19.06.2014... de León y con nuevo Rey: Felipe VI.




 Viene uno a estas horas, mientras una de esas tormentas nos sorprende, de dejarse unas calorías por el asfalto de este pueblo.

En casa, con un día de descanso que me ha recuperado tras un viaje laboral, fantástico viaje laboral diría, a una de esas hermosas ciudades españolas que no conocía y que las responsabilidades  me han permitido conocer.

Marché el martes por la mañana. Como siempre llegué pronto, sobrado,  a la estación de Chamartin. Es curioso pero la espera de un tren, siempre genera una especie de ansiedad absurda. Las estaciones, sobre todo en las grandes ciudades, suelen ser cálidas, entretenidas y como yo, cientos de pasajeros llegan con tanto tiempo que les permite sentirse como parte de esa caja escaparate, repleta de anónimos seres que deambulan de un lado a otro. Unos tenemos un destino, otros, estoy seguro, simplemente suben a esos trenes buscando el suyo.


Llegué a León antes de comer. En el trayecto me acompañaron pensamientos, reflexiones y esas lecturas del maestro Ortega, junto a esa Teología que siempre vuelvo. Comí solo. Me apetecía.
Quise degustar el sabor de León en uno de sus típicos restaurantes: Racimo de Oro. Prefiero no comentar cómo terminé tras probar sus platos típicos: esa cecina, la morcilla y el secreto ibérico a la miel. Podía haber pedido algo de pescado pero, sinceramente, hubiera sido perderme el manjar castellano leones.



Tuve la suerte de estar sentado junto a una mesa de un grupo de personas que no bajaban los ochenta años. Pero 80 años que ya los quisiera yo. Reconozco que yo comí bastante, pero lo de ellos fue un disparate. Y disparate inteligente eran sus comentarios, que no evité escuchar, sobre todo del que parecía más cuerdo y mayor: "desde pequeño, en el plato nunca me he dejado nada. La generación nuestra aprendimos a comer por necesidad, pero aprendimos." Qué gran verdad, seguro.


Para bajar el almuerzo, antes del trabajo, visité la Catedral de León.  Visitar este templo ha sido como volver a sentir lo que una religión como la cristiana ha aportado a la humanidad. Sólo pasar el umbral de sus puertas te llena de tal emoción, que descubrir tal belleza, con su vidrieras de luz, sus piedras, sus ángulos e inmensidad, provoca que se te salten las lágrimas. Qué sentirían aquellos hombres para diseñar y construir algo así. Sales de allí engrandecido de fe, esa fe que nos permite seguir caminando.

Tarde de trabajo y a última hora, antes de la cena, sesión running por el río Bernesga. 12 km que sirvieron para hacer el hueco necesario para volver a cenar casi lo mismo que comí.

La cena ya entre compañeros. Amigos en este caso del mundo universitario catalán. Alguno con ideas nacionalistas pero sensibles al diálogo y la discusión constructiva. Siempre se aprende, sobre todo cuando dejamos de lado esa absurda creencia de que los únicos que llevamos razón somos nosotros. Cada uno tiene la suya.


Efectivamente al día siguiente, ayer, el estómago protestó. Y protestó tanto que tuve que visitar la Farmacia. Cuando solicité a la dependienta una caja de Almax, creo me hizo una pregunta de rigor: "¿Acaba de conocer usted León, verdad?". Evidentemente.

Hermoso el Parador, inmenso también diría. Hospitalarias las gentes de León con su Presidente de Diputación a la cabeza, recientemente elegido por la triste desgracia ya conocida. Vuelta a Getafe tarde, en tren, escuchando ese partido que ha hecho que nuestra selección española quede eliminada del mundial. No se puede garnar siempre.

Por cierto que en estos momentos tenemos nuevo Rey en España: Felipe VI. Nuevo Rey y nueva reina. Ha sido un día histórico en nuestro país que hemos tenido la oportunidad de vivir. En mi caso la coronación del segundo Rey que he conocido. No voy a volver a repetir lo que ya he dejado escrito por aquí. No me siento monárquico, no creo que en pleno siglo XXI suponga una necesidad para la modernidad, el progreso o el futuro de un país. Tampoco me siento un republicano populachero ni oportunista como algunos de esos que aparecen por ahí. Sí he expresado y jurado siempre mi lealtad a España, a la Constitución y, por lo tanto, al Rey. (Discurso aquí)



Y dicho esto, voy a descansar. 

Comentarios

  1. Y terminado yo también, pero de leerte, me paso a almorzar, no sin antes decirte, que estoy tragando más saliva que de costumbre al ver la imagen del jamoncillo a la miel y el vinillo.
    Un abrazo
    J.

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  2. Demasiado modesto: considero que debes apuntarte el tanto de la elección del Racimo de Oro.
    Envidia más o menos sana cuando veo que antes de cenar la carrera junto al Bernesga te había puesto a tono para la noche.

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