A/26.L Has despertado con frío, las siete campanadas de la iglesia, el ronroneo del viento en la cortina haciéndola chochar con el ventanal, el canto de esos pájaros. Sabes que esto se acaba. Miras tu biblioteca, ésta, la de aquí, en el pueblo. En la casa de Madrid tienes otra y todavía te quedan libros que dejaste por recoger y nunca sabes si algún día te vendrán. Una biblioteca nunca es un repositorio de libros que has leído, es tu refugio, tu proyecto vital. Mucho de lo que contiene te ha ayudado a comprender, a pensar e incluso a decidir. Ahora que paseo entre las estanterías, que miro los lomos de los libros, los toco, los cojo y abro, me doy cuenta de lo que realmente han significado para ti. La compañía que te han hecho, la compañía que te hacen. Muchos no los has leído, sabes que quizás no llegues a leerlos nunca. Pero están ahí, eso es lo importante. En ocasiones te recuerdas de uno y otro y vuelves a ellos con la sonrisa de haber sido poseedor de un tesoro en el tiempo.
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