14.12.2016... Desconexiones mentales...

Esta mañana, en una de esas reuniones de ambiente académico y sabio, mientras discutían, por enésima vez, sobre las nuevas leyes de aplicación a la administración pública, como son la 39 y 40/2015, he tenido uno de esos momentos de desconexión mental, que no de aburrimiento, y mi cabeza se ha perdido en lo literario.

Ha sido como una sensación somnolienta, posiblemente fruto del desajuste mental de estos días. Ha sido como una huida involuntaria hacia lo que verdaderamente me aporta paz.


Es cierto que cuando existe un problema, de nada vale estar dándole vueltas y vueltas. Lo mejor es enfrentarte a él con valentía e intentar resolverlo lo más rápidamente posible, en caso contrario terminará por enquistarse.

Me preguntaba ¿por qué en los últimos tiempos las biografías y los diarios personales, de ámbito literario o no, interesan tanto? ¿Por qué nos gusta escudriñar en las vidas de los demás? 

Escribía hace poco, el poeta y periodista, Antonio Lucas, ante la publicación de los diarios completos de Sylvia Plath, que "No creo que un diario sea lo más parecido a una autobiografía, pero entiendo que sí puede ser lo más ceñido a la vida del que escribe en el momento en que la escribe. No sé si encierra su verdad, pero sí parte de sus asombros y sus desengaños, de sus dudas y sus certezas. Eso seguro." 

La razón de leer los diarios de un escritor, o artista, no es otra que la de sentirte ese escritor o artista que ni eres ni llegarás nunca a ser.

Uno, de vez en cuando, al encontrar alguno de sus versos mínimamente bello, o alguno de sus textos más leído que lo de costumbre, se siente lo que no es: escritor. 

El otro día, por ejemplo, Iván Gonzalez, editor en la revista Wall Street International, me escribía un mail comunicándome que mi último artículo publicado en la revista el 2 de diciembre,  "se había colado entre los más vistos de la semana en todos los idiomas". El artículo, curiosamente, no era, como en otras ocasiones, sobre motivación o coaching, sino que era algo más literario y estaba extraído de alguna página de estos diarios míos que dejo colgados por aquí: ¿Sólo los poetas aman? 

Uno, cuando en momentos así, como los de esta mañana, en los que escuchas hablar y hablar a otros, en los que los problemas parece se amontonan uno tras otro sobre la mesa como si fueran esos libros que vas amontonando, en la mesilla, a la espera de ser devorados, piensa en aquello que menos le consume la vida, que le enriquece de sobra y así, en días así, puede llegar a creer que lo malo no existe, que es fruto de la imaginación y que vivimos en un mundo lleno de humanidad, bondad y solidaridad.

La mente, si no vomita, te puede hacer un esclavo en la vida.

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