Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 7

 
O/16.L
 
Las cosas son diferentes dependiendo de cuándo y cómo las miras. No cabe duda.
Encontrar la dirección adecuada no es fácil, cuesta bastante, pero es algo fundamental antes de  comenzar a caminar.
 
“El que ignora quién es y para qué ha nacido irá de un lado a otro sordo y ciego pareciendo ser alguien pero sin ser nadie.” Epicteto
 
Sé que vivir en el pasado es vivir en una cárcel, prisionero de esos barrotes de culpabilidad.
Viviendo en el pasado vivimos en esa ilusión de lo que no existe y nos negamos la posibilidad de corregir los errores cometidos.
En el pasado no se perdona, ni a uno mismo.
 
Todo en la vida sucede por algo. Los errores o fracasos, los éxitos y los aciertos. Cuando todo va bien o cuando algo se tuerce. Lo que importa es recoger lo bueno del camino y dejar que lo menos bueno, marche.
 
Las ciudades son eso: olor a asfalto y hormigón aderezados con cientos de luces donde nosotros, esos humanos, nos apretujamos cada vez más, buscando ese pequeño espacio donde lo improbable es ser feliz. Yo soy parte de este mundanal ruido desde que llega el lunes; todavía oliendo a viento, tierra húmeda y leña. Si pudiera guardaría esa esencia en frascos de cristal, los iría esparciendo por aquí, sobre el cemento y el asfalto.
Esta mañana, en el tren, no podía moverme de la gente que había. Trataba de guardar el equilibrio, mientras el codo de otro pasajero se me clavaba en el costado y el olor a sudor, de la mañana, de las ropas de trabajo de otro que no podía estar más pegado a mí, me revolvía el ánimo. Así vamos los que cada mañana, privilegiados y agradecidos, viajamos en transporte público a nuestros trabajos. Esta sensación de urbanidad poco poética, después de cuatro días en el campo, donde si no quieres no te encuentras con nadie, supone un shock vital.
Traté, en el vagón, de leer unas páginas de la nueva novela de Jabois, ‘Mirafiori’. Pegada la nariz al papel. He optado por desechar la idea. Ya llegará la noche.
 
Vengo a seguir un camino estoico, entre budista y masónico, para Ser. Pero eso es lo más complicado, Ser.
Pido perdón cada día a todos aquellos a los que he hecho daño, espero que el tiempo, si lo hubiere, llegue a enmendar cualquiera de mis errores.
 
Soy un tipo raro, me adapto a todo sin ni siquiera tener el deber de adaptarme. Lo hago. Comodidad interna.
Pensaba, casualmente, en esas cosas que posiblemente me queden por hacer. Cosas que, además, quiero sientan las personas que me importan.
 
Llegar tarde puede ser una virtud cuando se trata de escribir.
 
 
O/17.M
 
La historia nos enseña muchas cosas. Leer, estudiar historia nos sirve, entre mucho, para darnos cuenta que no hemos aprendido nada.
Demasiados conflictos abiertos en el mundo, demasiadas crisis que reflejan la falta de unos liderazgos sólidos.
 
"No pretendas que lo que ocurre ocurra como tú quieres, sino quiere que lo que ocurre ocurra como ocurre. Así el curso de tu vida será feliz". Epicteto.
 
Tenemos una vida para vivir, única y exclusivamente una. Cada uno la suya, pero todos contamos con una. Decide qué es lo que quieres en tu vida. Podría ser dinero, tranquilidad,  tiempo,  disciplina, riesgo...lo que tú quieras. Tras tenerlo claro solo tienes que diseñar estrategias que te ayuden a llegar hasta ahí. Primero reflexión, luego acción.
 
 
O/18.X
 
Si los compromisos me vencen, termino por convertir mi vida en un extremo poco apto para lo literario.
No escribo, no estudio, no leo y sí me envuelvo en una especie de caos sin fin que no deja que arranque como se debe.
Contaba con que esta semana sería ajetreada, pero no tanto. Estamos a miércoles y ya he superado los extremos en los que la vida me enloquece. Yo con ella.
 
“No pierdas el tiempo en discutir. La palabra la tienen todos. El buen juicio, solo unos pocos.” Catón “el Joven”
 
Solo nos damos cuenta de lo absurdo que somos tras habernos comportado como absurdos.
Estos días en los que el trabajo me vence, que por una u otra cuestión debo alternar en lo nocturno y que, en cambio, me he de levantar, porque sí, a la misma hora de siempre, sin olvidar que soy el último en ir a dormir, pienso en que lo que hago no hace ninguna falta que lo haga. Extraño. Solo me queda el ir acostando a todos, tapándoles y dándoles un beso de buenas noches. No hace ninguna falta, joder. Nadie lo hace por mi ni me van a pagar más porque yo lo haga. En cambio, parece he de ser siempre el último en ir a dormir y el primero en levantar. No sé si responsabilidad o gilipollez.
 


 
O/19.J
 
Solo cuando estoy cansado me doy cuenta de lo que influye, lo que resta, en mi estado de ánimo. Todo parece mucho más difícil y nos hace vulnerables. No hay que tomar decisiones si tienes la mente nublada y el cuerpo cansado.
 
Está todo tan cerca cuando hay silencio. Ahí está nuestro auténtico yo.
 
“Sufrimos más en la imaginación que en la realidad.” Séneca
Esta frase, del amigo Séneca, es una de las que me acompaña siempre y recurro a ella cuando tengo momentos de inestabilidad.
Cambiar la manera de pensar.
Enfrentarte a tus miedos.
Aceptar tus errores y no juzgarte.
Soportar el dolor y entender que todo tiene un propósito.
Escribir un diario.
Tener en cuenta que tú no eres tus pensamientos.
La felicidad es el fin último de la vida: virtud y sabiduría.
No justifiques todo lo que haces. Simplemente vive para ser feliz.
Cuerpo y mente son uno. Cuida de ambos.
No te obsesiones con el futuro. Lo que deba ser será.
 
Esta noche será el primer encuentro con todas estas personas, académicos, que vienen de universidades europeas e iberoamericanas. Hasta ahora solo contacto por correo electrónico. Cena en el restaurante Los Galayos, uno de mis clásicos, previa a la jornada de mañana. Me inquieta. Es fundamental que todo salga perfecto. Llueve. No me gusta el día.
 
 
O/21.V
 
Sé cómo comienzo los días, no como los termino.
Ayer se volvió a alargar bastante el día; he de decir que todo salió perfecto, así que satisfecho.
Los amigos del restaurante Los Galayos nos hicieron quedar como unos buenos anfitriones.
Los Galayos está en la calle Botoneras 5, junto a la Plaza Mayor, en ese Madrid de los Austrias. Es uno de esos restaurantes de Madrid típicos, de buen comer.
La historia de Los Galayos se remonta a 1894 como Casa Rojo, en la que tal vez por el poder adquisitivo del ciudadano de aquel momento, sólo se servían tapas y aperitivos. 
La cocina castellana que ofrecen ahora es más elaborada, aunque guarda ese sabor de los tiempos.
La historia del restaurante es dilatada en el tiempo, sirva como ejemplo y de gran interés histórico, la última reunión que mantuvo la Generación del 27 antes de la guerra civil. Fue un homenaje que celebraron en el restaurante a Luis Cernuda, con motivo de la publicación de ‘La realidad y el deseo’, el 29 de abril de 1936, ya que fue la última instantánea, antes de que la Guerra Civil provocara la trágica desaparición de alguno de ellos (Federico García Lorca) o la diáspora general.
Allí estaban compartiendo un mantel blanco, botellas de vino y las copas de cristal, el poeta Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Miguel Hernández, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, María Teresa León y Concha Méndez, entre algunos otros asistentes.
Una brillantísima capilla literaria. Así lo proclamaban las palabras de presentación de Federico García Lorca. El poeta granadino se esfuerza por decirle a Cernuda no sólo lo que él quiere decirle, sino lo que el autor de La realidad y el deseo necesitan oír, palabras que se publicaron dos días después en el periódico El Sol: "Yo vengo para saludar con reverencia y entusiasmo a mi capillita de poetas, quizás la mejor capilla poética de Europa, y lanzar un vítor de fe en honor del gran poeta del misterio, delicadísimo poeta Luis Cernuda, para quien hay que hacer otra vez, desde el siglo XVII, la palabra divino".
 
El restaurante Los Galayos, a mí me encanta, no pasa de moda, sigue siendo un referente y un clásico de la cocina castellana y española más exquisita. Ha servido y sigue sirviendo de inspiración a grandísimos escritores, alguno de ellos como Arturo Pérez-Reverte, que como bien dijo en su dedicatoria en una fotografía que cuelga en sus paredes: “Fue aquí donde ideé El Capitán Alatriste”.
Doña Alicia, madre, y todos sus hijos, son entrañables y desde que los conozco, me atienden con un cariño que guardaré siempre.
 
Hoy será largo, también. Algunos de los visitantes han descansado poco. Cena pesada, o se dieron un paseo por Madrid algo más largo.
No son de ese sector con el que me sienta especialmente cómodo, la mayoría catedráticos y profesores de derecho administrativo, pero en el trato corto no dejan de ser personas, con sus problemas, sus virtudes o defectos como todo el mundo. De todo y de todos se aprende. Me enriquezco.
 
Encuentro por ahí estas palabras del actor Anthony Hopkins. Realmente son brutales, merecen que queden por aquí:
“Deja ir a la gente que no está lista para amarte.
Esto es lo más difícil que tendrás que hacer en tu vida y también será lo más importante.
Deja de tener conversaciones difíciles con personas que no quieren cambiar.
Deja de aparecer para las personas que no tienen interés en tu presencia.
Sé que tu instinto es hacer todo lo posible para ganar el aprecio de los que te rodean, pero es un impulso que roba tu tiempo, energía, salud mental y física.
Cuando empiezas a luchar por una vida con alegría, interés y compromiso, no todo el mundo estará listo para seguirte a ese lugar.
Eso no significa que tengas que cambiar lo que eres, significa que debes dejar ir a las personas que no están listas para acompañarte.
Si eres excluido, insultado, olvidado o ignorado por las personas a las que les regalas tu tiempo, no te haces un favor al seguir ofreciéndoles tu energía y tu vida.
La verdad es que no eres para todo el mundo y no todos son para ti.
Esto es lo que hace tan especial cuando encuentras a personas con las que tienes amistad o amor correspondido.
Sabrás lo precioso que es porque has experimentado lo que no lo es.
Hay miles de millones de personas en este planeta y muchas de ellas las vas a encontrar a tu nivel de interés y compromiso.
Tal vez si dejas de aparecer, no te busquen.
Tal vez si dejas de intentarlo, la relación termine.
Tal vez si dejas de enviar mensajes, tu teléfono permanecerá oscuro durante semanas.
Eso no significa que arruinaste la relación, significa que lo único que la sostenía era la energía que solo tú dabas para mantenerla.
Eso no es amor, es apego.
Es dar una oportunidad a quien no lo merece.
Tú mereces mucho más.
Lo más valioso que tienes en tu vida es tu tiempo y energía, ya que ambos son limitados.
A las personas y cosas que le des tu tiempo y energía, definirá tu existencia.
Cuando te das cuenta de esto empiezas a entender por qué estás tan ansioso cuando pasas tiempo con personas, actividades o espacios que no te convienen y no deben estar cerca de ti.
Empezarás a darte cuenta que lo más importante que puedes hacer por ti mismo y por todos los que te rodean, es proteger tu energía más ferozmente que cualquier otra cosa.
Haz de tu vida un refugio seguro, en el que solo se permiten personas “compatibles” contigo.
No eres responsable de salvar a nadie.
No eres responsable de convencerles de mejorar.
¡No es tu trabajo existir para la gente y darles tu vida!
Te mereces amistades reales, compromisos verdaderos y un amor completo con personas saludables y prósperas.
La decisión de tomar distancia con personas nocivas, te dará el amor, la estima, la felicidad y la protección que te mereces.”
Fabuloso, aunque no tengo muy claro la verdad sobre la autoría.
 
No somos nuestros pensamientos; pero muchas veces la mente quiere que así lo creamos. No te definas por lo que piensas sino por lo que haces.
 
No busques la aprobación de nadie. Olvídate. Es magnífico estar rodeado de todos esos que te quieren, pero sin necesidad de ellos para vivir.
No dependas. Se libre para tomar tus decisiones.
Haz que cada uno de tus días sea el más importante.
 
Como trato de escribir casi todo, parece que lo vivo dos veces: una como protagonista en el ámbito que sea, otra como escriba.
 
 
O/21.S
 
He hecho el intento de ponerme la ropa de correr y lanzarme a hacer unos kilómetros pero el cansancio del cuerpo es tal que he preferido salir a ese fresco otoñal y dar una caminata, algo más tranquilo, por estos campos.
Calmar la mente es mi prioridad en el día de hoy; dejar que el cuerpo se recupere de todas las horas de actividad diurna y nocturna de la semana.
Podríamos decir que los objetivos de trabajo han sido cumplidos. Vuelvo a ratificarme en que cuando estás focalizado en las tareas que has de cumplir, cuando no te dejas llevar por distracciones, desde la calma, todo se lleva mejor. Si además generas el ambiente adecuado entre todos los miembros de equipo que participan en el cumplimiento de los objetivos, todo tiende a terminar con éxito.
Ha sido mi primera experiencia internacional con académicos europeos e iberoamericanos. Gentes del derecho, ajenos a mi entorno habitual pero que me han enriquecido en todo lo que tiene que ver con la profundidad de la persona.
Ahora a otra cosa, otro reto que tendrá lugar el próximo noviembre y que supondrá que el curso sea tranquilo o alterado. Marcará la diferencia.
 
Efectividad lenta.
Si te tomas tiempo para reflexionar antes de desarrollar una actividad, tu resultado será muchísimo mayor.
Pon en cada una de las tareas todo lo que llevas dentro.
Uno puede influir en su entorno enfocando sus acciones.
 
Entendamos que muestras vidas deberían servir para algo más que satisfacer nuestras propias necesidades.
 
Lo fundamental es la unidad: en la familia, en la empresa, en el Estado.
 
Ayer comentaba que con los años, según los voy cumpliendo, me preocupo más por el futuro, el mío y de aquellos que me son importantes. Crecen las inseguridades.
Hace unos años, en esa década anterior, diría que me aferraba al momento presente hasta estrujar cada minuto viviendo sin pensar mucho en el mañana. Tanto fue así que a punto estuve de estrujarlo en demasía y llevarme a un abismo sin vuelta.
Nada es lo mismo desde que cumplí los 50. Vino la pandemia, ese fenómeno que dejó al descubierto nuestra vulnerabilidad y fragilidad.
La guerra de Ucrania, ahora la de Gaza, nos mantienen en vilo porque se acercan cada vez más a nosotros.
Nada es permanente.
Queremos certezas pero lo que es hoy mañana puede haber desaparecido. Como nosotros.
 
La vida es un libro que se nos entrega en blanco, limpio, para ser rellenado por cada uno de nosotros.
Sus páginas, las que sean, quedarán ahí, escritas o emborronadas.
Capítulos de errores, de pérdidas, de crisis.
Otros estarán iluminados, con éxitos, alegrías, color.
De su conjunto quedará el recuerdo, la recomendación, la vida.
 
 
O/22. D
 
 
Dormir lo suficiente es esencial para producir durante el día lo suficiente. El descanso es pieza clave para el liderazgo interior y, cómo no, el exterior. De ahí este domingo reparador.
 
No dejar de buscar respuestas es no dejar de hacerte preguntas. ¿Cómo comunicar mejor todos esos pensamientos? No dejar de aprender. Compartir. Crear.
 
Llegado el ahora, la calma del domingo, mientras Kika, tumbada en mis piernas, relame y relame el pantalón entiendo como una muestra más de ese excelso cariño, pienso que he construido una vida agitada. Lo noto en mis cuadernos, aunque pueda dar la impresión de lo contrario. Los días de mi vida son, por lo general, extremadamente intensos. Un no parar desde que me levanto, temprano, hasta que me acuesto, a veces entrado ya en el siguiente día. Quiero hacer, quiero llegar a todo. Casi siempre los problemas aparecen y reaparecen. El tiempo desaparece en el tiempo.
Realmente esto no es vida. Es una vida, pero no es la vida.
 
Clásico día para pensar y filosofar sobre esta vida nuestra, lo bueno o menos bueno hecho hasta ahora, lo mucho que haríamos o queda por hacer. El Ahora es el Ahora, y siempre podemos tomar la decisión de seguir haciéndolo como hasta ahora, mal o menos bien, o por el contrario cambiar para que en lo poco o mucho que nos quede, hacerlo en condiciones.
 
Como se han ido ya, queda uno por aquí como descarriado. Anochecido, con esta luz de la lámpara que empuja a tumbarte en la cama y dejarte ir hasta mañana, mientras llueve en la calle, organizo la semana entre el iPad y el cuaderno.
La tarde el domingo viaja más al pesimismo. Parece que falta tiempo o aparecen esos problemas de no fácil solución. Y entonces te armas de valor y te dejas abrazar por los grandes amigos del pensamiento, por el bueno de Séneca o mi querido Montaigne, por el desconfiado Spinoza o esas meditaciones del emperador Marco Aurelio. Todos te hablan susurrantes al oído. Te piden les escuches, que te calmes y serenes porque nada es como parece, nada.
Descubrir en el pensamiento de esos sabios filósofos qué es la justicia, la moralidad o la vida buena. La filosofía es luz sobre la vida cotidiana, el día a día. Todo es filosofía porque todo es saber. 
De Séneca hablo a menudo por aquí, me acompaña siempre. Otro compañero que aconsejó es el colega Spinoza que, por ejemplo, entre otras cosas, resalta esa conexión que existe entre nuestras emociones y la razón o mente. Estamos alegres porque mejoramos, o por el contrario, estamos mal porque nos damos cuenta de que vamos en picado, a nivel externo o interno. 
Según Spinoza, no nos afecta lo que vemos, sino la imagen que tenemos de la cosa u objeto. Nos formamos una imagen interna que no tiene por qué ser real. Lo que nos afecta no es lo que sucede,  sino nuestra percepción o interpretación de lo que sucede. 
¿Os recuerda algo?
El problema es cómo enfocamos lo que vemos, la idea que nos hacemos de lo que sucede. 
Aprender a gestionar y controlar nuestro pensamiento y emociones nos hará cambiar nuestra vida. 
 
Tal vez generemos problemas donde no los haya y/o dejemos sin resolver, o mal resueltos, aquellos que verdaderamente lo son, por falta de atención. 
Lo que sí está claro es que nunca es tarde para aprender,  nunca es tarde para corregir la dirección en el camino, pero para ello debemos descargarnos de aquello que en forma de culpa, en forma de pasado, nos limita a ver la realidad como realmente es.
 
Los domingos son ese comienzo, ese primer paso, ese día que nos impulsa a la semana llena de propósitos, objetivos y tareas que cumplir. No dejemos que llegue otro sábado arrepentidos de no haber hecho nada. Demos un primer paso, aunque sea pequeño.
No importa dónde estemos, no importa lo bien o mal que hayamos hecho. Importa que estamos aquí y ahora. Y el aquí y el Ahora, siempre es un primer paso.
Como dice Defreds... "Dicen que los domingos son los días donde las personas más profundamente piensan. (...)"
 
Concluyo ‘Mirafiori’, última novela de Manuel Jabois. Periodista y escritor gallego, de Pontevedra, en esta su tercera novela, primera que leo de él, nos sumerge en una historia algo triste y realmente fantasmagórica, pero con un buen resultado final dentro de lo enrevesado de la trama, si pudiéramos encasillarlo así.
Me deja un sabor algo amargo. Podría decirse de una de esas novelas oscuras, góticas. No es mi estilo.
Jabois es un gran articulista y escritor, tal vez yo sea un mal lector,  de novelas, en general.
“Lo que hacemos todos al llegar el momento determinado de nuestra vida: desconocernos los unos a los otros sin mucha ceremonia.” Jabois, Mirafiori
 

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