12.01.2017... noches!

Cuando uno no duerme bien, por los motivos que sean, en mi fue por una lesión en el pie y por la cabezonería de no tomar un anti inflamatorio antes de acostarme, llegas al despertar temprano con ese mismo ansia que te produce el sueño antes de acostar. Deseas ponerte en pie, levantarte cuanto antes. ¿Para qué permanecer despierto tumbado, perdiendo vida? En noches así, de imsomnio, entre sueños cortos y extraños, piensas en el silencio. Al levantar te das cuenta que muchos de esos pensamientos se han diluido en tu mente como muchos de esos sueños cortos.




Hoy fue distinto. Dormí tan bien que no quería despertar. Tampoco quería recordar sueños que, de seguro, habían entretenido mi mente en ese equilibrio de paz que provoca el descanso.

Es lo diferente de un día a otro. Pensaba en ello mientras meditaba. Tratar de controlar lo incontrolable se nos hace imposible. A veces nos provoca frustración, nos enfada. ¿Para qué?

Voy recuperando el equilibrio en estos días de sol y luna llena. Parece que el orden genera los efectos deseables y ahora tan solo queda ir encontrando esa paz para que todo fluya de mejor manera.

Los proyectos vuelven a ir tomando ritmo, despacio, pero con buen paso.

Descubro que nada te genera más felicidad que hacer aquello que verdaderamente te apasiona.

Quisiera leer todo lo que no leo. Uno de los objetivos que me había propuesto este año es, además de ordenarme mental y físicamente, ordenar mi tiempo, poner en orden mis lecturas. 

Ir de un libro a otro, beber con ansia de diferentes autores sin tiempo de abrazarlos o degustarlos con el placer de la calma. No es apropiado porque van quedando textos en el camino que, cuando uno vuelve, han desaparecido.

Las lecturas complementan mi vida tanto que ya no sabría existir sin los libros.

Cada vez tengo más claro que la mente siempre trata de apoderarse de nosotros. Debemos asumir que somos nosotros los que mandamos, que la mente simplemente nos aporta equilibrio.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30