04.06.2017... Tu Poder está en tu Mente!

Amaneció el día algo más fresco, aunque con un sol que nos prometía una sesión de running de las sudadas y cansinas. 

Uno no anda muy en forma en los últimos tiempos, lo noto y eso provoca que me falte algo de motivación. Cuando te dejas demasiado, cuando abandonas los buenos hábitos, rápidamente el cuerpo se va amoldando y pierdes todo lo conseguido. Pero aun así, a las 9h, tras comprar la prensa y tomar mi café, nos lanzamos al asfalto para rápidamente coger los caminos que nos llevan a ese majestuoso Cerro de los Ángeles.

Los inicios siempre son complicados. En las sesiones running también. Pero todo está en nuestra mente para bien o para mal. A los pocos kilómetros, ya estaba quejándome y pensando que hoy terminaría la sesión caminando. Todas las toxinas, toda la falta de sueño, todas las comidas de la semana, aparecían en forma de diablillos alrededor de mi cabeza diciéndome que parase, que me pusiese a caminar que es lo mejor para mi cuerpo, para mi edad y para luego no pasar todo el domingo, y parte del lunes, con las piernas reventadas.

Pero C, que me ha visto más negativo de lo normal, ha comenzado a pincharme, a motivarme, a hablarme de temas que sabe me interesan; de la vida, de lo humano, de lo espiritual, de tal manera que los diablillos han desaparecido y, a duras penas, con esfuerzo, con sudor y con una sensación enorme de plenitud, hemos terminado los 16 km de hoy. No hemos llevado nuestro ritmo, no hemos ido rápido, pero hemos conseguido acabar corriendo y llegar.

Ahora que escribo esto, sintiendo el dolor en mis piernas, también siento gratitud y, sobre todo, orgullo de haber vencido la pereza, el desánimo, la negatividad que por un momento paralizaba lo que, sin duda alguna, sé que puedo hacer.

Todo está ahí, en nuestra mente, en nuestros pensamientos.




¿Querer es poder? Sí.

Lo fácil es decirlo, lo difícil hacerlo. Lo que sí podemos afirmar es que por mucho que se pueda, si no se quiere, no se hace. Pondremos mil excusas que justifiquen por qué no lo hacemos, de esas del tipo ¿para qué?, ¿De qué me vale?, yo no puedo con esto, no me gusta, esto no es para mi… mil excusas que aparecen en nuestra mente, a modo de pensamientos, para paralizarnos y dejarnos sentados. Es lo más cómodo. Quedarnos en nuestra zona de confort, ahí no hay riesgo.

Nadie nace sin desafíos. La vida es un desafío. El desafío siempre es esa llamada. Cada desafío hay que convertirlo en una oportunidad porque las oportunidades vienen una, dos, tres veces en la vida... no más. Pero no pensemos que una oportunidad es algo fácil. No pensemos que una oportunidad no es un desafío. Claro que lo es y claro que nos producirá miedo, temor al riesgo. ¿Quién no tiene miedo? Pero tenemos que vencer ese miedo si queremos caminar, si queremos avanzar, progresar, prosperar.

Es que yo no tengo oportunidades. Es que mis padres no me apoyan. Es que mi vida es un asco. Es que estoy solo en todo. Es que nadie confía en mi. Es que no tuve estudios, es que…, es que…. Son excusas para no prosperar. Son excusas para seguir viviendo en una ficticia zona de seguridad o confort que mentalmente nos mantiene en una parálisis permanente y nos atrapa a la ‘cama’ confortable.

Hay personas que, además, dan la razón a tus excusas: ¿pero tú para qué quieres eso?, ¿pero tú que necesidad tienes de arriesgarte?, ¿esto, o lo otro, no te saldrá bien?, ¿dedícate a lo tuyo y no te metas en lo que no sabes? 

Yo no seré nunca de esos que no animen al riesgo. Tal vez por eso me he caído tantas veces, tal vez por eso me he arriesgado o confiado tanto; si veo un charco allí me meto y si no hay charco echo agua y lo creo para meterme.

Nadie nace sin desafíos. Los desafíos son adversidades, son dolores, son todas esas limitaciones que siempre se nos ponen por delante y que, sin darnos cuenta, son la verdadera palanca que nos impulsa hacia el éxito.
“Deja de pensar en clave de limitaciones y empieza a pensar en clave de posibilidades” decía Terry Josephson
Lo que dejamos de hacer, en infinidad de ocasiones puede complicarnos más la vida que el hacerlo.

Trabaja tu mente, tu interior. Motívate tú. Aprende a liderarte.

Para cambiar las cosas siempre hay que hacer algo, lo que sea, pero algo. No se puede cambiar nada sin movernos. No podemos cambiar nuestras vidas sin hacer nada para que cambien.

Podemos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo pasa el tiempo, ese que no vuelve.

Lo que no hacemos, lo que dejamos sin hacer, es precisamente aquello que podría darnos el gran cambio en nuestras vidas. Eso que siempre vas dejando a un lado, eso que piensas que no tienes tiempo para hacer o eso que, simplemente, no haces porque te puede generar en un futuro las consecuencias que nunca sabrás si serán.

No he conocido nunca un reto, una meta, un objetivo que no venga acompañado de problemas.

Y el primer paso es dar el paso aunque sea temblando de miedo, aunque te resbales nada más ponerte en camino. Levantar y a seguir.

Pero es muy importante tener claro hacia dónde se va, tener una meta.

Es difícil que suceda algo si no nos ponemos en marcha.

Podemos pasarnos la vida escuchando esos mensajes interiores y exteriores que nos paralizan y no nos dejan nunca oír nuestra voz de lo que deseamos.

A veces debemos parar, buscar el silencio, escucharnos internamente, apartar esos pensamientos negativos, agarrarnos a nosotros mismos, clarificar nuestro propósito en la vida, nuestra meta e ir a por ello.

No podemos quedar atrapados en nuestro pasado o en ese utópico futuro, o en nuestras preocupaciones por proyectos que ni siquiera sabemos como saldrán. Debemos vivir el ahora, los momentos que la vida nos ofrece, las oportunidades en forma de desafíos.

Las preocupaciones, las angustias, los miedos, son el abono para unos pensamientos negativos, improductivos y perjudiciales.

Los pensamientos que van acumulándose en nuestra cabeza nos van quitando la alegría de vivir.
“Tus ideas y pensamientos son una continuación tuya. Son los hijos que estás trayendo al mundo a cada momento” Thich Naty Hanh
Cambiar el estado de tu mente, tomar el control, te llevará a cambiar tus acciones y tus resultados.

Si crees que tus problemas se acumulan en tu interior hasta que estallan, eso es lo que experimentarás en tu vida.

Lo que creemos determina nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos afectan a nuestras emociones. Según nuestras emociones, así hacemos. Según hacemos obtenemos un resultado u otro.

Nosotros vamos generando nuestras creencias en la vida: con nuestros pensamientos o con nuestras acciones. Los resultados que obtenemos son fruto de ello. Si el resultado no es el que queremos tendremos que cambiar nuestros pensamientos y nuestras acciones y así tendremos nuevos resultados.

Si creemos en límites al final seremos limitados.

Todo está lleno de adversidades. No hay más que mirar alrededor nuestro para comprobarlo. Nadie es libre de ello. Para cada uno, sus problemas o sus adversidades son las más enormes o importantes. Yo no olvidaría nunca que toda adversidad, con el tiempo, tiene una cantidad, como mínimo, equivalente de beneficio.

Nuestra realidad es la realidad que nosotros creamos. Si son negativas, así las has creado. Pero si son positivas es porque también las has creado así.

Escribe tu objetivo, tu meta y a por él: comprométete, trabaja al cien por cien y termina lo que empieces pase lo que pase.

Vuelvo con los mismo: siempre habrá miedos, siempre habrá alrededor personas que te mal metan o traten de desanimarte. Nada es fácil, nada es un regalo, pero todo esto que hoy escribo por aquí ya está escrito, ya está dicho y ya está inventado: es la vida misma. El único fracaso siempre será no intentarlo.

La verdad es que tal vez hoy me haya enrollado o desahogado demasiado. Sé que no escribo nada nuevo, sé que a veces me repito.

Quien me lea, tú que lo haces en este momento, me dirás que no es así, que no entiendo nada o que la vida de cada uno es la de cada uno. Yo diré, nuevamente, que no, que la vida no solo es como nos viene sino como la hacemos cada uno.

También sé, por qué no decir y reconocer, que en muchas ocasiones estos mismos consejos debería aplicármelos yo mismo. Así hago. No siempre funciona. Otras veces, como últimamente, me genero más problemas o líos en aquellos proyectos en los que me embarco, pero siempre, al despertar, hago lo mismo: doy gracias al GADU y a por ello.


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