Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 25
F/19.L
Ha sido uno de esos fines de semana de los que quedarán en el recuerdo.
Ya recuperado de energía, con horas de sueño. La madre dice que quién me ha visto y quién me ve. Es la primera vez que me disfrazo en toda mi vida. Es la primera vez que no tengo que estar pendiente de el qué dirán, de si hago más o menos el ridículo o de si alguien me mira mal. Simplemente estoy.
Lo que es cierto es que mi cuerpo no tiene esa capacidad de aguante que tenía tiempo atrás. Muchas horas, demasiadas, sin parar. No tengo edad. Mi hijo sí la tiene. Mereció la pena.
El tiempo es un valor.
Mi objetivo es aprender que la felicidad no es perpetua, a estar sereno en esas tormentas que traen los días y tener coraje ante el miedo.
Solo la filosofía cura el alma.
Me da la sensación de que algunos no tienen problemas suficientes en la vida; entonces, al no tenerlos los buscan convirtiendo lo que no lo es en problema.
Mi madre siempre me ha dicho eso de que: “Jose Luis, no te metas donde no te llaman. No te signifiques. ¿Qué ganas tú con eso?” Me lo han dicho mil veces, no solo ella. Y llevan razón, no solo no gano sino que normalmente pierdo, y además me llevo un berrinche.
La discusión de hoy venía a cuento del gasto, de la gestión, de lo público. Y es que trato de gestionar los presupuestos, desde mi responsabilidad, como si fuesen los dineros de mi pelada cuenta. Entiendo que los dineros públicos no son los privados y el control del gasto es una prioridad. Si A es más barato que B y me presta el mismo servicio, voy a A o viajo en A. Los caprichos en la casa de cada uno.
¿Y para qué? Pues no lo sé. Simplemente por principios. Por ser como soy. Porque hay cosas que no están en mi ideario público. Porque entiendo que lo público es lo de todos y el mal gasto o mal uso es de lo de todos y eso debe estar responsabilizado.
Bronca, discusión y marchar a casa con un enfado de aúpa. Y encima con cara de gilipollas. Sí, es la cara que se te queda cuando te das cuenta que pierdes ciertas batallas.
“Pero hijo, cállate, no te metas en discusiones o batallas perdidas”.
Seguiré metiéndome donde no me llaman. Ya me gustaría tener esa capacidad de contención para no hacerlo, pero no puedo, me supera. Continuaré metiéndome donde no me llaman.
Ayer llegué pronto, pude poner una dosis de música clásica mientras sentado en mi sillón de lectura, acariciaba alguno de mis libros. Es un momento único. Un momento también para pensar y repasar.
Había vuelto a discutir con quién parece tenemos puntos de vista opuestos a la hora de ver ciertas cosas, como el sentido de lo público. Es una batalla que doy por perdida, pero no quiera decir que deba aceptar la derrota. Busco la convivencia, el equilibrio, por el bien de todos, pero defiendo mi situación y posición.
Sentado, rumiaba en mi interior un malestar que me provoca este tipo de conversaciones en las que sabes digas lo que digas, lleves razón o no la lleves, jamás te la van a dar.
Decidí hablar con la persona por la que se generó el absurdo conflicto. Era tarde. Había prometido no hacerlo, pero lo hice. Cabía una remota posibilidad de que el equivocado fuera yo y prefería irme a dormir pidiendo disculpas si así era.
Pero no, me lo temía. No pasaba nada; nada tenía la importancia como para generar un conflicto.
No me quedé a gusto, pero sí tranquilo.
Nunca he conocido a nadie que gestione peor las relaciones humanas internas, de grupo, o que con su actitud desmotive de tal manera a los equipos. Una lección de primero de liderazgo.
Cuánto tiempo se pierde en estupideces.
Reconozco que de vez en cuando escribo pensamientos que no siempre motivan. ¿Y qué? La realidad de la vida no es un objetivo, lo real es lo que cada uno de nosotros vivimos y aseguro que no siempre es felicidad.
Somos uno de los principales productores mundiales de hortalizas, vino, fruta y aceite de oliva. Además somos una potencia en la industria cárnica y en la pesca. Nuestra historia no se entendería sin un sector que ahora, con razón y legítimamente, sale a la calle, se hace notar y pide ayuda. Más que ayuda yo, que algo sé y conozco, piden socorro. Mucho depende de Europa, pero mientras que otros mueven ficha es el gobierno de España quien tiene la responsabilidad de tomar medidas y soluciones efectivas. Si nuestro campo cae, caemos todos. Dependemos del campo. Así que, un día más, con el campo y nuestros agricultores.
Me acosté pronto, pero me acompaña una especie de cansancio, de necesidad de estar tumbado.
De primeras no he dicho ni que no ni que sí, entre otras cosas porque no sé muy bien de qué se trata ni para quién. Hemos quedado en que me llamará el organizador de los cursos, me explicará y, en su caso, decidiré.
Más allá de lo que sea o salga de aquí, lo verdaderamente importante, lo que me agrada y queda, es que esta gente se acuerde de mí. A estas alturas de la vida no es muy habitual.
Si lees a los estoicos te responderán: de la forma en la que vemos las cosas, esto es, de cómo interpretamos la realidad.
Este es uno de los pilares del estoicismo, Epicteto nos decía así: “Lo que perturba a las personas no son las cosas, sino los juicios que se hacen sobre las cosas”.
No tenía que haber venido a trabajar, hubiese sido lo inteligente.
Es un tema bastante interesante así que, en este inicio, le he comentado que cuente conmigo y luego ya veremos.
Tal vez sean otros los que pongan en valor lo que yo no valoro tanto.
Lo que no debe es quitarme tiempo para otras cosas.
Si tuviéramos que medir lo que se debe evitar por su dolor, nada sería más doloroso que la falta de Autocontrol.” Mussonio Rufo
He dormido entre escalofríos y sueños dispares. Me metí en la cama muy pronto, tenía frío, mucho frío. Quería leer, quería ver alguna serie, pero ni una cosa ni la otra. Paracetamol para bajar esas décimas de fiebre.
Esta mañana las décimas habían aumentado un poco, es normal. Hoy será el pico del catarro y mañana espero estar más o menos recuperado para ir a trabajar el lunes.
Un conflicto bélico de difícil final.
Lo que sí está demostrando esta población es que son valientes y que pese al cansancio y la falta de armas, no se rinden.
Deberíamos aprender, no desaprovechar la ocasión, el valor del liderazgo, el verdadero patriotismo y una inmensa fe en el orden liberal y la democracia. Capacidad de unión en vez de buscar la división.
Estrenada en 2017, está basada en hechos reales y en la novela de su autor, y protagonista, Lee Strobel.
Un periodista premiado, ateo, que ve cómo de pronto su mujer se siente atraída por la fe cristiana. Mientras ella comienza a ir a la iglesia, él se descompone ante lo que no está dentro de sus principios existenciales. Decide entonces comenzar una investigación para tratar de desmontar la historia y figura de Cristo y así, mediante lo que daría pie a un reportaje, echar por tierra las opiniones y creencias de su mujer. En esta investigación, que transcurre a la par de otra muy diferente (drogas, delincuencia), entrevista a reputados expertos en medicina, psicología, filosofía, arqueología, religiosos, etc. Ninguno de ellos lel dice lo que él quiere escuchar.
Todo esto comienza a llevarle por un camino de desesperación y deriva en comportamientos que desequilibran su relación matrimonial.
Nos negamos a escuchar porque lo que nos dicen no es lo que nos gustaría oír.
El final, emocionante, de la película es el reconocimiento de que hay algo y quiere abrazarse a ello. Su conversión.
El periódico en el que trabaja no quiere publicarle un reportaje contando es primera persona su caso, su evolución, su búsqueda para desmontar el hecho de la resurrección de Cristo, y esa negativa da lugar al libro, convertido en best seller, por lo que parece ‘El caso de Cristo’ por Lee Strobel.
Me he liado un poco por no querer contar la película. Me gustó muchísimo. Me llegó. Cristo es uno de mis referentes, como lo es Buda. Me siento cristiano; no me siento católico, no creo en la institución, parafernalia y montaje de la iglesia. Creo que mi experiencia con los curas que conocí, en los Salesianos, no fue demasiado buena. Sé, estoy seguro, que hay muchos hombres y mujeres, en la iglesia católica, desprendidos, buenos y dignos. Pero ese poder que ha ostentado, y ostenta todavía, no va conmigo, corrompe.
Para conocer debemos abrirnos, es el único modo de dejar entrar. Tal vez para eso debamos desprendernos de aquello que hemos aprendido, desaprender.
La madre me llama por la mañana y por la tarde. Me hace una especie de interrogatorio sobre mi estado, sobre si como y qué como o si quiero que mande al padre a traerme comida, que por qué madrugo tanto estando así. Todo son preguntas llenas de esa ternura, amor, de una madre que le gustaría estar a tu lado, cuidándote.
Todo está ahí, tenemos que querer ver y tenemos que querer escuchar.
Comentarios
Publicar un comentario