Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 25

 
F/19.L
 
Celebremos el hoy llenos de presencia.
Ha sido uno de esos fines de semana de los que quedarán en el recuerdo.
Ya recuperado de energía, con horas de sueño. La madre dice que quién me ha visto y quién me ve. Es la primera vez que me disfrazo en toda mi vida. Es la primera vez que no tengo que estar pendiente de el qué dirán, de si hago más o menos el ridículo o de si alguien me mira mal. Simplemente estoy.
Lo que es cierto es que mi cuerpo no tiene esa capacidad de aguante que tenía tiempo atrás. Muchas horas, demasiadas, sin parar. No tengo edad. Mi hijo sí la tiene. Mereció la pena.
 
Cada día aprendo un poco más, cada día soy más consciente de lo poco que sé.
 
“Cualquiera que tenga el deseo de ser libre, que se acostumbre a no sentir deseo ni aversión hacia lo externo. Actuando de otra manera, caerá infaliblemente en la servidumbre.” Epicteto
 
Leo para saber. No escribo para entretenerme o entender a los demás. Lo hago para curarme y si de esa cura aprendo, lo comparto con otros.
El tiempo es un valor.
Mi objetivo es aprender que la felicidad no es perpetua, a estar sereno en esas tormentas que traen los días y tener coraje ante el miedo.
Solo la filosofía cura el alma.
Aprender todo lo que se pueda.
 
No olvidemos que el destino guía a quien lo acepta, y arrastra a quien lo rechaza.
 
Arrebol: color rojizo que toman las nubes al atardecer por efecto del sol. Me encanta.
Me da la sensación de que algunos no tienen problemas suficientes en la vida; entonces, al no tenerlos los buscan convirtiendo lo que no lo es en problema.
Mi madre siempre me ha dicho eso de que: “Jose Luis, no te metas donde no te llaman. No te signifiques. ¿Qué ganas tú con eso?” Me lo han dicho mil veces, no solo ella. Y llevan razón, no solo no gano sino que normalmente pierdo, y además me llevo un berrinche.
La discusión de hoy venía a cuento del gasto, de la gestión, de lo público. Y es que trato de gestionar los presupuestos, desde mi responsabilidad, como si fuesen los dineros de mi pelada cuenta. Entiendo que los dineros públicos no son los privados y el control del gasto es una prioridad. Si A es más barato que B y me presta el mismo servicio, voy a A o viajo en A. Los caprichos en la casa de cada uno.
Bueno pues resulta que no, que para algunos es mejor quedarse con ‘B’ por no coger lo más barato. A algunos el ahorro es algo que desconocen, sobre todo porque los dineros que utilizan no son los suyos. Yo ante eso no puedo callar. Reniego. Se me pone una cosa en el estómago que he de expulsarla o me come por dentro. Me rebelo.
¿Y para qué? Pues no lo sé. Simplemente por principios. Por ser como soy. Porque hay cosas que no están en mi ideario público. Porque entiendo que lo público es lo de todos y el mal gasto o mal uso es de lo de todos y eso debe estar responsabilizado.
Bronca, discusión y marchar a casa con un enfado de aúpa. Y encima con cara de gilipollas. Sí, es la cara que se te queda cuando te das cuenta que pierdes ciertas batallas.
“Pero hijo, cállate, no te metas en discusiones o batallas perdidas”.
Seguiré metiéndome donde no me llaman. Ya me gustaría tener esa capacidad de contención para no hacerlo, pero no puedo, me supera. Continuaré metiéndome donde no me llaman.
Hasta mañana.
 
 
F/ 20.M
 
A veces llego a casa, ya en la noche, y me acuesto después de una buena y reconfortante ducha. No me da tiempo ni de pensar, ni reflexionar, sobre cómo me ha ido el día, sobre sus más y sus menos.
Ayer llegué pronto, pude poner una dosis de música clásica mientras sentado en mi sillón de lectura, acariciaba alguno de mis libros. Es un momento único. Un momento también para pensar y repasar.
Había vuelto a discutir con quién parece tenemos puntos de vista opuestos a la hora de ver ciertas cosas, como el sentido de lo público. Es una batalla que doy por perdida, pero no quiera decir que deba aceptar la derrota. Busco la convivencia, el equilibrio, por el bien de todos, pero defiendo mi situación y posición.
Sentado, rumiaba en mi interior un malestar que me provoca este tipo de conversaciones en las que sabes digas lo que digas, lleves razón o no la lleves, jamás te la van a dar.
Decidí hablar con la persona por la que se generó el absurdo conflicto. Era tarde. Había prometido no hacerlo, pero lo hice. Cabía una remota posibilidad de que el equivocado fuera yo y prefería irme a dormir pidiendo disculpas si así era.
Pero no, me lo temía. No pasaba nada; nada tenía la importancia como para generar un conflicto.
No me quedé a gusto, pero sí tranquilo.
Nunca he conocido a nadie que gestione peor las relaciones humanas internas, de grupo, o que con su actitud desmotive de tal manera a los equipos. Una lección de primero de liderazgo.
Cuánto tiempo se pierde en estupideces.
 
“No pretendas que lo que ocurre ocurra como tú quieres, sino quiere que lo que ocurre ocurra como ocurre. De esta manera el curso de tu vida será feliz.” Epicteto
 
No es lo mismo parecer, que ser. Por eso hay tantos que parecen, pero luego no son. ¿Dónde la verdad?
 
La vida no es un camino de rosas, ni tampoco tenemos que estar siempre en plan positivismo, sonrientes y abrazando en plan megaguay a todo el mundo. La vida tiene sus más y sus menos, cuando hay que estar triste y deprimido pues habrá que estar triste y deprimido.
Me doy cuenta, pululando por las redes o leyendo artículos de autores que sigo, que parece que lo que vende es lo positivo, lo motivador: si estás en guerra, sonríe, baila; si has perdido el trabajo, es la oportunidad para superarte; si te ha dejado tu novio/a, no estés triste, sal a la calle y diviértete; si has perdido a alguien, la muerte es algo que nos llegará a todos tarde o temprano. Cojones, basta ya. No es malo estar tristes, tampoco lo es tener un día negativo. Es más, si te ocurre una desgracia, la que sea, lo normal es estar jodido y no de fiesta. ¿Qué positivo o alegría vas a sentir si pierdes a tu abuelo, madre o tío? Joder, que se nos va la pinza.
Reconozco que de vez en cuando escribo pensamientos que no siempre motivan. ¿Y qué? La realidad de la vida no es un objetivo, lo real es lo que cada uno de nosotros vivimos y aseguro que no siempre es felicidad.
Lo importante de todo es aprender a afrontar aquello que nos venga: positivo o negativo. Cuanto más positivo mejor, pero es humano y hasta enriquecedor, los momentos de tristeza, vivir las emociones como vengan.
 
 
F/21.X
 
La primera canción que dejo sonar es ‘Feliz, Feliz’ de Carlos Sadness. Tiene su ritmillo. Me gusta.
 
Hoy los agricultores, según he escuchado en las noticias, tomarán el centro de Madrid manifestándose con sus tractores y con su presencia reivindicativa. Vienen de toda España, también lo hacen los paisanos de Minaya.
Somos uno de los principales productores mundiales de hortalizas, vino, fruta y aceite de oliva. Además somos una potencia en la industria cárnica y en la pesca. Nuestra historia no se entendería sin un sector que ahora, con razón y legítimamente, sale a la calle, se hace notar y pide ayuda. Más que ayuda yo, que algo sé y conozco, piden socorro. Mucho depende de Europa, pero mientras que otros mueven ficha es el gobierno de España quien tiene la responsabilidad de tomar medidas y soluciones efectivas. Si nuestro campo cae, caemos todos. Dependemos del campo. Así que, un día más, con el campo y nuestros agricultores.
 
Todo está dentro de nosotros, tanto lo que buscamos como aquello de lo que huimos.


 
F/22.J
 
Totalmente congestionado. No tengo muy claro si es alergia, constipado o COVID. O tal vez sea una mezcla de todo. No me encuentro bien.
Me acosté pronto, pero me acompaña una especie de cansancio, de necesidad de estar tumbado.
 
Tuve ayer uno de esos almuerzos raros. Gentes que no veía desde hacía algún tiempo y que por una especie de casualidad divina han pensado en mí por si me pudiera interesar crear un programa, o curso, dirigido a formar cargos electos iberoamericanos en Madrid. Una de esas cosas extrañísimas, que yo sé que se mueven por ahí, que he escuchado mil veces, que conozco, pero que no sé muy bien nunca de dónde ni cómo vienen.
De primeras no he dicho ni que no ni que sí, entre otras cosas porque no sé muy bien de qué se trata ni para quién. Hemos quedado en que me llamará el organizador de los cursos, me explicará y, en su caso, decidiré.
Más allá de lo que sea o salga de aquí, lo verdaderamente importante, lo que me agrada y queda, es que esta gente se acuerde de mí. A estas alturas de la vida no es muy habitual.
 
¿De dónde surge todo nuestro sufrimiento mental?
Si lees a los estoicos te responderán: de la forma en la que vemos las cosas, esto es, de cómo interpretamos la realidad.
Este es uno de los pilares del estoicismo, Epicteto nos decía así: “Lo que perturba a las personas no son las cosas, sino los juicios que se hacen sobre las cosas”.
 
 
F/23.V
 
No estoy bien, tengo aparentemente, un catarro importante, de esos que te generan un malestar por todo el cuerpo que te deja más atontado de lo normal. Cuando es así no me apetece escribir porque ni siquiera me apetece pensar.
No tenía que haber venido a trabajar, hubiese sido lo inteligente.
 
Ayer me llamó, antes de comer, el amigo de J, al que había dado mi contacto, gerente de una Escuela de Negocios de Madrid. Un tipo agradable, potente en el mundo de la formación, por lo que he comprobado. Y efectivamente me explicó el acuerdo que había firmado con el gobierno de un país iberoamericano para formar en gestión pública a sus diputados. En el programa que ha de enviar debe incluir un mínimo grupo asesor, con dos o tres personas de experiencia acreditada en el mundo de la administración y gestión público/privada. Le hablaron de mi días atrás y quería ofrecerme formar parte de ese grupo asesor para después, en su caso, supervisar los programas formativos de esta gente.
Es un tema bastante interesante así que, en este inicio, le he comentado que cuente conmigo y luego ya veremos.
Tal vez sean otros los que pongan en valor lo que yo no valoro tanto.
Lo que no debe es quitarme tiempo para otras cosas.
 
“Si tuviéramos que medir lo que es bueno por la cantidad de placer que brinda, nada sería mejor que el Autocontrol.
Si tuviéramos que medir lo que se debe evitar por su dolor, nada sería más doloroso que la falta de Autocontrol.” Mussonio Rufo
 
La auténtica alegría te viene cuando te llega esa sensación de saber que tu vida no ha sido en vano.
 
Sinceramente creo que la verdad nos puede hacer daño en el corto plazo, pero jamás en el largo. La mentira, en cambio, puede hacer bien en lo corto, en lo largo siempre será lo mejor.
 
 
F/24.S
 
Llevo muy mal eso de sentir que soy vulnerable, como todos lo somos. Que me pongo malo, como todos nos ponemos malos. Que un simple constipado es capaz de doblarnos y hacernos parar. Lo llevaremos tan estoicamente como me sea posible.
He dormido entre escalofríos y sueños dispares. Me metí en la cama muy pronto, tenía frío, mucho frío. Quería leer, quería ver alguna serie, pero ni una cosa ni la otra. Paracetamol para bajar esas décimas de fiebre.
Esta mañana las décimas habían aumentado un poco, es normal. Hoy será el pico del catarro y mañana espero estar más o menos recuperado para ir a trabajar el lunes.
 
Hablaba ayer sobre la guerra de Ucrania, esos dos años desde que los blindados rusos penetraron, contra todo derecho internacional, en el territorio de Ucrania, invadiéndolo. Muy elocuente e inteligentemente, como siempre, me respondieron que la guerra no lleva dos años, sino diez. Que Rusia ya había invadido Ucrania, territorios como Mariupol, Lugansk, donde desde hacía años se vivía un conflicto bélico que ni el resto de ucranianos, cómodos en Kiev, ni los europeos, querían ver. Rusia comenzó a invadir Ucrania hace ya muchos años y es hace dos, con una total impunidad y planificación, cuando da un paso más, retando a todo Occidente.
Un conflicto bélico de difícil final.
Lo que sí está demostrando esta población es que son valientes y que pese al cansancio y la falta de armas, no se rinden.
Deberíamos aprender, no desaprovechar la ocasión, el valor del liderazgo, el verdadero patriotismo y una inmensa fe en el orden liberal y la democracia. Capacidad de unión en vez de buscar la división.
 
Pienso que tengo el control sobre todo lo que nos pasa. Ojalá. Todo es una ilusión. No admito que traten de controlarme y admito mi incapacidad para tener el control sobre las cosas que me pasan.
 
Me doy cuenta de que llevo más de un año sin bajar al trastero. Que tengo allí ropa de invierno que ni siquiera me pongo por no andar bajando y subiendo, cambiándola de lugar y armario en cada estación.
 
Casi todo lo bueno sucede rápido, todo lo malo se hace más lento.
 
“El pensamiento es la vista y el oído espiritual del hombre. Aquellos que no lo siguen son como ciegos y se pierden en contradicciones sin salida”. Werner Jaeger
 
Es posible que volvamos a las andadas, a las tensiones de antes de mayo. Es posible que tenga que hacer gala de mi paciencia o fortaleza, volver a las estrategias de política de guerrilla, cosa que odio bastante.
 
 
F/25.D
 
Creer o no creer, tener fe o no tenerla. Cada uno desde su libertad. En mi caso la fe, el creer en algo o alguien superior, siempre me ha generado esperanza y calma, y eso ya Es.
Escribo este pensamiento nada más despertar. Anoche, entre décimas de fiebre, toses y mocos, me apareció en una de esas plataformas, la recomendación de una película que ni me sonaba ni mucho menos había visto nunca: ‘El caso de Cristo’
Estrenada en 2017, está basada en hechos reales y en la novela de su autor, y protagonista, Lee Strobel.
Un periodista premiado, ateo, que ve cómo de pronto su mujer se siente atraída por la fe cristiana. Mientras ella comienza a ir a la iglesia, él se descompone ante lo que no está dentro de sus principios existenciales. Decide entonces comenzar una investigación para tratar de desmontar la historia y figura de Cristo y así, mediante lo que daría pie a un reportaje, echar por tierra las opiniones y creencias de su mujer. En esta investigación, que transcurre a la par de otra muy diferente (drogas, delincuencia), entrevista a reputados expertos en medicina, psicología, filosofía, arqueología, religiosos, etc. Ninguno de ellos lel dice lo que él quiere escuchar.
Todo esto comienza a llevarle por un camino de desesperación y deriva en comportamientos que desequilibran su relación matrimonial.
Nos negamos a escuchar porque lo que nos dicen no es lo que nos gustaría oír.
El final, emocionante, de la película es el reconocimiento de que hay algo y quiere abrazarse a ello. Su conversión.
El periódico en el que trabaja no quiere publicarle un reportaje contando es primera persona su caso, su evolución, su búsqueda para desmontar el hecho de la resurrección de Cristo, y esa negativa da lugar al libro, convertido en best seller, por lo que parece ‘El caso de Cristo’ por Lee Strobel.
Me he liado un poco por no querer contar la película. Me gustó muchísimo. Me llegó. Cristo es uno de mis referentes, como lo es Buda. Me siento cristiano; no me siento católico, no creo en la institución, parafernalia y montaje de la iglesia. Creo que mi experiencia con los curas que conocí, en los Salesianos, no fue demasiado buena. Sé, estoy seguro, que hay muchos hombres y mujeres, en la iglesia católica, desprendidos, buenos y dignos. Pero ese poder que ha ostentado, y ostenta todavía, no va conmigo, corrompe.
 
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de nosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. Exequiel 36: 26-28
 
Y así desperté, pensando en lo que creo. En lo que me acerca y me aleja. En lo que me calma y consuela.
 
Los que viven abiertos, esas personas sencillas, inocentes, perciben mejor lo importante. Los niños, que tienen un corazón inocente, reciben la verdad porque no están inmensos en creencias que limitan, como nos pasa a nosotros.
Para conocer debemos abrirnos, es el único modo de dejar entrar. Tal vez para eso debamos desprendernos de aquello que hemos aprendido, desaprender.
 
No conozco a hombre perfecto y, si dice serlo, el mero hecho ya demostraría su imperfección.
Por eso me quedo siempre con las buenas acciones que hacemos desde nuestra imperfección. Y de los errores, el hecho de corregir ya es una maravillosa acción.
 
Los incendios hacen que todo desaparezca. Cada incendio es el final de todo. Solo el tiempo nos hace entender que los recuerdos continúan en nosotros y que ese todo que creíamos, es mucho más débil que la resistencia de nuestro corazón o mente.
 
Me he encontrado mejor. Desperté sin esas décimas de fiebre y parece la cabeza va volviendo a su estado de normalidad, o anormalidad, aparente.
La madre me llama por la mañana y por la tarde. Me hace una especie de interrogatorio sobre mi estado, sobre si como y qué como o si quiero que mande al padre a traerme comida, que por qué madrugo tanto estando así. Todo son preguntas llenas de esa ternura, amor, de una madre que le gustaría estar a tu lado, cuidándote.
 
¿Estamos dispuestos a escuchar?
Todo está ahí, tenemos que querer ver y tenemos que querer escuchar.

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