Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 47

 
J/17.L
 
No he pasado una buena noche. Dando vueltas sobre mí mismo encima de la cama. Creo que el gazpacho de la cena, con esos toques personales de tabasco, fue algo excesivo, como lo fueron también esas palabras que a veces uno dispara sin control, ardientes como la salsa, que se clavan en cuerpos debilitados por la vida.
Tampoco he comenzado el día mejor. Despistado. Con prisas. Después de salir, caminados doscientos metros, tuve que volver a casa –olvido, despiste- a tomar esas pastillas que ya me acompañan, que si la tensión, que si el colesterol.
 
Cada día me voy haciendo más difícil. También más egoísta e individualista.
 
Ganamos confianza social cuando somos capaces de comprender que la opinión de otros, positiva o negativa, no define nuestra vida.
La liberación sería el fin de intentar cambiar lo que es o buscar algo distinto de lo que es.
El final de la búsqueda, el final de convertirme en algo distinto de lo que soy, en este instante.
 
No hagamos nada por hacerlo. Hagamos lo que hagamos que sea lo que nos conviene más que lo que nos emociona momentáneamente. El momento pasa, lo que conviene queda.
 
“Desde mi presente no puedo condenar a quien fui en el pasado por la sencilla razón de que aquel al que ahora juzgo y repruebo es otra persona. Actuamos siempre conforme a la sabiduría que tenemos en cada momento, y si actuamos mal es porque, al menos en ese punto, había ignorancia. Es absurdo condenar la ignorancia pasada desde la sabiduría presente”. Biografía del silencio, de Pablo d’Ors.
 
Dejé de leer libros sobre política o libros escritos por políticos. No porque no me interese la política, que me interesa y gusta, sino porque me cansa mucho del mundo de la política, fundamentalmente las personas que hay dentro de la política. He vivido el interior del mundo político; sus verdades y mentiras, sus luchas internas ensangrentadas.
Pero tengo ahora pendiente leer un libro político escrito por un ex político. Será el primero que lea en muchos años, pero me interesa el personaje, la persona, a la que conocí personalmente y, como muchos, seguí con admiración hasta su caída a los infiernos: Rodrigo Rato.
Ha publicado un libro: ‘Hasta aquí hemos llegado’, en el que hace un repaso de su vida, éxitos y, parece también, errores.
Rodrigo Rato pasó por la cárcel, como muchos otros políticos de aquel entonces. Tuvo una detención mediática, que interesaba exponer, humillante.
Los entresijos de los porqués de todo aquello, los que conozco y los que no, pueden estar en el libro. Por eso me interesa. Si fue culpable, ahí sus penas de cárcel. Lo que ha cumplido y lo que le quede. Eso no quiere decir, como en otros casos, me siga interesando la persona y sus capacidades.
 
 
J/18.M
 
El nuevo tema de Mikel Izal, ‘El paraíso’, me ha abierto el día y cautivado todo el trayecto.
Lo he escuchado tres o cuatro veces antes del llegar al despacho.  Sentido y sentimiento, de cómo una canción puede alegrarte el inicio de un día que, poco o nada, sabes si terminará en ese orden que necesitas para dormir en paz.
 
El éxito nunca es el fin en la vida, y el fracaso no es un resultado. Lo importante es el coraje para seguir siempre adelante.
 
De la primera casa en la que viví, que tengo memoria, fue en la que evidentemente nací, y era un sótano. Un sótano, en la calle Sánchez Preciado 65 de Madrid, distrito de Tetuán. Mis recuerdos son siempre con mi hermano, menor que yo dos años y pico (mi hermana vendría once años después). No tengo guardo recuerdos de mi época como hijo único, lógicamente.
Mi padre, funcionario, no hacía otra cosa más que trabajar. Trabajaba todo el día. No sé las horas que echaría al día el hombre,  porque en aquel entonces creo que los convenios laborales no existían. Sé que lo hacía feliz y con un propósito: hacernos prosperar. Algo que ha hecho siempre, incluso jubilado, de una manera ejemplar.
Pero allí estábamos, en ese sótano con un patio donde tendían los vecinos y nos veían jugar a mi hermano y a mí. Entonces los vecinos eran mucho más que vecinos.
Parecía como que los que vivíamos por debajo del bajo, el sótano uno y dos, éramos los pobres del edificio. Por encima del bajo, hasta el quinto piso, eran los pudientes.
Mi padre trabajó y trabajó hasta que consiguió comprar otro piso, esta vez en el primero, en el mismo portal, con una magnífica  terraza y, simbólicamente, era como haber subido en el escalafón social.
De ese sótano tengo tantos recuerdos felices que podría escribir un libro entero.
Las ventanas daban a una calle inclinada, calle de Aguilafuente con lo que tenía una fantástica iluminación.
De vez en cuando me gusta pasar por allí, recordar de dónde vengo, más allá de ese pueblo raíz mía. Recordar también cómo un hombre que venía del pueblo, con una plaza de funcionario bajo el brazo, como muchísimos de aquel entonces, pudo sacar adelante una familia entera, haciéndola progresar hasta vivir, años después de ese cambio, en un piso en uno de los barrios más emblemáticos de la capital.
Y ¿cómo lo hizo? Fundamentalmente no quejándose. Fundamentalmente echando horas y horas de trabajo. Fundamentalmente emprendiendo. Fundamentalmente entregado a un objetivo: su familia.
Sánchez Preciado 65 me educó. Cuando tenía, creo, no más de 15 años, nos marchamos del barrio a otra zona cercana, más moderna y ‘noble’.
Para mi padre fue haber conseguido algo que no estaba al alcance de muchos. Para mi madre, en ese instante, fue un shock emocional importante, dejar a sus vecinos y vecinas que eran prácticamente su familia.
Pasamos a las llamadas urbanizaciones, cercanos pero diferente;  con terrazas, garaje para coches, piscina. Pero mi padre y mi madre no cambiaron.
Mi padre siguió echando las mismas horas de trabajo hasta jubilarse y mi madre, por supuesto, jamás ha dejado de echar esas horas infinitas, inagotables, nunca pagadas ni agradecidas, como persona dedicada a cuidar de todos nosotros.
Aquel sótano, sótano A; aquel Sánchez Preciado 65, creó y marco mucho de lo que soy. Sobre todo marcó mi gratitud por siempre a mis padres.
No echo de menos, para nada, haber crecido en un lugar mejor o de más prestigio. Todo lo contrario. Crecer allí me hizo valorar a cada uno por encima de su procedencia o posibilidades. Es más, creo que soy más generoso, en todos los sentidos, con aquellos que proceden de las zonas más humildes.
 
“Con el tiempo aprendes a soltar personas, a olvidar pasados, a remendarte heridas, a superar miedos. Llegas a una etapa de la vida donde la estabilidad emocional se vuelve tu prioridad y de ahí no te mueve nadie, ni te ablandan, ni te rompen tan fácil, ni estás para cualquier persona. Y no es por miedo o egoísmo, es por amor propio.” Andrés Alfonso
 
La educación, el respeto a los demás, no está en tener más poder o dinero, ni siquiera en haber sido educado en las mejores universidades del país; la educación, el buen trato a los demás, está, simplemente, en ser persona. 
Nadie es más que nadie por el hecho de tener o poseer. 
El día a día me ha demostrado que aquellos que menos tienen, y por lo tanto menos alardean de tener, poseen más valores que los que tienen o intentan tener en apariencia.
 
 
J/19.X
 
Están siendo estos días, además de calurosos, días de encuentro con amigos. Los encuentros traen consigo alargar los días, y si alargas los días te acuestas a horas indebidas para un descanso adecuado. Pero se hace. Gusta hacerlo. Debes vivirlo y no dejar de alimentar eso tan importante, al menos para uno, que es la amistad en mayúsculas.
Almorzamos ayer en uno de esos lugares que agradan el estómago y ennoblecen los productos que nos ofrece esta tierra nuestra, este país de una agricultura y gastronomía sin igual. No lo conocía. Hermanos García de la Navarra. Cocina tradicional. Hortalizas y verduras de Navarra, carnes gallegas, pescados cantábricos, buen vino (en este caso madrileño) y una buena mano en la cocina. Diré que estaba completamente lleno, sin un solo rincón vacío.
Contaré por aquí que, como curiosidad o cierto cotilleo, en la mesa de al lado a la nuestra comía la Infanta Elena con el periodista ángel Expósito. Marcharon pronto saludando a todo aquél que percibía la presencia de la Señora.
Hacía años no coincidía con la Infanta. En mi época de director general de Empleo, poco antes de mi cese, tuve el honor de acompañarla, como responsable del área de Acción Social de la Fundación Mapfre, a uno de esos Centros Especiales de Empleo que subvencionábamos en el buen hacer. Siempre me llevé una magnífica impresión de ella. Simpática, agradable y muy cercana. Nada protocolaria. Ayer me di cuenta que por la realeza también pasan los años.
 
“Toda alma –se afirma- está privada, a pesar suyo, de la verdad. Lo mismo le sucederá respecto de la justicia, la templanza, la benevolencia y de toda otra virtud semejante. Es absolutamente indispensable que a menudo te acuerdes de esto, pues así serás más indulgente con los demás.” Marco Aurelio
Nobleza y bondad. Qué difícil en una sociedad con tanto imbécil suelto.
 
En días previos al inicio de mi período vacacional, de esa huida a esos rincones míos aptos para la desconexión, me encanta pensar en los libros que me acompañaran entre el campo y el mar.
Tres o cuatro. O cinco. Lo voy pensando hasta el día de la marcha, incluso hasta momentos antes. Luego, en algún caso, quedan en la mochila y son sustituidos por alguna adquisición novedosa.
Entro en período, estas dos semanas, de reflexión, elección y acopio.
 
Los libros se leen, algunos se releen y otros se vuelven a releer al cabo del tiempo. Unos te relajan, otros te envuelven en historias que te apartan de lo cotidiano y, por último, lo más importante, unos pocos te hacen sentir y reflexionar en lo más profundo de ti.
 
El objetivo final de la vida es la eudaimonia. Vida feliz y fluida.


 
J/20.J
 
Terminé ayer el día tal y como quise: lento.
Y vuelta a despertar. Ya me he dado mi caminata temprana y pensativa por estas calles de Madrid, esquivando algún que otro escupitajo de la noche.
Hace calor, sí, pero es la época del año que más me gusta. La más lenta.
En la lentitud se hacen las cosas mejor y se disfrutan mucho más. El verano es para ralentizarlo, amarlo lento, acariciándolo, consumiendo sus días como esos versos que construyen el infinito de un poema. Aparcar los problemas y sentir la vida como si no fuera a acabar jamás.
 
¿Son más queridas las personas falsas?
 
No escuchamos para entender, para sentir. Escuchamos para responder y reaccionar.
 
“Vivamos al revés…
No ante cada instante como si fuera el último…
Sino como si fuera la primera vez;
con el asombro del niño
y la serena vejez.
Sin ambición,
sin prisas,
sin odio,
sin miedo,
sin juez”.
Rafael Lechowski
 
Protege a quien está detrás de ti y respeta siempre a quién está a tu lado.
 
Eutimia. Tranquilidad. Tener claro el camino, conocerlo, recorrerlo.
Confías en ti.
Sabes que lo que haces es correcto.
Confías en lo que haces.
Encuentras esa Paz mental tan necesaria.
Tranquilidad interior.
Serenidad.
 
 
J/21.V
 
Me gustaría convencerme de que hago las cosas bien.
Me gustaría convencerme de que están las cosas bien.
Me gustaría convencerme de que el futuro no es complicado.
Nada me tranquiliza porque, simplemente, nada me satisface como yo quisiera.
Siempre falta algo, pero no sé lo que falta.
Siempre lleno, pero desde una sensación de vacío.
 
Mi hijo me ha dado los buenos días temprano. Esa sencilla acción, esos “buenos días padre”, son suficientes para sentir el viernes en plenitud.
Las pequeñas cosas. Esas cosas sencillas que te aportan una felicidad inmensa.
Me he acostumbrado a lo mínimo.
La vida me ha llevado por un camino que no pretendía, pero las acciones y decisiones, algunas erradas, otras no, nos cambian el destino.
 
“Si quieres tranquilidad, haz menos, haz lo esencial.” Marco Aurelio
 
Comenzar algo es posibilitar algo.
Cuando uno ignora, uno aprende.
Cuando uno aprende simplemente deja de ignorar.
Lo difícil te hace más fuerte y solo los fuertes son capaces de crear en tiempos difíciles.
Todos estamos en el mismo barco aunque algunos pretendan separarnos. La política es esencial para construir una sociedad mejor y más justa. Los políticos fomentan el enfrentamiento justificado en ideologías.
 
No entremos en contradicción con nuestra naturaleza humana. Seamos coherentes con nosotros.
Dejemos de mirar hacia fuera. Mira hacia dentro, desde la reflexión y la calma.
Vivir con serenidad.
 
 
J/22.S
 
Día reflexivo, extrañamente reflexivo, aunque la mayoría de los que votamos, por no decir el cien por cien, tenemos muy claro nuestro voto. No sé muy bien el porqué de este día en el que los partidos políticos no pueden pedir el voto a los electores. ¿Un día para pensar? ¿Pero acaso pensamos alguna vez?
 
En lo simple y sencillo está la riqueza. Escribirlo mi veces para sentirlo. No hacen falta grandes cosas. Un despertar junto a una sonrisa, dejarte acariciar por la suave brisa de una mañana de verano, el cantar de los pájaros. ¿Qué más? Que menos.
 
“Me tomo la última y me voy”, cuántas veces no habremos pronunciado esta frase tras esas sobremesas eternas o tardes que comenzaron con un saludo nocturno y terminaron en barras de madrugada.
“¿La última?”
 
Leer y escribir es aprender a estar solo.
 
Va a ser un verano de reflexión y preparación de posibles proyectos. Todo puede ocurrir, todo es previsible.
Pensar que el futuro inmediato es incierto, supone generar inestabilidad en el presente. Pero no pensarlo no es responsable.
Ponerte en lo peor e intentar encontrar una solución a esa ‘posible’ situación.
Mucha filosofía. La filosofía calma las heridas y nos ayuda a pensar.
 
“A nadie le ocurre nada que su naturaleza no pueda soportar. A alguien le sucede algo y, sea por inconsciencia, sea por hacerse el fuerte, aguanta firme y resiste sin quejarse. Es verdaderamente terrible que la ignorancia y la presunción sean más fuertes que la sabiduría.” Marco Aurelio
 
Nunca tenemos tiempo para dedicarnos a lo que más queremos. ¿Escribir un libro? Siempre ocupado. ¿Pasar más tiempo con los tuyos? Demasiado trabajo. ¿Hacer ejercicio, salir a correr? Muy cansado.
Nos preparamos para vivir, pero nunca vivimos.
Nunca tenemos  tiempo para lo importante de nuestra vida hasta que comencemos dárselo, hasta que dejemos de retrasarlo y empecemos a priorizar aquello que es importante para nosotros.
El coste de la procrastinación es la vida que podríamos haber vivido, y pocas cosas hay más dolorosas que llegar al final de nuestros días, mirar atrás y darnos cuenta de que dejamos en el cajón nuestros sueños porque siempre teníamos la misma excusa: “algún día”.
Aprender a priorizar.
 
 
J/23.D
 
Día electoral. Segundo día electoral en dos meses. Primer día electoral, en España, en pleno verano. Desde mi humilde punto de vista, una clara utilización del poder para intentar entorpecer, o desganar, el derecho al voto y así perjudicar al adversario. Veremos a ver cómo queda todo. Un día emociónate: continuación o cambio.
Ejerzo mi deber como votante pronto, antes de que haya más gente.
Todo cambio depende de uno mismo. Todo gran cambio depende de la suma de los cambios de cada uno. No hay excusas.
El derecho al voto se debería convertir en un deber. Debería ser obligatorio, como en otros países. Luego nos quejamos por todo, de los unos o de los otros, los unos o los otros, los de un lado y los del otro.
Si queremos que las cosas vayan por un camino determinado o se hagan de una u otra manera, debemos aportar esa opinión en libertad, de la manera más democrática que existe, votando.
 
Aquellas tardes de verano, tas la comida familiar, se hacían interminables. Los padres no nos dejaban salir a la calle por el calor que hacía. Casi todos, primos, optaban por tirarse en la cama. Íbamos huyendo a las habitaciones interiores de la casa de la abuela.
No sé si me aburría o no, el caso es que me tiraba horas pensando en mis cosas. No me echaba la siesta. Comencé a leer libros y mal escribir. Mis padres tampoco nos dejaban ver la tele tras la comida, excepto los fines de semana.
Hoy a nadie le da tiempo a aburrirse. A algunos ni si quiera les da tiempo a echar la siesta o dormir. Enganchados a los móviles desde pequeños. Colapsados de información. Ni se piensa, ni se razona, ni se aburre uno, algo tan importante en esta vida de ajetreo que nos lleva a toda velocidad.
Pensar es un lujo. Comenzamos un período de eso, de pensar.
 
“Nuestra vida se mantiene entre miles de condiciones que la amenazan de muerte. Nuestra fuerza vital es como la llama de una vela expuesta al viento, que se apaga con facilidad porque el viento de la muerte sopla en todas las direcciones.” Nagaryhuna
Todos nos vamos de este mundo, nadie se queda. Es nuestra impermanencia, lo somos. Qué sentido tiene que nos apeguemos a todos los asuntos de la vida.
Dediquémonos a extraer lo esencial de nuestras vidas humanas,  adiestrándonos con un corazón sincero en la práctica espiritual más pura.
Controlar los engaños de esta sociedad: la ignorancia, el odio y el deseo incontrolado.
Muy poco puede hacer la abundancia de bienes por nuestra felicidad.
La riqueza, exceptuando lo que tiene que ver con satisfacer esas necesidades reales para vivir dignamente, apenas tiene que ver con nuestro verdadero bienestar. En cambio dedicamos nuestras vidas a desear y adquirir sin fin como si nos lo fuésemos a llevar tras morir, en vez de pensar en nuestro cultivo interior.
“Está fuera de toda duda, decía Schopenhauer, que lo que uno es suma mucho más a su felicidad que lo que tiene.”
 
 

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