Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 17
D/19.L
Si buscas momentos únicos, para ti, no solo vas a estar bien sino que las personas de tu entorno estarán mejor contigo.
“Si te sientes solo cuando estás solo, estás en mala compañía.” Jean Paul Sartre
Marco Aurelio arranca su diario agradeciendo. Agradece a una larga lista de personas, comenzando por su abuelo Vero al que agradece el buen carácter y su serenidad.
Es una gran enseñanza. Reconocer el bien que nos han hecho los demás. El bien que nos han dejado en nosotros.
Agradecemos aquello que valoramos. Agradezcamos.
Plantéate nuevos objetivos.
Analiza y controla los pensamientos, comportamientos y emociones. Cambia uno de ellos y cambiarás todo lo demás.
Mantén un enfoque en tu objetivo.
Haz una lista de tus errores del pasado. Reflexiona sobre ello y aprende.
Autodisciplínate.
No envidies el éxito de los demás. Colabora con ellos. Asóciate.
No te rindas, joder. Aguanta.
Estar tiempo a solas. Escribe. Medita.
No te creas que tienes todo el derecho del mundo o que el mundo te debe algo a ti. Sé humilde. Todos tenemos debilidades. Recibe los comentarios críticos con humildad.
Creemos que nos merecemos todo. Que somos más listos que los demás. Nadie nos debe nada.
Enfréntate al cambio, no huyas.
No gastes energía ni tiempo en aquello que no puedes controlar.
No estés pensando constantemente en lo que piensen los demás de lo que haces.
Desea menos y confórmate más.
¿Lo has leído bien? Léelo de nuevo, analízalo.
Dependemos de lo que los demás piensan de nosotros, de lo que pensamos que otros piensan de nosotros.
¿Cómo creemos que los demás nos ven?
Ayer prácticamente todo el día en el tanatorio, acompañando a unos amigos en la despedida de su padre. Momentos de tristeza que se aderezan con instantes de reflexión sobre la vida.
De lo que más arrepentido estoy en mi vida, por encima de todo, es de haberme perdido el día a día de mi hijo. Me lo he perdido, no lo recuperaré. Primero por mi dedicación plena al trabajo, a la política, absolutamente total; después por las circunstancias.
Nunca seré el mejor padre del mundo, pero siempre seré ese padre que ha intentado ser el mejor padre y hacer todo lo posible para que su vida sea más fácil.
Prestemos atención a nuestra mente.
Estas dos escuelas nacen en una época de decaimiento, en un momento en el que existe una separación entre el Estado y el ciudadano. ¿Les suena?
Falta de valores.
El individuo se siente desamparado, solo, desorientado.
Vivir lo mejor que podamos conscientes de nuestras limitaciones.
En mi caso, he tenido la oportunidad de comprobar, incluso con cercanos, cómo cuando eres ‘alguien’ te llaman, te rodean cientos que llegas a creerte ser el más querido del planeta hasta que dejas de ‘ser alguien’ y constatas que el teléfono deja de sonar y cuando llamas tú simplemente ya no tienen tiempo de estar.
Uno no es fácil de tratar, lo sé. Lo que sí sé, y así lo saben y valoran los que están, es que suelo darlo todo con aquellos que quiero y peco de un exceso de sinceridad y lealtad. No juzgo, no critico. Tampoco hablo por la espalda.
Me he sentido defraudado en alguna ocasión y, por el contrario, también sorprendido gratamente.
Creo que mezclar los negocios, el dinero, con las amistades, puede ser peligroso.
Creo, también, fundamental no dejar pasar un error o pedir perdón si te has equivocado antes de irse a dormir. No dejar que pasen los días sin hacerlo.
La amistad es algo poético, bello.
Tener amigos supone tener gratitud por ello cada día, porque sabes que los malos momentos, además de con la familia, se superan mejor.
Podemos caminar en solitario; hacerlo en compañía, si tropiezas, te sirve de apoyo.
Todos ellos me suman como ser humano.
¿Sabemos hacia dónde vamos?
Párate y piensa un momento:
¿por qué sufres tanto por cosas que están fuera de tu control?
¿por qué te cuesta tanto enfrentarte a la vida y sus dificultades?
¿qué controlas y qué no?
La mejor manera de hacerle frente a la vida es desde la tranquilidad y la serenidad.
Cada año esta persona que me acompaña en mi camino me hace vivir un poco más esta magia navideña ya que su ilusión es desbordante y es muy difícil no irse contagiando.
Me han educado en un ambiente navideño austero y eso mismo he trasladado a mi hijo. No está ni bien ni mal, simplemente es así.
No hay tiempo para lamentos. El pasado, pasado es.
Ahora es momento de centrarse en el presente y evitar, si es posible, cometer los mismos errores y no hacerte daño ni a ti ni a nadie.
Ilusiónate con el futuro.
Disfruta cada momento.
Hagas lo que hagas, que te haga feliz a ti, fundamentalmente.
Hablaba hace un rato con un amigo del pueblo, estaba trabajando en el campo, me contaba cómo será la noche que comenzará en la tarde, cuando oscurezca. Envidia sana y cierta nostalgia. En los pueblos la navidad es así.
Aquí estamos todos, es verdad. Toda la familia sí. Con algo más de pomposidad, algo más apretados. Alguno que otro vacilará de su última adquisición o los buenos resultados de sus empresas. Forzaremos conversaciones y mostraremos la marca de la camisa recién adquirida en no sé qué tienda de moda. Los peinados y los tacones, amén del cúmulo de perfumes que se mezclan evitando el buen olor de la paletilla al horno.
En las cocinillas, en cambio, se huele a humo y aunque es nochebuena se lleva la ropa del día a día porque lo más importante es ese calor que proyecta el sentir de la vida sin importar, en absoluto, el valor o la marca del coche que tengas aparcado en la puerta. Simplemente es Navidad.
La cena fue entrañable, familiar, sin excesos. Cenas que se producen por fechas de calendario, pero que deberíamos ser capaces de llenar más días de encuentros así.
Conversaciones de todo y de nada, con sentido y sin sentido. No estuve muy hablador, cada vez hablo menos o, diríamos, opino menos. Evito las discusiones. He sido muy discutidor siempre. Me ha gustado defender mi razón hasta perderla porque me convencían de lo contrario o porque prefería otorgarla a caminar hacia ninguna parte. Ahora escucho más. Cada uno vive las cosas a su modo y, sobre ello, opina. En las opiniones trasladamos la experiencia.
Antes de la cena estuve en el tanatorio. La madre de otro amigo fallecía de un cáncer fulminante.
Vaya fecha. Ahí quedará siempre, para ellos, en el calendario.
El caso es que quise acercarme, lo dudé, a darles un abrazo. Mereció mucho la pena. Creo que sus abrazos y besos lo decían todo. Gratitud en un baño de lágrimas.
“Siempre estás ahí”. Esa es la amistad, la verdadera amistad: estar siempre ahí, en los momentos más complicados.
Me fui de allí enriquecido por el mero hecho de haberles abrazado en una noche que les sería muy larga, en unos instantes de su dolor.
Marché demasiado reflexivo. Tal vez eso me calló durante toda la noche. El martes fallecía el padre de otro amigo, ayer esto. Cada día puede ser el último que tengo para abrazar a los míos.
No dejar de estar. No dejar de abrazar.
Adaptación hedónica. Capacidad para adaptarnos a lo que conseguimos y pasar de estar felices y contentos a desear otra cosa que nos parece mejor y a la que también terminaremos por adaptarnos. Y vuelta a girar la rueda.
Desear menos y valorar más lo que tenemos.
Actuar bien no por conseguir algo a cambio, actuar bien por actuar bien.
Dar importancia a lo que tenemos, valorarlo, no a lo que no tenemos.
Comentarios
Publicar un comentario