Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 43

 J/19.L
 
El resultado de lo que hacemos lo determina nuestra actitud; nuestro pasado no determinará nuestro futuro.
Esperanza. Con esperanza parece que todo se ve diferente. Favorece el bienestar psicológico, reduce el estrés y nos protege de la ansiedad. Nos ayuda a sobrevivir.
Pensaba esta mañana, según venía a la oficina, algo que jamás deberíamos olvidar y parece que hemos olvidado: cómo vivimos cada uno la dichosa pandemia. Aquellos días de encierro, de incertidumbre, de miedos, sin salir de casa en el inicio, sin abrazar a los tuyos. Fueron días en los que muchos nos pusimos propósitos, cambios, que hemos desterrado. Iba a ser un antes y un después, todo se ha quedado en un seguimos igual.
Aquella tarde, tras comer unos callos insípidos, saltó la alarma. Me hice una prueba nasal, tras el consiguiente abono de unos 80 euros, di positivo y tuve que encerrarme en casa solo.
El enfado de mi hijo que había estado conmigo en días pasados. La culpa. El aviso a todos aquellos con los que había compartido espacio.
La soledad. Los pensamientos. La mente. La fiebre. La tos que comenzaba y no se iba. Una tos que iba in crescendo, que no te dejaba respirar ni dormir. El dichoso oxímetro. El amigo que te escucha al otro lado del teléfono, que nota tu respiración entrecortada y que te dice que dejes todo y marches a urgencias inmediatamente.
Te preparas el neceser, nervioso, con lo imprescindible. Escuchas y ves en la televisión de todo menos bueno. Marchas al hospital con esa tos que te empuja el pecho. Te hacen una analítica, te auscultan, radiografías. Te ponen una vía con antibiótico. Algo de oxígeno. Comienzas a preocuparte en exceso. Te asustas tanto que no sabes a quién llamar primero.
Llegan los resultados.
Justo a tiempo - dice un médico bastante agradable.
Me tranquiliza.
Ha venido usted en el momento oportuno, mañana es posible que hubiéramos tenido que ingresarle. Principio de neumonía. Tiene una mancha en el pulmón. Esto que se ve blanco en la radiografía -me muestra, es grande.
Va a tener que tomarse este medicamento y estar muy pendiente del oxígeno en la sangre. Esa tos deberá ir remitiendo en los próximos diez días. A la mínima vuelve usted urgente al hospital –concluye.
Los médicos, que parecen astronautas, son estupendos.
Me dejan solo en una sala, más o menos una hora, hasta que me quitan la vía y el oxígeno y me dicen que puedo marcharme.
Busco el coche a toda prisa. Me subo y lloro. Lloro de alegría. Una alegría privilegiada. Doy gracias hasta a los ángeles. Siempre que rozo los límites, hay alguien o algo superior que me cuida.
Llamo a los que esperan, temerosos, los resultados. Con el único que no puedo hablar es con mi hijo.
Compro todas las medicinas y me encierro en casa dos semanas vigilando a cada instante la progresión de mi respiración y cómo la tos se va haciendo cada vez más intermitente hasta que desaparece por completo y hasta que, meses después, la mancha blanca del pulmón deja de existir.
Y sí, fue esperanza. Fueron tantos pensamientos acumulados en tan corto espacio de tiempo, en el que el estar o no estar, era una triste realidad para muchos ciudadanos del mundo.
Lo superamos, parece que sí. Lo olvidamos, creo que la mayoría lo ha hecho demasiado pronto.
 
Si te enfocas en lo superfluo, dejas de lado lo esencial. Piensa dónde tienes enfocada tu mente todo el tiempo, seguro te sorprenderás.
 
Es curioso que cuando escribo, y posteriormente me leo, puede parecer, de hecho parece, que estoy dando consejos a los demás pero en realidad son consejos para mí mismo. No es quién soy sino tal vez quién me gustaría ser.
 
“Progresar no es adquirir más, sino SER más, ACTUAR mejor.” José María Arizmendiarreta
 
Pensamos caminando. Pensar es, de alguna forma, caminar. Deambular, andar, divagar sin rumbo fijo, o en ese desorden de ideas. Me encanta caminar. Camino todo lo que puedo. El fundador que creó una especie de apostolado del arte de andar –o caminar–como filosofía de pensar podría haber sido Friedrich Nietzsche. Era un pensador romántico que creó una manera de deambular como una forma de activar, de alimentar u oxigenar el pensamiento. El pensador errante. Para algunos de sus exegetas es el fundador del “nomadismo filosófico”. Nietzsche afirmó que solo tenían valor, las ideas que le llegaban a la cabeza, caminando, y que escribía menos con la mano que con el pie. En ‘Ecce homo’, dijo que “no hay que dar crédito a ningún pensamiento que no haya surgido al aire libre”. Exhortaba a permanecer la mayor parte del tiempo de la vida, de pie, no sentado (contrario a Pascal, quien creía que el error del ser humano consiste en salir de su casa, en abandonar su mecedora). Por lo tanto Nietzsche hacía sus caminatas al aire libre como una experiencia del movimiento para ejercitar el pensamiento; también, como una terapia para aliviar sus dolencias y padecimientos mentales.
Caminar. Caminar y pensar.
 
"Si quieres ser respetado por los demás, lo mejor es respetarte a ti mismo. Solo con eso, solo con el respeto propio obligarás a otros a que te respeten.” - Fiódor Dostoyevski
 
He llegado a casa y he conseguido esquivar la lluvia de estas tormentas que nos acompañan este mes de junio.
He abierto las ventanas y casi a la vez uno de esos libros de final del día. De repente ha comenzado a llover tanto que podía recibir las gotas que perdidas se colaban por la ventana. Un olor a tierra mojada, un olor a campo para terminar este día dichoso pero frágil.
Frágiles somos. Frágil soy por más fuerte que a veces aparente.
Me encanta la lluvia de verano. Ya lo estamos, aunque queden días, esos días son los que amamos, los que recuerdan que parte de lo que hacemos nos vale aunque solo sea para Ser parte del solsticio.
 
 
J/20.M
 
Creo que en alguna ocasión he escrito que no me he sentido nunca un soñador, como escribía Calderón de la Barca, poniendo en boca de Segismundo ese ya famoso monólogo que, como muchos, pensando en la suerte de la vida decía:
"Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/ disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte, ¡desdicha fuerte!//¿Que hay quien intente reinar,/ viendo que ha de despertaren el sueño de la muerte?// Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende.// Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son."
La vida puede convertirse en un eterno sueño si no pasamos a la acción. No creo en el eterno soñador, creo en esos sueños que visualizamos para con la acción ir a por ellos.
 
Entender la vida. Qué complicado es esto. A lo mejor no nos haga falta entenderla. ¿Para qué? ¿Por qué? Para qué entenderla cuando lo más importante es vivirla, no esperar nada, simplemente abrazarla y sentirla.
A lo mejor de tanto pensar en cómo vivir, no vivimos.
Cada día me preocupa tanto por estar bien, por hacer las cosas bien, que ni siquiera hago nada. Simplemente ha pasado el día, ha pasado el tiempo.
Intentar vivir no es vivir de verdad.
No se vive soñando la vida. Es mejor vivirla.
Puedes crear un futuro distinto, pero para ello debes elegir vivir. Si eliges vivir escribirás tu vida tal y como tú quieras, no te la escribirán otros.
Aprende de tus errores pero no te paralices por miedo a repetirlos.
El pasado no debe cegarte, no dejes que te impida ver las oportunidades que se te presentan en la vida.
 
De vez en cuando encuentro libros, por recomendaciones o reseñas que leo, que sinceramente no llego a comprender de dónde y cómo pueden brotar unas palabras tan épicas que, compuestas en frases y párrafos, te hagan estirar la mente de tal modo que te descoloque hasta el alma.
 
 
J/21.X
 
El remordimiento llega al final de la vida, nunca cuando estás actuando. Creemos que no hacemos nada malo hasta que en ese reverso de la vida entendemos que algo no funcionó como queríamos.
 
“Tu personalidad crea tu realidad.” Joe Dispenza
 
El quién eres influye en tres cosas, principalmente: tu visión del mundo, cómo lo ves; cómo percibes las situaciones, lo que ocurre, desde esa perspectiva y, finalmente, cómo eliges debido a tu visión y percepción.
 
Parece que hoy comienza el verano. Nos acercamos sigilosamente al solsticio.
 
Cada día puede resultar un éxito de vida si conseguimos finalizarlo con la sensación de haber cumplido nuestro reto: no dejar de ser nosotros.
 
Incluso en soledad seremos ejemplo de algo o para alguien.
 
A veces creemos que lo que pensamos y sentimos es algo ajeno a nosotros. Que sucede porque sí, sin más.
Lo que pensamos depende de nosotros, está en nuestra mente aunque en ocasiones venga provocado por acciones erróneas, por mensajes perjudiciales de otras personas, por no tener aquello que deseamos o porque esperamos, errónea o ficticiamente, más de los demás. 
Somos nosotros los que elegimos como reaccionamos en cada caso.
Somos nosotros los que podemos decidir lo que pensamos.
 
Los culpables de lo que nos pasa no son los demás, sino nosotros.
Debemos aceptar que esto es así, en caso contrario no estaremos capacitados para dirigir de forma correcta nuestra vida, en el sentido de exprimirla al máximo.
La mente se entrena igual que se entrena el cuerpo. Comprender cómo funciona nuestro cerebro, neuronas, sus procesos, nos posibilita encontrar respuestas y generar hábitos.
Los pensamientos se generan por algo. Siempre se piensa en ese algo por algo. No es automático.
Si somos conscientes de ello podremos dominarlos y enfocarlos en la dirección que más nos convenga.
Si tienes un objetivo claro en tu mente, tus pensamientos trabajarán en esa dirección. Encontrarás obstáculos, pero de seguro podrás superarlos y sortearlos.
Nos buscamos excusas y una de ellas siempre es esa de 'es que yo soy así', 'he nacido así y nadie me puede cambiar'.
Debemos aprender a controlar nuestros pensamientos y nuestras emociones.
¿Por qué pensamos así?
¿Qué nos hace sentir así?
Encontrar la fuerza, la motivación para el cambio.
¿Cuál es tu yo soñado?
¿Quién quieres ser?
¿Cómo quieres ser?
¿Cómo te gustaría que te viesen los demás?
Valentía y humildad.
Las emociones nos revuelven, nos agitan debido a nuestros pensamientos.
De pensamientos equivocados surgirán emociones inadecuadas.
El cómo pensamos nos supedita al cómo vivimos.


 
J/22.J
 
Como llegué pronto, me acosté temprano, escuchando la lluvia. Abrí la ventana de la habitación y la interior que da al patio, de tal forma que parecía escuchar el chisporroteo de las gotas que caían en modo estéreo.
Estas lluvias de verano (ya es verano) me tranquilizan, me generan calma, es una bocanada de paz en la jungla del día a día. Lo agradezco.
Unos pocos minutos de lectura y acabé con el libro de Trapiello sobre la cabeza como si fuera un tejado resguardando esta nariz que me habita. Lo trasnochador que he sido y lo que me cuesta hacerme con el día si no duermo ahora mis siete horas.
 
Toma las riendas de lo que sí puedes controlar: pensamientos, emociones, sentimientos, actitud vital.
“No soy producto de mis circunstancias, sino de mis decisiones” S. Covey
 
No trabajemos por la recompensa que podamos obtener de nuestra obra. Trabajemos por la satisfacción de construir nuestra obra.
 
Mis colegas estoicos no creyeron nunca en la suerte.
Pensar que algo era producto de la suerte era como algo perezoso por buscar las causas a dichos acontecimientos. Hay que buscar las causas. No conocer las causas es fruto de la propia naturaleza de la ignorancia.
 
Las personas nunca están totalmente ante los ojos de los demás. A las personas se las conoce por lo que nos muestran de su intimidad. No es fácil llegar a primera vista de una persona. La persona, las personas, siempre estamos más allá de lo que mostramos.
Lo que queremos mostrar es lo que dejamos ver. Y dejamos ver lo que queremos. Vaya estupideces pienso.
En eso consisten los diarios, en dejar ver lo que quieres que se vea hasta dónde quieres.
Me entusiasman los Diarios, escribirlos –mal o bien-, leerlos y tenerlos. Los diarios son llamados literatura del yo, memorialista, intimista, egoísta. Literatura es, buena o mala. En todo, los gustos.
Hay libros de diarios maravillosos, son vidas que voy acumulando: Trapiello, José Luis García Martín, José Jiménez Lozano, Ignacio Carrión, Valenti Puig, Josep Pla, Salvador Paniker, Iñaki Uriarte…
También los hay de autores extranjeros como Julio Ramón Ribeyro, Gombrowicz, Ricardo Pligia, Gide, Musil, Amiel, Pavese, Pessoa, Samuel Pepys, Sylvia Plath…
Todos ellos van abarrotando mis estantes, mis suelos, mi vida junto a mis cuadernos.
 
Hay libros que nos llevan  a muchos otros.
Hay libros que no nos llevan a nada.
 
Pase lo que pase nadie se equivoca cuando se toma una decisión, la equivocación es no tomarla.
La de veces que nos equivocamos, sí. Pues sigamos equivocándonos.
 
¿Cómo usamos el tiempo? En eso reside todo, absolutamente todo.
 
 
J/23.V
 
El mundo entero, con un despliegue de medios de comunicación que emitía novedades a cada minuto, pendientes de un pequeño submarino en el que viajaban cinco excéntricos ricos, tras haber abonado una ingente cantidad de dinero, para visitar los restos del Titanic en el Atlántico. El submarino desapareció y no sé cuántos buques de rescate han estado rastreando la zona hasta que ayer se les dio por muertos.
Esta mañana, tras volver a escuchar la noticia, reflexionaba sobre que sí hay dos tipos de personas. Están los que tienen y los que no, los que nacen en un lugar que progresa y en otro donde lo llena la pobreza. Los que sus familias viven sin pensar en la necesidad y los que desde que han sido paridos están obligados a buscarse la vida. Los que mueren en el mar cruzándolo en patera y los que bajan de excursión pagando cantidades descomunales en submarino.
Esos que caen al mar y nadie los busca porque no son nadie para nadie más que para ellos.
Lo único que es igual para todos es la muerte.
Sí hay dos tipos de personas.
Me siento parte de los privilegiados y por eso, simplemente, no tengo derecho a quejarme y sí mucho que agradecer. Agradecer y pensar un poco más en los demás, en esos otros que ni tienen oportunidades ni tienen nada.
Diría que casi todos los días hay personas que se juegan la vida en esas pateras, para huir de la miseria. Muchos son niños, mujeres embarazadas. Muchos caen al mar y pierden sus vidas. Nadie los busca.
En el caso de este submarino, sus ocupantes habían pagado más de 200.000 euros por la excursión acuática.
Unos se juegan la vida por hambre y otros, por entretenerse. Necesidad y deseo. Vivimos en un mundo de extremos y, diría, de locos.
El morbo. Todos hemos prestado más atención estos días al submarino desaparecido que a las pateras de personas en busca de una vida mejor.
Deberíamos hacérnoslo ver.
 
“Así como somos, obramos, y así como obramos, obran con nosotros; somos los constructores de nuestra fortuna; la hipocresía y la mentira, así como el intento de asegurar un bien que no nos pertenece, resultan, de una vez por siempre, frustrados y vanos.” R. W. Emerson
 
Normalmente se fracasa porque se tiene demasiada prisa.
 
Minaya. Un calor manchego, de verano, de esos que se aguantan hasta terminar el día.
Es increíble la tierra que se acumula en los patios, las hierbas que crecen entre los adoquines. Recoges, barres y cuando vuelves otra vez tienes que hacerlo de nuevo. Es así mientras que la vida no me permita pasar más temporadas largas por aquí.
 
El atardecer está siendo poético. Miro desde arriba. Cantan todavía esos pájaros que van acurrucándose entre la parra y la higuera. Humildad y sencillez.
Cada árbol tiene vida. Cada piedra su expresión.
No quiero pensar en qué haré mañana, es mi forma de desconectar, bajar el volumen del mundo.
¿Qué deseo? Tranquilidad.
¿Cuál es mi propósito de vida? Estar tranquilo.
No te preocupes de nada más.
 
 
J/24.S
 
Cuando se duerme entresueños no se descansa bien del todo. Eso me ha pasado esta noche y temprano, con el amanecer, ya estaba despierto escuchando sus cantos y esperando que se hiciera una hora decente para el sábado.
Anoche me quedé en el porche, solo, en completa oscuridad, tan solo alumbrado por las estrellas y esa luna creciente, en un silencio absoluto y con el reconocimiento de haber conseguido el objetivo: estar tranquilo.
Me hice una paloma o palomita. Esa bebida que llama al recuerdo juvenil. Un tercio de cazalla, dos partes de agua y mucho hielo. La de lebrillas que tomábamos en las noches de verano en el Tino, en el paseo, entre risas juveniles y alguna que otra mirada que más tarde se convertía en algo más que arrumaco en algún banco del parque.
Eran los veranos, aquellos veranos que no queríamos terminasen nunca. Esos veranos de pueblo, de pandillas, de primeros besos furtivos. No había más problema que el de haber aprobado el curso. No había más interés que el de reír y vivir en esas noches que alargaban el silencio.
Lo que duró la copa duró el recuerdo. Parecía ayer, bajo estos mismos cielos. Son muchos años atrás.
 
Un trote tranquilo por mis caminos, entre esos campos que este año todavía verdean. La lluvia de junio ha dejado la tierra empapada para que beba el sol del verano.
El café, los periódicos. Es el único lugar en el que el reloj no es el tiempo que me lo marca la luz del amanecer y el anochecer.
Los tordos se han comido todas las ciruelas que había en el viaje anterior. No ha quedado ni una.
 
“El destino guía a quien lo acepta y arrastra quien lo rechaza.” Séneca
 
 
J/25.D
 
Gruño mucho. Cada vez gruño más. No sé si son los años o que me viene de familia.
 
“Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo… Solamente entrando en él diluirá su miedo porque sabrá que no se trata de desaparecer, sino de convertirte en océano.” Khalil Gibran
 
 
El descanso que busco en ocasiones, ahora que siento esos caminos que tránsito en el silencio natural, no es otro que el de no tener más obligación que la de despertar cada día con la ilusión de vivir sin estar obligado a nada. No estar obligado a nada no es renunciar a todo. No estar obligado a nada es vivir sin esas necesidades de las que nos hemos ido rodeando, y que nos hacen estar en constante tensión, para conseguir que todo funcione sin desprendernos de lo innecesario.
Solo en ese instante, en el que creemos podemos perder algo, es cuando nos vienen los miedos del fracaso, el valor de lo que tenemos. Constantemente le digo esto a mi hijo, pero constantemente es algo que todos deberíamos tener en cuenta.
El hombre, y digo el hombre, en masculino, es ese ser capaz de ir cometiendo estupideces toda su vida, cayendo y levantando constantemente hasta lo irremediable.
Vamos tirando de la cuerda, pensando que nunca se romperá, hasta que se rompe.
Nos pensamos eternos y vamos deshaciendo lo que hemos hecho, pensando que siempre tendremos otra oportunidad de hacer.
No es cierto. Las oportunidades nunca son las mismas porque nada es igual ni comparable.
Soy un eterno buscador. Busco mi espiritualidad como el que busca la esencia de su ser. En ese caminar me doy cuenta de los tropiezos, porque buscar significa ser consciente de cada instante y al igual que vivimos instantes acertados, sentimos cuando erramos en nuestras acciones.
La vida no es tan larga como nos pensamos. La vida la hacemos corta y vamos estropeando algunas de sus partes con nuestras acciones erróneas.
Mi lucidez está en la mañana, que es cuando mi cuerpo, mi mente, permanecen limpios si  haber sido sometidos por ningún tipo de lectura o substancia incendiaria de mi intelecto.
Llego a pensar que uno deambula por la vida más que camina. Llego a pensar esto porque cada día me entiendo menos.
Leo lo que escribo y soy incapaz de entenderlo. Así, no me extraña, esas personas que también me leen, nunca llegan a encontrar el verdadero significado de mis palabras. Pero las palabras quedan escritas, para que a uno le sirvan más de desahogo que de ahogo.
Necesitamos espacios. Vamos agobiados, sin aire, sin libertad. Hemos construido un mundo de desafíos rápidos, sin tiempo. Hemos construido un mundo dónde, como dice alguien a quién tengo un especial cariño, nadie tiene cabida si no es igual al resto. A veces no me reconozco en este mundo, pero formo parte de él. Tal vez eso sería lo más importante y el mayor favor que podríamos hacernos nosotros mismos, volvernos a conocer.
Es importante tener un propósito en la vida. Para tener nuestro propósito debemos ser conscientes de nuestras vidas, debemos conocernos. El propósito es nuestra brújula. El propósito nos ayuda a tomar decisiones frente a esas adversidades o desafíos diarios.
Sin propósito, sin brújula, nada nos será suficiente por mucho que tengamos.
Para llevar una vida consciente debemos reorientarnos, recordar nuestras intenciones.
El tiempo es oro, el tiempo es vida. Detenernos a pensar es una buena forma de volver a conocernos. 
 
 
……

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