Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 6

 
O/9.L
 
“Da pena que casi todos los días de nuestra vida tengamos que aguantarlos en vez de disfrutar, pero qué le vamos a hacer, parece que deba ser así”, dice.
Hay formas y formas de comenzar la semana. Todos, sin exclusión, comenzamos el lunes enfrentándonos a innumerables problemas, retos o tareas. Del ánimo, la actitud, dependerá no solo el resultado sino nuestro estado emocional y, por ello, nuestra salud mental.
Desarrollar emociones positivas produce felicidad como estado natural. Son emociones sanas. En el budismo esta felicidad es salud mental.
 
Cuando tenemos miedo, realmente es siempre el deseo de no perder algo propio. Ese ‘algo’ para nosotros es lo más importante. Ese ‘algo’, que para nosotros es lo más importante que podemos perder, es nuestra vida. Pero… ¿nuestra vida es ‘nuestra’? Una de esas reflexiones que me vienen para comenzar la semana.
 
“Tu mente será tal como sean tus representaciones. Pues el alma se impregna de las representaciones. Por tanto, imprégnala sin interrupción de representaciones tales como que donde es posible vivir, también es posible vivir bien.” Marco Aurelio
Cuidar la mente, cuidar los pensamientos; son el color con el que verás tu vida.
Cada pensamiento cuenta.
 
Hoy tengo más claro que nunca, que tanto la mente como la actitud son capaces de hundirte o levantarte. En la misma adversidad, alguien es capaz de no levantar cabeza y otros utilizar la caída para reinventarse.
 
Consoladores. Dícese de todo aquello o aquel que consuela.
¿Qué es el consuelo? Consuelo puedes ser tú, puedo ser yo, una copa o un aparato.
Consuelo es un psicólogo, un amigo o un cigarrillo en un momento de pena.
¿Por qué se llama consolador a aquello que te satisface sexualmente? Mal llamado consolador, eso es satisfacción no consuelo.
 
 
O/10.M
 
Era de los que daba dos besos cuando recibía a alguien en el trabajo, o cuando me presentaban, siempre a modo de saludo respetuoso. Unas veces era yo el que daba el paso, otras al contrario. Nunca se buscó un significado distinto del que era, un saludo cordial. Ahora no sé ni lo que hacer. Me corto, espero, reculo a cualquier atisbo de que alguien pudiera interpretar algo educado como una lasciva forma de agresión.
Creo ser, y haber sido siempre, un hombre educado, con modales que rozan, a estas alturas de siglo, lo caballeresco. Me levanto de una mesa cuando alguien se pone en pie, sea hombre o mujer; me siento el último. Abro la puerta y siempre dejo pasar delante de mí. A mis amigos de verdad, los auténticos, les abrazo y doy dos besos. No dejo que una señora me invite si estoy con ella tomando un café o un vino. Me levanto para dejar el asiento del tren a cualquier persona, sea mayor o en necesidad de asiento por lo que sea. Abro la puerta del coche a mi acompañante. Trato de usted a cualquiera que sea mayor que yo, y a los que me atienden, en un bar o en la tienda, si no conozco sus nombres les llamo por señor o señora. En fin, son todas esas cosas, gestos, que me han enseñado desde pequeño, que se han hecho parte de mí y ni les doy ni les daré otro significado que el de la cortesía y la educación.
Ahora has de tener cuidado porque muchos de esos gestos,  educados, pueden ser malinterpretados o tratados de machistas.
Siempre he tenido la sensación de que los extremos nunca son racionales, vengan de donde vengan. Un machista lo es y, normalmente, no suele ser alguien educado. Un agresor sexual lo es y, normalmente, no es aquel que da dos besos; a lo mejor es ese que te da la mano y luego se coge una confianza indeseada.
Moriré siendo educado. Nunca nadie me llamó la atención por serlo. Es lo que me han enseñado y es lo que yo trato de enseñar a los que vienen.
 
“¿Quién nos dio esta idea loca de que deberíamos saber cómo vivir?
¿Sabe un árbol cómo crecer?
¿Sabe una nube cómo flotar?
¿Sabe el viento hacia donde está soplando?
¿Sabe un camino que está yendo a alguna parte?
No sepas cómo vivir.
Simplemente reconoce que tú eres vida, y la vida simplemente es.” Mooji,
 
Cuando estemos de mal humor, tratemos de no pagarlo con nadie. Esa no es la solución. Es más, todavía nos puede generar más problemas. Para, descansa, date un paseo, desconecta.
 
 
O/11.X
 
No estoy bien. Me acosté ayer con esos mocos que se convierten en gusanos que te cosquillean la nariz y una molestia en la garganta que la convierte en esparto. Me duele algo la cabeza. No tengo fiebre. Solo tengo ganas de estar tumbado.
En cuanto abran la farmacia de aquí al lado (oficina) voy a comprar una de esas pruebas del COVID. Aparenta ser un resfriado pero nunca se sabe.
Si soy sincero, que lo soy, no he tenido este malestar desde la última vez que tuve COVID, hace ya un par de años. Ni siquiera he cogido un resfriado en este tiempo.
 
Si estás atento en el momento que crees estás perdido, habrá alguien que siempre lo esté pasando peor que tú.
 
11 horas. Hecho el test del COVID. Ha dado negativo. Qué sensación esa, otra vez, introducirte el palito en las fosas nasales. Me hice muchas pruebas en su día, no lo echaba de menos. Nos olvidamos que el maldito virus sigue entre nosotros.
 
¿Verdad que a veces sentimos que no somos quienes queremos ser? ¿Verdad que a veces, cuando paramos a reflexionar sobre nosotros, a examinarnos en la profundidad de nuestro yo, vemos a alguien que no es quien creemos que es? 
Yo, nosotros, he inventado una voz. Una voz que me hace tomar decisiones. Pero yo no soy esa voz. Si soy capaz de descubrirme, de conocerme realmente como soy, si me encuentro, dejare de ser esa voz que me lleva por un mundo que no quiero.
Tenemos el poder de parar esa voz. Solo nosotros. Es cuando el silencio nos habla.
¿Por qué no piensas en el qué pasaría si abandonases ese tú irreal?
¿Quieres no ser?
Somos víctimas de lo que nos hemos inventado. 
Somos víctimas de nuestros pensamientos.
Si queremos resurgir, cambiar, depende de nosotros, procede de nosotros.
Somos culpables porque estamos inventando nuestra culpa.
Nada externo a nosotros nos puede dar paz. Solo está en nuestra mano darnos paz, dotarnos de paz. Generar esa paz interior que tanto necesitamos para vivir una vida en plenitud.
Tu progreso depende de ti.
Tu liderazgo procede de ti.
Todo depende de ti.
Reconoce que tus pensamientos te manejan y te llevan por el camino no correcto.
Tienes que querer quererte.
Tienes que desear liderarte.
Eres capaz de cambiar ese momento y esa situación.
La salvación no se encuentra en una copa de vino, en un coche o cargos inscritos en tarjetas de visita. Depende de ti y nada más que de ti, independientemente de lo material.
¿Por qué percibes esto? Porque lo piensas. Si piensas sientes. Tú eres la causa de tu percepción.
¿Por qué no te liberas?
Deja de pensar así. O, tal vez, ¿es que lo deseas? ¿Deseas pensar o percibir lo que percibes? ¿Tu soledad? ¿Tu culpa? ¿Tus malos hábitos?
Debemos aceptar que nuestra culpa es una decisión de nuestra mente.
Eres responsable de lo que ves y de lo que sientes.
Lo que tú crees que eres puedes dejarlo de ser.
Sí. Desea, quiere,  otro mundo, tu verdadero mundo. 
Tienes poder. Tienes que desear cambiar.
¿Cuál es tu deseo?
Leche, esto es fruto del resfriado… o no.
 

 
O/12.J
 
Un constipado de esos que hacía tiempo no tenía, me ha atacado haciéndome perder el ánimo y las ganas. Pero hemos viajado. No quería perder la oportunidad de pasar este puente, de luz y sol, en el pueblo.
 
Minaya. Ya en mis campos, en esta casa en la que solo el silencio te corresponde.
Me encuentro algo mejor, aunque los síntomas están.
Hace un sol de esos que te empujan a salir al campo que será lo que haré, aunque sea con el ‘moquero’ en mano, como se decía antes.
He estornudado y ha retumbado todo el patio. Las palomas han salido despavoridas. No se escucha nada ni nadie en este día festivo. El repicar de las campanas que anuncian la misa y el zumbido  de las abejas alrededor de la lavanda.
 
“… todo está lleno de medias verdades, y todos nos inspiramos en la verdad para urdir o improvisar las mentiras, luego hay siempre en éstas algo de cierto, una base, el arranque, la fuente.” Javier Marías, Tu rostro mañana.
 
Se va poniendo el sol sobre el tejado de la leñera. Tan poético como siempre, tan entrelazado ahí, por la higuera y la parra, que deja poco espacio para pensar si se trata de una realidad o simplemente todo obedece a un complejo óptico. Pero es tan real como que estoy aquí, en pleno mes de un octubre otoñalmente primaveral, sentado en mi porche tras un día felizmente agradable y digno de guardar en ese espacio que dejamos al corazón.
 
 
O/13.V
 
El alba es presencia. Aquí estar presente es esencial.
 
Es muy difícil dominar el silencio porque eso significa no solo ser capaces de callar la mente, también el caos de nuestra alma.
 
Cuando camino en el silencio de estas tierras reconozco en verdad todos mis vacíos, mis miedos, mis peligros y miserias. Es como si me diera cuenta, como decía Pascal, que todas las desdichas miserables se debiesen a una sola cosa, a no saber permanecer en reposo en una habitación.
Parece que vivimos en un continuo deseo de estar alejados de nosotros mismos. Buscamos estremecimientos absurdos que nos alejan de nosotros, del silencio. ¿Miedo?
Es el miedo a caminar en solitario, a sentarnos en silencio, a encontrarnos de frente con nuestras carencias.
El silencio te obliga a encontrarte contigo.
El silencio te hace creer en ti.
El silencio te busca en el único estado en el que tu ser es capaz de entregarse a ti con la máxima humildad.
Si no somos capaces de relajarnos y disfrutar de nuestro presente,  entonces es que realmente tenemos un problema.
 
A veces creo que escribo para dar cuenta de los estados del alma, para que el tiempo quede.
Escribir no deja de ser un  vivir en el aquí y en el ahora. Escribes en el momento y eres consciente de cada palabra y pensamiento.
Dotamos de sentido ese ciego discurrir del tiempo que nos llena de ruido y velocidad la vida.
Ir dejando por aquí, en estos cuadernos, los momentos, las sensaciones de estos silencios, de estos caminos, es como ir guardando en un álbum de fotos las imágenes de la vida.
 
“Solo una cosa es cierta: que nada es seguro y que nada es más miserable ni más arrogante que el hombre.” Plinio el Viejo
 
No busco la soledad como lugar, busco la soledad del alma para liberar el espíritu.
Meditar, estudiar, estar en ese completo silencio interior que te aísla del exterior recomendándote que la vida básica es esencial para la paz mental.
 
Somos dueños de privilegios que no todos pueden tener,  la vida de cada uno está escrita con un destino diferente, a veces incluso ajeno a uno mismo. Deberíamos aprender a valorar más lo nuestro y no olvidar nunca que otros no lo puedan disfrutar, que no quiere decir que no tengan el mismo derecho a hacerlo.
 
Hacía tiempo que no pensaba que el silencio puede estar rodeado de ruido: el verdadero silencio es el de nuestro interior. 
 
Uno se llena de contradicciones y reconoce que es donde habitan los silencios, en los campos, en el caminar, donde se encuentra con el sentido de su existencia.
 
 
 
O/14.S
 
Amanece por aquí un día lluvioso. Olor a tierra mojada, a otoño, que ha penetrado en la habitación nada más abrir la ventana. Esa luz que atraviesa los campos que me inspiran y evocan lo poético de la vida.
He salido al patio a respirar, e intentar llenar mis pulmones congestionados, este oxígeno limpio. Recuperando la semana.
Cuando no se está bien del todo, se está confuso en todo. No pienso ni escribo bien, tampoco apetece.
 
Releyendo versos, me doy cuenta que el poeta es viento, ese que busca sin cesar esconderse en los rincones de cada corazón. 
El poeta no deja de vigilar, a veces de lejos, otras más de cerca, cada uno de los altares que va poniendo a sus derrotas.
Leyendo los versos propios, de años lejanos o próximos, uno también lee su propia historia que, sin darse cuenta, va tejiendo en la memoria de las páginas que emborracha.
Un racimo de versos es capaz de embriagar este momento que con sabor a sol, o viento, o lluvia, poetiza cada día. Mordamos esos versos, que nos embriaguen.
El poeta versifica emociones que tan solo la sensibilidad del que se sacude de inverosímiles acciones, de ruidos ajenos, es capaz de sentir.
Hay días que no te apetece más que esconderte en lo poético, alejarte del ruido y buscar esos versos propios, o impropios, que corrijan los caminos de tu mente.
Nuestro poema termina con la vida, porque la vida es un poema que se llena de altibajos y emociones, que reivindica el cultivo del sentimiento en esa esencia desconsolada de sonrisas y lágrimas.
 
Dice Gabriel Bou que "la poesía es una esencia misteriosa que impregna toda realidad para el que la escribe, para el que la siente, para el que la vive. La poesía crea una emoción, una emoción digamos estética, que es como un estremecimiento ante la belleza con la que el lenguaje recrea el sentimiento humano."
He escrito mucho, por aquí y por allá, sobre el sentimiento poético, sobre la poesía y su emoción. El poeta es ese bohemio, filósofo de la vida, predicador de emociones, sentimientos y vidas.
Me quedo con esos momentos en los que versificar la vida significa construir la realidad que uno quiere. Me quedo con esos poemas abiertos que no tratan de resolver nada sino que, simplemente, experimentan con lo que ven, huelen o sienten en el momento, a ver que surge de esas entrañas poéticas.
Prefiero intuir, nunca definir, gozar con la expresión de la creación emotiva, de ese estremecimiento ante la belleza que es la vida.
Deberíamos reconocer que, para muchos, la poesía es el aliento que alimenta el alma.
 
Creemos que tenemos tiempo, pero tal vez nos estemos dejando muchas cosas a medias.
El otro día, en el corrillo del café, con mi padre, varios comenzaron a hablar de los paisanos que han muerto en los últimos tiempos. No sé por qué siempre hablan de lo mismo. Me pone nervioso. Pensar que de los que estamos soy yo el más joven y son ellos los que rondan esas edades que restan.
Hablar sobre la muerte es hablar de tiempo; como el tiempo que me queda de pasar con ellos o el tiempo que no aprovecho para hacer todo aquello que un día ya no podré hacer.
Aquí veo a los tíos, ya mayores, a los primos que como yo vienen a estar con sus padres, a acompañarse. Y es en esos momentos en los que nos miramos y parecía ayer cuando ellos, los padres, los tíos, tenían nuestras edades y en ellas se refugiaban haciendo prácticamente lo mismo que ahora hacemos nosotros, sin pensar que en unos años serían los que ahora son, y piensan lo que ya no podrán ser.
La vida es tan corta que creo no va a darnos tiempo a aprender a vivirla.
 
Soy gracias a lo que he sido.
A esos fracasos.
A una forma de ser que no siempre gusta.
A algún que otro éxito.
A ese divorcio que dolió el alma.
A todas esas pérdidas.
A algún que otro Amigo y no pocos enemigos.
 
De tanto abrazar nuestro pasado, también construimos nuestro futuro.
 
 
O/15.D
 
Debería proponerme, la edad ya lo requiere, como reto, comenzar a cuidarme más y no abusar tanto de esta naturaleza que creo tener pero que en cualquier momento puede decir eso de “ya basta!”.
 
“Estás aquí para crearte a ti mismo continuamente.” Richard Feynman
 
Solo nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad cuando nos hieren. Entonces aceptamos que dependemos de otros tanto en el dolor como en la alegría.
 
Siempre que me ocurre algo, lo que sea, o simplemente me encuentre inquieto por ese algo, busco consuelo en los libros. No obtengo respuestas, pero sí muchas preguntas.
 
El cielo está grisáceo, como nublado. Se está bien aquí fuera, en la terraza, dejando terminar la semana. Hay unas hormigas voladoras danzando a mi alrededor, se posan en el suelo y en la mesa. De pequeño me decían que aparecen cuando va a llover.
Estoy pensando la semana que entra. No será fácil. El evento internacional, las gentes que llegan de uno y otros países. Las tensiones, los nervios. Todo sale.
 
Como despistado. Cansado. Ido. Descuidado.
 
“También piensas que lo que escribes puede servirle a alguien, igual que a ti te sirven lo que escribieron otras personas. Los libros enriquecen y ensanchan nuestra vida, tan pequeña y tan corta, y muchas veces dan respuesta a preocupaciones o problemas que nos planteamos”. Marina Mayoral en ‘Deseos’
 
 
 

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