Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 30

 
M/20.L
 
Severino Boecio vivió durante el siglo quinto. Conoció la gloria y la riqueza, pero ahora estaba encarcelado, sin fama, sin dinero, sin amigos, esperando a su ejecución. Pronto sería decapitado. No cometió ningún crimen, solo quiso abandonar su cómoda posición de intelectual para servir activamente a su patria, y tras un cambio de aires políticos, así le pagaban. Entró en una profunda depresión. Entonces, recordó que era poeta, filósofo y escritor, y que solo escribir lo sacaría de su angustia. Pidió folios y una pluma, y comenzó a escribir un entrañable diálogo entre él y la Filosofía, representada por una hermosa mujer.
Se llama “La consolación de la filosofía” y todavía hoy se conserva. Podríamos decir que es casi un diario, escrito en forma de conversación. Él se queja con absoluta honestidad, ella lo consuela con sabiduría y delicadeza increíbles. Boecio está triste, rodeado de unas musas que dulcifican su angustia llevándole recuerdos de su juventud fecunda. Pero entonces llega ella, “una mujer de sereno y majestuoso rostro, de ojos de fuego, penetrantes, de buen color, llena de vida, de inagotables energías”. Cuando esa mujer se agacha un poco, parece un simple mortal, pero cuando está erguida toca el cielo con su frente. “Su vestido lo formaban finísimos hilos de materia inalterable, con exquisito primor entretejidos; ella misma lo había hecho con sus manos”, con una Pi de “praxis” debajo y una Tau de “teoría” arriba y unos hilos que, como escalera, permitían ir de uno al otro. Hermosa imagen para ilustrar la unión de teoría y práctica que propone la filosofía. Lo primero que hace la Filosofía es echar a las musas. Lo llama “mi enfermo”, con una mezcla de ternura y autoridad. Es suyo. Ella lo cuidará: “¿Quién ha dejado acercarse hasta mi enfermo a estas despreciables cortesanas de teatro, que no solamente no pueden traerle el más ligero alivio para sus males, sino que más bien le propinarán endulzado veneno?” Son las pasiones que están siempre al acecho, y adormecen en vez de liberar a la inteligencia humana. Son sirenas que fingen dulzura para acarrear la muerte. Las musas obedecen, se retiran y los dejan solos. La Filosofía se sienta al borde de la cama. Pero él no la reconoce, está aturdido por el dolor. Entonces posó dulcemente su mano sobre el pecho de Boecio y le dijo: “Tranquilo. No hay peligro” mientras que “con un pliegue de su vestidura enjugó sus ojos bañados en llanto”. Sus ojos se vigorizaron y pudo reconocer el rostro de quien lo curaba. Conmovido, volvió a romper en llanto. Entonces, la Filosofía le pregunta: “¿Por qué lloras? ¿Por qué fluyen de tus ojos esos arroyos de lágrimas? Si buscas un remedio para tu mal, es necesario que descubras la herida”.
Descubramos nuestra herida. 
La filosofía nos puede curar.
 
Decidí quedarme así que he vuelto a despertar en el silencio de este pueblo.
Madrid me regala un día festivo.
Ayer tarde disfruté de los campos de siembra mientras un atardecer de colores dorados, que realzaban el verde de los guisantes o las lentejas, abrazaba todo mi Ser.
Las avutardas, que campan a sus anchas por estas tierras levantaban su vuelo, asustadizas, a nuestro paso. Por aquí, en estos llanos de secano, con el cereal como alimento, entre viñas, almendros y olivares, disfrutan de una paz única. Esa paz que yo mismo demando y me apodero cada vez que estoy, como ellas, planeando entre las lindes.
Somos seres inteligentes, aparentemente.
Hemos ido abandonando esas grandes extensiones de tierra, campos, para hacinarnos en pequeños espacios, en las ciudades, buscando algo así como una vida mejor y, sin darnos cuenta, estamos atrapados en el ruido, el asfalto de lo urbano, con estilos de vida de perfectos imbéciles.
Estrés, polución, hostilidad.
 
Las conversaciones familiares, en esos días de encuentro, siempre suelen versar sobre lo mismo: lo mismo es la vida, la política, los que tienen más, los que no lo tienen, los chicos que estudian, los que trabajan, en fin, todo aquello que nos va y viene, también lo que no nos va, pero que, curiosamente, cada uno lo percibimos o vemos a nuestra manera. Unas veces porque nos interesa verlo así, otras porque queremos aparentar lo que no somos (también interés) frente a los demás y, por último, porque los años y la experiencia, simplemente nos hace hacer de nuestro mundo, en el que nos movemos, ese que nos acomoda.
 
Contempla tus acciones. Dedica tiempo a la autorreflexión, a analizar lo que haces o lo que no haces.
Un buen momento es la noche, en calma.
Yo suelo hacerlo también en mis caminatas.
Caminar no solo es saludable para el corazón, lo físico, sino también para la mente.
¿Cómo nos comportamos? Uff!
¿Cómo estamos viviendo nuestra vida?
¿Lo que hacemos está en consonancia con nuestros valores?
Saber. Buscar la sabiduría: ideas y valores que nos guíen en esta vida.
Filosofía, psicología, biografías, budismo. Encontrar ideas que te motiven. Coaching.
Autorreflexión. Conocerse a sí mismo. El gran Sócrates.
¿Crees que sabes quién eres?
Leer. Estudiar.
Cuánto más sabes, más conoces tus valores e ideal de vida. En este momento puedes comprobar si tus acciones se corresponden con tus Valores.
 
¿Novela, autoficción? La novela podría ser una verdad narrada.
 
Somos lo que recordamos. El día que dejemos de recordar, dejaremos de ser.
 
 
M/21.M
 
Viajo a Plasencia, en coche.
Parada en Oropesa de Toledo.
Todo exceso cansa. Me encanta viajar, conocer gentes, aprender. Estos dos meses recorro media España, privilegio, pero mis tiempos, los míos, se reducen bastante, tanto que no los recuerdo.
 
“Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás.” Erich Fromm
 
Escribir un diario, llevar un diario, es un proceso de autorreflexión, de examen interno, de examen de uno mismo.
Pensar y dejar caer cada pensamiento sobre un papel.
Llevar un diario es una forma de lidiar con la vida.
Creo que las dos cosas que más bien me han hecho en mi vida, y que práctico desde hace algunas décadas, son correr y escribir. Correr lento o rápido, pero correr; escribir más mal que bien, pero escribir.
Un diario puede ser un elemento de transformación, tengámoslo en consideración.
Yo lo uso como desahogo, como cajón dónde acumular ideas, reflexiones, pensamientos. Como recuerdo.
Es un acto mínimo. Puedes dedicarle el tiempo que necesites, a tu manera.
Nada más placentero como releer lo escrito meses después. Es como volver a vivirlo.
 
Los estoicos aceptan las cosas tal como son y tratan de convertir lo negativo en positivo.
Dominar los impulsos, trabajar la razón y centrarnos en el presente por una vida más plena.
Control de las emociones negativa, convertirlas en positivas. No es tarea fácil.
Autocontrol.
Ser estoico no es ser imperturbable ante la desgracia o las dificultades.
Tampoco es que nos sintamos ajenos a las circunstancias.
 
La práctica del liderazgo se basa en buena parte en los principios estoicos.
 
 
M/22.X
 
La jornada laboral, cuando viajas, no es de horarios más o menos establecidos sino que se convierte en un sin parar prácticamente las 24 horas que dura el día. No me he quejado nunca, todo lo contrario, disfruto con mi trabajo tanto que me siento una de esas personas privilegiadas y agradecidas. Eso no quiere decir que, ese ir y venir de viaje, a lugares de una belleza española sin fin, van haciendo mella, en lo físico, también en lo mental, de estos cincuenta y tantos.
 
Desperté con el cantar de esos pájaros, no sé si incluso con el crotoreo de alguna cigüeña, que deben anidar en las torres que rodean los patios de este histórico edificio, antiguo convento, en el que me hospedo. Convento de Santo Domingo, fechado en el siglo XV, ahora ocupado como Parador.
Es un edificio gótico, con inmensos duros de piedra y techos abovedados. Realmente parece que despiertas en una época que no es la nuestra, en unas habitaciones con camas que recuerdan a las de aquellos personajes que nos precedieron y que habitaron unas épocas de historia efervescente.
 
Uno de los aspectos más importantes para entender el estoicismo es la dicotomía de control.
Saber distinguir entre lo que está bajo tu control y lo que no:
¿Qué está bajo nuestro control? Nuestras acciones y nuestras  percepciones.
¿Qué no está bajo nuestro control? Todo lo demás.
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza.” Marco Aurelio
Nuestro tiempo y energía deben estar enfocados aquí, entre las cosas que importan y las que tenemos control.
Controlamos el esfuerzo que ponemos en algo, no el resultado.
Preocuparnos no va a cambiar el resultado.
 
He conseguido robarle a este día un momento de soledad. He puesto las zapatillas, me he sacado la camisa por fuera del pantalón, me he quitado la chaqueta y me he bajado a escondidas a tomar un café frente el Palacio de Griñón.
Un par de libros y el cuaderno me han acompañado. Algunas nubes, preciosas, han vaciado el azul del cielo.
 
Conseguir una sonrisa merecida, de alguien que te importa y está triste, no es tan difícil si le pones el entusiasmo y el cariño que merece.
Las personas buenas, sensibles, que dan más que reciben, con muy poco, con esa muestra del valor que merecen, lo tienen todo.
A veces debemos apartarnos de nosotros mismos, pensar más en el otro.


 
M/23.J
 
Llegamos a Madrid cerca del mediodía, pero volvimos a tener un almuerzo de trabajo, con uno de esos hombres, de mente brillante y lúcida, del mundo del derecho, que supera los 80 años de edad.
En mi mente traía unos libros que adquirir, que poseer. Nada más concluir y despedirme, me abalancé sobre las estanterías de una de mis librerías de referencia, Espejos, para cargarme del pequeño ‘Perderse’ de Annie Ernaux, el reflexivo ‘En busca del tiempo en que vivimos’ de Gregorio Luri y el excelso ‘La forja del carácter’ de Massimo Pigliucci.
Y volví a respirar.
 
Lo que realmente debería de preocuparte es el presente. De lo poco que nos preocupamos, incluso de nosotros mismos, es de cómo estamos ahora. Del Ahora depende nuestro mañana, del ayer simplemente dependió el Ahora.
 
 
M/24.V
 
No entiendo muy bien al ser humano. Cada vez menos. Cuando no hay ningún problema ni motivo aparente para ello, lo creamos y provocamos un sufrimiento, sin razón alguna, a los demás y, si cabe, a esas personas que queremos y más cerca tenemos.
Somos crueles.
La mente del ser humano provoca irracionalidades dignas de animales aunque, permítanme, en muchos casos, los comportamientos de los animales más salvajes pueden llegar a ser más racionales que los de las personas.
 
Escribe Emmanuel Lévinas que “todo el mundo es capaz de saludar a la aurora. Pero distinguir el alba de la noche oscura, la proximidad de la luz antes de que resplandezca, en eso consiste tal vez la inteligencia.”
En días así, como este, me refugio en el recuerdo del amanecer y el silencio del atardecer de mis campos manchegos.
 
Tomar la decisión de no ver tus intereses como algo diferente o a parte de los intereses de los demás.
Ignoramos lo real.
La realidad es que todo está unido a todo. No podemos ganar a costa de los demás.
 
Camina y maravíllate del mundo.
 
 
M/25.S
 
He amanecido escuchando la respiración de Kika, mi teckel, que anoche solicitó tumbarse a mi lado.
Es increíble la paz que transmite en ese respirar, esa sensación de seguridad que la inunda y que te traslada en su forma de amor incondicional.
Primero fue Mozart, aquel west highland white terrier, precioso, juguetón; luego ha sido Kika, esta teckel que es solo cariño y simpatía, sin olvidarme de Pipa que, aunque con algo más de genio, comparado a su poca altura de chihuahua y sus ojos saltones, hace las delicias y traslada también un amor que supera lo humano.
Sé que vendrán más porque los perros son mucho más que muchos: ejemplares.
Porque son lo mejor de lo mejor. Porque dan todo su cariño sin pedir nada a cambio. Porque son leales compañeros. Porque generan paz y serenidad. Porque te escuchan sin hablarte pero te miran diciéndote. Porque su amor es incondicional. Porque aunque animales, son mucho más racionales que aquellos que nos creemos serlo pero en ocasiones nuestras acciones y comportamientos dejan mucho que desear. Son los perros.
 
Cuando publicas lo que escribes, bien o mal, te arriesgas a la lectura e interpretaciones de los demás, por lo tanto a sus juicios o prejuicios. Esto es algo que sé y asumo.
Me alegra saber que soy leído. No lo digo desde el ego o la vanidad, ya que soy consciente de que no lo hago ni siquiera medianamente bien, no corrijo ni trato, a estas alturas de mi vida, de convertirme en un escritor de éxito ni en un flamante gurú del coaching o la autoayuda. Sí creo que las experiencias vividas, lo que leo o estudio, de alguna manera pueden servir de estímulo a los demás. También, no está demás decirlo, mis ideas y opiniones son mías y no tienen por qué ser compartidas por otros que no piensen u opinen, respetablemente, como yo.
De lo que sí estoy seguro es que mis palabras son sinceras, abiertas y siempre escritas desde el respeto y el cariño a los demás.
A veces pletórico y exultante, otras triste o melancólico. Así soy yo. Así me he hecho. Así he ido construyendo esta vida mía, con palabras sin sentido, con acciones unas veces equivocadas y otras acertadas, pero siempre envuelto en la máxima sinceridad para reconocer, con juicio crítico, los aciertos y equivocaciones.
El juicio crítico hacia mí mismo es algo que no me faltará nunca y es algo que no le debería faltar a nadie.
No publico todo lo que escribo. Hay cosas, pensamientos, ideas y reflexiones que solo pueden quedar para uno y, aunque escritas, no servirán más que para ese recuerdo de cuando ya no esté.
 
Escribir es muchas cosas, pero no es solo expresar ideas, escribiendo se piensa. No escribir o dejar de escribir es el abandono del pensar. Si se abandona pensar, otros lo harán por nosotros.
Escribir te provoca una insatisfacción permanente contigo y con lo que te rodea.
 
 
M/26.D
 
Día luminoso. Cambio de horario. Los días comienzan a ser más largos.
Parece hemos superado otro invierno.
 
Escapar de la realidad. ¿Qué realidad? El ruido, el tumulto, el ego, el deseo, la competitividad, la envidia. Podemos escapar de la realidad con cualquier cosa, cada uno lo hace a su manera. Unos se van al bar, otros van a misa, incluso algunos se esconden en ideologías.
Mi momento para escapar de la realidad es el silencio. Me quedo quieto el tiempo que puedo, depende del día, en silencio, dejo que me asalten esos miles de pensamientos que me empobrecen, me enfrento, sin juzgar, y abrazo esa realidad con todas sus consecuencias.
Contemplación. Ser contemplativo es no dar la espalda a la realidad.
La atención es un compromiso, una lucha diaria contra la distracción.
El ruido mental, la agitación, la dispersión, las preocupaciones nos llevan a la ansiedad o la angustia. Al enfado o la ira. Sin darnos cuenta quedamos atrapados en el miedo, la desesperanza.
Necesitamos el equilibrio, restaurarnos semanal o, incluso, diariamente. Necesitamos silencio y calma mental para cultivar esa vida plena.
Encontrar momentos de silencio nos provoca poder crear un lugar seguro en nuestra mente, en nuestro interior.

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