25.11.2014... Dañando...
Termino hoy el día , tras repasar prensa y redes sociales con esa reflexión de que los hombres somos esos seres capaces de hacernos la vida imposible a nosotros mismos. Sí, no sonrías tú que me lees habitualmente, es así. Nos levantamos cada mañana pensando cómo 'jodemos' a los demás. Unos más que otros, es verdad, pero siempre tratando de 'joder'.
Es posible que habrá por ahí alguno, de esos que pululan, que le 'joda' que de vez en cuando escriba cosas de estas por aquí. Realmente lo que 'jode' es que escriba. Tras los cuarenta, que los cumplí hace seis, me dije que siempre haría y diría lo que siento y pienso. Y hoy, como todos los días, lo hago y digo: soy feliz no haciendo daño a nadie.
Sé que no es fácil. No es fácil decirlo, tampoco hacerlo. Sé que a veces el daño se genera de manera involuntaria. Es posible que el daño involuntario pueda llegar a ser el peor o más dañino pero, sinceramente, ni he querido ni quiero dañar jamás a nadie. ¿Qué se gana dañando?
¿Para qué? ¿Por qué?
Sé, y espero, que ahora aparecerá por aquí ese vigilante seguidor, de esos muchos -o pocos-, que dejará su comentario malicioso de turno y desahogo. Me genera pena más que reproche. Pasa al inventario de despropósitos poco entendibles, aunque asumidos por mi condición. ¿Qué se le va a hacer?
La condición, y los motivos desagradables que no vienen a cuento por aquí, hacen que permita la intervención de este blog. Todo queda. Nada importa hasta que importe o, realmente, me importe.
El daño voluntario, como acción, obsesión e incluso profesión, es el modus vivendi de todo aquél que ignora la verdadera vida. La vida, en realidad, es mucho más que estar preocupándose siempre por lo que hacen los demás para criticar o enjuiciar. La vida es para disfrutar.
Me voy con Montaigne...
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