12.02.2018... Impermanente!

¿Por qué escribe uno lo que escribe? Ni siquiera lo sabe quien lo hace, mucho menos quien lo lee. Es cuestión de adiestramiento mental , de estupidez o, simplemente, de desahogo terapéutico.

Sé que cuando escribes, sin quererlo, dejas ver mucho de ti. Ese no es el peligro, ni mucho menos, expulsas lo que sobra; el peligro es la percepción de quién lee.


Lo que uno ha sido no tiene por qué ser al igual a lo que uno será, porque tal vez jamás ha sido nada ni lo ha pretendido ser.


Asumir el cambio continuo y constante de la vida puede ser lo más difícil; el cambio constante es lo único cierto.

Somos impermanentes. Somos ese agua del río que no deja correr y de cambiar; nunca podrás acariciar una misma gota. Cada milésima de segundo, cada minuto; todo cambia.

¿Tu eres hoy el que eras hace un año? Si crees que eres el mismo estás totalmente equivocado o perdido.Nadie somos.
Todo cambia. Nada sigue igual. Nada dura.
Un día, en una hora, un minuto, nacemos... Al instante hemos dejado de ser ese ser que estaba protegido dentro del cambiante cuerpo de la madre. Somos un ser que sufre y llora. Nacemos sufriendo. A partir de ahí depende de nosotros ir cambiando y haciendo nuestro camino de impermanencia más o menos fácil.

Creemos que lo que hoy somos, arriba o abajo, será siempre. Lo único que somos es aquello que llevamos dentro de nuestro ser, justamente aquello que nos cuesta más manifestar por el mero hecho que nos damos miedo a nosotros mismos. Nos cuesta mirarnos, sentirnos.

Tal vez sea verdad eso de que vivimos una vida y somos realmente otros.

A pocos conozco que digan que son los que realmente querrían ser.

Todos son esos que no son. Todos en algún ámbito de nuestras vidas somos lo que no queremos. Nos mentimos.

En el trabajo, en casa, como padres, hermanos, amigos, hijos.... Ahora lo que más se lleva el postureo, la imagen que representamos perdiendo nuestra esencia del Ser.

El gran reto es romper con eso. Pocos lo hacen.

Mola mucho eso de ser no sé qué, de tener no sé cuánto, de ir a no se qué lugares. Yo lo he vivido: ser, tener... Pero ni soy ni tengo nada. Absolutamente nada, porque la mayor riqueza es sentirte tú, pleno, eterno, consciente de tu ser.

La cuestión es ¿cuándo descubre uno su instante? ¿Cuando se da cuenta que vive manejado por un cuerpo que no es su verdadero yo? Que ese cuerpo se mueve por pensamientos, percepciones, creencias que realmente no son el interior de uno mismo.
Que busca aparentar, ser, decir, vivir, para que simplemente otros le admitan o valoren. Ese circulo que hacemos crecer alrededor nuestro pensando eso de "estaría, haría, viviría, comería..." Pero pero pero... todo son excusas para ser el que realmente somos.

Esos putos peros que van atrapándonos generación tras generación convirtiendo nuestra vida no en lo que nosotros queremos ser, sino en lo que otros quisieron que fuésemos.... Y morimos.

Todos morimos. Es lo único cierto. Nacemos y morimos. Es la auténtica impermanencia del ser.
Cuántos de nosotros no hemos sentido un día, un instante, una tarde, un suspiro de realidad cuando nos hemos abstraído de lo rutinario, hemos roto la jornada, hemos tomado una copa, hemos hablado con alguien inhabitual, hemos respirado en medio del campo o gritado...Y entonces hemos dicho o pensado al acostarnos: "hostia! Soy yo".

Y al día siguiente volvemos a lo mismo simplemente porque nos da miedo Ser.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30