Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 5

 
O/2.L
 
A veces, me acuesto buscando sueños agradables que conviertan mi noche en una especie de película de cine, a ser posible con final feliz. Cuando despierto, como hoy, tras haberlos encontrado, aunque recuerde pocas escenas, ya estoy pensando en volver a acostar, volver a ese cine inconsciente por el que la mente te lleva, entre personajes casi siempre desconocidos, otras no, con un protagonista que no dejas de ser tú.
 
El propósito de nuestra vida es obtener satisfacción o felicidad y evitar a toda costa lo opuesto: insatisfacción y sufrimiento.
Lo externo, por mucho que sea, nunca es suficiente para mantenernos satisfechos ya que, si no contamos con lo interno, con nuestra mente, no podremos obtener la auténtica paz, que es la auténtica satisfacción que reside en el interior de cada uno.
 
Elige tu actitud frente a la vida. Solo tú puedes. Todo lo que te depare, tanto si ocurre por decisión tuya como si es debido a otras circunstancias que no controlas ni pues decidir. Contemplar, ver,  entender la realidad. Aceptarla y caminar. Transformarte. Cambiar.
 
“¡Muéstrame a alguien perfecto! Ya que no puedes, muéstrame al menos a alguien esforzándose continuamente por conseguirlo.” Epicteto
 
Estamos donde estamos por una combinación de circunstancias y decisiones tomadas. Todo no lo controlamos, quiere decir que debemos contar con lo imprevisto.
 
No he llegado tarde a casa, tras un día algo pesado. Me ha dado tiempo a pasear por esos diarios de Chirbes, ‘A ratos perdidos’, que con tanta maestría nos secuencia los últimos años de su vida. También me he dejado caer por las ‘Meditaciones’ de mi amigo Marco Aurelio, a las que no llegaba desde hace un tiempo, aunque vaya guardando por aquí esos textos suyos que hago míos.
Así he visto anochecer. Así me he calmado, tratando de ignorar no buenos pensamientos, desconfiados, confusos.
 
La hermana va a tener un bebé. Volveré a ser tío, por parte de la hermana pequeña. Una de las noticias más felices y emocionantes de estos últimos tiempos. Los abuelos han absorbido la alegría de todos.
 
 
O/3.M
 
Todos los días coincido en el tren con la misma pareja de jóvenes. Parece que estén casados. Van en pie, apoyado el en las puertas y ella enfrente, sin despegarse, abrazados. Hablan y no dejan de hacerse carantoñas, acariciarse, sonreír, mirarse embobados. No dejan espacio a que nada ni nadie se interponga entre ellos. Están como en una burbuja, ajenos a miradas. Generan cierta envidia, añoranza, nostalgia entre los que les rodeamos, absortos ya en las tareas del día. Me gustaría verles dentro de unos años, saber si continúan así, enganchados el uno al otro, acompasados con el balanceo del vagón. Dentro de unos años, cuando esa pasión romántica, juvenil, pura, desaparezca; cuando lo que surja sean los defectos del otro y lleguen los reproches y el cansancio al que nos lleva esta vida de deseos pasajeros y haga saltar todo por los aires. O tal vez no. Tal vez sean esos que aguantan las tempestades,  que hacen de su vida en común un sólido refugio frente a los males y tentaciones que tienen infectada esta sociedad, cada vez más extrema, frente a los verdaderos valores.
 
Ten suficiente disciplina para mantenerte concentrado.
Ten valor para empezar.
Ten confianza para resolver esos problemas que te vienen.
Paciencia porque no siempre podremos ver nuestro progreso.
Se persistente, sigue adelante, incluso esos días oscuros.
 
Casi todos nos ponemos en guardia y comenzamos a ser algo interesantes, cuando la vida nos suelta una leche. Ponte en alerta antes y así se la devuelves.
 
“El fracaso es no tener el coraje de intentarlo, nada más y nada menos.” Robin Sharma
 
Sorollar: zarandear un árbol para que caigan los frutos de sus ramas.
También se dice ajorritar, jorritar y remanar para hacer caer los frutos agitando un árbol.
 
He almorzado tan bien, entre P y M, amigos de batallas y trincheras, que me enturbia el estado pasarme por aquí a desahogar y desdecirme.
Sí, finalmente le he prestado dinero. Ni quería ni me viene bien. Es un amigo de los de muchos años y la casualidad ha hecho que su hija y mi hijo se crucen también en amistad. No es cantidad que me complique, voy a creer en su palabra. No pienso que sea la mejor solución pero, al menos, nunca me quedará esa carcoma por dentro de no haberle echado una mano. Solo espero que se espabile y arranque. Lo que yo no haría nunca, si fuera él, es perder lo único que tengo por unos euros: un amigo.
 
A veces me gustaría estar mucho más en las nubes.
 
 
O/4.X
 
Ser pobres en tiempo no es no tenerlo, es que el que tenemos lo utilizamos mal o, al menos, no lo utilizamos para cuestiones importantes. ¿A qué damos importancia?
Madrugo mucho, lo pensaba esta mañana, y otros lo hacen todavía más. Me acuesto pronto, cada vez veo menos la tele y sí los libros quedan desparramados por la cama cuando los ojos se me cierran. Entre medias, desde que me levanto hasta que me acuesto, no hago todo lo que quisiera hacer porque no lo puedo estirar más, el tiempo. A la mínima, como ayer, llego a casa para meterme directamente en la cama porque pretendo dormir esas horas para estar en equilibrio al día siguiente.
 
Tú quiérete, tú valórate, ámate encada una de esas dificultades que se presentan y no necesitarás ninguna palmadita en la espalda para sentirte bien. Debes ser tu mejor compañero, así ninguna manipulación te destruirá.
 
Hay un dicho japonés que dice así: “si sientes que vas a perderlo todo, recuerda, los árboles pierden sus hojas cada año, aun así permanecen rectos esperando que vengan mejores días.”
 
No hay malas personas, hay personas que verdaderamente están mal.
 
Valora lo que tienes y reduce tus deseos. Hay una fórmula por ahí que es la fórmula de la satisfacción en la vida: satisfacción = lo que tienes / lo que deseas. Muchos, la mayoría, tratan de incrementar lo que tienen sin dar prioridad a lo que realmente importa y deducir lo que desean. Es al revés. Desecha lo que deseas y descubre lo que ya no necesitas. Quédate con lo que importe.
 
La incertidumbre nos va a acompañar siempre, lo queramos o no. Solo hay una cosa cierta: moriremos algún día. Tampoco sabemos cuándo. Aprender a vivir con la incertidumbre es nuestro reto, como lo es preguntarnos constantemente lo que depende de nosotros en cada situación.
 


 
O/5.J
 
 
Esta mañana, mientras caminaba por esas calles todavía nocturnas, temprano, me hacía esas preguntas recurrentes que me vienen en los últimos tiempos: ¿para qué? ¿es esto vivir? ¿así? ¿corriendo, estresado, pensando continuamente si puedo llegar a fin de mes, pensando en lo que tengo que ganar más para poder seguir viviendo?
Es cierto que estamos  vivos pero ¿vivimos realmente?
Vivimos en un estado de crisis constante, a velocidad de rayo, sin tiempo ni siquiera para pensar. No es una crisis financiera, o social, es una crisis de identidad individual. 
¿Sabemos cuál es nuestro propósito? ¿Sabes la respuesta?
“Los dos días más importantes de tu vida son el día en el que naces y aquel en el que descubres el por qué has nacido.” Mark Twain
Cuando estemos en el lecho de muerte, cuando ya no haya marcha atrás, o cuando una persona cercana a nosotros fallece, nos hacemos siempre las mismas preguntas: 
¿Ha valido la pena? 
¿Ha tenido algún sentido estar por aquí? 
¿He vivido la vida que deseaba?
¿Por qué no nos hacemos más a menudo estas preguntas, mientras vivimos? ¿Por qué no nos paramos unos instantes a reflexionar sobre ello y contestar?
¿Nuestra vida tiene sentido?
¿Cuál es nuestra misión?
¿Qué es el éxito vital para ti? A lo mejor el mayor fracaso que podríamos tener en la vida, del que es difícil recuperarse, es haber sido quien no teníamos que haber sido.
Estos días de atrás, he tenido la oportunidad de charlar un rato con un amigo que hacía tiempo no veía. Una de esas personas que no dejan indiferente a nadie por su capacidad reflexiva y de provocar, con preguntas, respuestas que a veces nos es difícil encontrar. Me comentaba que con los años, y es bastante más joven que yo, está comenzando a relativizar todo y que su única preocupación es buscar su misión en la vida, su propósito: su propio yo.
El propósito de vida es la expresión de tu ser existencial, tu yo. Y cuando haces lo contrario es cuando tu vida carece de sentido, te pierdes.
Todos, absolutamente todos, tenemos un propósito en la vida: nuestro propósito. Está ahí. Debemos parar y buscarlo.
Vamos corriendo de un lado a otro, nos llenamos de problemas, no tenemos calma. Comemos deprisa, bebemos deprisa, nos tiramos hasta las tantas viendo programas absurdos de televisión para madrugar, con sueño, enfadados, y vuelta a la rutina.
¿Disfrutas así?
Nos llevan las modas, las ideas del resto, la competencia, la envidia, el ego.
Calma. Silencio. Soledad. Mira dentro de ti.
Vuelve a ti. Recupérate. Busca el silencio, piensa. Te encontrarás; encontrarás tu propósito de vida y comenzarás a sentir esa paz interior tan necesaria.
Podemos seguir invirtiendo nuestras vidas en trabajos, para ganar lo suficiente y así poder pagar todas las facturas que tenemos y tomar unas copas de vez en cuando, o podemos hacer algo diferente, algo que quede: nuestra misión.
¿Por qué no escribimos nuestra historia de una puñetera vez, no permitimos que otros la escriban por nosotros, y dejamos de quejarnos sin hacer nada para cambiar?
Cuando descubres tu propósito vuelves a confiar en ti.
Eres único, tienes un poder inmenso, pero tienes que escuchar tu alma. Tienes que preocuparte de ti, amarte, para luego ofrecer ese amor en su máxima pureza a los que te rodean.
Escúchate. Siente las señales de tu cuerpo. Sé tú. Abraza el Presente. Encuentra lo que quieres. Revoluciónate.
No pienses en lo que vas a obtener, piensa en qué puedes ofrecer a los demás.
Tu propósito vital es tu brújula.
Mira hacia dentro. ¿Qué te hace feliz en la vida? ¿Qué te motiva? ¿Qué te enfada? ¿Qué lees? ¿Con qué te sientes realizado? ¿A quiénes admiras?
¿Cómo te gustaría ser recordado?
Tu propósito tiene un punto de partida. Puede ser ahora.
Tienes todo el poder para reinventarte, para cambiar, para definir tu propósito y compartirlo con los demás.
Decide qué quieres, ese es el primer paso para alcanzarlo.
"Lo que el hombre realmente necesita no es un estado de relajación, sino la lucha y el desafío de una causa que merezca la pena. Un propósito elegido libremente" Viktor Frankl
 
Todo final siempre es un comienzo, la única diferencia es que en ese momento no lo sabemos.
 
 
 
O/6.V
 
Es verdad que la vida nos trae constantemente oportunidades para crecer y mejorar. Confiemos en que vendrán cosas mejores, personas que enriquecerán nuestra vida y tiempos mucho más brillantes.
Mantener la mente abierta y en positivo y recibamos todo lo bueno que el futuro nos tiene reservado.
 
“Es conforme a la naturaleza rodear de afecto a los amigos y alegrarse del progreso de ellos como del propio; porque, si tal no hiciéramos, tampoco permanecería firme en nosotros la virtud que mantiene el vigor ejercitándose.” Séneca
 
Luchamos contra nuestros propios desajustes mentales. Sabemos de sobra cuando hacemos las cosas bien y cuando, simplemente, dejamos de hacerlo. Y sabemos lo que debemos hacer y no hacemos. Todo es una especie de contradicción vital.
 
 
O/7.S
 
Debemos comprender que las cosas pueden no salir como deseamos, por lo tanto, no nos apeguemos al resultado, aceptémoslo con serenidad y volvamos a comenzar.
 
Una solución vieja difícilmente resuelve un problema nuevo.
 
¿Quiénes hablan o escriben sobre liderazgo? ¿Líderes? En su mayoría teóricos que en muchos casos no han liderado ni gestionado organizaciones, empresas, instituciones, ni siquiera han sido presidentes de su comunidad de vecinos. Eso sí, se denominan ‘académicos’ y por ello dueños del saber.
 
“Escribiendo se te aclaran las ideas y los sentimientos. Es como poner orden en una habitación revuelta: las cosas siguen estando allí, no son mejores ni peores que antes y pueden ser demasiadas para una habitación pequeña, pero al menos las ves con claridad”.
Deseos, de Marina Mayoral
 
Suena ‘Tu enemigo’, de Pablo López, en una versión en directo, piano y voz.
 
Inepcia. Cualidad de necio. Me encanta este palabro.
 
El día está siendo particularmente agradable, como lo son estos sábados que pasamos en la casa de aquí. Sin mucho movimiento. Correr en la mañana, café y prensa, compra, cocinar, alguna película juntos que se alarga en la tarde, lecturas, cena, otra peli con un vino y a dormir.
‘¿Por qué no salís?’, diría alguno. Porque estoy a gusto en casa, con mi hijo, con mis libros, con mi perra pegada a mí. Porque no paro de lunes a viernes, entre una cosa y otra. Porque no tengo tiempo de aburrirme. Porque necesito calma.
 
 
O/8.D
 
El otoño, todavía recién iniciado, nos despierta con unos amaneceres tardíos pero lucidos por un sol y una temperatura que anima a salir caminando.
 
“La vejez ideal: tomar conciencia de una bajada tranquila, de un paseo hacia la despedida. Certidumbre definitiva de que uno no tiene ni idea de nada, humildad liberadora, claridad en la palabra,  generosidad en los afectos. Reconquistar la inocencia y mantenerse dignísimo: presumido, puntual, aseado, ligero.” Marta D. Riezu
 
Meditar caminando nos aporta serenidad. Defiendo el caminar, la caminata, como un ejercicio saludable del que es difícil irte a casa con una lesión, sí con una sensación de paz y una mente mucho más limpia de esos pensamientos que nos intoxican diariamente.
El paso consciente, presente, nos permite liberarnos de toda esa mierda, que en forma de pensamientos, agota nuestra mente.
Paz, serenidad, alegría. Reducción del estrés y la ansiedad.
 
Ahora que se han marchado, que el vacío invade todo como cada tarde de domingo, escribo para pensar, es una forma de ordenar todo este pensamiento mío, que se va escurriendo entre mis dedos hasta que llega la noche y se apaga.
Se está bien en la terraza, el sol se ha escondido prácticamente. Aquí escucho el ruido, ese que solo en determinados momentos me apetece. Luego me apagaré en silencio, entre lecturas.
 
La vejez es una etapa de la vida heroica. Ni me siento mayor, ni me siento viejo, ni siquiera siento que me haya acercado a esa etapa. De hecho ¿cuándo comienza la vejez? Si llamase a mi padre ‘viejo’, lo sentiría como un insulto, una ofensa, y él, al menos, tiene la suerte de haber pasado con éxito los ochenta. Otros no sabemos si envejeceremos así.
 
 
 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 34