25.10.2019... Pelando la granada...

Hoy es ese día de la hora más; en otra época tenemos el día de la hora menos. Pero lo cierto es que no es lo mismo tener una hora más que una hora  de menos.

¿Cuánto podríamos hacer en una hora y qué poco hacemos?

¿Cuántas horas perdemos?

Terminamos otra semana, esa en la que yo prácticamente tenía olvidado que Franco murió y que estaba enterrado en no sé dónde, casi como todos esos jóvenes que ni siquiera lo han estudiado de pasada, y algunos se han empeñado en recordarlo a toda España. No sé por qué escribo esto por aquí pero me apetecía hacerlo. Tal vez porque mi hijo y yo hemos hablado de ello.
Disfrutamos alimentando nuestras desgracias.


Creo que últimamente, a todos, nos falta demasiada paz; tal vez esa paz que solo somos capaces de encontrar en nosotros y por ello, en ocasiones, dejamos en manos de lo externo que nos llegue. ¿Y qué suele ocurrir? Que no llega.

No sé cuánto tiempo hacía que no pelaba una granada. No lo hacía por vaguería, por no mancharme las manos, por no perder tiempo en ello. Optaba, simplemente, por no comer de sus excelentes y beneficiosos granos.

Me traje dos del pueblo, de ese árbol que acompaña el patio. Hoy, hace un rato, me he tomado un tiempo en pelarlas, antes de que se echaran a perder, y extraer esos granos rojizos. He sido consciente en todo momento de lo que hacía; lentamente, en silencio. Y he estado en paz, conmigo y con el mundo. He estado en paz porque he conseguido olvidarme de todo. Ese instante me ha hecho ver, nuevamente, dónde estoy.
Saber dónde se está es tan importante como saber a dónde se quiere ir. Es más, es el primer paso para ir.
Es tan importante saber lo que quieres en tu vida que el hecho de no tenerlo claro, de no saberlo, te paraliza en el lugar y te hace perder un tiempo maravilloso, no solo para ti, sino también para todos aquellos que te rodean.

En el libro de Lewis Carroll, Alicia en el país de las Maravillas, se encuentra el siguiente diálogo que viene que ni al pelo a mis reflexiones:

“- ¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? 

- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar. 
- No me importa mucho el sitio. 
- Entonces tampoco importa mucho el camino.” 
Si no sabemos donde queremos ir da igual lo que caminemos, ni si lo hacemos.

Debemos ponernos en valor. No pensar en lo que puedan pensar los demás, si encajas o no con el resto. Acepta tus diferencias. Decide.

Tenemos que decidir. Decidir es escoger aquello que parece mejor, aquello que creemos es lo mejor que podíamos hacer. No sabemos lo que ocurrirá, tampoco si otra alternativa hubiera sido mejor. No pensemos en ello.

La única alternativa a decidir es quedarnos parados y no decidir.

Si no decides desde luego que no te equivocarás nunca.

No te lamentes. Mira hacia delante siempre.

Debemos desear aquello que podemos conseguir. En ocasiones deseamos cosas imposibles y eso termina con nosotros, nos genera ansiedad y frustración.

Tu prioridad es saber lo que quieres.

Cuando llegas a cierta altura del camino. Cuando has caído tantas veces que prácticamente ya no te apetece andar, en ese momento es en el que más claro debes tener aquello que quieres, a dónde quieres llegar en el tiempo que resta. 

Simplemente debe haber una prioridad: Paz. Tener Paz Interior y ser consciente del Presente.

Pelar una granada puede resultar algo absurdo, tan absurdo como que muchos no la comen por no hacerlo.

Ese simple hecho, hoy, a mi me ha generado mi momento de paz. Me ha provocado estar conmigo, con nadie más.

Curiosamente estos días se ha presentado el vídeo de la nueva canción de Leonard Cohen, «Happens to the Heart», uno de los temas del primer LP póstumo del conocido poeta y cantante.

Ayer lo estuve viendo y me quedé hipnotizado.

La canción es una preciosidad. Apenas un susurro. Cuántos quisieran conseguir algo así sin conseguirlo.

El vídeo de ‘Happen to the Heart’ se inspira en la experiencia de Leonard Cohen como monje budista y lo ha dirigido el colaborador de Sia, Daniel Askill.

El vídeo muestra la llamada del silencio, el descubrimiento de la belleza y la Paz interior mientras dejamos atrás el ruido, la furia, los rencores, los deseos, en general todo aquello que nos va minando e intoxicando por dentro cada día.

Qué mejor hoy para terminar que compartirlo por aquí...


Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 34