Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 15

 
D/11.L
 
Ayer no llegué muy tarde a la estación de Barcelona-Sans. Fui caminando hasta el hotel, siempre cercano a la zona de las ramblas, a mi gótico y el Born. Zonas en las que disfruto callejeando, aunque los tiempos sueles ser bastante justos.
Dejé la bolsa, volví a salir caminando y buscar un lugar donde cenar ese antojo que me vino en el tren: una buena hamburguesa.
Tras toquetear en google, tras varias recomendaciones, tras caminar algún kilómetro más, terminé en el destacado, curioso, pequeño, Bar Torpedo. No tardé mucho en elegir. Un ambiente cálido y clásico. Cené la hamburguesa de la casa mientras el vaso de una cerveza artesanal, excelente, sujetaba mis lágrimas. Una humilde y sencilla maravilla gourmet.
Vuelta al hotel. Lo que imaginaba, una noche no apta para dormir, incómodo, con sueños laborales y el estómago algo lleno para lo que acostumbro.
 
La ira no es una de las emociones con las que me sienta cómodo. Es destructiva. Nubla la visión. Transformar esa energía que nos genera el enfado, canalizarla hacia lo positivo, hacia algo mejor, sería lo ideal. Sé que no es fácil.
 
“En la mediada de tus posibilidades, haz”, recordaba Sócrates a todos los que le acompañaban.
Lo que sea, poco o mucho…
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
Salga como salga.
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
Lo de menos es si gusta o no gusta.
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
¿Qué es lo que depende de ti?
“En la mediada de tus posibilidades, haz”.
No parar, siempre hacer.
 
Hoy comencé el día temprano, a mi hora de siempre. Con tiempo salí, nuevamente caminando, todavía en la noche. Desde la Plaza de Cataluña subí por la Rambla hacía la Diagonal.
Poca gente en estas calles catalanas.
Alcé la Diagonal mientras veía el amanecer y el despertar de la vida en la capital.
Una avenida larga, elegante, señorial. Una subida lenta hasta llegar a mi destino, la Universidad de Barcelona, Facultad de Derecho donde esperaba una jornada densa e intensa sobre los Tribunales Administrativos de Recursos Contractuales. Ahí es na para ser lunes.
 
Almuerzo con J, tan agradable y sincero como siempre. Experiencia. Tal vez hoy nos hayamos lanzado, azuzados por el vino, a contar esas interioridades del ámbito político, vividas, que normalmente poco contamos. Es cierto que lo negativo siempre se vomita cuando ya lo has interiorizado. Lo positivo siempre está y estará.
De mi etapa política solo podré escribir, si lo llego a escribir algún día, de mis errores o malas decisiones con las personas, nunca con mis ideas o con la organización en la que de joven decidí afiliarme y a la que, por cierto, he seguido fiel desde mi libertad de pensamiento. También reconozco que habrá personas, no creo muchas, que podrán decir exactamente lo mismo de mí. Seguro que habré defraudado a muchos, siempre fui un tocapelotas y dije lo que pensaba. A estas alturas lo único que me importa, realmente, es reconocer a aquellos que me defraudaron, no por ideas sino por actos, a mí.
Hay temas, hay ámbitos, de los que no es fácil escribir. En parte, o en todo, la escritura es una decisión. O escribes o no escribes, o expresas o no expresas, o desahogas o te lo guardas. Pero lo haces cuando te sale de ahí, cuando quieres, cuando toca o toque. En mi caso, va llegando la edad, hay tres temas o ámbitos de mi vida que de momento me guardo: los curas, la etapa política y sus personajes, y parte de mi vida personal.
Últimamente, preocupado por mis lagunas de memoria, pienso que cuanto antes vaya dejando mis recuerdos por aquí pues mucho mejor.
 
Escribo estas últimas líneas de hoy sentado en el bar del hotel. Terminé pronto. Ayer tuve un problema con la cerradura de la habitación y tras solventarlo eficientemente, me invitaron a una consumición que no pienso desaprovechar. Sí, uno de esos Johnnie Black Label, con un hielo, mi cuaderno y yo. Nadie más. El camarero sirvió y se fue, imagino a otros menesteres.
Puede parecer extraño pero… ¿se puede ser más feliz? Tal vez sí, depende del momento, el lugar y también la compañía, de cada uno depende pero, en este, exclusivamente mío, no.
 
 
D/12.M
 
Dio tiempo anoche, antes de ir a dormir, de patear estas calles góticas de Barcelona, esos rincones que cada vez que tengo oportunidad, por mínima que sea, camino y siento. El ambiente navideño, viste los alrededores de esa majestuosa Catedral de un aliento especialmente esperanzador.
Podríamos decir que aquí España es diferente, como lo es en cualquier lugar de nuestra geografía. Pero lo es.
 
“La autoestima es la reputación que tienes contigo mismo” Naval Ravikant
Una buena forma de mejorarte a ti mismo, de mejorar tu autoestima,  es cambiar la reputación que tu mismo tienes de ti. Y lo que has de hacer es actuar como aquél quien querrías ser. Tú eres el único que siempre se ve.
 
En ocasiones vivo en la noche de esos sueños de los que no me despertaría nunca. Todo es como quisiera hasta que despierto. Una vez despierto, tenemos la oportunidad de buscarlo.
 
Me doy cuenta que voy escribiendo para vivir porque jamás viviré para escribir. Lo que quede en estos cuadernos se morirá,  como el tiempo. El tiempo que nos avisa de que no somos dueños de él, que estamos aquí de paso y por ello, cada pensamiento que dejamos escrito lo hacemos buscando el sentido de la permanencia. 
La vida es el material con el que vamos alimentando nuestra escritura, sean chorradas o no.
Vamos deprisa sin parar ni un segundo. Parece que nos falta el tiempo, pero lo que hacemos es derrochar el tiempo.
¿Qué pasaría si nos imaginásemos cómo serían nuestras vidas sin llevar ese peso que llevamos cada uno, en esa mochila que nos cuelga en forma de discusiones, juicios, pasados, preocupaciones, proyectos de futuro? A veces pienso que no sé si sabríamos vivir así, sin esas prisas, sin todo eso que nos pesa, sin querer aparentar o ser lo que otros quieren que seamos.
La única manera de disfrutar de la vida es estando atento.
Estar presentes, alerta, vivir el momento.
La presencia nos llena por completo. Nosotros somos abundantes si somos capaces de Ser.
Abundancia no es tener. Abundancia no es poseer muchos bienes materiales, dinero. Abundancia es Ser.
Nosotros somos abundantes si queremos Ser.
Lo simple tal vez sea lo que más valor tiene, sobrevaloramos aquello que no vale nada.
Solo nos convertimos en aquello que nosotros mismos nos damos el permiso de ser. Nuestro equilibrio, nuestro bienestar, está dentro de nosotros.
Debemos aprender a querernos. Si aprendemos a querernos aprenderemos a ir vaciando la mochila de todo eso que nos carga. Sabremos perdonarnos y comenzar a relativizar lo urgente, las prisas, para quedarnos única y exclusivamente con lo importante.
 
 
D/13.X
 
‘Como la vida misma’, película dirigida por Dan Fogelman e interpretada, entre otros, por Oscar Isaac, Olivia Wilde, Antonio Banderas o Laia Costa, no es una película fácil. Es triste. Historias cruzadas con un resultado inimaginable. ¿Drama romántico? No sé, podría ser. El caso es que, por no hacer spoiler, anoche la vi y no es de esos filmes aptos para terminar el día. La recomendó mi hermano y quería ver, y entender, el porqué de su recomendación: “película difícil pero con grandes mensajes.”
Realmente la película me gustó mucho, también me hizo pensar y entender. Sobre todo me hizo reflexionar sobre lo que cada uno puede percibir de una historia y el porqué de esa percepción. El porqué de lo que vemos, la respuesta que le damos, lo que nos genera, inspira o emociona, tiene que ver con nuestra experiencia en la vida convertido en creencias. Aquellos que han vivido, o viven, circunstancias vitales realmente complicadas, de esas en las que tu vida hace una especie de crack, se rompe o salta por los aires, no pueden sentir ni pensar lo mismo que aquellos que han tenido una vida donde la felicidad reina en cada rincón de su hábitat, y su mayor problema es si llevan al niño, la niña, o le niñe, a clases de piano o violín.
Todos nos emocionamos ante las desgracias ajenas, tratamos de ponernos en su lugar pero, por mucho que lo queramos, si lo hacemos desde el confort de nuestras vidas, o la buena situación económica que tenemos, jamás podrá ser igual. El que lo vive, lo vive.
Son esas mujeres y hombres, verdaderamente golpeados por la vida, esos que han vuelto a levantarse o caminar tras una derrota, tras una pérdida o, simplemente, porque han nacido en un lugar diferente, los que realmente pueden opinar sobre lo que es la vida y ese sufrimiento que lleva el sobrevivir. Los demás podremos entender los mensajes, conmovernos, pero desde la experiencia de cada uno y, sobre todo, la situación. Por eso nadie vemos las cosas, las películas, igual.
 
Dice el rabino Hillel en el Talmud que “si no miro por mí, ¿quién lo hará? Pero si sólo miro por mí, ¿qué soy? Y si no ahora, ¿cuándo?”
 
Cuántas veces hemos corrido, dejándonos el alma, tras algo alejado y externo. Pocas veces pensamos que lo valioso e importante está al lado, solo hay que querer ver.
 
Suena ‘The new thing dies’ de Ray Bull. Lo descubrí anoche y es uno de esos temas que te hacen despertar, abrir los ojos y salir a comerte la vida a pedacitos aliñados con azúcar.
 

 
D/14.J
 
El frío de la mañana me ha espabilado. Terminé tarde. Cena de trabajo no prevista. No solo me trastocó sino que tengo la sensación de hablar en demasía.
Hoy es un día importante, celebramos Junta de Patronato y es el día que defiendo, para su aprobación, los presupuestos para el próximo ejercicio. Un año más de este apasionante proyecto que me mantiene conectado, de algún modo, con lo municipal, con el ámbito local.
La reunión la hacemos en un espacio histórico y emblemático: el Ateneo de Madrid.
Día de tensiones y nervios aunque sepa que está todo preparado y perfecto.
 
Es el Ateneo de Madrid un espacio único, de pensamiento, cargado de historia e inmerso en la cultura que impregna la esencia de un país como el nuestro.
Por ahí han pasado personalidades de todo tipo, de todas las ideas, religiones y culturas.
Fui socio del Ateneo cuando era Presidente D. José Prat. Años ya de aquello. Exactamente 30 años.
Ateneo Científico, Literario y Artístico.
Volví a recorrer sus pasillos y rincones aprovechando que desarrollábamos el patronato de la Fundación.
Que las ideas no enturbien lo que es un lugar de encuentro de ideas y pensamiento. No dejemos morir estas instituciones que guardan nuestra historia. No nos dejemos llevar por extremos absurdos ni rencillas torticeras.
Defendamos la pluralidad, las ideas, la cultura venga de donde venga. Siempre será eso: cultura.
La fraternidad, lo que nos une y nunca lo que nos separa.
 
Piensa ¿cuántas veces la ansiedad te ha ayudado a mejorar alguna situación o cambiar alguna circunstancia? Ninguna
Si nuestra alma es atacada por la ansiedad seremos incapaces de tomar buenas decisiones. La ansiedad, nos la ponemos nosotros a nosotros mismos. La angustia nunca viene de algo externo, si no de tu forma en cómo vemos  lo externo. Cambiarlo solo depende de nosotros.
Marco Aurelio nos decía, “hoy me he librado de toda angustia, mejor dicho, la expulsé. Porque ésta no estaba fuera de mí sino dentro, en mis opiniones.”
 
 
D/15.V
 
Todo en el día de ayer fue correcto. Terminé contento. Realmente diría que, por primera vez en mucho tiempo, me siento contento tras un día equilibrado entre el trabajo y las relaciones.
 
No vivimos el presente porque solo estamos pendientes de lo que nos falta.
 
“No busques lo blando, no sea que encuentres lo duro”, recordaba Epicarmo, filósofo presocrático y alumno de Pitágoras, cuyo mensaje va muy de la mano con el de Hesíodo (700 aC), uno de los poetas más célebres de la Grecia presocrática junto con Homero, quien escribía que “La maldad, en abundancia incluso, uno la puede escoger con facilidad: llano es el camino y muy cerca habita. Pero, ante la virtud, sudor colocaron los dioses inmortales: largo y escarpado es hasta ella el sendero y áspero al principio; más cuando a la cumbre se llega, fácil de seguida se hace, por duro que fuera”.
Nuestras abuelas, esas señoras cargadas de la sabiduría de la vida, simplificaban el mensaje diciendo algo así: "Hijo, ve por el camino estrecho, que por el amplio y fácil siempre hay caravana".
 
Estoy cansado de estos días de pre Navidad, casi tanto como de este año. Cuando tienes el cuerpo agotado y la mente escondida en pensamientos poco positivos, lo mejor es no escribir nada.
Si normalmente uno escribe estupideces, cuando no tiene la cabeza donde la debe tener y el cuerpo espera el reposo del sentido, lo mejor que se puede hacer es vivir en el silencio y ni siquiera expulsar pensamientos para verterlos en estas páginas poco emocionales.
Si dejas que tus pensamientos y emociones deambulen a su antojo terminaras entregado a su poder y perdido en el abismo de la negatividad.
 
 
D/16.S
 
Nunca pensé que me importase tanto saber que alguien se preocupa por mí. Porque eso es lo único que me hace sentir importante. Importar a alguien es lo verdaderamente importante en la vida. Esa llamada de tu madre cuando no sabe de ti, tu hijo que cuando no le llamas te busca extrañado o esa persona para la que eres el mundo y quiere que te sientas bien para poder compartir más momentos a tu lado.
 
Tener un propósito es pactar con tu futuro.
 
“El único hombre realmente libre es aquel que puede rechazar una invitación a comer sin dar una excusa” escribió Jules Renard en sus diarios. Creo que cada vez soy menos libre porque no rechazo jamás una invitación, sea a comer, sea a tomar un vino, sea a lo que sea.
 
Vinculamos nuestra felicidad a esos ideales inalcanzables. Somos así. Dar sentido a nuestra vida abstracta que se llena de sueños.
 
Hoy ya he tenido mi dosis de lágrimas prenavideñas. Ver ‘El diario de Noa’ te hace desfallecer por dentro, analizarte y buscar todas esas sensibilidades que están y afloran en cuanto pellizcas un poco.
No es la edad lo que te vuelve más ñoño, es lo que has vivido. Todas tus historias, desde niño; esa novela que no dejarías de escribir hasta tu última respiración.
Si algún día pierdo la memoria, también me gustaría que alguien me leyese mis cuadernos, estos en los que voy guardando mi vida y a veces, sin pensarlo, mis delirios y miserias.
Qué fácil podría haber sido todo, y qué difícil lo he hecho. Cuánto me quedará todavía, que sufrir y que vivir.
 
Amor fati, dícese de 'Amor al destino'. Entendemos aquí destino como  los hechos, lo que realmente sucede. Confiar en que lo que pase es lo mejor que puede pasar, incluso si estamos en una situación incómoda, pues también en este caso, debemos pensar que seguramente aprenderemos una lección importante. Tener un objetivo y disfrutar del proceso hasta conseguirlo, enfrentándonos a los obstáculos como retos y oportunidades, nunca como amenazas. Al final del recorrido, todo tendrá un sentido.
 
 
D/17.D
 
El campo estaba hoy tapado por un manto blanco que contrastaba con un cielo azul pálido. El sol hacía llorar las hojas de las hierbas que derretían el hielo a la tierra, también acolchada. Una fuerte helada me ha sorprendido esta mañana a salir a caminar. Parecía nieve y en una de esas imágenes, que me he guardado como foto, me he quedado sintiendo que la navidad, otro año, ha vuelto a llegar.
 
Caminar. La felicidad no es la meta, aquello que se busca; es el camino que uno recorre hasta que llega. La felicidad es disfrutar del camino.
 
Decía Kierkegaard que “existen dos maneras de ser engañados. Una es creer lo que no es verdad, la otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad”.
 
Un verso vibra en nosotros si somos capaces de leerlo hacia dentro. Todo lo que hacemos hacia fuera, en la apariencia, carece de emoción porque busca agradar al resto.
 
Dijo Larra que escribir es llorar. Se llora para desahogar, para desprenderte de tristezas, para poetizar el silencio; se escribe en silencio para deshacerte de tus mentiras, descargar la pena o guardar en un cajón la culpa.
 
Conversando con los padres, mientras comíamos y veíamos el telediario, aparece la noticia de que el Papa Francisco celebra sus 87 años de edad. En las imágenes se le ve caminando de mala manera, con esfuerzo. Sin pensarlo, inconsciente, afirmo algo así como que “a este hombre se le ve mayor, no creo le quede mucho”. A lo que mi padre, contundente, a sus 82 años dice: “87 años no es estar mayor ni quiere decir que te quede más o menos vida.”
Me quedo callado. Vuelvo a la consciencia y, evidentemente, no hay más palabras en la mesa.
Me he tirado toda la tarde pensando en ese momento, en ese comentario malavenido, a destiempo. Pienso también en lo que habrán sentido ellos, mis padres. Qué poco pensamos a veces en lo que decimos y a quién se lo decimos.

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