18.02.2018... Reflexiones del Camino.

Unos días tratando de recomponer la mente y el alma, respirando ese olor tan particular a tierra; tierra que guarda tantos pasos y todas las raíces de quién soy.
Hay veces que uno necesita perderse para encontrarse. Es como ese abismo que te provoca vértigo, al darte cuenta que bajo tus pies simplemente existe un suelo de cristal transparente que en cualquier momento puede romperse en mil pedazos y dejar que tu cuerpo caiga, vaya usted a saber donde.

Creo que el cansancio me puede y no soy capaz de averiguar si tiene más que ver con lo mental o con lo físico.




Uno busca respuestas a esas nuevas preguntas que nos surgen en las circunstancias que la vida va poniendo en nuestro camino. Es como una carrera de fondo en la que a cada tramo los obstáculos intentan paralizarnos para no permitirnos llegar.

Cada uno de nosotros caminamos en libertad, trazando nuestro camino, equivocándonos o acertando, fracasando, cayendo y levantando. Luchamos, no dejamos de luchar o de lamentarnos. La vida es un eterno proyecto, una carrera interminable que a veces nos deja sin aliento mientras otras nos reconforta. Realmente creo que estoy en ese período en el que me voy dejando la piel en el caminar.

Admiro a todos esos que son capaces de olvidarse de todo y simplemente buscan la superación permanente arriesgando lo que haga falta.

Tenemos momentos en los que parece que todo se derrumba y es por eso por lo que creo en la necesidad de respirar profundamente, aceptarte, perdonarte y reconquistar tu alma como única manera de repercutir en positivo a aquellos que te rodean y han visto cómo vas cuesta abajo sin frenos en caída libre.

Todo puede cambiar en un instante. Es la realidad. Cómo el día vence a la noche o cómo se escabullen las nubes en la inmensidad del cielo para dejar ver un sol radiante.

A veces las circunstancias nada tienen que ver con lo que pensábamos o esperábamos. Porque así es la vida, un camino lleno de incertidumbres.

Esta mañana, en el camino, pensaba que las cosas nunca son como queremos que sean. Algunos hemos tenido el privilegio de la comodidad, de no haber sentido nunca la presión de la necesidad, el cambio brusco. La comodidad no es una buena maestra.

A veces un zarandeo, un vaivén en la vida, es la mejor lección para espabilarse. Nos creemos que todo vale y no es así. Pensamos que podemos caminar, ir y venir, olvidar los valores esenciales de lo humano sin caer en la cuenta que nos sujeta lo sencillo, la humildad, la esencia de lo simple.

No debemos dejarnos vencer por las situaciones, aunque creamos que son insuperables. Que las situaciones o circunstancias nos hagan aprender y del aprendizaje conseguir crecer, aunque solo sea como persona.

Y después de estas ideas que van y vienen, reflexiones del mundanal ruido, os dejaré con este tema de uno de mis favoritos... Elefantes.



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