14.01.2018... Reflexiones del Invierno II.

No sé si ha sido el fin de semana, o si son los duendes del invierno; creo que ando estos días con algo de ansiedad, necesitado de calma. Duermo bien, pero no duermo como suelo dormir, con la mente en estado de inconsciencia. He iniciado el año con demasiadas tareas y eso me carga de exigencia y presión.

Esta mañana salí a correr un poco, unos kilómetros mientras un tímido sol aparecía y desaparecía entre las nubes. Supuso un momento de reflexión y meditación, saludable y medicinal, que calmó radicalmente un estado propio más de otras épocas que de esta. 


Tal vez últimamente me enfrento demasiado a mi mismo, a mis contradicciones, a mis peleas internas que van de un lado a otro, que son pero no son, que escribo pero no hago, que busco pero no encuentro. Me debato en mil ideas y desencuentros.

Esta noche, por ejemplo, me encontré en un sueño de esos en los que aparecen personas que conozco, trato o he tratado en el mundo de la política. Unos que están, pero otros que no. Unos de una ideología y otros de otra. Unos con los que me he llevado bien aun siendo adversarios y otros que no siéndolo, he tenido más tira y afloja. Curiosamente, en esos sueños totalmente intemporales, sin sentido actual, surgen también esas contradicciones mías, convertidas en discusiones, de esos valores ideológicos vitales, en los que uno va analizándose en su día a día. 

Y es que me doy cuenta cómo algunos opinan sobre mi, porque creen conocerme, por el simple hecho de ver una cierta fachada o comportamiento, que realmente poco tiene que ver con la esencia interior de la persona. Esa jodida costumbre a juzgar, a hablar del otro.

Y tal vez en este análisis, pienso, me enfado conmigo; tal vez mostremos a los demás lo que ellos quieren ver y no lo que realmente somos.

Cuando escarbas un poco en ti, es cuando descubres tu verdad, la Verdad. Y la verdad es que formamos parte de un todo y ese todo, que somos nosotros, que son esos otros que creemos ajenos a nosotros, que son también los objetos externos, funciona como parte de nuestro universo vital.

Nos han educado en el individualismo, en la competencia y el deseo; educamos a las generaciones que vienen, a nuestros hijos, exactamente igual. El resultado está siendo un desastre: infelicidad, frustraciones, ansiedad, depresiones, hipertensión, infartos... 

Mi mente, en general la de todos, está expuesta a la hiperactividad. Cuando llego al fin de semana me doy cuenta todavía más porque soy incapaz de calmarla. Hago un intento extraordinario por recogerme en mi y el esfuerzo, a veces, es vano porque no deja de deambular de aquí a allá.

Necesitamos encontrar ese espacio de calma interior, de calma vital que nos permita ser conscientes del ahora sin más pensamiento que la belleza y poesía del presente.

Somos incapaces de aplacar nuestra avidez, siempre queremos más y más porque nos hemos acostumbrado o hemos creído que ese más y más nos daría una felicidad que, sinceramente, no es cierta.

Mi amigo Russell, en su magnífica obra 'La Conquista de la Felicidad', asegura que la condición indispensable de la felicidad era carecer de algunas cosas deseadas. Es cierto. Añado: como lo es disfrutar lo que tenemos y no desear lo que no. Valorar lo nuestro, sea lo que sea, sentirlo, vivirlo.

Un ejercicio extraordinario, en días como este, es pararse y examinar nuestra mente. Buscar esas contradicciones y eliminarlas. ¿Por qué nos sentimos  incompletos? Tal vez porque buscamos objetos que nos complementen como sujetos. Eso genera frustraciones. Nos sentimos siempre incompletos porque nada nos complace.

Todos tenemos una misión, pero debemos ser capaces de encontrarla. 

Debemos conectar con nosotros, con nuestro propio ser. Parece que caminamos siendo lo que otros han querido que seamos. El mundo puede cambiar a través de nosotros, no para nosotros.

¿Cuál es nuestra misión de vida?

Lo que realmente eres es mucho más real de lo que el mundo te ha dicho que eres. Solo tienes que descubrirlo. (liderandoT)

Seamos sinceros con nosotros. Sé sincero contigo, con quién eres, con lo que crees y cómo quieres vivir. Sé auténtico. Simplemente eso: Sé.  

Y ahora, tras este rollo mío, lo que me apetece, es que despiertes del sueño producido con este pedazo tema motivador de los que, por lo me nos a mi, hacen saltar de la silla...

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