N/6.L
Escucho atento, no me
queda otro remedio, incapaz de centrarme en lo mío, el fin de semana que han
pasado esta parejita que se sienta a mi lado, como casi todas las mañanas, a
desayunar. Él en Sevilla con su novio, ella en Madrid con su pareja actual.
Ambos hablan enérgicos mientras el aceite de la tostada les chorrea por la
barbilla. Mastican mientras hablan. Qué mal me sienta un café así.
Vivir
en paz, vivir con un propósito, es un trabajo de cada uno de nosotros. Tener
claro lo que quieres hacer con tu vida y actuar en consecuencia.
Claridad mental y
respeto hacia uno mismo te conducen a aceptar lo que eres y, con ello, a la paz
interior.
Semana de ajetreos
varios y variados. Comienzo con este pensamiento: no dejemos que nadie nos arrastre hacia lo que no queremos, eso es
decidir por nosotros.
Que nadie nos impida
llevar nuestra propia vida y que no nos quiten ni el tiempo, ni la alegría, ni
la ilusión, ni la libertad. Todo ello es de cada uno.
“¿Cuál
es la primera tarea de quien filosofa? Expulsar la opinión injustificada, pues es
imposible empezar a aprender lo que ya crees saber.”
Epicteto, Disertaciones, 2.17, 1
Apathéia: Apatía,
no se entiende en el mundo estoico como la falta de motivación, sino como esa falta
de reacción ante las situaciones. Conocerse
a uno mismo para estar en un estado mental de aceptación y gratitud y así no
dejarse llevar por las emociones. Buscar la serenidad en los conflictos y
tener buena gestión emocional. Estar emocionalmente estable.
N/7.M
“Creo
que lo que le lleva a alguien a escribir es descubrir por sí mismo una verdad;
una verdad que había existido siempre, pero que él acaba de descubrir. Le
parece tan conmovedora, que le resulta necesario contársela a todo el mundo de
forma que les conmueva en la misma medida que a él. Intenta contar esa verdad
de la mejor forma de la que es capaz. Puede que sea consciente de su probable
fracaso, de que nunca logrará referir esa verdad de una forma que les parezca a
todos los demás tan sincera, conmovedora, bella, apasionante, terrible, como le
pareció a él, pero lo intentará. Lo intentará mediante distintos métodos, a
través del estilo, pero sin pretender resultar difícil, ni oscuro, porque no
persigue el estilo, no aspira al método, sencillamente intenta contar una
verdad: la que lo perturbó tanto que tuvo que aplicarse a contarla de algún
modo que le parezca lo bastante inquietante o auténtica, o bella, o trágica a
cualquiera que la lea. Y esa es la razón
de la oscuridad: que el escritor está tratando de contar la verdad que tanto le
importa de la forma mejor y más conmovedora que puede. Ahora, si pudiera
narrar esa misma verdad diez años más tarde, tal vez se daría cuenta entonces
de que había elegido una mala forma de contarla la primera vez. Era demasiado
oscura y podría hacerlo mejor ahora, pero ya es demasiado tarde; ya ha referido
esa verdad y ahora tiene que contar otra. Y ese, creo yo, es el motivo de la
oscuridad: no se trata de nada deliberado, porque a ningún escritor le sobra el
tiempo para interesarse en exceso por el estilo o el método. La historia, la
verdad que está contando, inventa su propio estilo, su propio método.” William Faulkner, León en el jardín.
Entrevistas 1926-1962.
Un texto que sabe a
gloria, literaria.
Estuve anoche, tras
un día agotador, escuchando (y viendo) nuevamente a Luis Álvarez, en su teatro, esta vez con una charla que llevaba
como título ´Déjame vivir’. Una conferencia motivacional, con su estilo, de
alto contenido filosófico y espiritual, de esas que te dan un chute de
positivismo y, sobre todo, de emociones reales. Para alguien como yo, leído,
coach y estudioso de todo aquello que tiene que ver con la mejora de la salud
mental de las personas, nada de lo escuchado me resulta novedoso o desconocido.
Casi todos nos movemos en los mismos parámetros filosóficos o espirituales. En
cambio J, que me acompañó e invitó, amigo además de compañero en proyectos
varios, un tío positivo de los que conozco pocos, sale, como la mayoría de los
presentes, en una especie de éxtasis de vitalidad e ilusión.
No
dejes que nadie te haga sombra, es una de las ideas más suculentas
que me llevé a la cama. Si te ven
sentirte débil, agachado, inseguro cabizbajo, algunos se aprovecharán de ti y
te utilizarán en su conveniencia e interés.
Un líder sin
propósito no es líder.
Tener
los objetivos claros al despertar es la inyección de energía que necesitas.
Mantener el enfoque en lo que queremos.
N/8.X
En la tarde de ayer
estuve moderando y presentando una mesa de debate que llevaba por título ‘La participación digital en el ámbito
local’. Fue en el X Congreso de Innovación Pública Novagob que este año se
celebra en Madrid. He asistido a todos como entidad coorganizadora, desde aquel
primero en La Laguna. Al terminar la actividad lo comenté con uno de sus
impulsores, FR: “¿diez años ya?”
Pues sí, parece han
pasado diez años y aquí estamos; aquí seguimos, con la barba más blanca, pero
seguimos. Diez años no son nada, pero me
parecen tantos. Todo lo que ha pasado en este tiempo, todo lo que ha sido,
de bueno y de malo.
Mirar
lo positivo e intentar dejar aparcado, que no olvidado, aquello más negativo.
El
tiempo sin distracciones siempre será un tiempo de valor. Las
distracciones generan carga mental y cansancio. El resultado lo genera la
concentración.
Si
regresas al pasado, vivirás las mismas emociones que viviste en el pasado. Tal vez
sea porque no has cerrado heridas, porque estás arrepentido de algo que hiciste
mal o algo que no hiciste, porque haya resentimientos.
Los conflictos no
cerrados seguirán apareciendo en el presente. Siempre serás su prisionero.
No
vemos nada como es. Lo interpretamos según nuestras experiencias del pasado.
Por eso cada uno ve la misma cosa de una manera diferente.
El pasado no se puede
cambiar. Lo que sí puedes hacer es reflexionar y aprender de aquello bueno y de
aquello negativo. Transformarlo para
cambiar nuestro comportamiento.
“Si
alguien es capaz de convencerme y demostrarme que no pienso ni actúo
correctamente, cambiaré con gusto. Porque persigo la verdad, que no dañó nunca
a nadie; en cambio, sí se daña el que persiste en su propio engaño e
ignorancia.” Marco Aurelio, Meditaciones, 6-21
La
percepción siempre se deriva de los juicios. Cuando se ha juzgado veremos lo
que queremos ver, ese es el propósito de la vista.
Puede parecer
difícil, pero es posible cambiar aquello que percibimos. Está dentro de nuestro
poder. Cambiar, modificar nuestras creencias.
Tren destino a Sevilla.
N/9.J
Llegué a Sevilla
pasadas las nueve de la noche. Un día un poco de locura. Intervención en la clausura
del Congreso de Innovación Pública y, sin comer, al tren.
El viaje se me hizo
cansino, tal vez la falta de costumbre.
Dejé la bolsa de
viaje en la habitación y salí corriendo, hambriento, a esa cena de picoteo que
me esperaba en uno de mis lugares favoritos: La flor del Toranzo. Una bellísima
mantequería, de origen cántabro, que nos surte de unos emparedados y papas de
todo tipo. Excepcional el emparedado de ‘pringá’, el de picante con caballa; un
gustazo el lomo, los rollitos de anchoas o de bonito. En fin, se me saltan las
lágrimas solo de pensarlo.
Después me dejé
llevar al gintonic. Ahora me arrepiento un poco aunque no de ese buen rato que
pasé, con esos dos mallorquines, que sostenían la barra mientras se inyectaban
en vena varios vodkas con naranja. Iban a morir por España, alardeaban.
Caminata antes de la
jornada. Nublado. Una especie de finas gotas que se enredan en mi barba.
Avenida de la Constitución hasta el puente de San Telmo que lo cruzo para coger
la calle Betis a orillas del Guadalquivir. Vuelvo a cruzar por el Puente de
Isabel II, puente de Triana. Subo por la calle Reyes Católicos y voy hacia la
Plaza de las Setas que me parece un lugar fantástico. Tomo otro café. Lloviznea
algo más. Voy hacia la Plaza del Buen Suceso y de ahí tiro por Pérez Galdós
hasta la calle Villegas que la recorro para coger la calle Álvarez Quintero y
meterme hacia la plaza del Ayuntamiento. Sinceramente, una feliz y agradable
caminata.
Escribe Jesús Quintero, y recupero aquí en esta
ciudad, en su ‘Memoria del silencio. El mundo desde la colina’ que “no gastes demasiadas energías en cosas que
no te van a hacer más feliz ni más sabio. Da la vida gratis, si te apetece,
pero no aceptes sobornos. No te dejes matar por nada ni por nadie que no hayas
elegido tú mismo. Si estás en un bache, procura salir cuanto antes. No
renuncies a lo que es tuyo, si no es por generosidad. No te rindas mientras te
quede un cartucho de vida. Si tu destino se empeña en llevarte la contraria, tú
sigue tu camino y déjalo que se pierda por su cuenta. Recréate en los
detalles”.
Brillante.
Podemos transformar
cualquier experiencia, por muy negativa que haya sido, en un aprendizaje, en
una verdadera historia de superación y no de fracaso. Extraigamos esas lecciones
que nos ayuden a tomar mejores decisiones en el ahora y en un futuro.
Almuerzo de trabajo
en la Barbiana, otro de esos lugares, templos, a los que siempre vuelvo cuando
estoy por aquí. Creo no he dejado de venir nunca. Se puede tapear en la barra (a
veces, si estoy solo, lo prefiero) o comer en el interior. Es un lugar seguro,
siempre hay un par de guisos y también se fríe bien (que no es tan fácil). La tortillita de camarones es un clásico junto a
una magnífica manzanilla Barbiana en Rama. Esplendor
en la gloria.
Terminar
lo que empezamos es una forma de desarrollar la fuerza de voluntad y de
centrarnos en realizar una cosa a la vez.
Conversaciones. Me
hacen pensar que hay cambio de estrategia, claro, por parte de quién meses
atrás pretendía un enfrentamiento.
No perder de vista.
No confiar.
Presagiamos en ocasiones
aquello que no sabemos si ocurrirá, convirtiendo nuestro presente en una
especie de malestar absurdo que, en la mayoría de los casos, no obedece a ningún tipo de fundamento lógico.
Somos
esclavos de nuestros pensamientos y mientras que así sea somos seres muertos
que deambulan según marca su mente.
Me niego una y otra
vez a esto y, lo reconozco, me dejo llevar por esos pensamientos de futuro que
nada tienen que ver con lo real: el presente.
Nuestro presente es
el ahora, lo de ayer fue ayer y mañana... ¿quién sabe mañana? ¿Sufrir por lo
que posiblemente ocurrirá mañana, cuando ni siquiera sabemos si viviremos más
allá de este instante no será sufrir dos veces? ¿O sufrir sin necesidad? Sí.
Deja
que los versos te acompañen en este día, ayer pasó y mañana no sabemos si será.
N/10.V
He madrugado. Algo
cansado. Ayer dediqué la tarde a patear estas calles andaluzas; ciudad bella,
acompasada. Degusto esas conversaciones que poco a poco iré analizando, reflexionando, sobre todo lo que me concierne, que no es
poco.
Me cuesta comprender
cómo unos resultados han conspirado para convertirme de enemigo a batir en amigo
de conveniencia.
Tiempo tendré de
desahogarme en estos cuadernos.
Nos
ocurre que el cuerpo te pide rebelarte, gritar, protestar. En cambio la edad te
hace pensar, calmar y recordar las veces que te has metido en charcos de los
que nadie te ha ayudado a salir.
Saber
dónde estamos en cada momento es lo mínimo para no perder el equilibrio y
caerte.
El equilibrio está en
el centro, no en los extremos. Si te mueves de allí te desequilibras y caes.
Hay veces que nos
toca mojarnos, en otras guardar la ropa.
Un mal momento en la
vida es difícil, agradécelo, significa que algo debes aprender. Lo importante no es ser fuerte, es ser
invulnerable.
Toda la mañana
hablando, en Sevilla, sobre Ética pública, integridad y buenas prácticas en los
gobiernos y administración. Y justamente, o casualmente, ayer, un señor que
será presidente del gobierno a cambio de votos prófugos, traiciona a España y
los españoles, firmando un pacto con aquellos que años antes promovieron un
golpe de estado en nuestro país. ¿Ética pública? Inmoralidad pública, diría.
Aristóteles definió
la tiranía como el sistema político
donde un gobernante absoluto incumple las leyes vigentes; añadió, de paso, que la tiranía es por eso mismo el peor, más
corrupto e injusto de los sistemas políticos.
Hacia ahí vamos
dirigidos.
¿La
Biblia es un libro religioso? Sí. Lo puedes leer desde un punto de
vista cerrado, cegado por una religión, la católica, pero también de una manera
abierta, dejándote llevar por sus historias, su sabiduría, su simbolismo. Así
lo leo, así vuelvo una y otra vez sobre todo porque Jesús fue uno de esos
maestros de vida que, como tantos, entre unos y otros han ido denostando o mal
utilizando por intereses espurios. Incluyo a la iglesia, esa institución
casposa, en estas afirmaciones mías.
Hay una parábola que
me gusta bastante aunque diría que esconde un significado diferente al que se
le da. Dice así:
“En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Un hombre, al irse de
viaje, llamó a sus empleados y les dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó
cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su
capacidad. Luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a
negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó
otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió
el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos
empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había
recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco
talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco». Su señor le dijo: «Muy bien.
Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un
cargo importante; pasa al banquete de tu señor». Se acercó luego el que había
recibido dos talentos, y dijo: «Señor, dos talentos me diste; mira, he ganado
otros dos». Si señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor;
como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de
tu señor». Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde
no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento en la tierra. Aquí tienes
lo tuyo». El señor le respondió: «Eres un empleado negligente y holgazán.
¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues
debías haber puesto mi dinero en el banco para que, al volver, yo pudiera
recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene
diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le
quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las
tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»”.
Me suena mal el tono
moralizante de esta parábola, que parece nace más de un ambiente socialmente
interesado que de la sabiduría de Jesús. Es posible que tal vez nazca de los
responsables de la primera comunidad de discípulos, preocupados tal vez por
inculcar un comportamiento exigente.
La
educación basada en la exigencia conlleva riesgos graves. Por
ejemplo, poner el acento no en la gratuidad, sino en el mérito. Esto produce,
casi inevitablemente, una actitud de
orgullo, de comparación, de juicio y condena.
La
exigencia -así entendida- alimenta al ego, comparándose con otros y creyéndose
merecedor de recompensa.
Cada persona hace en
todo momento lo mejor que sabe y puede. No hay lugar para el orgullo ni para la
culpa, pero tampoco para el “premio” o el castigo ni, en último término, para
un ego que busca apropiarse de la acción.
Hacer
sin interés. Hacer lo que se cree se debe hacer en cada momento. Hacer de
manera voluntaria.
N/11.S
Tomo café. Espero que
amanezca mientras un cielo gris, brumoso, completamente encapotado predice un
día de campo ventoso.
Llegué a casa, del
viaje, pasadas las diez de la noche. Acosté con la intención de madrugar.
En mis campos consigo
ordenarme.
Saber
gestionar los conflictos es requisito imprescindible ara el liderazgo.
Minaya. Viento.
Sensación más fría aunque la temperatura no está del todo mal.
Era Pemán quien
escribió que el concepto maquiavélico de la “razón
de Estado” no es otra cosa sino una
‘real gana’ para que el que gobierna pueda hacer cómodamente según sus
intereses, conciencia y sin moralidad alguna.
En nuestra España
está ocurriendo eso. Alguien, para su conveniencia e interés, está hipotecando
a todo un país, con excusas que ni el mismo cree porque tiempo atrás, poco,
propugnaba exactamente lo contrario. Conseguir el poder como sea, cueste lo que
cueste.
Tensión
social. ¿Hasta cuándo?
Cuando comenzábamos a
salir de paseo, en el pueblo, de pequeños, mis padres nos daban unos duros. No
más de 25 pesetas.
Bajábamos al paseo mi
hermano y yo, al bar de César, con el amigo A, nos sentábamos en una mesa y
pedíamos unas banderillas y unas caseras. Nos sentíamos mayores.
Echábamos un futbolín
y con lo que sobraba, comprábamos donde Michi alguna golosina y, no mucho
tiempo después, algún cigarrillo.
Salgo a caminar por
estos campos. Los cielos están preciosos con esas nubes enredadas.
El viento me frena. Me
incomoda el movimiento. Me impongo y venzo, no me dejo doblegar. No quiero
perder este silencio.
Al entrar en el
patio, esta mañana, había unas ramas, grandes, del almendro, caídas en el
suelo. Parece que esos vendavales que vinieron hace algunos días las arrancaron
de cuajo. Es increíble la fuerza con la que debió arremeter en este paraje. Son
como mi brazo, las partió.
“Los
animales son felices mientras tengan salud y suficiente comida. Los seres
humanos, piensa uno, deberían serlo, pero en el mundo moderno no lo son, al
menos en la gran mayoría de los casos. Si es usted desdichado, probablemente
estará dispuesto a admitir que en esto su situación no es excepcional. Si es
usted feliz, pregúntese cuántos de sus amigos lo son. Y cuando haya pasado
revista a sus amigos, aprenda el arte de leer rostros; hágase receptivo a los
estados de ánimo de las personas con que se encuentra a lo largo de un día
normal.” Bertrand
Russell
Discutir
con alguien que te importa mucho no es lo mismo que hacerlo con quien ni es
nada tuyo ni te importa en absoluto.
Depende con quién,
deberíamos de callar, aunque creamos llevar la razón.
Es
cierto que no todo lo que parece es, ni todo lo que es, es lo que parece.
Tampoco en la
normalidad de los días sabemos apreciar lo que tenemos frente a nosotros y,
simplemente, cuando no lo tenemos es como si nos faltase el aire.
Miro ahora mismo,
tras la ventana, y me dejo llevar por estos cielos que han decidido pintar de
un color anaranjado el final del día. El viento vuela.
¿Es
lo que tenemos? ¿Es lo que queremos? Depende para quién.
Me siento dueño de
estos cielos, de este viento y este ocaso del día. Lo comparto con todo aquél
que quiera sentir esa propiedad universal, que es adueñarse de la belleza de lo
natural. No todos lo valoran ni todos lo quieren.
Sales de la ciudad al
encentro con lo humilde, que va quedando en estos pueblos inacabados, que no
crecerán más, simplemente van despojándose de almas al calor de esas lumbres
que ya imperan.
Sales de la ciudad
espesa, donde todo pasa, todo se confunde, todo te pierde. De pronto, te das de
bruces con el campo; con ese campo nuestro en el que un vómito de viento
frío te hace volver a la realidad, esa realidad que nunca se va porque siempre
está.
Aquí
caminas, reflexionas, piensas. Entiendes que tenemos demasiado apego
a las cosas. Eso nos llena de sufrimiento y termina por convertirse en un
obstáculo en nuestra felicidad.
El
ego es nuestro peor enemigo, lo dice la experiencia.
El
ego es el autor de todas y cada una de nuestras desgracias.
Hoy en el bar, tomando
el café, contemplaba desde la barra a cada uno de los que se sientan en el
salón, que conozco desde que soy pequeño. ¿Qué saben estos de egos? ¿Qué
les importa a ellos el ego? Tienen su baraja, tienen unos euros para pagarse su
café, su cerveza y algún chupito… ¿qué más?
Ese ‘más’ es lo que
exigimos y nos exigimos los de fuera de aquí. Los que nos creemos grandes, más
grandes.
Atendemos a nuestras
críticas, externas e internas. Nos exigimos. Fallamos. Volvemos a fallar.
Caemos, subimos. Joder.
¿Acaso sabemos qué
estamos haciendo con nuestras vidas?
¿Sabemos de nuestras
prioridades?
¿Hemos decidido qué
podemos hacer con el tiempo que nos queda por vivir?
¿Tenemos claro qué
queremos?
Vemos a los demás y
les juzgamos, o criticamos, por sus decisiones. Pero ¿nosotros tomamos decisiones para nosotros?
En estos cielos me
quedo. Son míos, pero los comparto. Todo aquél que lo desee solo tiene que
pararse un segundo y contemplar. Llegar a estos caminos de todos y de nadie.
Sentar un momento en la linde. Dejarse llevar por el silencio. Contemplar las
nubes, el sol, luna y las estrellas.
Mirar a un lado y otro. Olvidar lo malo y lo bueno. Dejar el pasado atrás.
Simplemente sentir el Aquí y el Ahora. Mañana... ¿quién sabe?
N/12.D
En este mundo reina,
cada vez más, el individualismo y el egocentrismo. Todos tratamos de imponernos frente a los demás. Pocos se paran a
pensar en las consecuencias de sus actos, esos que pueden herir al otro.
Deberíamos aprender a
ver, a escuchar, a sentir de verdad. Será la única manera de entendernos como
seres humanos.
De esas tardes de
domingo, en las que uno no hace otra cosa que envolverse en pensamientos, reflexionar sobre lo bueno y lo malo de su
vivir, de su caminar.
Más tardes así corrigen,
sin duda, mi dirección.
Si
no hay prisa, para qué correr. La calma, la lentitud, también es una manera de
buen hacer.
“A ti te parece
pequeño todo lo que tienes; a mí, todo lo mío grande. Tu ansia es insaciable;
la mía está saciada.” Epicteto
La
confusión en las ideas y pensamientos provoca incertidumbres.
Las incertidumbres
suelen convocar la ansiedad y la ansiedad te produce una falsa respiración y
bloqueo.
Son síntomas claros
de no estar en equilibrio. Cuando se está en equilibrio todo debate intelectual
se resuelve con acierto, al menos la mayoría de las veces.
No es bueno, ni
aconsejable, tomar decisiones en momentos de confusión o incertidumbre. Uno se
deja llevar por la pasión e igual que puede acertar puede volverse a
equivocar.
En casi todas las
decisiones el corazón tiene un importante componente de irracionalidad y
subjetividad; aunque siempre he pensado que una decisión equivocada, tomada
junto al corazón, siempre es menos equivocada que una decisión dirigida desde
un subconsciente envuelto en creencias limitantes.
Vuelvo a mis
controversias sobre el Yo. Reflexiones que me llevan de un lado a otro tratando
de encontrar la esencia del ser. Cada uno la suya. De ahí el peligro de
autoanalizarnos.
Creo fundamental examinarnos diariamente. Analizarnos y
prestar atención a nuestro yo. Estar atentos a nuestros pensamientos, a qué nos
ilusiona, motiva o desmotiva. Todo, finalmente, se refleja en el exterior. Todo
es cambio y mejora personal. Todo es posible.
Nuestro
yo de ayer es totalmente distinto a nuestro yo de hoy. Darnos
cuenta de nuestra transitoriedad debería hacernos pensar en el no aferramiento
a las cosas, en el no tener y llevarnos más hacia el vivir. No llegamos a vivir el presente si estamos pensando
que mañana será mejor que hoy.
Debemos plantearnos
objetivos básicos que nada tengan que ver con el 'ser y el tener', sino con
mi Ser.
Deberíamos
marcar una prioridad en nuestras agendas: NOSOTROS.
Nuestro subconsciente
determina el 90% de nuestra vida. Y nuestro
subconsciente lo forman nuestras creencias, y nuestras
creencias condicionan nuestros actos. Por lo tanto, es responsabilidad
nuestra cambiar nuestro subconsciente para provocar los cambios que necesitamos
en nuestra vida.
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