15.02.2016... De insomnios y sorpresas...

Uno puede olvidarse del día, pero no de la noche. A la noche nos entregamos desnudos, abiertos de par en par, entregados al silencio del sueño o el insomnio. 

En el sueño reposamos y repasamos inconscientemente. Como mucho,  encontramos  esas imágenes que satisfacen nuestros deseos o que, por el contrario, tratan de solucionarnos o avisarnos de nuestros problemas y temores.

El insomnio, viene provocado por nuestros pensamientos a veces poco justificados.



Desde ayer sabía que comenzaría la semana con prisas, con carreras, con desorden: en negativo. No tenía por qué ser así, es una cuestión de predisposición y por ello, cuando estamos predispuestos a que algo ocurra, ocurre.

Me ocurre en determinados momentos de mi vida. Normalmente cuando algo me altera, comienzo a tener una sensación de desorden que, sin estarlo, me descoloca y organiza una especie de caos barriobajero a mi alrededor.

Parece me falta tiempo pero lo que ocurre es que pierdo el tiempo. Y así paso el día o, lo que es peor, si no pongo remedio, la semana. Trataré hoy, como en otras ocasiones, de  enderezarla meditando un rato en la noche y entregándome con la mente más despejada.

¿Cómo llega cada uno de nosotros a reconocer todo aquello que está haciendo mal? ¿Cómo asumir errores, sin sentirnos incómodos nosotros mismos? Tal vez sólo con la meditación, la reflexión y ese silencio que podemos crear en determinados momentos, encontraremos alguna respuesta. No hace falta buscar, hay que esperar.


Dice Muñoz Molina que 
"Lo que uno busca lo puede encontrar, hoy en día, en cualquier momento y en cualquier parte. Lo misterioso sigue siendo encontrar lo que uno no busca, que es lo más sorprendente, lo que de verdad lo abre a lo inesperado y con frecuencia a lo mejor. Eso es una lección de humildad, y también un alivio. No hace falta tener un propósito claro, una opinión firme, una posición tajante en todo. Algunos de mis mejores hallazgos han sido por azar." 

¿Para qué buscar? Si lo que queremos encontrar, a veces no es lo que verdaderamente deseamos, para qué. 

Dejarnos sorprender. La sorpresa, si viene envuelta en poemas, con un lazo de versos, es bienvenida. Pero ¿y esas sorpresas que aterrizan sobre nuestras cabezas como cuchillas de afeitar? Nadie desea ser sorprendido así.

La vida está llena de sorpresas. No hay que buscar, no hay que pretender encontrar. Todo está ahí, pendiente de su momento positivo o negativo. En determinadas ocasiones, llenarnos la cabeza de pensamientos sobre lo que queremos o no queremos que ocurra, es jugar al escondite con nosotros mismos, es jugar con el destino. 

Uno cree que con los años las sorpresas disminuyen, que es más difícil la sorpresa. No es cierto. Es con los años, cuando más posibilidades tenemos de ser sorprendidos, en lo positivo y en lo negativo. Con los años nos confiamos, nos creemos más experimentados o listos: somos más vulnerables a la sorpresa.

Las mayores sorpresas están tras cada esquina, solo tenemos que salir a pasear. El camino es largo y lleno de rincones.

Feliz noche... 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30