27.12.2020... La vacuna es Amor.

Parece que nos acercamos, como si nunca fuera a ser, al final de este año 2020. Año que quedará grabado en nuestra vida para siempre y del que se escribirán muchas líneas en los libros de historia.

Posiblemente sea el último artículo de domingo que escribo este año de aprendizaje, de proceso. No lo sé. Tampoco pensaba que este 2020 iba a ser como ha sido y lo fue.

He aprendido que, de pronto, lo imposible se convierte en posible, pero también lo posible se hace imposible.

Nos hemos enfrentado, nos enfrentamos, a pruebas durísimas; algunos hemos aprendido, pero otros parece que NO.

El tiempo se nos ha ido. El año termina de una manera que hace exactamente 365 días hubiésemos pensado, o creído, imposible.

Lo imposible, lo posible. Todo Es.

Lo poco es lo más importante. 

El haber pasado, experimentado, por el mundo del poder, del deseo, ese que acaba con unos y a otros convierte en marionetas de la codicia y la miserable avaricia, el interés desmedido, te hace, desde el privilegio de no faltarte lo básico o esencial, decir y sentir que lo poco suele ser lo importante. 

☝️ Perdemos el valor en lo mucho porque lo mucho deja de sernos necesario.


Lo que importa son los afectos; los padres, los hijos, los hermanos, la pareja (si la tienes), esos amigos de verdad, sin intereses escondidos, que la vida te regaló y te siguen acompañando en el camino.

Creo estar cada vez más desapegado de todo lo relativo al poder, al exceso. Busco más el instante, un  momento de encuentro, una sonrisa, un libro o una caminata por los caminos del pueblo, más allá de los hoteles, restaurantes o encuentros festivos repletos de egos y sonrisas falsas.

La política, habiendo sido uno de los pilares de mi vida, cada vez me atrae menos, tal vez porque mi actitud clásica e idealista me haga no sentirme identificado con lo infantil de la actualidad.

Por cierto, leo por ahí, que la hija de mi admirada escritora Almudena Grandes y el poeta Luis García Montero (candidato de IU a la Comunidad de Madrid y actual director del Instituto Cervantes), ambos militantes reconocidos de la izquierda comunista (digo esto desde el más absoluto respeto), va dando conferencias sobre el pensamiento, que comparte, de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española. Tampoco lo critico, simplemente respeto,  como respetaría lo contrario, pero sonrío, socarronamente, al pensar lo que ocurriría si esto lo hiciera la hija o hijo de algún reconocido militante del centro derecha.

Este comentario, que posiblemente no venga a cuento, lo expongo para ejemplificar lo poco atrayente de la política actual, cuando hasta los más jóvenes empatizan con líderes del pasado. (¿?)

De mis proyectos empresariales, que inicié con la ilusión de construir un futuro mejor, me queda la buena sensación de no haber perdido el tiempo con mis aciertos y errores, pero también de haber aprendido que el futuro es algo inexistente, artificial, y una excusa para dejar de vivir en el presente.

Lo que de verdad importa es el Amor que damos, no ya el que recibimos.

Lo que de verdad importa es tener un plato de comida en la mesa, un trabajo al que volver cada día y, como mucho, alguna de esas ilusiones que te generen esperanza.

Lo que importa es mirarte en el espejo cada mañana y poder hacerlo de frente, sin vergüenza, sin arrepentimientos, sin culpas, sin mentiras.

Estos días, en estas navidades grises, muchas personas están solas. Unos por las circunstancias, otros por el miedo y otros porque los demás hacemos las cosas más difíciles de lo que son. Porque somos así. Tendemos a poner dificultades donde no debería haberlas. Si primase el Amor, la Compasión, frente al egoísmo, el reproche y el rencor, todo sería tan diferente que no tendría que existir el perdón.

Sin darnos cuenta, de forma inconsciente, en ocasiones hacemos sentir soledad a los que no lo están.

Los que tenemos el privilegio de tener a la familia cerca, cuando estamos solos es porque lo queremos y porque sabemos estarán ahí (o eso creemos). Otros están solos por obligación, porque la edad les ha dejado para el final de una generación o porque las circunstancias les ha alejado de los suyos. Son estos últimos los que más valoran el calor humano.

Muchos utilizan la pandemia para separarse voluntariamente de los suyos. Están cansados, dicen.

Volvemos al Valor. El valor de lo que no está, el valor de lo que no se tiene.

Sinceramente pensaba que esta adversidad global nos iba a unir; a lo mejor lo que ha hecho es separarnos todavía más de lo que estábamos.

Todos tenemos los mismos miedos.

Contra el COVID llegará la vacuna, ya están en ello, pero el gran problema es que contra el odio, la ambición desmedida, la envidia, la queja y el reproche, seguiremos sin vacuna porque no queremos cambiar. No nos interesa cambiar. 

La única vacuna que existe para esa pandemia humana, generalizada, es el Amor.

Deberíamos, todos, echar la vista atrás, mirar lo poco que hemos aprendido en este tiempo y no olvidarlo. Pero ¿hemos aprendido algo?

No importa ni el cargo que ostentemos en el trabajo o el negocio, ni las empresas que tengamos, ni la pasta en el banco, ni los coches o las casas. No importa nada porque todos somos iguales, de la noche a la mañana nos vamos igual que venimos: desnudos. ¿Ni siquiera hemos aprendido esto?

Hay que dar más las Gracias, decir Te Quiero, pedir Perdón, antes de que sea demasiado tarde.

Hoy es Hoy.

Nada es para siempre, y mucho menos la vida.

Deja de planear para el futuro. Vive con responsabilidad, pero vive.

Observa, detente, disfruta.

Cada uno va amoldando su vida según lo que ha vivido.

Para muchos, sobre todo para nuestros mayores, haber perdido un año es perder la vida.

Nuestras decisiones hoy, nuestra forma de comenzar el año, marcarán nuestros días venideros.

Podemos decidir cómo reaccionar a cualquier cosa que ocurra.

La Vida discurre Aquí y Ahora.

Estructuremos el día a día, administrémoslo independientemente de lo que corran los demás. Paso a paso. Decisión a decisión. Tarea a tarea.

Cada día me importan más las personas. Han tenido que pasar años. Uno ha tenido que caer y levantarse. Posiblemente por eso me encuentro a gusto, cada vez más, escribiendo, estudiando y dando conferencias sobre temas que tienen que ver con la psicología, la espiritualidad, el desarrollo o el crecimiento personal.

El Amor, en mayúsculas, no hablo aquí del amor romántico sino del amor fraternal, es lo que realmente salva a las personas de ese sufrimiento que acompaña sus vidas.

Nos encanta acumular problemas, coleccionarlos y si no los tenemos, crearlos.

Los problemas del mundo no son tal porque los problemas son aquellos que alberga nuestra mente.

Todos los problemas se resuelven con Amor. Todos los problemas son una falta de Amor.

Queremos, deseamos, un mundo mejor pero no nos entra en la cabeza que primero debemos mejorar nosotros.

Los males de este mundo no son más que nuestros conflictos internos.

El Amor es aquello con lo que nacimos, el miedo lo hemos aprendido aquí.

El sentido de la vida no está en las cosas. Si le asignamos valor a esas cosas que no son Amor -el aparentar, el coche, la casa, la cuenta bancaria, el prestigio- estamos dando Amor a aquello que jamás nos lo devolverá.

Vivimos en un mundo en el que parece se ama más a las cosas que a las personas.
 
El Milagro es un cambio de percepción, es volver al Amor.

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