13.10.2019... Momento Dhammapada!

Hasta hace un rato pensaba no dejarme caer por aquí. Hasta hace un rato era incapaz de encontrar el silencio y alejar de mi pensamientos contradictorios que no me permiten ordenar ideas, desenredar contradicciones. Pero tampoco lo voy a escribir. No voy a escribir nada porque a veces sé, también, que mis palabras son interpretadas de una u otra manera y hoy prefiero que no lo sea. 


Terminaré este domingo con uno de mis textos de cabecera, el Dhammapada.

El Dhammapada (Pāli; Prácrito: धम्मपद Dhamapada; Sánscrito धर्मपद Dharmapada) es una escritura sagrada budista en verso tradicionalmente atribuida a Buda Gautama. Es uno de los textos más conocidos del Canon Pali.

El título es un término compuesto de las palabras "dhamma" y "pada", cada una de las cuales tiene varios significados y connotaciones. En general "dhamma" hace referencia a la "doctrina" de Budda o a una "verdad eterna" o "virtud", y "pada" significa literalmente "pie" y en este contexto puede traducirse por "camino" o "verso".

Este es uno de esos libros que forman parte, junto a otros, de los libros esenciales que recomiendo leer a todo aquél que esté dispuesto a saber, a conocer, a aprender lo que los sabios nos dejaron de esencial  como aplicación para el día a día de nuestras vidas. También es uno de los libros, de esa pequeña biblioteca esencial, que dejaré a mi hijo para si alguna vez quiere asomarse por sus páginas, y al menos entender o tener pensamiento crítico, sobre lo que es la vida y sus decisiones.

Y hoy, casualmente, he abierto por el capítulo XVII que lleva por título La Ira

Y dice:

Abandona la ira.
Abandona el orgullo.
Cuando no tienes apego
por lo que tiene nombre y forma
estás más allá del sufrimiento.
La ira es una carretera sin control.
Aquel que controla su ira naciente
es en verdad un buen conductor.
Los demás solo agarran las riendas.
Con bondad vence al mal.
Con gentileza vence a la ira.
Con generosidad vence al odio.
Con la verdad, a la mentira.
Habla con la verdad,
da todo lo que puedas
y... ¡no te enojes!
Estos tres pasos te llevarán
a la presencia de los dioses.
Los sabios no hacen daño,
son maestros de su cuerpo
y han roto las ataduras:
están más allá del dolor.
Aquellos que buscan la perfección 
vigilan de noche y de día,
hasta que los deseos se desvanecen.
Escucha, esto no es nuevo,
es tan solo un viejo refrán:
"Te critican si estás en silencio,
te critican si hablas mucho,
te critican si hablas poco".
De todas maneras te critican.
El mundo siempre halla manera
de alabarte y maldecirte.
Siempre ha sido así.
Siempre será.
¿Pero quién se atreve a maldecir
al hombre que los sabios respetan,
aquel cuya vida es virtuosa y buena?
¿Quién maldice un moneda de oro
que se ha encontrado en el río?
Concentrado en el conocimiento
hasta los dioses lo admiran.
Hasta Brahma lo alaba.
Cuídate de las iras del cuerpo.
Domínalo, sé su maestro,
deja que sirva a la verdad.
Cuídate de las palabras iracundas.
Domina todas tus palabras, 
deja que sirvan a la verdad.
Cuídate de las iras de la mente.
Domina tus pensamientos, 
deja que sirvan a la verdad.
Sabios son aquellos que dominan
el cuerpo, la palabra y la mente.
Estos son los verdaderos maestros.

Aquél que no lo haya leído le invito a dejarse llevar por El Dhammapada. El camino de la Verdad.
 Venga, mañana amanece otro día.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30