Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 46
J/10.L
Ahora, en estos días de calor intenso, cuando marcho por la mañana, dejo todo cerrado y las persianas completamente abajo. Cuando llego a casa, como ahora, hoy que el termómetro se acerca a los 40ºC, se puede estar a gusto, sin aire acondicionado. Los cristales no se han calentado y la casa ha mantenido una temperatura ajena al exterior.
Sabiduría rural.
Solamente podemos avanzar en el camino si creemos que no hemos llegado al destino.
La vida es eso: fracasar, aprender, meternos en el barro, limpiarnos los zapatos y seguir caminando. Siempre hacia delante.
El talento ni nace ni se hace; se cultiva. El Liderazgo se forja, desde la convicción, la determinación y el entrenamiento.
Las 11 lecciones de Liderazgo de Alejandro Magno que nos aportan estos autores serían:
Una Visión ilusionante.
Una estrategia creativa frente a las fortalezas del enemigo.
Una ejecución muy eficaz.
Un modelo de excelencia (que, como nos enseñó Aristóteles, no es un acto sino un hábito, un comportamiento repetido que supera expectativas).
Innovación constante.
Dotar al equipo (a la “Tribu”) de un propósito, de un significado.
Obtener y apoyar seguidores.
Invertir seriamente en Formación y Desarrollo.
Consolidar las victorias.
Planificar la sucesión (legado).
Mecanismos de gobernanza organizativa.
Estas lecciones de liderazgo son aplicables a Alejandro Magno, pero también podrían serlo a, por ejemplo, Isabel la Católica o ya en la Transición española, a Adolfo Suárez. Lo que sí me cuesta, en la actualidad, es encontrar líderes que cumplan con cualidades como estas.
Cada peldaño representa un nivel de consciencia superior y el esfuerzo que se necesita para alcanzarlo.
Ir de lo material a lo divino.
Emblema de las virtudes y cualidades del alma.
Los siete peldaños se consideran, respectivamente, formados de plomo, cobre, hierro, estaño, amalgamas, plata y oro correspondiendo a los siete planetas que dominan sobre estos metales y a las virtudes de la Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.
Hace 26 años las entrañas se nos revolvieron y el corazón se nos encogió a todos los demócratas.
Se cumplen 26 años de aquellas 48 horas, que nos conmovieron a todos y que no podremos olvidar.
El día 12 de julio a las 16 h. se cumplía el ultimátum de ETA. La familia de Miguel Ángel esperaba junto al teléfono en su casa de Ermua. Una sobrina de la madre de Miguel Ángel le dijo: "come algo tía, llevas dos días sin comer" a lo que respondió: "¿Cómo voy a comer si en estos momentos están asesinando a mi hijo?.”
Miguel Ángel fue asesinado.
Hace 26 años Miguel Ángel fue una víctima, a sumar, en esa macabra lista de muertos asesinados por cobardes sanguinarios, escudados bajo no sé qué ideologías extremistas. Jamás pensábamos, en aquel entonces, que muchos de sus defensores, de sus animadores, estarían ahora en las instituciones o pactando leyes con el gobierno.
Es y será parte de nuestra historia. Es, y será, una fecha que marcará un antes y un después en la mente de muchos de los que vivimos aquella época con tensión y temor.
Todavía recuerdo el día como si fuera ayer. Entonces yo era un joven concejal de Getafe. Tenía 29 años, los mismos, había sido candidato a alcalde dos años antes en mi municipio, Getafe, y ostentaba la responsabilidad de ser el Portavoz del Grupo Popular en el ayuntamiento. Ese día, de madrugada, viajamos en autobús a Bilbao para asistir a aquella multitudinaria manifestación que pedía, en grito, clemencia. Íbamos con la mochila cargada de rabia y el alma en vilo.
De vuelta hacia Madrid, en el autocar, recibimos esa noticia que prácticamente todos esperábamos. No pudimos contener las lágrimas. Habían ejecutado a un compañero. Habían ejecutado a un joven que simplemente defendía unas ideas, un proyecto político, en un municipio vasco. Habían ejecutado a un hijo de cientos de miles de madres que lo lloraban, un hijo de España.
Tuvo que ocurrir algo así para que a muchos se les encendiera la conciencia y un país entero saliera a la calle a gritar ¡Basta ya!
Durante un tiempo todos los cargos electos, en cualquier lugar de España, tuvimos que incrementar los protocolos de seguridad. Mataban por matar
Hoy hace 26 años de aquél día. No hace tanto, éramos otros, físicamente hablando. Hoy, pensamos igual y defendemos lo mismo: la libertad y el Ser.
La casualidad hizo que años más tarde, la familia de Miguel Angel, sus padres y hermana, fueran vecinos nuestros en la casa de Guardamar.
Verano tras verano saludaba a sus padres y su hermana Marimar. Les veía pasear por las calles de ese pueblo mediterráneo y en sus ojos, todavía, el dolor de haber perdido la vida años atrás.
Los padres, Miguel Ángel Blanco y Consuelo Garrido, Chelo, fallecieron jóvenes, con 20 días de diferencia, inmersos en un sufrimiento sin fin que ni el mucho cariño de todos llegó a aliviar.
Todavía quedan días de inestabilidad e incertidumbre antes de que podamos hacer el descanso. Días de esos en nos que vuelan los miedos, a veces tan absurdos como irreales, pero que nos frenan.
Cuando tienes esa ansiedad que te provoca miedo, párate, respira y actúa con valor.
Las emociones, y también los deseos, forman parte de nosotros, son parte de la naturaleza, pero depende de nosotros no dejarnos controlar por ellos, elevarnos por encima. No permitir que nos perturben.
Puede resultar ser ese pellizco para la acción.
Esa reflexión de cambio.
He llegado a pensar que esos minutos de escritura, por la mañana, son una manera muy particular de meditar.
Estoy ahí, sentado, frente a las páginas rayadas, limpias. Yo y mi pensamiento. En ocasiones en la nada.
Pocos, o nadie, han progresado en la vida sin ayuda de otro. Ir acompañado en el camino, tener un referente, te hace llegar más lejos.
¿Las hay? Desde luego que sí, pero no es fácil encontrarlas.
En mi caso, sobre todo en los últimos años, me he buscado mis referentes favoritos: los autores clásicos. Séneca, Marco Aurelio, Montaigne, Aristóteles, Platón, Epicteto, Buda. No te quitan ni un solo año de vida, todos ellos te añadirán la suya. Tenemos la oportunidad de aprovechar todo su saber plasmado en letras.
Tener un propósito.
Ayudar o aportar para que otras personas sean felices.
Todo lo que es, fue y será, siempre es Aquí y Ahora. Es ese momento sin tiempo; lo es todo, fuera de él no hay nada, es la vida. Este momento presente sea cual sea lo que estemos haciendo, es lo único real.
En estos días en los que se acerca, como una ola que nos arrastra, ese período en el que tratamos de escondernos del mundo material y diario, para buscar la paz, la quietud, los momentos más ociosos, escudriño entre lecturas varias con el ánimo de ir envolviéndome de literatura que lo merezca, poética, y abandonar tantas resoluciones, informes, cuentas, balances, resultados de explotación y demás.
Con el tiempo, con los años, nos vamos llenando de lecturas que nos acompañan y van formando parte de ese libro que es nuestra propia vida.
Son días en los que apetece sumergirse en lecturas, días en los que la mente te reivindica poesía y sensibilidad.
Tendemos a estar más pendientes de lo que hacen los demás que de nosotros y eso provoca, en numerosas ocasiones que nuestras vidas sean tan ajenas a nosotros como lo deberían ser, realmente, las del resto.
Siempre he preferido decir que callar. Y siempre he preferido a aquel que grita y dice lo que piensa, aunque a veces se equivoque, que a ese modosito que calla y luego te navajea por detrás.
Aconsejar menos a los demás y dejarse aconsejar por aquellos que te dicen la verdad, aunque duela.
Un amigo me pone un mensaje, a eso de las ocho y media de la tarde, diciéndome que está por mi barrio y que si quiero tomamos unas cervezas. Se me ponen los pelos de punta. Tomar unas cervezas con alguien, un amigo, un sábado por la tarde no tiene fin. No sé si contestar. Lo dudo. Es un amigo de los de siempre. Le pregunto que a qué barrio se refiere. Me contesta y resulta que está dónde viví hace dos años, a unos cuántos kilómetros de aquí. Otro día será, me dice. Otro día, le digo con una sonrisa de oreja a oreja.
Necesito paz y los días de paz están reñidos con los momentos de cerveza.
Sin dudar no se conoce. Sin equivocaciones tampoco.
Dudar es preguntarse, es no quedarnos satisfechos con nada, no acomodarnos, no creer lo que nos dicen.
La duda nos obliga a preguntarnos, nos hace equivocarnos para volver a reflexionar o cuestionar hasta nuestra propia existencia.
Por eso, las dudas pueden ser siempre un referente en nuestras vidas. Las dudas marcan la prudencia.
Por eso tan importante buscar nuestro bienestar interior.
Por eso tan importante ser capaces de renunciar a todo aquello que sobra, que normalmente es mucho más de lo que pensamos.
Por eso tan necesario agradecer, valorar y apreciar todo lo que tenemos a nuestro alrededor.
La felicidad no está ahí afuera, está aquí, está dentro de cada uno.
Nuestra debilidad está en creer que todo lo externo es lo que nos provoca felicidad.
No pensamos en nosotros porque nos han hecho creer que eso significa egoísmo. Y no es así.
Pensar, cuestionar, dudar, reflexionar. Vivir en una eterna duda como el que habita dentro de uno de esos globos de jabón que en cualquier momento puede ser explotado.
Y lo cierto es que, bajo esta temperatura, uno escribe ciertas chorradas que luego, al releer, ni siquiera sé cómo han podido llegar aquí.
Me hubiera gustado inventar historias pero al final decidí, en este diario, que qué mejor historia que contar que mis propias historias que, para bien o para mal han ido y van tejiendo la vida, así las páginas, de este pasajero informal.
Si en vez de eso, te presentas a presidente de un gobierno, el que sea, desde mi punto de vista, más allá de la ideología, es suficiente para no ser votado.
Es tiempo de demagogos y populismos. Es tiempo de pensar. De pensar primero en uno mismo, sin ser esto egoísmo. De tener pensamiento crítico y no dejarte llevar por lo que otros dicen u opinan.
He vivido la política tan dentro que ahora solo me rijo por dos cuestiones: el bien general y la Verdad. En estos últimos años he oído y visto más mentira que nunca, independientemente de que, por desgracia, la política haya asumido como parte de su esencia eso: la mentira.
El estoicismo se originó en la antigua Grecia y Roma, mientras que el budismo se desarrolló en la India. Ambas filosofías buscan abordar el sufrimiento humano y promover una vida virtuosa, pero lo hacen desde perspectivas diferentes.
El estoicismo se enfoca en cultivar la virtud, la autodisciplina y la aceptación de las circunstancias externas. Los estoicos creen que el sufrimiento proviene de nuestra respuesta emocional a los eventos y que podemos encontrar tranquilidad al aceptar lo que no podemos controlar y enfocarnos en lo que sí podemos controlar: nuestros pensamientos y acciones.
Por otro lado, el budismo se basa en las enseñanzas de Buda y pone un énfasis particular en la naturaleza impermanente de la vida y el sufrimiento causado por el deseo y el apego. Los budistas buscan alcanzar la iluminación a través del camino de las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Sendero Óctuple, que incluyen la práctica de la atención plena, la compasión y el desapego.
Aunque hay similitudes en la idea de aceptar y trascender el sufrimiento en ambas filosofías, existen diferencias clave en términos de su enfoque metafísico y prácticas específicas. El budismo incluye la creencia en la reencarnación y la búsqueda de la liberación del ciclo de nacimiento y muerte, mientras que el estoicismo no aborda específicamente estas cuestiones.
Dicho esto, el estoicismo y el budismo comparten un interés común en abordar el sufrimiento humano y promover una vida virtuosa, pero difieren en sus enfoques y prácticas específicas. Cada uno ofrece perspectivas únicas para lidiar con los desafíos de la vida y encontrar un mayor sentido de paz y sabiduría.
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