23.05.2021... Mínimas reflexiones.

Uno se pone una especie de obligaciones, disciplinas, que en ocasiones es incapaz de cumplir. Quiere, pero no puede.

Los domingos, cuando siento que el día y la semana terminan, me gusta escribir todas esas reflexiones que durante la semana amontono en la memoria o en las páginas de los cuadernos. Por falta de ganas unas, porque no debo otras. 

Esta semana he pasado el 53, no solo van pesando los kilos sino los años. 

Con los años las reflexiones son diferentes, al igual de cómo vamos enfrentándonos a las cosas o cómo las interpretamos y vemos. 

Voy camino de los 60: los equilibrios deben primar.



Este domingo es de esos en los que no escribo no porque no me apetezca, sino porque no debo escribir lo que siento. 

Entre la preocupación, la impotencia y la culpa. Pero con la convicción de estar donde debo estar.

Somos muchas las personas que habitamos el planeta. Millones de millones. Pero de una en una somos eso: una. Una persona con sus miedos, intereses, miserias, incertidumbres. Cada uno de nosotros con nuestro propio Ser.

Hemos alentado el individualismo, la competitividad, el tener. Hay que ser, hay que tener más; hemos olvidado la educación del Ser. El Ser hacia dentro para abrazar hacia fuera y así construir lo colectivo con unos pilares solidarios y compasivos.

Es difícil tener todo, como lo es también que el Todo nos haga felices. De hecho, así está comprobado: no todos aquellos que más tienen lo son y muchos de los que menos tienen gozan de esa alegría y felicidad. 

Vivir con lo necesario para satisfacer esas necesidades esenciales. Vivir para Vivir y Ser. Vivir alejados del deseo, el ego y el apego.

Y hoy no voy a escribir más.


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