21.02.2021... Aplaudo a esos jóvenes.

Hoy quería, brevemente, aplaudir a los jóvenes o, mejor explicado, esos adolescentes tardíos. A la inmensa mayoría de ellos. A esos pocos otros, vagos, irresponsables e incipientes o predispuestos delincuentes que últimamente acostumbramos a ver en imágenes, por supuesto que no.

Observo, por la ventana del mundo de hoy, nuestro país. Me quedo perplejo, disgustado, tal vez con un sentimiento de fracaso. ¿Esto es lo que queríamos? ¿Esto es lo que hay? ¿Esto es el futuro? No, ni mucho menos es esto.

Esos cientos de jóvenes, jaleados por algún que otro político desde su poltrona, no son la juventud que representa este país. Ellos mismos se darán cuenta de su error. El tiempo se lo dirá.
☝️Esos jóvenes, con aires revolucionarios, pero con comportamientos delincuentes, no son la imagen de los jóvenes de este país.
Esos jóvenes, unos con discursos fascistas, xenófobos o racistas, que ni han conocido ni saben de historia, no son los jóvenes de este país.
Vándalos, sin ideales ni valores, que salen en manada a romper el silencio y todo lo que encuentran a su paso, no son los jóvenes de este país.
Nada justifica la violencia, tampoco el alentarla.


La pandemia nos está afectando mucho más de lo que creíamos. También a los jóvenes.



Adolescentes, jóvenes. ¿Cuándo se deja de ser joven? Cuando uno no se siente viejo, simplemente. Los hay que no se sienten viejo nunca. Recuerdo aquello que decía mi abuelo José María (Serafín), con sus ochenta y pico de años: “no voy al Hogar del Mayor porque está lleno de viejos. Prefiero estar paseando en la calle, rodeado y cercano a la gente joven”.

Los jóvenes de ahora están renunciando a su juventud.
A los 17, a los 19, un año menos es trágico.
La inmensa mayoría se están comportando con un grado de responsabilidad inaudito. Han cuidado y cuidan con responsabilidad a padres y abuelos, cumpliendo los protocolos, porque saben que de ellos puede depender su vida.
Ahora vemos en la televisión imágenes de una panda, una marabunta, que no sabemos ni de dónde salen, quemando contenedores, lanzando piedras o saqueando (robando) comercios.

☝️Eso no son los jóvenes. Los jóvenes de verdad están estudiando o trabajando, según su elección. Ansiosos porque les abran la calle para disfrutar de esa juventud que todos, de una u otra manera, hemos disfrutado antes.

Hablaba hoy con mi hijo, que no es que sea muy hablador, como yo, pero que más allá de esos tics de prepotencia juvenil que lleva y que todos hemos llevado, demuestra ser una persona cabal, con sensatez, valores e ideas correctas. Las ideas correctas nada tienen que ver con las creencias, que suelen ser las que los padres insistentemente tratamos de trasladarles como únicas. Las ideas correctas son aquellas que se hace uno mismo de lo que experimenta o ve.
Mi hijo, como la gran mayoría de chavales jóvenes, de 17 a 20 años, no vive sobrado, pero sí en el privilegio de no faltarle para una Pepsi o unas cañas con los amigos. Mi hijo, como muchos jóvenes, vive del sacrificio de sus padres para que no le haya faltado, ni le falte, educación y estudios. Y mi hijo, como los miles de jóvenes a los que aplaudo, estudia (otros trabajan) y se educa en el respeto a los demás. Mi hijo no va a tener una vida fácil, porque tampoco la hemos tenido los que les hemos precedido. Tendrá sus ideales, sus valores, sus derechos, deberes y estará más o menos en desacuerdo con lo que piensan, opinan o pretenden otros, pero en la libertad y en el respeto está la convivencia. Ni se dedica, ni dedicará, a decir que maten a los policías o a los negros y judíos; ni se dedicará tampoco a salir de juerga arrancando papeleras, tirando adoquines a las fuerzas de orden público o quemando contenedores y saqueando tiendas. No lo hará porque eso, independientemente de ideas, edad o sexo, es simple delincuencia.
No todos estamos de acuerdo con las decisiones de los que nos gobiernan, o con las acciones que se toman desde unas u otras instituciones. Unos pensamos de una manera y otros de otra. Unos nos equivocamos más y otros seguro que menos. Pero lo respetamos.

Me cuesta mucho comprender a estos jóvenes minoritarios, mucho menos defenderlos o justificarlos.

Esto no es la juventud, ni la adolescencia, ni nada. Esto no es ser joven, ni rebelde, ni revolucionario. Esto es ser unos niñatos gilipollas. Seguro que muchos de ellos con una vida llena de privilegios y comodidades, a costa de sus padres claro está.
Gilipollas, porque todo aquello que estropean a su paso lo pagamos todos, también sus padres.
Mucho de lo privado que van avasallando, como terrazas de bares, coches, escaparates de tiendas… lo tienen que pagar personas que están metidos hasta el cuello en sus negocios, en préstamos y son trabajadores que en la situación que vivimos por la pandemia esto les terminará de machacar.
Porque ese policía al que le han lanzado el adoquín y ha tenido que ingresar en el hospital, está para protegernos a todos; también a ese hijo o hija suya, cuando la tengan, que saldrá a la calle dentro de unos años, para que tú estés en casa tranquilo mientras tanto.

➡️ Esto no va de ideas, esto va de cultura, de valores, de conocimiento, de Ser.

Por eso hoy, en este cuarto de página, quería aplaudir a la gran mayoría de los jóvenes. A todos esos que no hacen botellones, ni fiestas clandestinas, ni van rompiendo mobiliario urbano ni contenedores por ahí.  A esos que cumplen los protocolos y los horarios establecidos, porque velan por la seguridad de sus padres y abuelos. 
A todos esos que trabajan o estudian, con sus ideas, con sus opiniones respetadas y respetuosas, que independientemente de diferir de mucho de lo que este sistema ha generado, no se dedican a destrozar y poner en peligro lo mucho bueno que hemos construido entre todos: la democracia.

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