Åvinu shêbashåmaím, yithqadesh Shimkhå, Tåvo Malkhuthkhå, ye'åsê Retsonkhå kevashamaím ken bå'årêts. Êth lêkhêm khuqenu ten lånu hayom. Uslakh lånu 'al khatå'eynu kefí shêsolkhím gam anakhnu lakhotím lånu. Vë'al tëvi'enu lidey nisåyon, ki 'im khaltsenu min hårå. Ki lëkhå HaMamlåkhåh, HaGvuråh vëHaTif'êrêth lë'olmey 'olåmím. Åmen. El Padre Nuestro es una de las Oraciones más bellas que existen. Eso pienso. Me he interesado últimamente en buscar por ahí la Oración en hebreo. No es fácil y estoy encontrando algunas diferencias entre unos y otros. Aunque por aquí dejo algunos ejemplos , me gustaría, si alguién tiene a bien, recibir sugerencias del auténtico Padre Nuestro en len gua hebrea. Es posible que sea alguno de éstos, pero tengo mis dudas. (la transliteración se lee de izquierda a derecha) Abienu shebashamayim yitkadesh shimcha, tabo malchutecha, yease retsoncha ba’aretz kebashamayim . Ten lanu et lechem yoman, uslach lanu al chataeinu, kefi
M/20.L Despiertas totalmente congestionado. No has dormido bien, volviste a los escalofríos. No solo es alergia, te has constipado, los cambios de temperatura, la lluvia en Galicia, el cansancio. Piensas que tienes sobresaturación de todo: de viajes, de trabajo, de lectura, también de estudiar, leer y escribir. Y no es lo que hay, que es; es lo que queda, que también es. Necesitas parar, pero no sabes cómo hacerlo. Todo te lleva. Bajar el ritmo gradualmente, descansar. Mucho de lo que haces no tienes obligación de hacerlo, pero lo haces. Te auto exiges en exceso, como lo has hecho siempre, pero ahora superas los cincuenta y seis. Siempre vas con prisa, con ese miedo de que si no lo haces será peor. Siempre ocupando el tiempo. Es como si fuera demasiado tarde. ¿Pero para qué? Pues realmente no sabes la respuesta, simplemente corres. Vives pensando en que si no haces tal cosa ahora, parece no tendrás otra oportunidad para ello. Crees que tienes que estar en todos lados a la vez, b
M/27.L Despiertas y no sabes dónde estás, pero lo peor es que tampoco sabes qué día es. Has estado soñando toda la noche, durmiendo profundamente. Miras el reloj, son cerca de las siete y media. ¿Es domingo? Fue ayer, joder. Das un salto de la cama todavía adormilado. No pusiste el despertador y el sueño te ha vencido. ¡Joder! No sabes qué ropa ponerte. Eliges sin mirar, lo primero que encuentras. Envías los mensajes familiares de ‘buenos días’ para que sepan que estás en pie, que no pasa nada. Cada día eres el primero. Sales a la calle con la luz del día. ¿Cómo ha podido pasar? Desconectaste la semana pasada, el jueves y lo olvidaste. Normalmente te despiertas antes de que suene. Pero hoy no. Caminas a toda velocidad. Comienzas a pensar que no tienes ninguna reunión agendada a primera hora, que ya está, que no pasa nada, que no tienes la obligación de estar el primero en la oficina todos los días, que retrasas el inicio del día una hora y no se caerá el mundo. Y llegas, efectivame
J/L.10 Despiertas como el día, tonto, revuelto. No has dormido del todo bien. Llovía. Ese sonido de las gotas de agua golpeando el tejadillo no te permitía coger el sueño. Ahora mismo también está lloviendo, la temperatura ha bajado bastante y tienes una especie de sensación de desconsuelo. Pierre Hadot describe el estoicismo como “el arte de dominar el discurso interior.” Me parece de una belleza sublime esta descripción, realmente es así. Lo que pasa a nuestro alrededor no se puede controlar, por el contrario, está bajo nuestro control lo que nosotros nos decimos sobre ello, nuestra percepción de lo externo. Debemos cambiar nuestro diálogo interior para así, a su vez, cambiar nuestro mundo. ¿Qué está bajo nuestro control para así mejorar la forma de interpretar la realidad? Hay personas que viven en la desconfianza, con lo que tienden a rodearse de aquellos con los que tienen alguna cosa en común o intereses más o menos parecidos. Desprecian a los diferentes por miedo a lo
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