21.08.2015... Silencios de verano!

Va decayendo el verano. Con él caen los momentos en silencio, las brumas, los versos y las sombras que el sol ha ido convirtiendo en sentimientos y emociones.

Decae como decaemos nosotros con el tiempo. 

La mente comienza a despertar de lo que pudiera haber sido un sueño. Porque los sueños, en los días de verano, nos inventan una vida que cuando volvemos en sí queda en eso, en un sueño.




No quería levantarme de mi silencio, frente a ese café, nuevo, sentado en la cafetería que me acompaña cada día y que llena de poesía la luz de la mañana.

Esta mañana entendía que este inicio de curso es diferente, que me enfrento a mi mismo y que los retos van a redoblar esfuerzos de orden, fe y paciencia.

Esconderme en literatura, esconder mis lágrimas en versos.

Sobrevivirme. Ni siquiera a veces me aguanto, ni siquiera a veces me entiendo. Tratar de paliar esa ansiedad que me descontrola y desconcierta.

Yo, que organizo todo al milímetro, me siento en desorden.

Se hace fundamental poner nombre y apellidos a todo: a los bichos, a los dichos y a las desdichas, a los proyectos y planes, a las metas y retos, a esos obstáculos que sabemos.

Termina un verano que no ha sido, porque no es lo que se ve o se lee, es lo que se lleva en ese interior que sólo uno siente y presiente.

Las experiencias más bellas y hermosas igual que nos vienen se van. Las más desagradables, aunque pensemos que vienen a quedarse, también igual que llegan, van.

Los veranos comienzan siempre con esa incertidumbre de lo que no sabes puede pasar. Cuando terminan, todo lo que ha pasado a veces queda en el olvido, pero otras, cuando te pellizcan la vida, todo cobra una forma a la que no encuentras sentido.

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