12.05.2019... Viajando!

Cómo escribir cuando estás completamente agotado físicamente. En momentos así uno pretende decir más estupideces de las que normalmente dice.

Así llego a esta hora del domingo, tras una semana de orden y desorden, de aquí a allá, de allá a aquí, mientras trato de ordenar pensamientos e ideas.

Comencé la semana en esa ciudad inmensa, bajo la mirada de una de las catedrales más bellas de España, Burgos. Días ventosos, lluviosos y frescos el del martes y miércoles. 

Pasé a Jaén, bella ciudad de cuestas que culminan también en una épica catedral. Por aquí comenzamos a sentir la calidez de las temperaturas.

De Jaén nos llegamos a Córdoba para desde allí terminar la semana en Sevilla; inmensidad de ciudad universal, recogida en estos días con el calor del final de la Feria de Abril. Las temperaturas de dispararon de tal manera que prácticamente superamos los 35º.


Han sido días de trabajo pero también de momentos de reflexión, de compartir ideas y proyectos, de amistad.

También han sido días de anécdotas,  esos pequeños incidentes que ocurren cuando se viaja mucho,  con prisas y despistes que te hacen envolver en el desorden con alguna consecuencia inoportuna.

Cuando te ocurre algo, por muy absurdo que sea, se convierte en un huracán que te hace perder el presente. Crees que lo que te ocurre es la mayor adversidad del mundo aunque se trate, tan solo, de haber extraviado, momentáneamente, una triste maleta.

Cómo somos. Cómo nos comportamos cuando sabemos, además,  que ni siquiera podemos cambiar lo ocurrido ni controlar todo.

Entonces miras a tu alrededor y, con un entrenamiento mental y emocional que ya me lleva algún tiempo, entiendes que una circunstancia así no te puede romper el día porque no vas a poder dar marcha atrás.

Miras a tu alrededor y piensas en todos aquellos que viven verdaderos problemas, verdaderas situaciones adversas y difíciles y mal que bien salen adelante. Son esas personas, también,  las que luego están prestas para ayudarte en cualquier circunstancia porque tienen mucho más somatizado el valor de la ayuda, de la solidaridad, que aquellos otros que vivimos en el privilegio de lo abundante, y que nos ahogamos en un vaso de agua porque se nos haya olvidado una maleta de viaje, con cuatro camisas y dos pantalones, que sabemos que, más tarde o temprano, como así ha sido, aparecerá.

Solo aquél que es protagonista de situaciones verdaderamente difíciles, sabe que ello te ofrece la perspectiva de hacerte vivir más intensamente y trabajar en la calidad de vida tuya y de aquellos que te rodean.

Y me doy cuenta que lo difícil es conseguir transmitir valores que nos ayuden a vivir con mucha más sencillez y felicidad. Porque perder una maleta no tiene la menor importancia, es algo que ocurre y que ni siquiera podemos controlar; perder los valores, la dirección, sí es importante porque primero, es difícil de recuperar, y segundo, es algo que sí está en nuestras manos controlar.

Hay personas que, sin ser conscientes de ello, transmiten esperanza, seguridad. Casualmente son esas personas que no viven en la abundancia pero son abundantes en valores, en principios. Modelos de personas que no se rinden ante la adversidad.

Por todo, hoy que termino bastante agotado y dispuesto a enfrentarme a otra semana con la misma pasión y energía que siempre. Siento que no hay que temer al futuro incierto y lo que sí debemos es enfrentarnos a las adversidades del día a día como nos vengan, si vienen.

Estos días no he escrito mucho. Ni he tenido tiempo ni momentos para ello. 
La escritura sirve, entre otras cosas, para ordenar todo lo desordenado que está dentro de nosotros.
Me gustarían tantas cosas que no son, que a veces creo que el tiempo no me va a permitir cumplir. Por eso, el tiempo, nuestro tiempo es nuestro tesoro.

No perdamos de vista nuestras metas, no nos despistemos. Si pierdes de vista tu meta, serás esclavo de lo inmediato. Siempre decides o luchas o te dejas hundir. Elige, no re rindas.

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