Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 21.

 E/16.L
 
“Pinchas menos que una flecha de plástico”. Sabia frase del paisano. No tengo claro el contexto en el que se dijo, pero ahí queda la sabiduría popular.
 
La disciplina tiene más que ver con la dedicación que con el control.
 
Pregúntate lo que es esencial y dedícate a ello.
 
En lo que llevas vivido ¿qué has hecho y qué no has hecho todavía?
 
Sé prudente. Rápido al pensar y lento en reaccionar.
 
Solo se llega si sabes a dónde vas.
 
No busques la aprobación de los demás en lo que haces. Lo que importa es lo que tú piensas de ti y de lo que haces. Caer en la espiral de la aprobación externa lo único que te puede provocar son frustraciones indeseadas.
 
Lo que vemos es el resultado de lo que pensamos. Los pensamientos son verdaderos o falsos. Los falsos crean su realidad, la suya, no la realmente tuya. Cada pensamiento te genera un estado emocional: guerra o paz interior.
¿Qué sentido tiene enfadarse por lo que no puedas controlar?
 
No conozco a nadie que no tenga ningún tipo de responsabilidad. Todos tenemos alguna. Me atrevería a decir que solo los irresponsables son ajenos a las responsabilidades: laborales, familiares, estudios, de pareja.
Desde que te levantas hasta que te acuestas, todo es una responsabilidad.
Cada uno de nosotros sabemos las que tenemos. Yo sé las que tengo, nadie tiene que estar recordándome cada día lo que tengo, debo o no debo hacer.
Por eso yo tampoco debería estar recordando a nadie cuáles son sus responsabilidades, ni como menor ni como mayor.
 
Acabo de enterarme que hoy es otro de esos días, otro, con dedicatoria y nombre: Blue Monday. No lo había escuchado nunca, o no he prestado atención. Tampoco hago mucho caso a estas cosas. Debe ser que en épocas de Platón o Séneca no existía tanta tontería como ahora. He investigado un poco y resulta que es un término que se le da al tercer lunes de enero como “lunes deprimente o triste”. El día más triste del año, dicen. ¿Por qué? Pues porque alguien, en algún momento de la historia, creo que allá por el año 2005, se le ocurriría de seguro con alguna intención diferente y esos inteligentes humanos que somos, nos hemos apropiado de ello para dar un motivo de celebración a la temida cuesta de enero.
¿Hoy es un día triste? Es un día frío, muy frío. Un lunes como otro, metidos en la vorágine laboral y, los que no somos ricos, pues haciendo cábalas para terminar el mes lo menos perjudicados posible.
Y mañana, pues ya veremos. De momento hoy hemos podido tomar esa Mahou tostada sin alcohol (triste), con un sándwich de pavo,  huevo y lechuga (más triste todavía), como castigo a lo suculento del fin de semana en el pueblo.
¿Motivación? Ninguna, pero hay que buscar siempre el equilibrio.
 
“Yo no retrato el ser, yo retrato el paso. No el paso de una edad a otra… sino día a día, minuto a minuto.” Montaigne
 
Observarlo todo mientras fluye. Tratar de rescatar en unas palabras lo que se irá.
Hace un viento terrible. Mueve hasta las cortinas del salón estando las ventanas cerradas. Silva, ruge como enfurecido.
 
 
E/17.M
 
Hoy se celebra San Antón, patrón de los animales. En Minaya, y en muchos pueblos de España, esta noche pasada, la noche del 16 de enero, se celebran Las Luminarias. Una tradición entrañable, comunitaria, de vecindad, que consiste en echar fuego, lumbres, a las puertas de las casas y reunirse los vecinos, los amigos, alrededor de las ascuas mientras se van cocinando infinidad de platos de la tierra.
El sentido histórico de esta celebración, que data del siglo XVIII, es que los animales que durante el período agrícola habían trabajado en las labores del campo, se librasen de cualquier mal (epidemias) y fueran purificados; esta purificación se hacía saltando las hogueras recibiendo así el humo purificador.
Ahora más se habla, se come y se bebe alrededor del fuego que, por cierto, en días así se agradece.
El sábado, en Minaya, los amigos nos invitaron a quedar. Tuve ese momento de tentación que superé al despertar el domingo con una niebla densa y fría que cubría el pueblo y pensé que lo mejor era esperar a otros años en los que la vida laboral no me tenga tan ocupado o preocupado. Cierto es que el futuro, futuro es. Que perder vivir momentos así, puede no recuperarse nunca aunque lo que realmente ocurre es que soy excesivamente friolero y me entrego demasiado a los eventos costándome luego recuperar al día siguiente.
Ya me contarán el día y la noche que pasaron los paisanos.
 
La felicidad es la ausencia de deseos, de deseo de cosas externas.
Cada uno de nosotros tenemos la capacidad para ser felices. Nace desde dentro, no desde fuera.
Uno de los errores más importantes es creer que vamos a ser felices por cuestiones externas.
La felicidad consiste en ser feliz a pesar de los problemas externos.
 
Escuchaba mientras iba al despacho a Roberto Cacciapaglia, ‘Diapason’. Me gusta. La música de piano, a horas tempranas, me transporta. Inmejorable junto a ese bamboleo del tren que convierte el momento en un reconstituyente y vitamina para este día del que todavía no sé el final.
Temprano, 6.30h., caminaba por esa calle, Libertad, y parecía hoy que el viento me llevase en brazos. No es frío, es un viento que nos viene del norte donde parece la nieve comienza a abanicar la tierra.
 
Preocuparme por lo que no debería preocuparme me atolondra, me distrae y me quita concentración en lo que en realidad debería concentrarme o estar atento.
Sé lo que le diría a otro, pero no quiero escucharlo de mí. No me hago caso. No me obedezco.
 
Hace un rato, en una noticia de esas que te vienen, veía las imágenes de un médico ucraniano extrayendo, para que con éxito, un proyectil bajo el corazón de un paciente, soldado. Lo más complicado, si se puede decir a la vista de la situación, era que no se podía utilizar la electrocoagulación, procedimiento común en la cirugía cardiaca para evitar el sangrado, por miedo a que la corriente eléctrica pudiese causar una explosión del inmenso artefacto: una granada VOG.
¿Nos hemos olvidado de esta guerra? Nos hemos acostumbrado. Da la sensación de que dos países, dos superpotencias, luchan por la hegemonía. Mientras, como siempre, otros mueren. ¿Quién lucha por la libertad, los derechos humanos o la vida?
 
Es difícil cambiar el rumbo mental de alguien que ha decidido sufrir.

 
Abrir los ojos, escribir sobre lo que se ve como el que hace una fotografía del momento. Observar cada uno de los estados interiores como inspiración.
Un paso, una respiración, la distracción, el volver al pensamiento, al aquí.
Camino arropado, menguado, con las manos en los bolsillos, encogido, la barbilla metida en el pecho cubierto por la pashmina que en forma de bufanda me defiende el cuello.
Todos caminamos así en esta época del año intentando llegar a la calidez de las casas lo antes posible.


 
E/18.X
 
Cuando nos quejamos de no tener lo que merecemos, o aquello que deseamos en nuestra vida, tal vez deberíamos preguntarnos qué hacemos nosotros para conseguirlo. Desde la pasividad o comodidad no se llega a ningún lado.
Para tener lo mínimo vital para cubrir nuestras necesidades, hay que aportar, hay que trabajar. Para tener un poquito más de ese mínimo vital, vivir algo más holgados, hay que aportar más, trabajar más.
Para trabajar en lo que te gusta hay que ponerse en valor, diferenciarse, ofrecerse y salir a buscarlo. Nadie nos va a regalar nada.
No podemos pretender que los demás nos den. Tenemos que dar, responsabilizarnos de nosotros, de nuestra vida.
 
No vivimos en una sociedad fácil, pero nosotros la hacemos mucho más difícil.
 
La gente es lo que es, pero también es lo que aspira a ser.
 
Mi manera de ver el mundo tiene efectos en los demás. Dos personas podemos estar viendo e interpretando las cosas desde la verdad, de igual manera. El conflicto viene cuando observando la misma cosa tenemos un punto de vista diferente.
Si el pensamiento es falso dará lugar a enfrentamiento, a oposición.
Todos tenemos la capacidad de fabricar pensamientos que son la causa de aquello que percibimos.
Debemos reflexionar no sobre lo que vemos, sino sobre cómo lo vemos.
 
Las reuniones de hoy revelan mi estado: paciente. Jugar para perder es tan absurdo como intentar ganar un maratón sin haber entrenado nunca.
 
Las cosas necesitan tiempo, espacio y silencio. Leer un texto, abrazar un paisaje o simplemente tomar un vino solo, en una barra, necesita un tiempo para que te genere un chute de vida. Si lo hacemos corriendo, jamás disfrutaremos de nada.
 
 
E/19.J
 
Estación del AVE Madrid-Barcelona. Van, vienen. Corren. 
En un rato viajo a la Ciudad Condal que me acoge por primera vez en este año.
 
Desde que nacemos perdemos, aunque solo sean años. Nacemos para perder. Hacerlo con naturalidad nos permite mantener esa felicidad vital.
 
Los problemas no son problemas, son situaciones a resolver.
 
Queremos controlarlo todo. Soltemos el control, dejemos de querer tener razón. Entendamos que no podemos manejar absolutamente nada, que lo que tenga que ser será… y lo que sea, entonces, será también ideal.
 
Nos conformamos. No nos obligamos a entrar en acción. Somos cómodos. Nos da miedo perder esa comodidad, asumir riesgos. No conozco que los riesgos sean algo cómodo. Solo la incomodidad genera transformación. Y la transformación nos puede llevar a otro nivel, al menos nos habrá cambiado por haberlo intentado.
 
El viaje ha sido una auténtica delicia. El sol entraba por la ventanilla del vagón y me ha dejado ver el amanecer, los campos escarchados y helados, blancos, cuando dejábamos atrás la Comunidad de Madrid y atravesábamos Guadalajara hacia Zaragoza. Luego, el verde, ese verde que va anunciando que pronto llegará marzo y su primavera, aunque todavía nos queden días de frío, como el de hoy que nació con -2ºC.
En el asiento de al lado no viaja nadie. Comodidad. Me permite quitar la mascarilla de vez en cuando. La mascarilla hace que mi barba, tras tanto tiempo, tome una forma curva y puntiaguda que luego me cuesta corregir por mucho que la peine.
He tomado café. Voy contestando y enviando correos de trabajo. A ratos leo mis libros. Es en ese momento en el que el tiempo, mi tiempo, aderezado por la playlist de piano y el zarandeo del tren, se convierta en algo celestial, digno, poético, bello… único.
Amanecí contento y se nota, lo noto. Me acompañó mi sonrisa.
Cuando sonreímos es el instante, la sensación, de plenitud, de que estamos bien. Nos aúpa una felicidad que guardaría para lo eterno.
 
Con una bufanda y un abrigo hasta el cuello. Así he pasado el día y así he recorrido las calles de esta ciudad, de reunión en reunión hasta ahora, 21h., que ya descanso hasta mañana. Sol, frío y viento. Creo es la primera vez que siento este frío aquí, en esta ciudad que me enseña su calidez siempre, independientemente de la temperatura.
Termino el día agradecido.
Tan solo me he permitido un  momento para buscar un libro, que he encontrado y comprado. De autora catalana: Carlota Gurt, ‘Sola’. Leí antes de ayer una reseña interesante. Me llamó la atención tanto la trama como el título. Siempre me llevo o llevo algo de aquí, de esta España que es la del gran Pla y otros tantos. A veces difícil de comprender.
 
 
E/20.V
 
Despertar. Otra vez esa sensación de no saber ni dónde estás. De no saber si es sábado o viernes. Abres los ojos y miras la pantalla del reloj. Es viernes, es de noche todavía, has dormido en ese hotel impersonal, como todos, de Barcelona.
La primera reunión comienza a las 9.30h. Son las 6h de la mañana. ¿Dormir un poco más o levantar y salir a dar una caminata para activar? Optas por lo segundo.
Coger la Rambla desde la Plaza de Cataluña y caminar a buen ritmo hacia el puerto. Muy pocos por las calles. Aquí amanece como media hora antes que en Madrid.
Y ves el inicio del día sobre el Mediterráneo. Inmensidad. Esa luz que va iluminando el infinito del mar. Piensas que sí, que merece la pena madrugar y sentir el despertar del día mientras caminas por esas calles aún por vestir de gentes, de ruido, de vida.
Un café.
 
 
E/21.S
 
No estamos obligados a seguir siendo la misma persona que éramos hace un año, un mes o incluso ayer. Hoy estamos aquí. Puedes crearte a ti mismo, construirte, continuamente. Algo así decía Richard Feynman.
Podemos hacernos, cambiar, crearnos en el instante que queramos hacerlo. No tenemos por qué seguir siendo los mismos.
 
El silencio nos adentra en la realidad.
Hacer silencio en los pensamientos y las emociones, provoca limpiarnos de creencias, teorías e interpretaciones.
La Paz está dentro de nosotros, es un error buscar fuera, en experiencias externas.
 
“Nuestros miedos no evitan la muerte, frenan la vida.” Buda
 
Practica el desapego, reducirás tus miedos.
Cuando nos encontramos ante una situación que puede ser contradictoria o crítica, nos puede venir el pánico. El pánico te lleva a prever unos resultados que todavía no han ocurrido.
Anticipamos consecuencias.
El temor nos paraliza hasta no permitirnos decidir desde la consciencia.
Decía Séneca que “nuestros miedos son más numerosos que los peligros concretos y sufrimos mucho más por culpa de la imaginación que de la realidad.”
Calma.
 
Cuando todo va mal espero que en algún momento, más pronto que tarde, todo vaya a mejor.
Cuando todo va bien no dura tanto, rápidamente te vuelve a ir mal.
 
Esa sensación de no hacer nada, de página en blanco.
 
 
E/22.D
 
Camino y pienso; camino y medito. Pienso en lo hecho y en lo pendiente. Pienso en lo que me gustaría escribir o lo tanto que me queda por leer. Pienso en cómo ser mejor cada día, en los hábitos que debería cambiar. Pienso en el tiempo, en cómo aprovecharlo más; he dejado de pensar en el perdido, perdido está. Pienso en las personas que quiero, que estén lo mejor posible; a veces demasiado, eso hace que me olvide de mí. Pienso en cual sería mi estado de plenitud y dónde. Pienso en cómo sería la vida si en aquellas edades, la que tiene mi hijo ahora, hubiese elegido otro camino; ¿mejor? ¿peor? ¿quién sabe eso? Pienso en si me quedase un solo día de vida, en qué lo utilizaría.
Caminar y dejar que la mente se relaje y deambule de aquí a allá, por donde quiera, sin restricciones. Te aseguro que busca pensamientos que te generan paz.
En ocasiones, incluso cuando estoy en el despacho, si me enfrento a uno de esos problemas o situaciones de crisis que me provocan confusión o ansiedad, que me es difícil decidir, me voy a caminar un rato, por las calles, por donde sea. Dejo que mi mente se evada, rompa con lo que pensaba. Me tranquilizo, vuelvo, me siento y veo las cosas de una manera diferente, más real, menos confusa.
 
¿Somos seres humanos? Somos la puerta que se abre al universo.
 
Prejuzgar antes de tiempo
a las personas, es algo de lo que somos expertos la mayoría de nosotros. A veces prejuzgamos a alguien tan solo por su vestimenta, otras porque otros nos cuentan algo de ellos y eso nos mediatiza y nos mueve a etiquetar. Juzgamos, cuando leemos informaciones sobre alguien que ha podido cometer, presuntamente, tal o cual acción, sin que exista sentencia judicial sobre ello; condenamos, sentenciamos o discriminamos directamente sin conocer la realidad de los hechos aunque, en la mayoría de los casos, terminen por serlo.
Juzgamos y condenamos, dependiendo a quien y en qué caso. Hacemos distinciones.
Así, desde los comedores de las casas a las barras de los bares de cualquier rincón, hemos ido condenando a unos y otros, del ámbito que sea, antes de ser juzgados, antes de ser sentenciados por la justicia, culpables o inocentes, o antes, incluso, de que la justicia haya tenido que intervenir pero, ocurre, cierta información se ha publicado de manera interesada para alentar el vocerío populachero y verdulero.
Es peligroso prejuzgar a los demás, tanto como lo es que los demás nos prejuzguen a nosotros.
 
“Todo lo logra, a nada se apega y pues a nada se apega nada se le va.” Lao Tse – Tao Te Ching

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