21.03.2021... Una protesta.

Libertad.

¿Estamos siendo verdaderamente libres? 

La libertad (en latín: libertas, -ātis)​ en sentido amplio es la capacidad humana de actuar por voluntad propia de hacer Lo que uno quiera

Según las acepciones 1, 2, 3 y 4 de este término en el diccionario de la Real Academia Española, el estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, aquello que permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos en la medida en que comprenda las consecuencias de ellos.

La quinta acepción del término define la libertad en los Estados democráticos como «derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas.». Con base en ello, la protección de la libertad interpersonal es objeto de una investigación social y política.

Lo pensaba esta mañana, mientras un sol brillante deslumbraba, caminando por las calles de mi ciudad.

Debía de estar en mi casa del pueblo, caminando por el campo primaveral, disfrutando del viento, de los verdes nacientes. Pero no. No nos permiten salir de nuestra región, ni recorrer los 180 kilómetros que, en mi caso, me separan de mi casa. No es ir a un hotel o una casa rural; es ir a tu casa, meterte dentro y no salir más que para acariciar las lindes.

¿Es eso libertad? No, no lo es. Libertad, parece ser, es para los turistas de otros países, que pueden aterrizar en España y disfrutar de las capitales. Libertad para todos esos famosos o gentes de bien que, cada fin de semana, nos muestran fotos Paradores, en los chiringuitos de Marbella o locales de Sevilla.

El ciudadano de a pie, el que quiere ir a ver su casa, comprobar que todo está en orden o hacer noche ya que, por otro lado, los impuestos se continúan pagando, a esos se les amenaza con multas inapropiadas en un estado de derecho: infracción por ir a tu casa.

Y más allá de la presión que tenemos por la situación que vivimos. Más allá de no poder encontrarnos con las personas que queremos. Más allá de que muchos están pasando situaciones verdaderamente problemáticas. Más allá de todo esto, no te permiten ir a Toledo, aunque el de Toledo sí pueda ir a Guadalajara o Cuenca.



Y al no dejar que unos puedan ir a sus casas, a sus pueblos, esos pueblos que viven, en muchos casos, de lo que los que vamos podemos gastar en las tiendas,  pueblos prácticamente despoblados, donde cruzarte con alguien a menos de 5 metros de distancia es totalmente inviable, quedamos todos atrapados en una provincia, la de Madrid, en la que en una extensión mínima, habitamos cerca de 7 millones de personas.

Y saldremos todos en tropel, a llenar las calles, las terrazas de los bares, los pueblos de la sierra; saldremos al campo a pisotear la naturaleza, a respirar en el poco espacio que se nos permita. Saldremos a contagiar y contagiarnos sin darnos cuenta, como ha pasado en otras épocas. A mezclarnos con todos esos turistas que nos vienen de uno y otro lado buscando el sol y los chupitos. Pero mientras tanto, las casas de los pueblos estarán vacías, tristes. Pero así la curva de contagios, en Madrid, subirá y se culpará de ello a la irresponsabilidad de los ciudadanos y las autoridades.

¿Por qué no prohiben la movilidad en el metro, o en el tren, que a primera hora de la mañana o a última del día es imposible mantener una distancia de más de 0,5 metros en el mejor de los casos?

¿Ahí no hay contágios?

Y sí, es una queja, una protesta. Ni soy protestón, ni quejica. Hoy sí y, posiblemente, no lleve razón; que se me discuta.

Es lo que hay, es lo que nos obligan a tener.

Y sí, hoy no escribo más.

PD. Esto está escrito a toda velocidad así que, disculpen los errores gramaticales y ortográficos.

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