este tipo de eventos familiares, hablo menos. El motivo no es otro que pensar que si ellos sienten lo que yo siento de algunas de las estupideces que decimos, estarían pensando –que igual lo piensan- lo mismo que yo. Así que me callo. Opino lo mínimo, lo justo, y digo todavía menos de lo que debería decir.
 
“Yo no merezco esto, son de las frases que más escuchamos en tiempos de crisis. Siempre respondo lo mismo, “bueno, ¿y?”. Pero, ¿tenemos claro el significado de 'merecer'?
Nunca he sabido muy bien lo que se merece cada uno. ¿Cómo definiríamos lo que merecemos? ¿El merecimiento se mide por nuestros esfuerzos, nuestra honestidad, o es algo más profundo e íntimo? ¿Que con esfuerzo se consiguen las cosas? Tal vez sí o tal vez no. ¿Que ser honesto es clave para ganarnos la vida? O sí, o no. ¿Que la mayoría de la gente tiene más suerte que yo? Pues depende, puede ser que sí o puede ser que no. ¿Que querer es poder?  Pues sí.
 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30