Uno se da cuenta que la vida pasa de tal forma que ni nos damos cuenta. Que muchas veces dedicamos tiempo a pensar o discutir sobre cuestiones de lo más absurdo mientras que lo más importante pasa por nuestro lado sin darnos cuenta.
La vida es como un tren que marcha a toda velocidad, estación a estación, sin parar. Nos podemos subir en marcha en la nuestra o dejarlo pasar.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30