22.07.2018... Reflexiones desde el ocaso de Minaya I.


En una semana de periplos profesionales y vitales, recorriendo la geografía española de punta a punta, desde Barcelona al Principado de Andorra; desde La Mancha al Levante y del Levante a La Mancha, dejo caer mis posaderas, en un inicio acompasado de descanso, en mi rincón siempre favorito, Minaya.

Desde aquí, entre nubes y vientos, entre sol y estrellas, entre los versos que me surgen mientras las mariposas bailan frente a esas moscas pegajosas  que forman parte del paisaje; y las golondrinas que planean por el cielo, generando coreografías poéticas, veo, o trato de ver todo de una manera distinta a cómo es o debiera de ser.



Hoy despertaba entre nubes grises que parecían recordar que debemos vivir sin confiarnos plenamente al sol porque el sol, amigos, está o no está, luce o no luce, todo depende de cómo miremos el cielo.

Hoy es el primer día que no viajo, que no cojo el tren o el coche, desde hace una semana. He podido caminar por el campo, desprenderme del sudor que provoca la capital e impregnarme de este sabor rural que sólo los que somos y estamos reconocemos.

Hoy, por primera vez en este año, pisé el Club amigos de Minaya. Lugar de encuentro y paraíso en medio de este solariego paraje, digno de nostálgicos y enamorados de su tierra que en su día decidieron crear como oasis en el que convivir los que están y los que somos, aunque vivamos fuera. Me comentaba hoy un paisano, curiosamente, acertado, que no me había leído nunca nada sobre el club. La verdad, no recuerdo aunque, sinceramente, no he dejado de crecer en él: mis veranos desde mi adolescencia, están en cada hierba de este lugar.

Y desde por aquí he vivido, con emoción, el Congreso del Partido Popular. Uno no puede estar en todos los lugares ni los lugares están cerca de lo que para uno es importante. Ya quisiera. Lo cierto es que, aunque hoy no es el momento, escribiré en estos días sobre ello.

Escribiré sobre el liderazgo más que sobre las personas y, sobre todo, reflexionaré sobre algo en lo que creo y trato de transmitir a aquellos pocos que me leen, escuchan o me importan: el verdadero secreto del éxito, en cualquier ámbito de la vida, es el compromiso, la convicción y la confianza en uno mismo.

Debemos enfocar la vida hacia la ilusión y la esperanza, siempre, aun en las adversidades. Si nos enfocamos en la desesperanza terminaremos por vivir en un estado de pesimismo difícil de remontar. Creer en nosotros mismos.

Estamos ante un nuevo liderazgo, un Liderazgo Emergente representado por una generación de líderes a los que les caracteriza algo en común: confianza y creer en sí mismos.
Cualquier persona que se pretenda líder, de su vida, de una organización, debe aprender de sus errores, asumirlos y criticarlos pero, sobre todo, dejar que le hagan grande.
Escribo y escribiré sobre Liderazgo, me encanta. Este fin de semana hemos vuelto a tener un ejemplo de liderazgo personal que provocará muchas reflexiones y líneas, incluso mías.

Fíjate, creo en el liderazgo de Iglesias; aposté (no ideológicamente) por el de Sánchez; he reivindicado, con discusiones y enfrentamientos ‘razonables’, el de Casado; y me genera una sensación de gomaespuma el de Rivera. De todo ello tendré tiempo de hablar y escribir durante este verano.

Lo más fascinante de todo ello es que Estamos, Aquí y Ahora.

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