30.05.2022... La pobreza mundana.
Cerca de mes y medio sin pisar el pueblo. Demasiado. A veces las circunstancias nos van marcando los tiempos y así, de alguna manera, vamos generando ese deseo y valor por lo que tienes mientras creas en tu mente la idealización de tus momentos de felicidad.
Siendo así, este fin de semana, breve pero intenso, ha servido para recargar esta mente empobrecida en la ciudad, de la riqueza del campo, de la belleza de lo simple.
La vida está llena de desafíos. La vida, diría, es un desafío constante. Pero aunque así sea, cuando la vivimos desde el corazón, en equilibrio, con empatía y respeto, todo cambia porque recorremos el camino llenos de paz.
En paz, con paz, cualquier momento de cambio, cualquier desafío o reto, se afronta desde la calma.
Ese trajín que nos desborda, esos problemas que vamos acumulando durante la semana, esas toxicidades que nos envuelven, diría que desaparecen cuando desde el silencio miro esos cielos azules que provocan en mi el equilibrio suficiente como para seguir.
Estar aquí, en Minaya, me recuerda la esencia, me devuelve a la Esencia.
El domingo por la mañana desperté en cuanto la luz entró en la habitación. Dejo la persiana subida para que así sea. Al tener la ventana entre abierta, en ese primer alumbramiento del día, la diversidad de cantares, de trinos, de gorjeos de los pájaros provocan sustantivos sonidos. Increíble la vida.
Salir al porche y recibir ese abrazo del frescor de la mañana mientras las golondrinas, que han vuelto, planean sobre el patio.
Elogio de la sencillez. Elogio de hermosura, de Vida.
¿Por qué aquí los pensamientos son tan diferentes? ¿Por qué aquí todo parece distinto? Todo se para. Somos conscientes y observo el mundo, lo que me rodea, de forma consciente.
Lo que vemos es reflejo de lo que pensamos.
Lo que pensamos, a su vez, es un reflejo de lo que queremos ver.
Deseamos ver aquello que valoramos.
Aquí veo lo que verdaderamente quiero ver.
Todo esto es un privilegio. Estar aquí, disfrutarlo, sentirlo, supone un privilegio que solo valoramos aquellos que vemos que el tiempo se nos va ocupados en el mundanal ruido.
Aquí valoro mucho más el tiempo porque es el bien más preciado que nos acompaña. Es lo único que nos pertenece. Muchos, yo he tenido épocas pasadas, apreciamos más las cosas externas, esas que poseen un escaso valor real. Lo más preciado que tenemos es el tiempo limitado que conforma nuestra vida. Desgraciadamente, son los años, cuándo van pasando, cuando van restando, los que nos enseñan a valorarlo.
Qué pobres somos.
Hace poco leí una de esas historias que me gusta guardar para recordar. El autor es desconocido, al menos yo no he sido capaz de encontrarlo. Viene muy bien al hilo de estas reflexiones de hoy...
UNA HISTORIA PARA REFLEXIONAR
Un Padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre Lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina. Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo.
Comentarios
Publicar un comentario