28.02.2016... Si escribes...!

El frío me aploma, me deja sin alegría el cuerpo. Me encierro, me siento con unos libros y no hay quien me mueva. Esperábamos el invierno y parece que este fin de semana nos llegó y yo ya echo de menos la cálida luz del sol. 

No he hecho mi sesión de running larga. Me he dejado llevar por la pereza y aunque ahora ande arrepintiéndome de haber perdido el momento, también es cierto que de vez en cuando, aunque sirva de excusa, los huesos piden descanso.

Las semanas, de lunes a viernes, son imparables. O soy yo el que las convierte en imparables. Todo parece se amontona, todo parece llega pero no llega. No sé si el lento soy yo o la lentitud es algo que se nos está contagiando a todos como una forma de vida. 

Tal vez por eso busque, y encuentre últimamente, más momentos de reflexión. Tal vez por eso, y por los años, y por el cansancio, me esconda cada vez más en la literatura en general y los versos en particular. Me da la sensación de que nos acomodamos a las situaciones inestables y no damos importancia al tiempo. Ese tiempo (leer aquí) del que hablo casi demasiado últimamente: el tiempo que se nos va y no vuelve.

Mientras se decide quién gobierna este país nuestro, yo he decidido ir arrimándome más a mis proyectos personales, el coaching y lo literario. Contemplar, desde cierta distancia, el paseillo de imberbes ambiciosos y novatos, sin cimientos que les sostengan. No sé si será el Yoga, o que este alejamiento, más por aburrimiento, me está produciendo una limpieza mental importante, pero cada vez veo las cosas desde un punto de vista más filosófico y poético.

¿Ustedes se dan cuenta de que todo sigue funcionando como si nada? Todo funciona igual de mal o de bien que lo hacía antes. Votamos el 20 de diciembre y dos meses después seguimos sin gobierno estable. Mucho me temo que, si no hay sorpresas esta semana, continuaremos así por algunos meses más. No sé si pena o vergüenza, pero así es. Nos acostumbramos rápido. Nos acostumbraremos a vivir así, cada uno con sus problemas cotidianos, con su día a día y, entonces, podremos llegar a pensar eso de que ¿para qué queremos políticos? Y miren quién escribe esto. Dejemos la administración en manos de los altos funcionarios y técnicos,  que sólo existan las Cámaras representativas y sean las que aprueben aquellas iniciativas a llevar a cabo por los diferentes ministerios. 



Como decía, a falta de deporte, a falta de esos momentos espirituales en el Cerro, hoy sumergido en los libros, en pensamientos varios y variopintos y en la escritura.

Si escribes reflexionas, piensas, ordenas conceptos; al escribir te desahogas, vomitas aquello que te revuelve.

Si escribes vives dos veces. Si escribes puedes vivir otra vida además de la tuya. Si escribes puedes comenzar a vivir como realmente quieres.

Escribir tus sueños te hace verlos.
Escribir tus ideas te hace no perderlas.
Escribir tus sentimientos te hace encontrarlos.
Escribir tu vida te hace tenerla, poseerla.
Escribir un verso te hace transmitir una emoción, guardar el momento.
Escribir es leer nuestro caminar en positivo. 

Escribir te hace coger el tiempo y guardarlo en un papel como el que guarda en un cajón un recuerdo.

Ese tiempo que pensamos no existiría si no fuésemos capaces de contarlo. Decía San Agustín:
"Qué es, entonces el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé; si quiero explicárselo a quien me lo pregunta, ya no lo sé."
Tal vez por eso escribo y tal vez por eso animo, aconsejo, e incluso pido como deberes en mis sesiones coaching, que se escriba. 

Escribir es la mejor forma de obligar a encontrarte contigo mismo. Mal o bien, da lo mismo. No escribimos para convertirnos en el mejor narrador o poeta; escribimos para salvar nuestra vida del desorden y el desequilibrio. Escribimos para ordenarnos.

Meditando muchas veces sobre esto, llego a la conclusión de que igual que muchos novelistas inventan esas historias que les gustaría vivir, ¿por qué no escribimos para vivir lo que realmente deseamos? ¿Por qué no pensar por medio de la poesía, construir una personalidad poética?

La poesía no deja de ser un discurso personal, una emoción existencial. La escritura narrativa o poética busca romper los obstáculos o trabas que nos pone la vida.

Pues así, envuelto en estas ideas, termino la semana, prácticamente el mes. Con deseos de comenzar el lunes e ir comprobando si va tomando forma todo. De momento, lo más importante es ir aclarando los proyectos personales, que vayan cogiendo forma seria y, para ello, habrá que gastar bastante tinta.

Llego a la conclusión, a mis años, que no sé si en algún momento de mi vida podré estarme quieto, dedicado única y exclusivamente a los dos o tres temas que más me motivan y gustan. Soy incapaz. No sé si asumir que soy un ser de esos raros e incurables.

Me gusta lo singular, que no raro; lo diferente, que no extraño. Me gusta todo aquello que pierde la normalidad, que escupe los cánones establecidos. Me siento cómodo en la incomodidad. No estoy contento si no ando enredando o enredado siempre en algo. Va llegando el tiempo de ordenar las estanterías. De priorizar lo más interesante y dejar de lado lo menos importante.

Feliz noche...

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