Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 33

A/10.L
 
Dice Jesús Terrés, en esa joya de libro que es ‘Nada importa’, que “el domingo nadie espera nada de nosotros ni el mundo exige de ti más que el silencio”, y yo comienzo la semana y el lunes así, con nostalgia del domingo que en este inicio abrupto, y mentalmente ocupado, me lleva en una dirección incierta.
Todo lo que nos rodea es inestable y a la mayor alteración acaba desmoronándolo.
 
“Por donde dije que jamás iría, acabé yendo. Las escaleras que prometí no subir en la vida, las subí de dos en dos.
He tenido amigos con los que ahora ya no me une nada y por el camino he encontrado a personas maravillosas con las que hace años no habría compartido ni un café.
He peleado hasta la extenuación por causas perdidas en las que ahora no invertiría ni un minuto de mi tiempo y he encontrado el sentido de mi vida en momentos que hace años me habrían pasado inadvertidos.” Lucia Galán Bertrand, del libro ‘La vida va de esto’.
¿Quién de nosotros no habría escrito estas palabras? ¿Quiénes no lo hemos pensado?
Nuestra vida, nuestra experiencia.
 
¿Entonces parece que se han convertido como prioridades del hombre el poder, la política, el culto al cuerpo, la avaricia del dinero o la popularidad? ¿Para cuándo la inteligencia, la humildad, la solidaridad, el esfuerzo, la templanza y la decencia del alma?
 
El estudio y la práctica del estoicismo, junto con el budismo, provoca innumerables beneficios como:
-      Estado de calma y paz.
-      Disminución de las emociones negativas como el miedo o la tristeza.
-      Aumento de las emociones positivas como la satisfacción o la alegría.
-      Preocuparte más por tu bienestar y el de los demás.
-      Estar más enfocado en tus actividades diarias.
-      Sentir más tu propósito.
-      Mayor capacidad y fortaleza para hacer frente a las adversidades o desafíos de la vida.
-      Centrarte en lo importante.
 
Es urgente vivir con ilusión, en paz interior y entusiasmo por creer y crear.
¿Te das cuenta de que trabajamos 8 horas para vivir 4?
De que trabajamos 6 días para disfrutar de 1.
O que trabajamos todo el año para tomar de 2 a 4 semanas de vacaciones.
O que tras 8 horas de trabajo paramos para comer deprisa en no más de 45 minutos.
Y a partir de ahí ¿qué? Tus últimos años.
Somos esclavos de nosotros mismos y lo peor es que nos hemos acostumbrado a ello.
Corta es la vida. Vívela un poco.
 
Aldaba o picaporte era, y es, una pieza articulada, de metal, que se situaba en las puertas exteriores de las casas. Servía para llamar a los ocupantes de las mismas por medio de golpes en la puerta o portás. En los pueblos todavía se ponen o utilizan. Lo moderno, ahora, son los ruidosos timbres o los telefonillos con cámara incorporada. Lo sencillo era, tener la puerta abierta y que los vecinos pasaran hasta la cocinilla sin problemas.
 
Galbana: pereza o falta de ganas de hacer algo.
 
Mientras comía, me he enterado del repentino fallecimiento, a los 86 años, debido a un infarto, del gran escritor e intelectual, al menos para mí, Fernando Sánchez Dragó. Creo que la gran mayoría de sus libros forman parte de mi biblioteca, desde mis inicios como lector. Aquél maravilloso ‘El camino del corazón’ o el último que leí, que no sé si publicado, ‘Galgo corredor: los años guerreros’.
 
 
A/11.M
 
No sé bien el porqué de los días en los que te es tan difícil levantar motivado. Son esos en los que hasta el sonido del despertador se convierte en estruendo, arrollador, y te dan ganas de lanzar el móvil contra la pared de la habitación. Pero te enfundas en el uniforme y sales a la calle, de noche, vacía, a dejarte acariciar por la primavera mientras, al paso, comienzas a dar los buenos días a esas personas que quieres para que sepan que has iniciado la vida otra vez.
 
Dormí anoche pensando en cuándo conocí, personalmente, al escritor Sánchez Dragó. Un tipo al que admiré por esa forma de vida suya, diferente, por ser gran amante de los libros, de la cultura en general; por ser uno de esos ‘rara avis’, vividor, transgresor, polémico, un incansable buscador espiritual. Un hombre libre. Pasó del comunismo a Vox. Esto último nunca lo entendí, pero tan respetable como todo lo demás.
Por aquél entonces tenía yo una de esas responsabilidades que me hicieron sentir orgulloso, director general de Infraestructuras Educativas de la Comunidad de Madrid. Celebrábamos, como cada año, en la Real Casa de Correos, el Día de la Comunidad de Madrid y tras los actos oficiales se ofrecía un vino, en ese majestuoso patio, donde la Presidenta de aquél entonces invitaba a políticos y personalidades del mundo de la cultura y el deporte de Madrid. Y por allí, entre vinos y canapés, tiras y aflojas, conspiraciones varias, estaba él, enjuto, sonriente, joven de apariencia y rodeado de otras personas del mundo cultural.
Siempre le había admirado y leído, abandoné la conversación en la que me aburría y me acerqué a él. Superé esa timidez mía de hacer estas cosas, interrumpir a otros, pero no quise perder la oportunidad.
Me permite saludarle –le dije.
Por supuesto que sí, además encantado de hacerlo –me respondió.
Me apretó la mano sonriendo e, imagino, pensando en quién sería aquel tipo estirado, de traje gris y barba.
Soy director en la Comunidad pero, por encima, gran amante de los libros y lector suyo.
Bueno, sobre todo, al menos, sabes que algo escribo, muchos de estos que nos rodean ni lo saben ni habrán leído nunca –contestó.
Con algo de vergüenza y titubeo, le hablé del último libro suyo que había leído, no recuerdo bien cuál fue, y a los pocos minutos uno de sus acompañantes vino a rescatarlo del posible pelma, yo.
Se despidió cordialmente, sin dejar de sonreír, y marchó.
Hace menos de un año, en esas caminatas mías cruzando Madrid, creo que venía de una cita médica, me lo encontré bajando la calle del Pez, en el barrio de Malasaña, hacia San Bernardo. Parecía no pasaban los años por aquel hombre.
No pude evitar, no quise evitar, pararle y saludarle.
Don Fernando ¿me permite que lo salude?
Se sobresaltó, iba inmerso en sus pensamientos. Serio.
Claro –me dijo volviendo a mostrar esa sonrisa suya.
Le encuentro fenomenal, sigo admirándole.
Me parece estupendo, amigo.
¿Para cuándo nuevo libro? –pregunté por preguntar pero con interés sincero.
No tardará.
Deseando entonces. Gracias y que tenga un feliz día.
Lo cierto es que ese día, por el único motivo de aquél breve encuentro, con ese hombre de letras, ya fue feliz para mí.
Ayer por la mañana él mismo ponía en su cuenta de twitter, una foto con uno de sus gatos en la cabeza. No mucho después un infarto se lo llevaba a otros mundos.
Esperaremos impacientes esas páginas magistrales que, de seguro, ha dejado escritas.
 
 
A/12.X
 
Todos los días paso frente a la cristalera de una de esas grandes cafeterías de nombre impronunciable. Sobre las 7.45h. Al otro lado del gran ventanal, sentado en un cómodo sillón junto a una taza de lo que parece un café con leche, el mismo hombre lee con atención, ajeno, en paz, un libro mientras sobre la mesa queda apoyado otro. Absolutamente todos los días.
Al verlo hoy pensé en lo que pensarán, también, todas esas personas que me ven cada día, a la misma hora, en la misma mesa del rincón, de esa otra cafetería, escribiendo en este cuaderno, pensando, y tras unas palabras que quedan, abriendo un libro y dedicando unos minutos a la lectura antes de enfrentar el día mientras un café solo, fuerte, lo despierta.
¿Tipos raros? ¿Tipo honradamente infames? Sabe dios.
 
Serenidad y esperanza ante cualquier adversidad o momento de crisis previsible o imprevisible.
No busques la aprobación de los demás.
No te preocupes por ofender a aquellos que les das totalmente igual.
No tengas miedo de los que te van a odiar.
Diferénciate.
Ser sincero hasta el dolor.
 
Todos creemos saberlo todo de todo. Si prescindiésemos de esa actitud nos daríamos cuenta de todo lo que podríamos aprender.
 
Aprendamos a aceptar los desafíos. No huyamos. La vida está llena de sufrimientos, pero también de bendiciones.
No escapes de aquello que te incomoda.
Aceptemos que tanto el dolor como la tristeza forman parte de la vida.
 
Trato de hacer un esfuerzo por controlar, desde la calma, todo. Hasta lo incontrolable. El primer paso para ese control soy yo mismo. El estar controlado yo, en calma, es fundamental para que las decisiones y acciones lleven el camino adecuado.


 
A/13.J
 
Normalmente, cuando te enfrentas a un problema y crees lo estás venciendo, que con serenidad y calma, poco a poco, llega la solución, surge otro imprevisto que te rompe la estrategia y prácticamente te hace volver a empezar. Es matemático. Es ahí, en ese preciso instante, cuando se te pasa por la cabeza tirar la toalla y dedicarte a plantar pepinos y patatas.
Dicen que los últimos años de vida, los que vas restando más que sumando, suelen ser de arrepentimiento o por lo que no hemos hecho o por lo que hemos hecho mal. Pocos tienen esa fuerza mental como para darle la vuelta y hacer lo que se ha dejado de hacer o corregir lo corregible.
 
No sé cómo decirlo, pero las cosas suceden sin más. Será casualidad o no lo será, suceden. No tiene por qué ser justo. Simplemente sucede y solo te queda decir eso de “¡es lo que hay!”.
 
El auténtico líder habla poco, pero sabe escuchar mucho.
Escuchar. ¿Escuchamos?
Invitar a decir, a disentir, a decir lo que normalmente se calla.
 
Si tropiezas con el error de alguien, reflexiona sobre qué falta similar podrías haber cometido tú.
"Es preciso dejar allí el fallo ajeno. [...] Siempre que tropieces con uno, al momento, reflexiona sobre qué falta semejante cometes tú al respecto. [...] Los seres racionales hemos nacido el uno para el otro. La tolerancia es parte de la justicia. [...] Propio del hombre es amar incluso a los que tropiezan". Marco Aurelio
 
 
A/14.V
 
Los momentos felices no te lo dan los millones de euros que tengas, te lo dan tus relaciones. Tener mucho dinero y estar solo no da la felicidad.
Es importante cultivar una buena red de relaciones personales en todos los ámbitos de la vida.
Pensar activamente en las cosas que tenemos y no nos generan problemas: una casa, comida, no nos duele nada… agradecer.
 
¿Qué es la felicidad o qué es un verdadero lujo para mí? A estas alturas de mi vida lo es muy poco, aunque su valor es mucho.
El sábado por la mañana y el jueves por la tarde. Las tortillas de mi madre. El abrazo de mi hijo. El café de por la mañana mientras escribo en el cuaderno. El vino con mis amigos. Esos libros viejos que acumulo. El chupito con mi padre en el bar del pueblo. ‘Nothing Hill’ un domingo por la tarde. Las cosas artesanas. Reírme con mis hermanos. El jolgorio que montan los pájaros en el despertar de Minaya. El cuidado de mi sonrisa. Acostarme antes de las diez entre semana.
Todo esto es un lujo porque lo vale todo para mí.
 
Si todo va bien recibes abrazos y palmadas en la espalda; si las cosas van mal, estás completamente solo.
 
 
A/15.S
 
Ser consciente. Hay que ser plenamente consciente para saber lo que haces, cómo lo haces y por qué lo haces.
Vivir los días entre alegrías y tristezas, donde caben estrellas y lunas, las constelaciones de primavera, los jardines o estas emociones que no dejan de bullir en la cabeza.
Cuando sabemos que dentro de nosotros hay algo que debemos cambiar, pero no lo cambiamos. Tal vez vamos en piloto automático. Las fuerzas o el valor de tomar decisiones. El tiempo.
Cada día es una oportunidad para cambiar de rumbo, salir de la rutina, salir de las insatisfacciones que nos pesen.
 
Es difícil que avances en la vida si:
Piensas demasiado todo.
Pierdes el tiempo.
Te acuestas después de las doce de la noche.
Excusas tus salidas a hacer deporte.
Dejas pasar oportunidades.
Te dejas llevar por la negatividad.
 
Hay gente que vive en tal desorden que además se piensa que el resto deben seguirles y vivir por igual. Ni lo admito ni lo aguanto, sea quien sea y menos a estas alturas de la vida.
 
 
A/16.D
 
¿Cómo puedo mejorar mi estado vital? ¿Qué me impide estar en esa paz y equilibrio tan necesarios para vivir en plenitud?
Disfrutar de una copa de vino.
Contemplar la belleza del campo, de esa amapola que crece desordenada, solitaria, sin pensar en nada más.
Disfrutar de lo que estoy haciendo en este momento, escribir, concentrado, plenamente.
 
Pensaba esta mañana que no sé muy bien cómo, ni el porqué de muchas personas buenas, inteligentes, sensibles, de gran humanidad, se ven envueltos en una espiral circunstancial que no les deja salir de una situación no merecida; que no les permite avanzar, superarse, convirtiendo su existencia en un problema o estado de inseguridad permanente.
Si se quiere se puede, decimos, nos decimos todos aquellos que nos rodeamos de una existencia privilegiada. Hay quien quiere, quien desea, quien lo intenta y no puede. Hay quien termina por acostumbrarse, por un motivo u otro, a que la adversidad siempre sea su compañera de viaje.
 
Comienza los días pensando en el final y centrándote en las tareas más prioritarias.
No intentes recordar todo. Tendemos a olvidar las ideas. Anota las cosas en cuanto te vengan a la cabeza. Ten un cuaderno, o una aplicación de notas, siempre cerca. Idea que no anotas idea que se perderá en el limbo.
Camina diariamente. Conviértelo en un hábito. Es la mejor forma de mejorar tu mente y la autoconciencia.
Repasa tus hábitos. Ve eliminando aquellos que te restan tiempo para nada.
Comienza y termina el día escribiendo. Tus prioridades, tus errores; tus pensamientos, tus deseos; tus miserias, tus desvelos.
No digas sí cuando en realidad quieras decir No. Defiende tu tiempo.
No dejes de aprender. Escoge bien lo que lees, lo que estudias. Alimenta adecuadamente tu cerebro.
 
“La estupidez humana es la única cosa que nos da una idea del infinito.” Ernest Renan
 
Comer con los padres es llevarte, más allá de las calorías, una buena dosis de cariño, aliento y vida. A veces se discute, claro que sí, son diferentes puntos de vista, épocas, etapas, yo lo hago también con mi hijo a menudo, tal vez debería hacerlo más. Los padres hablan desde el amor y desde los años, esos años que terminan, se van, lo saben, y solo quieren que sepas, que sientas, lo imprescindible para vivir en paz y así ellos, el día lejano que marchen, lo hagan con esa tranquilidad de que lo estás.
 
Leo que si mueres antes de cumplir 85 años, habrás llegado a parpadear setecientos millones de veces. Y nada más leerlo noto cómo parpadeo mucho más deprisa.
 

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