Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 15
D/11.L
Dejé la bolsa, volví a salir caminando y buscar un lugar donde cenar ese antojo que me vino en el tren: una buena hamburguesa.
Tras toquetear en google, tras varias recomendaciones, tras caminar algún kilómetro más, terminé en el destacado, curioso, pequeño, Bar Torpedo. No tardé mucho en elegir. Un ambiente cálido y clásico. Cené la hamburguesa de la casa mientras el vaso de una cerveza artesanal, excelente, sujetaba mis lágrimas. Una humilde y sencilla maravilla gourmet.
Vuelta al hotel. Lo que imaginaba, una noche no apta para dormir, incómodo, con sueños laborales y el estómago algo lleno para lo que acostumbro.
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
Salga como salga.
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
Lo de menos es si gusta o no gusta.
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
¿Qué es lo que depende de ti?
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
No parar, siempre hacer.
Poca gente en estas calles catalanas.
Alcé la Diagonal mientras veía el amanecer y el despertar de la vida en la capital.
Una avenida larga, elegante, señorial. Una subida lenta hasta llegar a mi destino, la Universidad de Barcelona, Facultad de Derecho donde esperaba una jornada densa e intensa sobre los Tribunales Administrativos de Recursos Contractuales. Ahí es na para ser lunes.
Hay temas, hay ámbitos, de los que no es fácil escribir. En parte, o en todo, la escritura es una decisión. O escribes o no escribes, o expresas o no expresas, o desahogas o te lo guardas. Pero lo haces cuando te sale de ahí, cuando quieres, cuando toca o toque. En mi caso, va llegando la edad, hay tres temas o ámbitos de mi vida que de momento me guardo: los curas, la etapa política y sus personajes, y parte de mi vida personal.
Últimamente, preocupado por mis lagunas de memoria, pienso que cuanto antes vaya dejando mis recuerdos por aquí pues mucho mejor.
Puede parecer extraño pero… ¿se puede ser más feliz? Tal vez sí, depende del momento, el lugar y también la compañía, de cada uno depende pero, en este, exclusivamente mío, no.
Podríamos decir que aquí España es diferente, como lo es en cualquier lugar de nuestra geografía. Pero lo es.
Vamos deprisa sin parar ni un segundo. Parece que nos falta el tiempo, pero lo que hacemos es derrochar el tiempo.
¿Qué pasaría si nos imaginásemos cómo serían nuestras vidas sin llevar ese peso que llevamos cada uno, en esa mochila que nos cuelga en forma de discusiones, juicios, pasados, preocupaciones, proyectos de futuro? A veces pienso que no sé si sabríamos vivir así, sin esas prisas, sin todo eso que nos pesa, sin querer aparentar o ser lo que otros quieren que seamos.
La única manera de disfrutar de la vida es estando atento.
Estar presentes, alerta, vivir el momento.
La presencia nos llena por completo. Nosotros somos abundantes si somos capaces de Ser.
Nosotros somos abundantes si queremos Ser.
Lo simple tal vez sea lo que más valor tiene, sobrevaloramos aquello que no vale nada.
Solo nos convertimos en aquello que nosotros mismos nos damos el permiso de ser. Nuestro equilibrio, nuestro bienestar, está dentro de nosotros.
Debemos aprender a querernos. Si aprendemos a querernos aprenderemos a ir vaciando la mochila de todo eso que nos carga. Sabremos perdonarnos y comenzar a relativizar lo urgente, las prisas, para quedarnos única y exclusivamente con lo importante.
Todos nos emocionamos ante las desgracias ajenas, tratamos de ponernos en su lugar pero, por mucho que lo queramos, si lo hacemos desde el confort de nuestras vidas, o la buena situación económica que tenemos, jamás podrá ser igual. El que lo vive, lo vive.
Hoy es un día importante, celebramos Junta de Patronato y es el día que defiendo, para su aprobación, los presupuestos para el próximo ejercicio. Un año más de este apasionante proyecto que me mantiene conectado, de algún modo, con lo municipal, con el ámbito local.
La reunión la hacemos en un espacio histórico y emblemático: el Ateneo de Madrid.
Día de tensiones y nervios aunque sepa que está todo preparado y perfecto.
Por ahí han pasado personalidades de todo tipo, de todas las ideas, religiones y culturas.
Fui socio del Ateneo cuando era Presidente D. José Prat. Años ya de aquello. Exactamente 30 años.
Ateneo Científico, Literario y Artístico.
Volví a recorrer sus pasillos y rincones aprovechando que desarrollábamos el patronato de la Fundación.
Que las ideas no enturbien lo que es un lugar de encuentro de ideas y pensamiento. No dejemos morir estas instituciones que guardan nuestra historia. No nos dejemos llevar por extremos absurdos ni rencillas torticeras.
Defendamos la pluralidad, las ideas, la cultura venga de donde venga. Siempre será eso: cultura.
La fraternidad, lo que nos une y nunca lo que nos separa.
Si nuestra alma es atacada por la ansiedad seremos incapaces de tomar buenas decisiones. La ansiedad, nos la ponemos nosotros a nosotros mismos. La angustia nunca viene de algo externo, si no de tu forma en cómo vemos lo externo. Cambiarlo solo depende de nosotros.
Marco Aurelio nos decía, “hoy me he librado de toda angustia, mejor dicho, la expulsé. Porque ésta no estaba fuera de mí sino dentro, en mis opiniones.”
No es la edad lo que te vuelve más ñoño, es lo que has vivido. Todas tus historias, desde niño; esa novela que no dejarías de escribir hasta tu última respiración.
Qué fácil podría haber sido todo, y qué difícil lo he hecho. Cuánto me quedará todavía, que sufrir y que vivir.
Me quedo callado. Vuelvo a la consciencia y, evidentemente, no hay más palabras en la mesa.
Me he tirado toda la tarde pensando en ese momento, en ese comentario malavenido, a destiempo. Pienso también en lo que habrán sentido ellos, mis padres. Qué poco pensamos a veces en lo que decimos y a quién se lo decimos.
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