24.08.2017... Semblanzas de Verano XIV: Espiritualidades...!

Los días de verano (llámese verano, en mi caso, a los días de agosto), más tranquilos, más sosegados y reflexivos, te hacen ir descubriendo, si lo quieres y deseas, lo mejor y lo peor de cada uno, de nosotros mismos. 

Aunque dediques tiempo al trabajo lo tienes, también, para dedicártelo a ti y, bien aprovechado, poder descubrir esas debilidades que con esfuerzo pueden dejar de serlo. 

Tus malos hábitos; eso que crees hacer bien porque lo has somatizado como positivo, pero es negativo. Tus aristas y grietas; esos miedos que te acompañan pero a los que nunca te enfrentas.
 


Ese deseo de silencio que nunca encuentras. 

El valor de las cosas y los momentos que se van y no vuelven. 

Lo importante y lo menos importante. 

La verdad de una sonrisa que, aunque sea lejana, siempre llega a tiempo convertida en mariposa. 

Es como si volviésemos a descubrirnos sin salir de nosotros. 

Es entonces cuando te das cuenta de todos los desórdenes de tu vida y de quién es el verdadero responsable de ello: no es nadie más que tú. 

Me gusta ser crítico y exigente conmigo, tal vez demasiado, pero realmente hay que serlo ya que es la única manera de ir corrigiendo nuestros defectos. Debemos dejar de juzgar y criticar a los demás para convertirnos en nuestro único crítico vital.

Y es que solemos asumir responsabilidades que no son nuestras y, en cambio, apartamos aquello que sí es nuestra verdadera responsabilidad en la vida.

Nos preocupa lo que piensan los demás, sus creencias, sus ideas, las consecuencias de las acciones del resto o sus errores, en cambio no asumimos nuestras responsabilidades, eso que verdaderamente importa y nos importa: nuestras palabras, nuestros hechos, nuestro comportamiento, nuestros hábitos, las consecuencias de nuestros actos y nuestros errores.

Solo dedicando momentos a la reflexión interna seremos capaces de asumir y encontrar nuestras debilidades, también esas fortalezas que nos acompañan en el camino.

Notamos cómo vamos buscando lo positivo, porque ya no nos queda tiempo para lo negativo. 

Sientes que a veces pierdes demasiado tiempo en lo
absurdo y olvidas o dejas de lado lo verdaderamente importante. 

Reconoces lo raro que puedes llegar a ser entre tanta gente o lo diferente que eres entre tanto normal por el mero hecho de haber decidido encontrar tu esencia espiritual. 

Ayer veía a mis padres que, cada uno a su modo, van envejeciendo pensando, de seguro, que su tiempo va hacia atrás y que desearían pararlo en esos instantes, rodeados de sus hijos y nietos. 

Les noto, les siento, ese ansia por vivir tal vez lo que no han vivido. A veces creo que ni siquiera saben hacerlo porque han dedicado sus vidas a trabajar y trabajar para dejar ese poso en tierra. 

Ahora ya no tienen el tiempo que sé quisieran y todos quisiéramos con ellos. 

Simplemente lo hemos perdido. 

No vivimos como decimos que queremos vivir, vivimos como lo hacemos, vivimos como vivimos.

Por qué, ahora que tenemos los años adecuados, no tratamos de vivir un poco más todo eso que sabemos que, más adelante, podremos arrepentir de no haber vivido.

La esencia de cada uno está en sí mismo.

Es lo que tienen estos días, dan para mucho pensar y meditar pero, a sabiendas de lo que hacemos mal, no deberían quedar en meras anotaciones en el cuaderno, sino pasar a la acción desde ya.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 25

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 26

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 27