14.10.2020... POSITIVO.

Llevo días apartado de la escritura y la lectura. Llevo días apartado de todo: confinado.

He dudado en escribir o no escribir. Son días en los que dudas de todo y para todo. Sobre todo dudas de ti mismo, más que nunca.
 
Dudé si escribirlo o no. ¿Pero por qué? Simplemente por una especie de sentimiento que te recorre y te esconde.

El viernes me convertí en un número más en las estadísticas de contagios por COVID. El viernes di POSITIVO.

Este es el primer positivo que me ha negativizado en muchísimo tiempo, tal vez diría en todo mi tiempo.

No sé cómo, ni cuándo, ni dónde.

Tenía algunas molestias, como de haber cogido frío. Nada de fiebre, pero sí esa sensación de no estar bien del todo. Decidí hacerme un Test Rápido (pinchazo en el dedo) por si las moscas. Dio negativo. Me tranquilizó.

El lunes había estado comiendo un bocadillo, al sol, y rápidamente lo achaqué a eso.

El jueves estaba más o menos bien. Algún que otro estornudo y una tos suave.

El viernes sentí frío y aparecieron unas décimas de fiebre. Me convencieron de lo correcto, hacer una prueba de antígeno que dio lo que en ese momento ya preveía: POSITIVO.



En el momento que recibí la notificación fue como un tortazo, no me preocupé por mi salud. En ese momento comenzó un estado de ansiedad y preocupación por todas las personas con las que había tenido contacto al menos en la última semana.

Piensas en los objetos que has tocado y otros han tocado después, no en los que otros tocaron antes y tú después.

En ese momento me auto culpaba y auto responsabilizaba de todo lo que pudiera pasar.

Guardando las máximas precauciones todo este tiempo, pero trabajando. 

He viajado cada día en Cercanías, lo justo y necesario. En AVE, la última semana. He mantenido reuniones guardando la distancia más adecuada.

Tratas de hacer todo lo mejor posible. No eres consciente de fallar.

¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Pero ese no es el problema. El problema es el sentimiento de culpa que asumes por haber, a su vez, podido contagiar.

Culpar siempre a los demás es de lo más fácil. Pocos se culpan de primeras. Lo que ocurre es que la carga de esa culpa que siempre asumes, te puede aplastar.

Piensas que tú no. Tú no te puedes contagiar. ¿Por qué?

Pero ahí está el dichoso virus. Ese maldito virus que me tiene atrapado, que nos tiene atrapados, sin dejarnos vivir en verdadera libertad.

Tos, decimas de fiebre, cansancio generalizado. ¿Una mala gripe? No. Una mala gripe tiene su final: una semana, diez días. Esto no.

Esta enfermedad, además, tiene un componente emocional importante: te obliga a la soledad y la soledad de obliga a pensar y el pensar determina tus reacciones.

No podemos controlar lo que nos está pasando. Podemos, en ocasiones, poner los medios, las precauciones, para tratar de evitar que no suceda, pero no suele estar en nuestra mano.

Una vez que nos sucede sí hay algo que está en nuestra mano hacer: controlar cómo respondemos a lo que nos ha sucedido.

No dejemos que nuestra situación actual determine nuestro destino.

Nunca jamás había deseado tanto que un año terminase. Normalmente queremos ralentizar el tiempo. Quiero que este 2020 pase aunque reconozco que, en mi caso, los negativos se van acumulando a las espaldas haciéndome curvar el torso.

Quiero que pasen los días deprisa. Quiero volver a encontrar esa fuerza que ahora me falta.

Cuídense, por favor.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30