14.07.2019... Y tú ¿a qué aspiras?

Ahora que va llegando ese ansia de más días seguidos de descanso, porque con tan solo el fin de semana parece que, aun viviendo en el privilegio de tener, llegas al final del domingo con necesidad de mas, de algo mas.

Me daba cuenta hoy que cuando tengo estas sensaciones, este deseo de parar, siempre estoy como mas en el pasado o en el futuro, y no estoy realmente por completo en el presente. Y es un error porque no llego a vivir en calma. 

Hoy ya estoy pensando en mañana sin dejar de pensar en ayer. Y no vivo hoy.

Pienso en todo lo que nos queda por aprender, por aprender a vivir, a ser. 



Curiosamente hace un rato, en una de esas conversaciones padre hijo, hijo padre, que deberían ser más habituales, que tal vez deberían haber sido más habituales de lo que han sido, me preguntaba él, entre bromas, que si aspiro a más. Lógicamente se refería a tener más, a poseer más. Evidentemente no ha entendido mi respuesta que, en ese momento me ha surgido sin pensar: aspiro a Ser, hijo, nada más

He tratado de explicarle, con dificultad, que tener, lo poco o mucho, depende para quién, solo me ha servido, en positivo (o no), para que a él no le falte nunca de nada, pero también para llenarme la vida de problemas y quebraderos de cabeza que, a día de hoy, continúan. 

Es cierto que cuando tenía su edad pensaba de otra manera, tal vez no tan radical como él, pero parecido. Nos podía la ambición de tener y tener y, de hecho, sacrificábamos tiempo para tratar de conseguirlo. Ahora, las generaciones venideras, solo piensan en ese tener, no han sentido todavía, ni lo pretenden, del esfuerzo y sacrificio que supone. 

El tener ¿para qué? Diserto mucho sobre ello y, también por ello soy criticado. Cuando eres alguien al que nunca le ha faltado nada, es muy fácil decir eso de que tener no lo es todo. Tener para vivir, para vivir dignamente, claro que sí. Tener por tener, claro que no. Tener por tener lleva al inagotable círculo vicioso del no ser, porque dejas de ser lo que tú eres, tu esencia,  para ser lo que los demás quieren que seas y así ponerte a un nivel del que tal vez tu interior ni forme ni haya formado parte nunca.

Y sí, claro que sí, no es lo mismo 18 que 51 años. No aspiro a nada más que Ser. No aspiro a más que encontrarme realmente para Ser. Y no aspiro más que ese Ser algún día sea su recuerdo con orgullo. Eso no te lo da el tener más o menos. 

No me importa el tiempo que tarde pero, entre este enjambre social del que formo parte, este sistema que habito y que, sin duda, he sido protagonista como el que más en construir, ir deshaciendo hasta Ser. Y por cierto, que eso sí es una gran ambición: ni todos lo consiguen ni todos lo buscan.

Tener un objetivo en la vida. La vida nos ofrece cada día baratijas y normalmente nos dedicamos a ir tras ellas en vez de perseguir lo verdaderamente importante. Dominar el deseo de tener. Y tiempo va siendo sin ser nunca tarde.

Jamás tendremos una vida significativa si no dominamos esa tendencia que todos tenemos, casi desde que nacemos, a la insaciabilidad. 

¿Por qué no nos convencemos de que nos gusta lo que ya tenemos? Sería un gran paso. ¿Por qué no disfrutamos de este pequeño smartphone que adquirimos hace dos meses y dejamos de desear el modelo que se hizo público ayer? ¿Por qué no disfrutamos de nuestra casa y dejamos de decir que nos aburre y queremos otra en no sé dónde? ¿Por qué no disfrutamos más de nosotros mismos, de descubrirnos, de la belleza del mundo que nos rodea y dejamos de buscar experiencias en no sé donde que, normalmente, van acabando con nosotros sin darnos cuenta del tiempo?

Reconsiderar los objetivos de la vida. Mucho de lo que deseamos, como dicen mis amigos los estoicos, la fama, la fortuna, no merecen la pena. Busquemos la serenidad. Busquemos la esencia del Ser.

¿Cuánto nos queda de vida? ¿Quién lo sabe? Este momento. Suficiente para elegir, suficiente para Ser. Suficiente para comenzar.

Todos los seres humanos, independientemente del momento en el que nos encontremos tenemos capacidad de crecer. 

Crecer y mejorar es caminar y descubrir nuestros dones, esos que todos tenemos y ofrecerlos al mundo.

Y no, no creo que lo más importante sea la abundancia, hoy puedo decir que lo más importante es el agradecimiento y el Ser. La abundancia sin Ser no tiene sentido, es vacío, es material. 

La abundancia de Ser es suficiente para sentirte lleno, con fuerza para caminar, para superar adversidades, para estar acompañado siempre de ese poder que todos tenemos dentro pero que nos es tan difícil descubrir porque nos dejamos llevar por lo externo.

Y tú ¿a qué aspiras?

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 34