07.02.2017... Un militante, un cargo.

Pensaba esta mañana, mientras reflexionaba sobre ciertos temas que debo estudiar para preparar unas ponencias sobre liderazgo político, en los debates internos que se generan en los partidos políticos últimamente.

Si hacemos un repaso, si buscamos en las hemerotecas, desde hace muchos años siempre son los mismos y tienen que ver, fundamentalmente, con la democracia interna y el poder de unos y otros o de los unos sobre los otros.

Coinciden en estas fechas los congresos, las convenciones internas de los partidos más importantes de nuestro país: PP, PSOE, Podemos y ciudadanos.

Ahora, desde la barrera, analizo, no sé si con más rigor o no, si con más o menos criterio, creo sí con algo más de objetividad y pasión, lo que acontece.

Lo primero que me doy cuenta es cómo aquellas nuevas organizaciones, nacidas en los últimos años, comienzan a caer en los mismos errores de otros con más historia, y cómo, también, los partidos políticos con algo de historia, permanecen debatiendo sobre aquello que debería haber sido superado hace muchos años: la regeneración, la democracia interna, la acumulación de cargos, la humanización de la política en general.

Llevo tiempo sin participar activamente en la vida política y mucho menos en órganos de dirección de partido. Que lleve tiempo sin hacerlo no quiere decir que, como militante activo que he sido siempre de una organización política, con responsabilidades orgánicas,  no tenga opinión u opiniones sobre el presente y futuro del partido al que con orgullo pertenezco desde que cumplí la mayoría de edad.

Mi opinión sobre la democracia real, digo real, interna de los partidos políticos es algo que en alguna ocasión he expresado, en público y por escrito. La democracia interna existe de cara a la galería, quiere esto decir que son pocos los que pueden debatir abiertamente sus posturas. Normalmente las opiniones quedan en saco roto, visto está con innumerables ejemplos habidos y por haber. Si los debatientes 'deben' al responsable su posición remunerada, el debate solo queda para aquellos 'valientes' que todavía creen en la libertad de opinar diferente al resto. Y, desgraciadamente, no son muchos.



De nada sirve criticar a unos, si luego cuando llegamos hacemos o actuamos de la misma manera. 

De nada sirve defender la libertad, el credo liberal, si a la hora de actuar lo hacemos como verdaderos autoritarios.

De nada sirve defender en un ideario las democracias internas, cuando luego todos sabemos y conocemos que no es así, que o estás con quien dirige la orquesta o desafinas y te obligan a abandonar, a veces incluso, por la puerta de atrás. 

Perdimos la calle, nos asustamos, pero volvemos a confiarnos.

Mi amigo Platón comentaba que la política es profundamente humana y como todo lo humano está cercada por el fracaso, pero su dignidad se halla en el esfuerzo de mejora, en el trabajo sobre nosotros mismos que el maestro Sócrates denominó "cura del alma". El alma humana es capaz, a la vez, de lo peor y de lo mejor.  

Todos sabemos, también, y conocemos, como se hacen las listas electorales o se nombran candidatos en los diferentes municipios. Todos sabemos que la vara de medir para unos, no es la vara de medir para otros. Y ¿quién mide al que lleva la vara? Normalmente nadie se atreve a hacerlo. 

Un militante un cargo. 

Mi opinión sobre la duplicidad de cargos de militantes del Partido Popular o, más allá de la duplicidad, la acumulación de cargos por personas de la organización política a la que pertenezco (el resto que haga lo que quiera) es clara, concisa y siempre la he defendido y defenderé: estoy en contra. Un militante, un cargo o responsabilidad.

Creo en la valía y capacidad de las personas. Lo creo, defiendo y respeto. Pero no creo en la capacidad de poder estar en dos o tres sitios a la vez de nadie. La omnipresencia no existe y la acumulación de poder es lo que pervierte los sistemas democráticos en cualquier parte, institución u organización.

Si se está en un sitio, desarrollando unas funciones y responsabilidades que requieren dedicación, no se puede estar, a la vez, en otros que requieren de la misma dedicación y responsabilidad. Esto es así y ha sido siempre, porque de lo contrario, por mucha capacidad y capacitación, las cosas se terminan por hacer a medias.

Me mojo más y pongo ejemplos. 

Surge este debate en el seno del Partido Popular, a raíz de una enmienda presentada por un militante de un fantástico municipio manchego, San Clemente, a pocos kilómetros de mi Minaya, sobre la idoneidad de esa duplicidad de cargos que ostenta la Presidenta del Partido Popular de Castilla la Mancha Dolores de Cospedal: Ministra de Defensa, Presidenta autonómica del partido y Secretaria General Nacional)

Admiro muchísimo a María Dolores de Cospedal. Creo en su capacidad, tenacidad y eficiencia en la gestión. Lo ha demostrado. Creo en la importancia de ser Ministro de Defensa del gobierno de España, creo en la importancia de ser Presidenta Autonómica de una importante comunidad española, en la que hemos pasado a la oposición, y creo en la importancia de ser Secretaria General del primer partido de España. Si todo es importante y requiere de una gran dedicación y responsabilidad ¿por qué se tiene que acumular tanto en una persona? ¿No sería mejor, y sin duda más eficaz, una persona para cada una de las responsabilidades? Sí, claro que sí.

Reconozco que, en mi día a día, conociendo a compañeros de aquí y de allá, charlando y dialogando con personas que pertenecen a organizaciones políticas diferentes, con ideas diferentes, de un lado y otro, uno a veces tiene momentos de vacío existencial pero en otros también se pregunta el por qué de las cosas

El por qué de esos concejales de pueblos pequeños, que no solo no cobran sino que ponen dinero de su bolsillo, para solucionar y sacar adelante los problemas de sus ciudadanos y que trabajan por y para su municipio las 24 horas del día mientras otros, enfundados en el traje perfectamente almidonado, soportan la excelencia de ostentar hasta tres cargos remunerados. Mientras, lógicamente, los súbditos intentan sacarle las castañas del fuego allá donde la imposibilidad por tanto cargo no le permite llegar. 

Me viene a la cabeza, casualmente, otro ejemplo. Es el del actual presidente del Partido Popular en Getafe Juan Soler. Del que tampoco voy a dudar de su capacidad, pero sí de su posibilidad de omnipresencia. 

Getafe, ciudad en la que vivo, es uno de los municipios más importantes de la Comunidad de Madrid y uno de los más importantes de España (cercano a los 180.000 habitantes). Juan Soler es Concejal Portavoz del Grupo Municipal en la oposición (alcalde en la anterior legislatura), Presidente del Partido Popular de Getafe, Diputado autonómico y Senador portavoz de Educación. Evidentemente sigue viviendo en la capital del reino, Madrid, y no en Getafe ya que el mayor tiempo lo pasa en esta ciudad.

Y yo me pregunto, nuevamente ¿Es que Getafe no es lo suficientemente importante para que alguien se dedique en cuerpo y alma a conseguir recuperar lo que se perdió o, simplemente, atender a los vecinos y vecinas y tratar de solucionar sus problemas? Sí lo es.

¿Por qué algo que ha sido debatido en diferentes convenciones y que está meridianamente claro para la mayoría de los militantes, no se cumple?

¿Por qué siendo todos igual, la vara es para unos y no para otros?

¿Por qué ese ansia de acumulación de cargos y poder?

Estas personas, que conozco, u otras que a las que no conozco, merecen todo mi respeto y admiración, pero no comparto la duplicidad de cargos más que en ocasiones extraordinarias: ejemplo, concejal de un municipio minúsculo y diputado provincial o regional), no más. Que cada uno se dedique a aquello que crea le merece mayor importancia o pueda, pero a una responsabilidad.

Y sí: un militante, un cargo. Una persona, una responsabilidad.

Esta opinión personal, es tan respetable como la opinión de aquél que no la comparta. Sé que, a veces, no gusta escuchar aquello que no dice lo que uno piensa. Eso es libertad. Opiniones así no intentan dañar a nadie, faltaría más. En mi caso personal, habiendo renunciado ya a ostentar responsabilidades orgánicas, simplemente trato de aportar ideas que sirvan para estar más cerca de aquellos a los que representamos.

Termino con las ideas de mi amigo, Platón, que defendía que dialogar constituye la más pura esencia de la democracia, porque es un trabajo compartido de búsqueda de la verdad.

Feliz día amigos.

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