Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 42
J/12.L
Comentaba ayer con mi hijo, con motivo de que hoy debía madrugar tanto como yo –inicia su primera experiencia en el mundo laboral, durante el verano- que se acostumbrase a algo que hará diariamente durante prácticamente toda su vida, a no ser que consiga uno de esos trabajos liberales que le permitan no hacerlo. Madrugar se convierte en un hábito saludable, además de una obligación.
Comencé a madrugar, y cuando digo madrugar me refiero a levantar entre las seis y seis y media de la mañana, cuando hice el servicio militar en uno de esos cuarteles en los extrarradios de Madrid. Continúe con mi actividad laboral de seguido. En definitiva, que llevo madrugando cada día, digamos, desde hace ya treinta y seis años y, por lo que veo, no me quedan menos de ocho para continuar haciéndolo.
Decirle esto a tu hijo, en su primer día de trabajo, tal vez no sea lo más motivador: ¿toda la vida levantándome a las seis de la mañana? Aunque haya días, épocas, en las que me viene el cansancio, incluso el desánimo, por lo general diré que es un privilegio de vida.
Hasta ahora he sido un privilegiado. Jamás he llegado tarde a mi puesto de trabajo, incluso he sido el primero en llegar incluso sin tener la obligación de hacerlo. Me ha gustado madrugar y así lo he hecho aunque en ocasiones, por trabajo la mayoría y otras por ocio, me haya acostado a altas horas a horas malsonantes.
Exigencia, responsabilidad y disciplina personal.
No me ha ido mal cultivar estos valores y es lo que ayer, no con éxito, traté de transmitir al chaval.
Toda cautela es poca.
No puedo permitirme bloqueos ni sabotajes externos, tampoco internos. Fluir y avanzar.
Nunca perder tu poder personal.
Cada tiempo de dificultad es perfecto para abrir nuestro corazón y nuestra mente.
Los hay que solo están a gusto imponiendo o buscando el ‘pero a todo’. Que no son capaces de evitar el mínimo error para introducir o hacer valer su poder. No solo incomodan sino que también enfadan.
Es el silencio un lujo, la soledad un recurso a veces obligado. Cuando no se tiene se busca, cuando las circunstancias de la vida nos obligan a ella, se huye.
El silencio es un recurso para la reflexión, para el pensamiento, para el encuentro y la conversación con uno mismo.
Es así. Me siento culpable por conocer la razón de mi estado de ánimo bajo, mi poca motivación y no ponerle remedio. Y mucho más culpable por reconocer que ese remedio depende de mí y solo de mí.
La arrogancia y el menosprecio son difíciles de vencer.
La solución pasa por la ignorancia o por el enfrentamiento.
No estoy para monsergas.
Las circunstancias que nos llevan a esa ansiedad no es nuestro problema real. El problema real son los sentimientos.
Puedes superarlo.
No eres una víctima, eres el responsable.
Eres tu peor enemigo.
Absolutamente todo, lo que decimos, hacemos, no hacemos o no decimos nos conforma como somos. Quienes somos.
J/15.J
No soy más que eso, una ráfaga de viento que quedará en el recuerdo de no más de una docena de personas. Y son, podríamos decir, las que son.
Asumir la responsabilidad de tu vida.
Es responsabilidad de cada uno la forma de atraer la luz hacia ti.
Seguir remando.
No conformarse, no quedarse quieto, atrapado. Exígete más.
En la antigua Grecia, mi amigo Sócrates tenía una gran reputación como sabio. Un día vino alguien a encontrarse con el gran filósofo, y le dijo:
– ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
– Un momento, –respondió Sócrates– antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte una prueba, la de los tres filtros.
– ¿Los tres filtros?
– Sí,-continuó Sócrates– antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres filtros. El primer filtro es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?
– No, sólo lo escuché.
– Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo filtro, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
– ¡Ah, no! Por el contrario.
– Entonces, -cuestionó Sócrates– quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer filtro, el de la utilidad.
¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?
– No, en serio.
– Entonces, -concluyó Sócrates– lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?.
Tantos frentes abiertos que a veces se hace complicado elegir a cual enfrentarte porque sabes que como pierdas las fuerzas en uno, lo puedes perder todo.
Las fuerzas no son las mismas. Demasiados baches que superar.
Todos nuestros vicios provienen del exceso de actividad, de esa propensión a realizarnos, a dar una apariencia honrosa a nuestros defectos.” Emil Cioran
La escuadra representa la rectitud y la perfección, mientras que el compás representa la circunscripción y el límite. Ambos, juntos, simbolizan el equilibrio perfecto entre la fuerza y la limitación, la libertad y el deber. En masonería, la escuadra y el compás son herramientas para la construcción simbólica y espiritual de los individuos, ayudándoles a trazar el camino hacia la sabiduría y la verdad.
En su conjunto, estos símbolos, representarían la búsqueda de la perfección moral y espiritual, y el equilibrio entre la libertad individual y el deber hacia la sociedad. La escuadra y el compás también se utilizan para simbolizar la dualidad de la naturaleza humana, que se compone tanto de aspectos materiales como espirituales. Así, la escuadra representa el aspecto material y concreto, mientras que el compás representa el aspecto espiritual e intangible.
En la filosofía masónica, la escuadra y el compás se utilizan para reflexionar sobre la conducta y para aspirar a la perfección moral y espiritual. También se utilizan como herramientas para la meditación y la contemplación. O para comprender mejor los principios masónicos y su aplicación en la vida diaria.
Recordar esto, repasarlo, anotarlo de vez en cuando en muchas de estas páginas me sirve para recordarme hacia dónde voy y dónde no quiero estar: en ese mundo insulso y ficticio que es el material.
Estiraba su pequeño cuerpo alargado, sí, como el de una salchicha, con una cara de felicidad única. Simplemente seguridad. Ese pequeño ser que ofrece más que muchos y que su sentido de vida únicamente es ese: aportar cariño a los demás a cambio prácticamente de nada. Esa es la gran diferencia, los demás, los llamados seres humanos, siempre hacemos todo por algo, por un mínimo interés pero por algo.
¿Por qué no paramos y disfrutamos?
Es muy distinto lo que uno quiere de lo que puede. La única forma de no frustrarse es conformarse. Si no nos conformamos con lo que tenemos sufriremos y al sufrir no viviremos.
Hay personas que van por la vida sufriendo, llorando, simplemente porque no se conforman, quieren más.
Dejé de querer más hace mucho tiempo, sufro menos. Mis sufrimientos actuales son por lo ajeno.
Dice Ricardo Pligia que "lo esencial de un diario es que no se corrige, es lo más parecido a la noción surrealista de la escritura automática, uno escribe en el momento, se deja llevar por un impulso espontáneo casi demencial. Se registra lo que se vive sin distancia, lo que tiende al presente...".
Así es, aunque realmente no se escribe todo lo que se vive. Hay mucho de lo que uno vive que es imposible registrar, quedará para siempre en el olvido, en el mismo momento en el que la mente se apague. Todos tenemos historias que guardamos sólo para nosotros. Son esos momentos, pensamientos o reflexiones, que no queremos compartir con nadie.
Creo que, llegados a esta época del año, necesito algo de descanso, de quietud. Necesito detenerme, desacelerarme, poder mirar y examinar tranquilo todo.
Tengo esa sensación que sólo en estas fechas me viene, como de complicarlo todo.
Otro tanto por ciento de personas, en este caso mayor pero no definido, vive episodios esporádicos de ansiedad.
La ansiedad es algo que llega a producir parálisis corporal.
Vivimos en una sociedad que favorece la ansiedad, ese sufrimiento emocional que te parte. Expectativas laborales y económicas, autoexigencia, competencia, incertidumbre, inestabilidad. Qué decir.
¿Cómo interpretamos el mundo que nos rodea? ¿Cómo podemos reinterpretarlo de manera diferente?
La ansiedad viene producida por los pensamientos que tenemos por los hechos.
Asumir responsabilidad personal. No culpar a la sociedad o a los demás.
Todo depende de nuestra interpretación.
Calmar el cuerpo para calmar la mente.
Filosofía para interpretar mejor el mundo que nos rodea.
Caminar, correr, meditar.
"Una de nuestras formas más efectivas de superar la ansiedad es intentar cambiar el foco de atención de uno hacia los demás. Cuando tenemos éxito en esto, encontramos que la escala de nuestros problemas disminuye. Esto no significa que debemos ignorar nuestras propias necesidades por completo, pero en cambio debemos intentar recordar las necesidades de los otros junto con las nuestras, no importa cuán apremiantes las nuestras puedan ser" Dalai Lama
“Qué artera ha sido la muerte, que en vez de dármela a mí eligió solo herirme en ese punto que más me podía doler. Nunca hay suficientes lágrimas a la hora de enterrar un hijo. Ningún dolor puede ser tan profundo.” Joder.
El hijo del escritor y periodista falleció días atrás, a los 60 años, por una crisis cardiorrespiratoria producida por un ataque de asma. Da igual la edad. Es un hijo que se va antes que el padre. Fue el domingo pasado. No recuerdo muy bien la columna que escribió Vicent padre. La de hoy, desde luego, me ha generado una profunda pena. Como lector, saber que el dolor vertido en la escritura no es menos dolor, pero es el vómito de rabia, de la sangre que quedará impresa en el recuerdo de quien siempre habitará el alma de quien lo escribe.
Esa España, rural, profunda en la que todo es calma y quietud. En la que el tiempo se congela.
Las historias que miran el pasado solo sirven, en realidad, para poder mirar al futuro”, así termina Laura Ferrero su novela ‘Los astronautas’. Uno de los libros más bellos, con momentos de cierta tragedia, que he leído en los últimos años. Uno de esos textos que brotan del alma, de la vida, que nos dicen, que nos llaman.
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