22.09.2019... ¿Qué escribo hoy?

Pensaba ahora, que me enfrento a la pantalla en blanco del ordenador, sobre qué escribir en este breve post semanal. Los domingos nos traen lo que el viento de la semana ha arrastrado hasta aquí: tensiones, emociones, sentido, vida y poesía.


Podría escribir sobre política, algo a lo que me he dedicado gran parte de mi vida, que me gusta y que de vez en cuando me dejo llevar por la tentación de la opinión, pero cada vez me genera más disgusto y confusión, no por su esencia sino por aquellos que representan o dirigen actualmente las organizaciones políticas, que son votados por la ciudadanía y son incapaces de ejercer su responsabilidad con valentía. Y los demás, y digo los demás que son la mayoría, a sobrevivir la parálisis de sus señorías (ya he dicho, sin decir, demasiado).

A veces, cuando no tengo claro lo que escribir, me doy miedo. Me dejo llevar, comienzo a vomitar pensamientos, sensaciones, sentimientos, y no sé muy bien cómo termino hasta el final de las líneas. 

Hoy tengo claro que cuando algo te incomoda, lo mejor es pensar en lo que te hace feliz. 

Cuando uno toca momentos que realmente convulsionan, porque no sabía que podían estar ahí, tiende a perder ese estado correcto que parece o parecería tenía casi siempre por obligación. 

Llevo un tiempo pensando, y cada vez lo ratifico y clarifico más, que lo importante de la vida es encontrar nuestro propósito, lo que queremos realmente. Dónde queremos ir y dónde queremos estar, al fin y al cabo terminar. 

Me llena de vida cuando converso con personas que realmente lo tienen claro, que saben dónde quieren estar y dónde no, que no se contradicen porque tampoco excusan su momento, simplemente lo encuentran como una parada más en el camino. 

Ahí es donde realmente te das cuenta de tus contradicciones, esas que tantas veces te has echado en cara. Una contradicción vital es ser lo que no quieres ser o vivir como no quieres vivir. Vivir así es vivir como los demás quieren que vivas, o ser lo que los demás quieren que seas. Así, también,  terminas pensando como los que te rodean y solo cuando mueres, en ese último atisbo vital, llegas, si a caso, a entender que no has vivido más que para los demás y nada para ti. 

Todo requiere de valentía. Por supuesto. ¿Qué no requiere riesgo y valentía en la vida? 

Un día me di cuenta que quise hacer todo tan bien que lo había hecho todo mal. Me di cuenta de lo que tanto había hecho pensando en los demás que dejé de pensar en mi y eso provocó que los demás creyesen, a su vez, que en lo único que pensaba era en mi mismo. También una contradicción dentro de muchas que nos rodean. 

Tendemos a pensar tanto en los demás que simplemente deberíamos plantarnos en el sitio, escuchar, sentir y comprobar cómo los demás van pasando por la calle, cruzándose de acera, con el móvil en la mano o los cascos de música en las orejas, ajenos a cualquiera o cualquier cosa. Ajenos al resto. Y esos, además, piensan que tú haces exactamente lo mismo.

La vida, el camino de la vida, siempre es cuesta arriba. Las veces que he creído que era fácil, que iba cogiendo velocidad cuesta abajo, casi todas, me he dado una hostia contra el suelo. Por eso siempre es un reto subir ese camino montañoso, acertar en la subida. No es fácil. Las subidas pueden ser traicioneras. Nadie está exento de sufrir un percance. A veces incluso es bueno tropezar, eso nos hace ser más cautos y prudentes; también más sensibles y solidarios. Y las montañas difíciles, siempre se suben más fácil en compañía.

Uno que defiende la soledad, el encuentro, el recogimiento, el espacio, el silencio... también defiende, cómo no, que los proyectos, ya sean personales como profesionales, se llevan mejor acompañado.

Por ello, y ya termino, llegando a otra de las contradicciones vitales, uno jamás podrá dejar de preocuparse por esas personas que le importan porque, en ese momento, uno dejará de ser quién Es. Y ¿quién es uno? Pues tal vez ese tipo raro, algo diferente, a veces incomprendido, poeta del silencio,  padre siempre aunque la vida parece que te pone tiempos, pero dispuesto a comprometerse y apostar por aquello que quiere.

Y todo esto pasa por no saber muy bien por donde escribir hoy... 

Y qué mejor que terminar este palabrerío con nuestros Estopa, que no dejan de ser la caña, y... Fuego!


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